24 enero 2009

CALCUTA

Los días posteriores a Vishakaptanam no fueron los mejores del viaje precisamente; en la mañana que dejamos la ciudad las molestias del cuello seguían y cada vez más serio y doloroso, un gran bulto me estaba creciendo y no sabíamos que podía ser.
Nos pasamos 7 horas de tren hasta Bhuvaneswar, la capital del estado de Orissa, donde quedamos con Ashok, miembro de CS. Ashok ha viajado fuera, y se le ve más abierto que otra gente, es un amante de la meditación, yoga, etc…

Decidimos este mismo día acudir a un médico para obtener un segundo diagnostico, un medico más decente que el anterior y que por lo menos me tocase el cuello a ver que tenía…
Su diagnostico fue lo mismo, una infección de la glándula, pero con eso tampoco nos decía mucho, teniendo en cuenta que aquello cada día crecía y dolía más. Gracias a una buena ayuda exterior que pedimos a España, familia y amigos nos ayudaron a descubrir que realmente lo que había pillado son PAPERAS; no lo cogí de crio y me va a tocar aquí en India…

El otro día que pasamos en Orissa lo dedicamos a visitar el impresionante templo del sol en Konark, a dos horas de autobús, en la costa del Golfo de Bengala.


Aprovechamos también a pasarnos por Puri, un gran centro de peregrinación hindú; pero las molestias de las paperas (aún no sabíamos que eran), y la fiebre que me estaba subiendo no me dejaban concentrarme en nada y lo único que quería era descansar así que regresamos a Bhuvaneswar.
Pero lo que más deseábamos era ir a Calcuta, teníamos un billete de tren para el día siguiente; y era nuestro destino, llegar allí, coger un hotel, desconectar y esperar a que se me pasase la enfermedad.
Nuestro tren era tan temprano que Ashok nos lo arregló para que un rickshaw viniese a recogernos a casa y nos llevase a la estación pagándole 3 veces el precio normal.
Como siempre hemos hecho, miramos el panel de los trenes, preguntamos, escuchamos los altavoces para ver la plataforma y nos subimos en el tren; pero en esta ocasión algo pasó que por primera vez nos confundimos de tren dándonos cuenta cuando llevábamos viajando 3 horas dirección sur, (Calcuta esta al norte)
Nos quedamos helados; con las ganas que teníamos de llegar a Calcuta y ahora todo había cambiado; una chica que hablaba inglés nos ayudó mucho indicándonos donde bajarnos para enganchar un tren al norte.
Claro, el problema es que no tenemos ningún tipo de ticket; hablamos con el jefe de estaciones pero no estaba muy interesado en ayudarnos y sólo nos indicó la plataforma donde pasaría un tren directo a Calcuta que tardaría 13 horas.
Lo que hicimos fue comprar el ticket de clase baja, donde van todos amontonados y meternos en el de siempre para intentar buscar un sitio libre; pero los revisores nos dijeron que todo estaba completo; intente sobornarles con algo de dinero (en India funciona), pero en esta ocasión no había nada libre.
Todo estaba saliendo tan mal, estábamos tan cansados, me dolía el cuello…que decidimos comprar el ticket de primera clase con aire acondicionado, era lo único libre que quedaba, pero el precio es mucho más alto, 10€ cada uno. Y cuando todo sale mal… sale mal, porque tampoco pudimos disfrutar del caro viaje ya que encontramos dos chavales, niños de papa, que estaban borrachos y que nos tomaron como distracción cambiando continuamente los asientos a la gente para poder estar en el mismo compartimento que nosotros y así molestarnos mejor.

23 horas más tarde desde que nos levantamos en Bhuvaneswar para ir a Calcuta, a las cuatro de la madrugada llegamos a la gran estación de la capital de Bengala Occidental.
Toda la gente yacía por el suelo esperando su tren; nosotros aprovechando nuestro ticket de primera clase, nos metimos en la habitación de preferencia para la gente que posee este ticket, aunque de todas formas todo el mundo también estaba por el suelo.


Esperamos el amanecer y tomamos un taxi de pre-pago hasta la calle Sudder donde se concentran los hoteles, una zona de viajeros donde se tiene acceso a todo tipo de cosas.
Calcuta esta tal cual la dejamos hace 7 años en nuestro anterior viaje; la estación de tren esta en Howrah y al otro lado del río Hooghly cruzando el gran puente de Howrah, se halla Calcuta, (ahora llamado Kolkata), entre una espesa nube de contaminación; en las cercanías de la estación se ven montones de basura y gente rebuscando entre ella, así como gente viviendo bajo los puentes y defecando a orillas de la carretera.
Afortunadamente tan pronto no hubo mucho tráfico y llegamos rápido a nuestro destino donde nos llevó alrededor de una hora encontrar un hotel medianamente decente y a buen precio donde refugiarnos los siguientes días hasta pasar la enfermedad que comenzó a remitir a los 3 días de llegar.

Hace siete años, cuando estuvimos aquí, también nos alojamos en la calle Sudder; y prácticamente sigue igual. Hay muchos vagabundos que viven en la calle, bajo plásticos, eligen esta calle para vivir pues es el lugar de concentración de turistas, y es donde más ingresos pueden hacer.


Detrás de la calle en el nuevo mercado se puede encontrar un poco de todo; la parte de la carnicería es un gran recinto con un fuerte olor a carne pasada, y donde las ratas pasean a sus anchas.
En la calle Sudder y alrededor del mercado abundan los rickshaw tirados por la fuerza del hombre; es el único lugar donde los hemos visto de toda India, muchos de estos hombres van incluso descalzos corriendo por las calles llevando a sus clientes, haciendo sonar un cascabel como si fuera la bocina.


Cuando vimos que las paperas comenzaban a pasar, nos fuimos al consulado de Bangladesh a solicitar la visa. Tuvimos que ir tres veces pero fue algo muy sencillo y la gente que nos atendió fue amable, lo cual es una parte importante a la hora de solicitar visados.
Los extranjeros tenemos preferencia y no debemos esperar la larga cola de indios; a pesar que habíamos escuchado que a los españoles daban 14 días, nosotros solicitamos un mes y nos lo dieron, por unos 35€ cada uno.

Entre tanto fuimos visitando alguna cosa por la ciudad como el Victoria Memorial, el más emblemático edificio de la ciudad; aunque no pudimos entrar dentro, caminamos alrededor de sus cuidados jardines.


Calcuta es una ciudad enorme (13 millones de habitantes); hay que tener cuidado porque caminando puede llevar mucho tiempo llegar a algún lugar, pues las distancias son enormes; así descubrimos una pequeña parte de la ciudad; en general, tráfico caótico, ruidoso, contaminación tremenda, y alguna calle llena de gente viviendo entre basura; o el curioso restaurante de la primera foto donde la gente se coloca mirando a la pared, en la misma acera de la calle.


Los días van transcurriendo muy tranquilos, mientras se me van pasando las paperas, muchos días los pasamos sin hacer absolutamente nada, viendo televisión en el cuarto, preparando el viaje a Bangladesh, y paseando por la calle para comprar algo de comer.
Otro día nos acercamos hasta el río; primero pasamos por una zona donde la gente practicaba el deporte nacional, el cricket, junto al fuerte William, una zona militarizada que no pudimos visitar.


Desde el río observamos Howrah, donde llegamos en tren, y el puente del mismo nombre, al cual esta prohibidísimo hacer fotografías…


Dada la cercanía de mi cumpleaños, decidimos ya quedarnos hasta el día porque aquí en Calcuta se tiene acceso a muchas cosas que no tendremos en Bangladesh como tomarnos unas cervezas frías por ejemplo; y por supuesto tampoco faltó una buena tarta de cumpleaños.


Y si todo va según los planes, mañana pronto estaremos viajando hacia la frontera bangladeshí en un tren local.

13 enero 2009

ANDHRA PRADESH

Nuestra visa de India se termina pronto y debemos seguir camino al norte bien rápido para salir a Bangladesh, ya que no podemos renovarla dentro del mismo país.
Tomamos un tren nocturno hacia la ciudad de Hyderabad en el estado de Andhra Pradesh, a unos 700km al norte de Bangalore, y al llegar nos encontramos un fuerte acoso del los rickshaw, que se empeñan en seguirnos para colarse delante de nosotros en los hoteles y así llevarse comisión. La búsqueda fue muy intensa, parece ser que los hoteles están más caros aquí y al final terminamos pagando uno que tenía más cucarachas que todos los hoteles juntos en los que hemos estado en India.
Este primer día que llegamos transcurrió tranquilo, aún pensando en el mes que hemos dejado atrás; tan sólo caminamos hasta el lago el cual separa Hyderabad de Secunderabad, ambas dos enormes ciudades; pasear por una ciudad india como norma general no es algo ameno y bonito, cuando se pasea suele hacerse a un ritmo acelerado pues el tráfico y ruido te incitan a ello, y jamás se puede estar a mirar cosas mientras se camina pues algún vehículo puede atropellarte, Hyderabad especialmente es una de las ciudades más caóticas que hemos visto.


En el lago se halla una gran figura de Buda algo desgastada, hace años cuando fueron a colocarla, la barcaza se hundió con la estatua y toda la tripulación, tras yacer años bajo el agua finalmente fue rescatada y colocada en su lugar.


Tenemos la sensación de encontrarnos en un país musulmán pues aquí parece que la mayoría de la gente es de ésta religión y por la calle se ven muchísimas mujeres que llevan burca, tan sólo se las ve los ojos; debido a esto y la escasez de turismo por estas zonas somos muy observados en todo momento, pero en especial María.


Como cabía de esperar el gran atractivo de la ciudad es la Mezquita Mecca, llamada así porque en la entrada hay varios ladrillos fabricados con tierra de La Mecca; pero lo más bonito es el Charminar, cuatro columnas enlazadas con arcos y con una mezquita en su interior, que se alzan justo en mitad de la carretera y de todo el bullicio de los vehículos y bazares de alrededor, un autentico caos como de costumbre en Hyderabad.


Los bazares de India son algo que no cambia en todo el país, o más que bazares cualquier rincón en la calle donde la gente monta su puesto de fruta, herramientas o de cualquier cosa insólita.


Nuestro último día no fue muy ameno que digamos, quisimos visitar el Fuerte de Golconda un poco alejado del centro y fuimos preguntando cómo ir en autobús. Cuando por fin encontramos la parada una mujer se ofreció a ayudarnos para decirnos que bus coger, al mismo tiempo que me juzgaba sin ningún escrúpulo por mi aspecto físico diciéndome si esa mañana me había lavado la cara ya que tenía un aspecto muy desaliñado con esas barbas, a parte del pelo que hacía falta cortármelo bien; me reprochó además la ropa que no era adecuado ir así en camiseta y con unos pantalones cortos; me dejó tan descolocado que no sabía por dónde salir…
El autobús nos dejo en un cruce muy importante donde terminamos cogiendo un rickshaw colectivo; y ahora es cuando me mosqueo, porque en el sur nunca nos dejaban ir cuatro en los rickshaw pequeños, y en éste íbamos nada más y menos que diez personas; delante iban cuatro y el conductor sentado en las piernas de los pasajeros.

Al llegar al fuerte como siempre tenían precio de turista 20 veces más elevado que el de los indios, pero con el moreno que ya he cogido al parecer uno de ellos y decirle el numero de tickets en hindi, me lo dio por el precio local; lo malo es que después hay que dar el ticket a un policía justo antes de entrar y al ver a María nos pillaron. Podían haberlo dejado así, hacer la vista gorda, pero no, nos mandaron de nuevo a la ventanilla y le pedimos al hombre que nos devolviese el dinero.


Luego se siguieron una serie de sucesos hostiles por parte de los indios que nos cargaron las pilas demasiado decidiendo nuestra aceleración hacia el norte del país y darnos un respiro de India.
Un coche venía tras nosotros e hizo el amago de atropellarnos cuando venía a toda velocidad y mientras se reían a carcajadas, mucha gente sobre todo jóvenes se mofan de nosotros cuando caminamos, y en otra ocasión mientras observábamos las vistas desde una muralla nos lanzaron un gran palo aunque no alcanzaron a darnos.
Las tumbas que íbamos a visitar allí se quedaron, nos volvimos al hotel totalmente indignados y agotados.

Vijayawada es una de las varias paradas rápidas que haremos en dirección al norte; encontramos un hotel muy barato por 175 Rupias la doble (2,6€) un hotel de estrechos pasillos con habitaciones a un lado en forma de celdas, la nuestra tenía las paredes rojas de los escupitajos que suele esputar la gente al mascar una cosa roja.


Visitamos un templo dedicado a Durga, quien mató a unos demonios en dicha colina y la hicieron un templo en su honor, en la entrada del mismo hay un gran OM atravesado por el tridente de Shiva.


Tras pasar los clásicos puestos de ofrendas para los dioses como, flores, cocos, leche… entramos por la parte de los pobres que es gratuita; hay diferentes tarifas en relación a la calidad de bendición, es decir los pobres siempre estarán más lejos de su dios.

Primeramente vimos un pequeño templo donde la gente depositaba dinero y un sacerdote colocaba a los fieles durante un segundo, una especie de cuenco plateado por la parte abierta sobre la cabeza; hice una foto y se enfadaron mucho, así que las tuve que hacer a escondidas.
Mientras la gente recibía esta extraña bendición, otros adoraban detrás a unas cobras de piedra que creo simbolizan a Shiva.


Los peregrinos llegan aquí desde muchos puntos de la geografía, vienen en coches adornados con flores, y ellos visten ropas iguales de color negro con los colgantes de semillas; ocupan su lugar en el templo y todos cantan.


La colina donde se halla el templo esta sobre el gran delta del río Krisna, donde hay algunos pescadores ganándose el pan de cada día sobre un neumático; ya bajando del templo, seguimos haciendo unas fotos y los sacerdotes continuan mosqueandose como bien muestra la foto…


Vishakaptanam es otra ciudad industrial a donde llegamos en un tren lleno de gente donde nadie respetaba los asientos como de costumbre. Anil, un hombre de CS fue a recogernos a la estación de tren y nos llevó a su casa donde conocimos a su mujer Lakshmi.
Al día siguiente cambiamos nuestros planes de visita por algo peor y que nunca gusta tener que hacer; pedimos a Anil si nos podía llevar a un doctor para mirar algo extraño que tengo en el cuello y que me molesta, Anil accedió sin ningún problema y nos llevó como a una casa particular donde la consulta era un cuarto lleno de trastos que daba a la calle; esperamos de pie afuera un rato en la cola de personas hasta que llegó el turno.
Me fije en las tres especialidades que marcaba el gran cartel del doctor: Piel, Venas y Lepra; me senté junto a él en una silla en sentido opuesto de espaldas a los siguientes clientes y Anil le explicó lo que me pasaba. Lo primero que hizo fue introducirme un termómetro en la boca que previamente limpió con la camisa, ante la situación no pude negarme, al mismo tiempo que pensaba en los miles de enfermos que habrían tenido ese termómetro en la boca.
Su diagnostico fue una infección, esto sin haberme tocado si quiera, al insistirle colocó los dedos un segundo en el cuello, pero no hizo nada más que recetarme unas pastillas…

Anil nos llevó en coche por el puerto de Vishakaptanam, y nos explicó el funcionamiento de cuando entran los barcos a cargar y descargar; luego subimos a una colina donde hay un lugar de peregrinaje cristiano-católico.


El paseo de la playa es lo más interesante de la ciudad; hay una zona de pescadores donde secan los peces en la misma acera de la carretera o en trapos sobre la arena; lo malo es que hay que andar con mucho cuidado porque toda la arena está llena de excrementos humanos ya que los pescadores y otra gente no tienen ningún pudor a la hora de tener que defecar y lo hacen delante de todo el mundo cuando coincide, después se van caminando con los pantalones abajo hasta el mar para terminar la faena. Esto no sólo ocurre aquí es algo común verlo en las vías del tren o en las ciudades de toda India.


Pasando esta zona, hay otra playa que parece no ser usada como cuarto de baño, y presenta un aspecto más moderno y muy cómico lleno de farolas en forma de gorilas, sirenas sobre una roca y otras esculturas.
Por aquí encontramos un supermercado, esto algo extraño siempre, aunque de todas formas todos tienen lo mismo y casi nada de comestibles; pero bueno encontramos un poco de queso, compramos pan y nos hicimos un picnic en la playa.