24 mayo 2010

SUR DE LUZON Y LEYTE

Tomar autobuses sigue requiriendo de nuestra enorme paciencia en Filipinas; no parece que haya autobuses del gobierno (al menos nosotros no lo hemos encontrado), al parecer tampoco existe una estación de bus en sí, y muchas de las compañías no reservan billetes, es decir hay que ir allí un poco antes de la hora de salida del bus y esperar, y esperar…y esperar…

Desde Manila recorrimos la isla de Luzon hacia el sur; los primeros 100km están llenos de ciudades unidas, que luego se transforman en pueblos y más tarde en pequeñas villas. Después de San Pablo todo se vuelve mas bonito, naturaleza pura, ya por Gumaca y Lopez vemos el mar de un azul intenso y con islas esparcidas en el horizonte; absolutamente todo esta lleno de palmeras tupiendo el terreno.


Ya de noche llegamos a Sorsogon, una pequeña ciudad en el sur de Luzon, aquí habíamos contactado con una gente de Couchsurfing que nos alojaron unos días.
Aunque Sorsogon ciudad no tiene mucho, el puerto, ubicado en una gran bahía, es muy bonito con los pescadores y las vistas de los entrantes y salientes de Luzon con el volcán dormido de Bulusan; en la noche el puerto se transforma en el centro de reuniones pues debido al sofocante calor, la gente sale una vez el sol se ha ocultado.



Edison, (el chico que nos aloja) nos llevó por los alrededores de Sorsogon, los tres en la moto. Fuimos a la playa de Bacon, pero sin duda la más bonita es la playa de Pagurisan de arena blanca y con islotes salteados en el mar. Aquí fue donde por primera vez vemos las cristalinas y transparentes aguas de Filipinas.



Desde Sorsogon retrocedemos unos kilómetros para visitar la ciudad de Legazpi, pero el motivo de venir aquí no es la ciudad, si no el espectacular Volcán Mayon; uno de los más activos y peligrosos del mundo, y también uno de los más perfectos debido a que tiene una perfecta forma cónica que se alza desde la planicie hasta los 2.464 metros de altitud. Desde el parque de Ligñon se tienen unas magnificas vistas, justo enfrente del volcán.


La última erupción con lava del volcán fue el pasado diciembre; cerca del parque hay un instituto que sigue 24 horas la actividad del volcán y de vez en cuando limita un área alrededor del Mayon dependiendo del nivel de peligro; en su cráter se puede ver una continua humera que advierte que no es un volcán dormido; los ríos de lava también se aprecian perfectamente.


En el otro lado se ve la ciudad de Legazpi donde más tarde nos acercamos a caminar por el puerto y hasta el centro comercial llamado “El Embarcadero” con más vistas del volcán sobre la ciudad.



De nuevo nos espera un largo camino hasta la isla de Leyte; desde Sorsogon montamos en un jeepney donde éramos 45 personas dentro con gallinas, mas la gente que iba en el techo; así de apretujados llegamos a Matnog, la punta en el extremo sur de Luzon, donde se supone que parten barcos cada hora para la isla de Samar; la realidad fue que tuvimos que esperar 3 horas a que el barco se llenara de vehículos y 2 horas más que el barco tardó en llegar a la nueva isla. El agua del mar es de un azul tan intenso como nunca hemos visto, a nuestro paso navegando vemos islas solitarias inhabitadas de blanca arena y palmeras.



Las Filipinas se dividen en tres archipiélagos, el más meridional es el de Mindanao, el que hemos dejado atrás Luzon, y ahora nos adentramos en uno nuevo, Las Bisayas, comenzando en la isla de Samar una de las menos desarrolladas islas del país.
Al llegar al puerto de Alley nadie sabía sobre transporte, sencillamente porque no hay horarios, tuvimos suerte que pronto pasó un jeepney y encima fueron tan simpáticos que nos dejaron ir en la parte de delante con el conductor.

Así llegamos hasta Calbayog donde tomamos una furgoneta que nos llevó hasta Catbalogan donde hicimos noche; aquí somos un centro de atención, si Filipinas no es muy turístico, a Catbalogan no viene nadie…
Fue a la mañana siguiente cuando ya conseguimos llegar hasta la isla de Leyte, a su capital Tacloban a través del Puente de San Juanico que une las dos islas.



A parte de descansar del constante trote que llevamos en Filipinas, aprovechamos a visitar la mansión que se construyó para Imelda Marcos, una polémica persona de la burguesía filipina. Se la conoce por la mujer de los 3.000 pares de zapatos; fue Miss Manila y más tarde al casarse con un político que fue Presidente de la nación, tuvo mucha influencia en la política, momento en el que ella y su marido robaron millones de dólares de los fondos públicos.
Para visitar la mansión se paga por grupos, es decir el mismo precio por dos personas que cinco, así que esperamos un rato y llegó una familia filipina a la que nos unimos; al preguntarles no sólo no les importó, si no que se empeñaron en pagar también nuestra entrada. En la planta baja hay un santuario del Santo Niño, una figura del Niño Jesús que trajo el mismo Fernando de Magallanes y se ha convertido en el icono religioso de Filipinas, actualmente el autentico se halla en Cebú.
Como todo el mundo sabe, ese fue uno de los fines de los conquistadores españoles, “cristianizar” los nuevos territorios colonizados; de ahí que Filipinas sea el único país en Asia de mayoría cristiana.


La visita es guiada y nuestro guía era un chico muy gracioso que siempre metía alguna frase sobre la polémica Imelda Marcos y su excentricidad con tal opulentas salas de lujo extremo, muebles españoles, alfombras argentinas, colecciones de antigüedades y un montón de cerámicas chinas regalos de ese país debido a las buenas relaciones del marido con Mao Tze Tung.



Desde la colina de Calvary hay muy buenas vistas del puente de San Juanico, la isla de Samar y la ciudad de Tacloban.



Hace tiempo que estamos en contacto con un Couchsurfer de Cebú, Alberto; aparte que nos está ayudando mucho en todo nuestro viaje por su país, nos puso en contacto con una prima suya que vive en Malitbog, un pequeño pueblo en el sur de Leyte.
Desde Tacloban tomamos un autobús para allá en un día más de gran calor, y mientras esperábamos un par de horas hasta que saldría, nos fijamos en que otros buses tienen ventanas opacas hechas con okumen, al principio no le encontrábamos sentido, una vez que íbamos de camino en el bus y el sol nos achicharró a través de la ventana, ya lo entendimos…

Al llegar a Malitbog, la prima de Alberto, Anna, y su madre Pilar, ya nos estaban esperando con los brazos abiertos. La llegada fue increíble, recibiéndonos hablando perfecto español, y metiéndonos es su casa rápido para sacarnos comida que habían preparado con un sabor muy español… Pilar es hija de españoles que emigraron a Filipinas antes de la Guerra Civil; nos contaron muchísimas historias según llegamos, y nos enseñaron su casa, un autentico museo y obra de arte, pues esta construida en 1.927 por los antepasados de Anna y lleva por nombre el de la mujer de su constructor, Villa Margarita.



La bonita Villa Margarita se halla entre un palmeral lleno de cocos, y precisamente a eso se dedica Anna, a sacar la copra de los cocos. Algo muy interesante, pues ella nos explicó todo el proceso para extraer la parte blanca del coco (copra), deshidratada, que después venden y se destina a la producción de aceite de coco, el segundo mejor aceite del mundo después del de oliva.
Además nos enseñó sus campos de cultivo de arroz y vimos las diferentes partes del proceso; los campesinos plantándolo, otros campos casi listos para la recogida y otros recién cortados donde estaban sacando el grano con una máquina.



En Filipinas pasa bastante como en India a la hora de sobrecargar autobuses, jeeps, motos… aquí en concreto hemos visto motos con suplementos atrás para llevar un pasajero más y hemos llegado a ver hasta 6 adultos en una motocicleta. Y fue muy gracioso cuando Anna llamó a un chico para llevarla los sacos de arroz a casa y éste se llevó en la moto 6 sacos de unos 40kg cada uno…


Anna nos buscó un hotel en el pueblo, la verdad que el mejor de los más baratos que hemos pagado en el país, 300 Pesos la doble (5€), bastante limpio, con baño y con una terraza y vistas propias de un gran resort, porque tenemos el mar a 5 pasos; un mar limpio, azul intenso y con las vistas de la punta de Leyte extendiéndose hacia el sur.


Malitbog es el típico pequeño pueblo donde todos se conocen y donde un turista no suele parar, de ahí el mayor encanto que tiene pasar unos días para conocerlo, donde la gente es aún más simpática. Muchos de los niños piensan que todo extranjero es norteamericano, y cuando pasamos nos llaman “¡Americano!” o también les encanta decir “hey Joe!, hey Joe!” Nosotros les decimos “¡no, Cachila, Cachila!” que significa “español” en tagalo. Realmente Cachila deriva de “Castilla”, que como otras muchas palabras que han evolucionado del español al tagalo, se quedó en Cachila.



Desde Malitbog nos fuimos un día hasta Burgos en un autobús que creíamos que no podíamos entrar, yo fui todo el camino en las escaleras de la entrada porque no había más hueco.
La isla de Leyte se divide en dos penínsulas en el sur, y Padre Burgos se encuentra en la parte occidental, desde el pueblo dimos un paseo de unos 3km hasta la playa de Tangkaan; no es una playa de arena, está formada por restos de corales petrificados, pero sus aguas nos siguen impresionando, son tan cristalinas que se ve absolutamente todo el fondo.



Mirando al sur se ve la isla de Limasawa de difícil acceso si no es con un bote privado; esta isla es conocida por haberse realizado la primera misa de Filipinas, llevada a cabo en la época de Magallanes.


Para volver a Malitbog lo hicimos de la mejor forma para evitar el abarrotamiento de los jeepneys, nos fuimos en el techo de éste.


Cada día que pasamos en Malitbog, Anna y Pilar nos invitan a comer o cenar comidas riquísimas, y un día hasta nos prepararon una ¡tortilla de patata!
Además tuvimos la suerte de acudir al cumpleaños de una amiga de Anna, donde también nos trataron genial, tenían un montón de comidas diferentes, entre ello noodles, que por lo visto se cocinan siempre en los cumpleaños pues simbolizan una larga vida, (larga como los noodle), y después para terminar la velada pasamos un buen rato jugando al Bingo con ellas.


No podemos olvidar la excelente cena a la que nos invitaron Anna y Pilar en uno de los mejores resort cerca de Burgos, probamos el lechón filipino, además de pescado y otras delicias…