27 septiembre 2008

MADHYA PRADESH

En ocasiones los trenes, las estaciones y los billetes… son un autentico quebradero de cabeza. Puesto que aquí el autostop sería muy complicado, estamos limitados a tomar medios de transporte; el tren es lo mejor, ya que se puede dormir en él; pero va tan lleno siempre que se debe reservar el billete con antelación, cosa que no nos gusta, ya que supone hacer planes exactos. Antes de dejar Kota compramos billetes para los próximos 5 días, (nuestra vuelta a Delhi y salida) todo estaba completo ya, por lo que entramos en una lista de espera a ver si podemos ir o no.

Esta vez en la estación encontramos una nueva, útil e interesante profesión; “Cremallero” Un hombre con una gran ristra cremalleras, se pasea por los andenes en busca de trabajo para arreglar alguna cremallera de las maletas, o coser alguna mochila rota.

Nuestro tren llegó puntual, pero de noche a la santa ciudad de Ujjain; cogimos un hotelillo de los baratos sin cristales en las ventanas; al principio no se le da importancia pero cuando llega la noche y uno no puede dormir por el ruido del intenso tráfico y estridentes bocinas de camiones y autobuses, se da cuenta del error cometido…

Ujjain, en el estado de Madhya Pradesh, forma parte de una de las 7 ciudades santas de la India en el mundo del hinduismo. Existe una celebración importantísima cada 12 años llamada Kumbh Mela, donde millones de personas acuden para bañarse en el sagrado río Shipra; mucha suerte sería coincidir, y por supuesto no coincidió con nosotros, la próxima será en el año 2016.

Básicamente lo que se ve en ésta ciudad son templos y la devoción de la gente por una religión tan complicada de entender para nosotros.

El templo de Mahakaleshwar está dedicado al dios Shiva y en la parte exterior tiene una especie de “nacimiento navideño” pero configuras de sus dioses; el templo consiste en una gruta artificial en la que uno se siente como en un parque de atracciones; en dicha gruta hay figuras de gurús meditando, vacas, monos…luego se pasa a otra gruta interior en forma de U, en la que los dioses son expuestos en vitrinas, pero son dioses con movimiento, que representan pasajes importantes de la historia de Krisna, Hanuman, Shiva…

Otro templo es el de Harsiddhi, en el que destacan dos torres grasientas frente al templo; en estas torres la gente escala y coloca aceites o grasa, otros tiran flores contra las torres y por la grasa quedan pegadas bajando lentamente, luego las vuelven a recoger y las guardan. Por lo visto estas torres se iluminan en ciertas épocas del año con velas que coloca la gente en cada soporte saliente de la torre; claro que tampoco fue en esta ocasión.

El templo tiene una imagen de la diosa Annapurna, y otras de Ganesh completamente pintado con tierras rojas.

A parte de templos, en Ujjain se haya unos de los importantes observatorios astronómicos que hay en India. Con rudimentarios aparatos y extrañas construcciones median la situación de los planetas y otros datos; Ujjain además está situado en un lugar clave para este tipo de mediciones, ya que la línea del trópico de Cáncer pasa casi por encima de la ciudad.

Los ghat están enteramente relacionados con la religión hindú; los ghat son escalinatas que dan al río donde la gente se baña, purifica, reza…

En una ciudad santa como Ujjain no puede faltar; nos acercamos al más grande de ellos, el Ram Ghat donde la gente se reúne al atardecer para hacer sus rituales.

Muchos simplemente se bañan y se enjabonan bien; otros, con el cuerpo metido en el agua y las palmas de las manos mirando hacia la cara recitan sus rezos.

Vimos un interesante acto, que no pudimos saber el por qué, pero debía ser algún tipo de iniciación o paso a otra etapa; un chico con la cabeza afeitada excepto una coleta en el cogote, estaba sentado en el suelo mientras dos personas le pasaban incienso por delante recitando versos, tiraban flores y repetían lo mismo una y otra vez.

Aunque hemos notado un fuerte descenso de la extrema pobreza y vagabundos en las calles desde nuestro anterior viaje; las llegadas o salidas de las estaciones de tren son verdaderamente tristes, pues es ahí, alrededor de las estaciones, junto a las vías del tren, donde se agrupan los más pobres de los más pobres; en casas que construyen con madera y plásticos como tejado, usando neumáticos para que no se vuelen por el viento.

En Bhopal, la capital del estado, nos esperaba Vinod, un hombre de CS que nos recibió en su lugar de trabajo, el Banco de India; y donde nos aloja en la casa de huéspedes del mismo Banco.

Nos recibieron los ayudantes de Vinod y no supimos reaccionar en un principio pues la habitación que nos daban era de un hotel con mucha clase, además que todos los ayudantes estuvieron pendientes de nosotros para atendernos lo mejor posible y darnos cada día de desayunar y cenar.

El primer día Vinod nos llevó a casa a cenar con su mujer; los dos fueron muy amables con nosotros; entre las conversaciones que mantuvimos salió el tema del conocido sistema de castas en India; ellos aseguran que está desapareciendo poco a poco, y en ciudades la mayoría de la gente no lo tiene en cuenta; no así en villas y pueblos donde la casta es muy importante, algo que puede preguntarse al conocer a otra persona, y por supuesto las parejas de castas diferentes no se pueden casar entre sí.

Parecía que no querían tratar mucho el tema del desastre ocurrido en Bhopal en el año 1984, y no es de extrañar, pues es algo para olvidar. 40 toneladas de gas letal se escaparon de una fábrica norteamericana de pesticidas, envolviendo la ciudad por la noche. Nunca se supo exactamente cuanta gente murió porque muchos cuerpos se ocultaron, pero hasta fecha de hoy se cree que fallecieron 20.000 personas, aunque medio millón perdió la salud de por vida, transmitiendo enfermedades a las posteriores generaciones.

El principal motivo de venir a Bhopal está a 50km; las estupas de Sanchi. Las estupas budistas fueron construidas hace 23 siglos durante los tiempos en que el budismo reinaba en India, (más tarde fue absorbido por el hinduismo)

Todo alrededor de esta región hay numerosos vestigios de antiguos templos como las cuevas de Udaigiri, que para llegar a ellas alquilamos un par de rudimentarias bicicletas.

Durante el peligroso camino lleno de locos camiones y autobuses que nos pasaban rozando, los nativos nos observaban extrañados al vernos pedalear por las pequeñas villas. El lugar en sí es increíble, lleno de una densa vegetación y grandes ríos donde la gente y animales se bañan en los ghat.

Las cuevas de Udaigiri no es precisamente un lugar turístico; no existe tarifa de entrada ni nada; los cuidadores fueron muy majos y abrieron las cuevas aún sin derruir, para nosotros.

En la roca de la montaña están excavados éstos huecos en forma cúbica donde se hallan estatuas y figuras de los dioses; son como pequeños templos; en uno de ellos se encuentra el símbolo fálico de Shiva con la imagen de su mujer Parvati.

El tema de los trenes no terminó aún y finalmente nuestra lista de espera no bajó como se suponía y no tenemos plaza en el tren; Vinod nos ayudó durante toda la mañana para resolver el asunto buscando otros trenes disponibles.

Más tarde nos acompañó a ver la gran mezquita de Bhopal, una de las más grandes de India; nosotros fuimos en la mañana pero no pudimos entrar porque había cientos de personas ya que éste día es muy importante en el mundo del Islam al ser el último viernes del Ramadán.

Vinod y su mujer nos invitaron a otra exquisita cena antes de partir en un tren nocturno a Delhi donde nada más llegar fuimos a recoger nuestros nuevos pasaportes.

Parece que tras las pasadas bombas hay bastante pánico, sobre todo miedo a que atenten contra el gran negocio de la industria turística; por eso en la calle donde nos alojamos la otra vez, han colocado dos arcos de seguridad de detección de metales; pero vamos, que es totalmente absurdo pues por ellos pasan sólo los peatones; los rickshaw y coches entran tranquilamente a la calle; y para un terrorista tampoco implica mucho problema ya que puede acceder a la calle por otras cientos de callejuelas que dan a Paharganj, y que no están vigiladas

Es todo un teatrillo para que el turista piense que está a salvo en India; por ejemplo en dichos arcos pasó un montón de gente pero sólo nos cachearon a nosotros; o en las oficinas de venta de billetes de tren donde todo el mundo entraba con mochilas y bolsas, y de nuevo nos registran sólo a nosotros…

Antes de tomar el tren nocturno hacia Ahmedabad, para dejar definitivamente Delhi; nos encontramos con Jan y Alex!, de nuevo nos pusimos al dia con las experiencias de ambos y pasamos la tarde por nuestra ajetreada calle llena de mochileros; unos que vienen de viaje por un tiempo y otros que se han quedado atrapados en el tiempo...

21 septiembre 2008

RAJASTHAN

Un día antes de las explosiones producidas en Delhi por radicales islámicos y que llevaron la vida de 30 personas, tomamos el tren para Jaipur. Es una pena que esta gente recurra a la violencia en el nombre de Alá y del Islam, cuando Islam no significa terrorismo, y cuando hemos encontrado a tanta gente maravillosa de ésta religión…

Salimos caminando hacia la estación de Vieja Delhi, no es precisamente cerca pero tenemos tiempo y nos evitamos robos de los conductores de rickshaw; de todas formas lo mejor es caminar y ver la vidilla de la gente; y las locuras que se cometen en carretera.



En la estación de tren, también siempre es una aventura y aunque está mas organizado que hace años, hay cosas que nunca cambiarán…Las gigantescas ratas que caminan por las vías; las cucarachas de gran tamaño; y un nuevo animalillo, dentro del tren hay un veloz ratón que cruza el pasillo de un lado a otro tan rápido que casi no se lo ve.
Los trenes de India son inmensos, no sé decir de cuantos vagones cuenta, pero posiblemente supere los 50; hay muchas diferentes categorías, nosotros cogemos siempre la segunda más económica, (la más barata no nos dejan porque es la de vagabundos); cuenta con compartimentos abiertos de 6 personas y dos en el lado del pasillo, con cama; claro que nunca van 6 personas…


En los trenes tampoco hace falta llevarte nada de comer o beber pues continuamente hay gente pasando vendiendo fruta, sándwiches, bebidas, o unas interesantes ensaladas que el hombre prepara en el momento aliñándolo con las manos…
Si se quiere un servicio de limpieza de zapatos o limpieza de oídos tampoco hay ningún problema para conseguirlo.


Rajasthan es la provincia más grande de toda India; una parte de nuestro anterior viaje se basó en éste vasto área; en esta ocasión lo pasaremos bastante por encima, sólo para hacer tiempo en lo que llega nuestro pasaporte de España.
Rajasthan es la tierra de los Maharajás, hay ciudades realmente increíbles que ya visitamos como son Jodhpur, o la maravillosa Jaisalmer; pero ahora las dejaremos a un lado para ver otras cosas nuevas, ya que éstas, están demasiado lejos.
La capital del estado es Jaipur, una de las ciudades que repetimos visita; aquí nos esperaba una persona, un amigo de una chica de CS, nuestra primera experiencia en una casa.
Yogendra, nos trato de maravilla, igual que un padre; el hombre es muy religioso, lo cual no significa cerrado y conservador; una persona muy religiosa en la religión hindú, es una persona muy espiritual y con grandes conocimientos de historias o leyendas de sus dioses como Brahma, Shiva, Krisna, Rama… Nos habló de su libro sagrado llamado “Guita”; de todas formas es muy complejo para nosotros comprender todo esto, necesitamos más tiempo, pues cada persona se guía por diferentes gurús y tiene diferentes ideas.
Nos recibió con el acto tradicional de bienvenida que es traer a los invitados un recipiente con leche, y cada uno debe tomar una cucharada.
Preparó una cena muy rica, pero los últimos días nos fuimos cansando un poco y nos llegó a sentar un poco fuerte; la religión hindú no sólo prohíbe comer vaca como es bien sabido; prohíbe comer todo tipo de carne, pescado, huevos…, e incluso ajo y cebolla, elementos que excitan la sangre e inducen a malos actos; así que estuvimos a base de verduras.

El “turismo” que hicimos en Jaipur fue un tanto diferente pero es la mejor forma de conocer la ciudad; simplemente caminar y comunicarse con los ciudadanos.
Jaipur forma parte del “Triangulo Dorado” un famoso tour que hacen los turistas que vienen a India por 1 semana; Delhi-Jaipur-Agra. Esto hace un incremento enorme en los precios para visitar cosas, como los 5€ que no pagamos por ver el Palacio de la Ciudad.

El casco viejo de la ciudad es conocido como “La Ciudad Rosa”, dicen que por el color de los viejos edificios, aunque la verdad es que son de un color rojizo.
El Hawa Mahal, o Palacio de los Vientos es el símbolo de la ciudad, una gran fachada que parece de un cuento de hadas; frente a ella, decenas de vendedores insisten incansables a los extranjeros para que compren en sus tiendas; y tratan de engañarles diciéndoles de hacer una fotos desde la planta de arriba, metiéndoles directos a la tienda de joyas o telas.


Dentro del casco viejo hay cientos y cientos de pequeños comercios donde se puede encontrar de todo; nos dedicamos a caminar entre ellos conociendo a gente interesante y viendo bonitas y diferentes tradiciones.
Este hombre es encargado de dar agua a la gente que esta sedienta, un negocio sin ánimo de lucro, aunque se aceptan propinas…


Los vendedores de dulces, samosas y fritos…


En India se puede encontrar gente que repara y tiene repuestos de cualquier cosa; es el caso de este hombre con todo tipo de varillas, telas y repuestos de paraguas.


Nunca puede faltar, en cualquier parte, un hombre con una interesante profesión: limpiador de oídos; con sus roñosos instrumentos limpia la cera y quita los pelos de las orejas.



La imagen que siempre se ve en el país es la de los conductores de rickshaw; para quien no sepa, los rickshaw son unos ruidosos vehículos de tres ruedas, básicamente es una moto transformada para llevar a unas tres personas detrás, aunque esta regla nunca se respeta.


La vaca y la cobra son animales venerados en el hinduismo; la vaca se puede encontrar en cualquier parte de las ciudades; tumbada en mitad de la carretera mientras los coches las esquivan, comiéndose las frutas de algún vendedor, o incluso en los andenes de las estaciones de tren…
El elefante aunque menos importante, también tiene su papel; se suelen encontrar figuras de éste animal en entradas de los templos, pero también es fácil verlos caminando por la ciudad llenos de colores.


Para terminar el día fuimos a ver la caída del sol a un fuerte que domina la ciudad desde una colina. Para acceder al fuerte de Nahargarh se ha de atravesar una parte más humilde la ciudad; los niños nos sorprendieron mucho, estaban muy revueltos al vernos pero fueron muy majos y sin decir las típicas tonterías de “give me pen” “Money” (dame un boli, dinero…). Subimos una empinada cuesta de dos kilómetros y en lo alto obtuvimos unas grandes vistas de toda la ciudad.


El segundo día de Jaipur fue completamente nulo; una vez más enfermé por la comida; a pesar que comemos lo mismo me afectó algo. Vómitos y una fuerte diarrea nos dejaron en casa durante todo el día; Yogendra se portó de cine, me llevó a un medico amigo suyo y me dio unas pastillas que me dejaron casi como nuevo para el día siguiente.

A 10km de Jaipur esta el pequeño pueblo de Amber, donde se halla un enorme fuerte; subimos a él a pie pero recordábamos que anteriormente se podía hacer en elefante; ahora también pero sólo hasta mediodía, el gobierno lo ha prohibido después de ésta hora por el fuerte calor.


Aprovechamos el viaje a Amber para visitar un par de templos hindús; el primero de ellos dedicado al dios Visnú, el cual estaba lleno de monos dentro; y el otro por el dios Shiva.


Este mismo día dejamos la ciudad en un tren nocturno; antes nos juntamos con Yogendra en su casa para una cena con la chica de CS que nos puso en contacto con él, Anuradha. Antes de partir, al igual que Yogendra nos dio la tradicional bienvenida hizo lo propio para la despedida, colocándonos un punto con un grano de arroz en la frente con una tierra roja. Para las mujeres se coloca un punto, en el caso de hombres el punto se estira hacia arriba haciendo una pequeña línea.

Lo de los trenes no podía ser todo tan bonito, esta vez se retrasó 2 horas que esperamos en el sucio anden lleno de cucarachas; más dos horas que se retrasó en llegar… en 10 horas llegamos a la ciudad de Udaipur.

Encontramos un hotel muy guapo cerca del lago, en el centro de la ciudad; dos camas de matrimonio, aire, y baño privado realmente impecable, por ¡2,5€! ¡Cada vez más económico! Lo mejor es que tenía agua caliente; la última ducha caliente que tomamos fue en Irán.

Udaipur nuevamente es una ciudad que repetimos; se dice de aquí que es la ciudad más romántica de India. La verdad es que tiene mucho encanto, palacios, templos, mármol blanco, lagos… El problema es que no hay el suficiente dinero como para mantenerlo, y el blanco mármol se torna amarillo, negro y sucio, provocado por un lago que poco a poco se va extinguiendo por la falta de agua. A pesar de ello, ésta ciudad tiene mucho encanto, y nos pasamos 3 días “reconociéndola”
Lo que más destaca de Udaipur es el lago Pichola con el gran palacio dentro del mismo, un palacio transformado en hotel de lujo al que se accede con un barco. Paseando alrededor del lago se observan todas esas maravillosas construcciones de película, junto con el imponente palacio de la ciudad; los niños también se revuelven al vernos, nos saludan y nos piden fotos.


A través de la puerta de Tricolia se accede al palacio de la ciudad, el más grande del Rajasthan, construido por varios Maharajás, contiene montones de salas entremezcladas formando un autentico laberinto. La entrada que cobran es bastante aceptable, 50 Rupias, (1€=65Rupias); pero por meter la cámara dentro cobran 200 Rupias; son muy listos lo hacen así porque saben que todo el mundo va a pagar por hacer fotos, pero nosotros no, escondí bien la cámara y a pesar de preguntarme 3 veces por ella, les dije que no tenía; una vez dentro es pan comido porque hay tantos turistas que nadie controla quien tiene ticket de cámara.
Es increíble el turismo que tiene India, no veíamos tantos turistas juntos desde que estuvimos en Asuán, Egipto.

El palacio es una muestra de la vidorra que llevaban los Maharajás, a todo lujo en aquella época; muchas de las salas están decoradas con autenticas obras de arte de miniaturas, (pinturas muy pequeñas con muchos detalles)


De entre los muchos templos de la ciudad el más bonito es el de Jagdish; se accede a través de una escalinata y en la parte exterior contiene figuras muy similares a los famosos “templos del kamasutra” en Khajuraho.
Cuando nosotros llegamos tuvimos la fortuna de ver la ceremonia; dentro de los templos hay unas puertas metálicas donde se encuentra el dios; estas puertas se abren a unas horas determinadas porque según nos comentaron, el dios también debe dormir. La gente hace cola y va pasando delante del dios, ofreciéndole comida o echándose en la cara incienso que tienen prendido en el altar.
Frente al templo hay una imagen de Garuda, mitad hombre mitad pájaro; es el vehículo celestial del dios Visnú.


Junto al lago está el haveli de Bagore-Ki; los havelis son casas tradicionales rajasthaníes. Este havelí estaba transformado en un museo sobre cultura y religión de India y especialmente del Rajasthan; lo que más llamó la atención fue el turbante más grande del mundo, construido de tal forma que dependiendo por donde se mire se ve el estilo de turbante de tres provincias diferentes de India.


En el mismo haveli disfrutamos de un bonito espectáculo de danza rajasthaní; debido al mal tiempo que nos ha perseguido todos los días en Udaipur, este show se celebró en una sala cerrada cuando normalmente se realiza al aire libre.
El tema consistió en diferentes estilos de baile y actuación de marionetas (muy típico de Rajasthan) Lo más destacado; una de las mujeres que bailó con un pote de fuego sobre su cabeza y otra que se fue colocando jarrones en la cabeza hasta un total de seis; durante todo el proceso no paró de moverse; para remate, entre jarrón y jarrón hacía diferentes cosas como pisar sobre cristales.


Por primera vez en India nos desplazamos en autobús, algo que nos ha resultado bastante cómodo; antes de ir nos estábamos imaginando que aún estábamos en países africanos, teniendo que negociar los precios y pelearnos con la gente. Pero nada de eso, el autobús es bastante sencillo, hay multitud de ellos por lo que no se necesita reserva y se va en el momento, (una gran ventaja con respecto a los trenes); en la estación disponen de taquillas con los precios estipulados y ¡listo!
Así nos movimos hasta Chittorgarh, un pueblo ya fuera de los clásicos circuitos turísticos, y no entendemos por qué ya que es una maravilla de lugar.
Cerca de la estación cogimos un modesto hotel; más que modesto, cutre y mugriento, pero por 1,35€ la doble… no podemos pedir mucho…

En Chittorgarh se encuentra el castillo más grande de Rajasthan; algunos dicen que de India; se encuentra en una colina sobre la ciudad y ocupa un total de 28 kilómetros cuadrados en todo el alto de dicha colina.

Según visitamos las ruinas del primer palacio y vimos parte del recinto, supimos que había merecido la pena venir hasta aquí; todo ésta salpicado de templos, torres, lagos, palacios… En la taquilla dijimos que éramos de India, por supuesto no coló, pero hay que intentarlo ya que el precio por entrar para nosotros es de 20 veces más que los nativos…


Fuimos caminando entre la multitud de templos, el primero de ellos de la religión jainí; el jainismo nació a raíz del hinduismo, en el siglo VI a.c. alrededor de la misma época que el budismo; es una religión muy espiritual, sus seguidores no pueden hacer daño a ningún ser vivo, los más estrictos llevan la boca tapada con una mascarilla para evitar comer accidentalmente algún insecto.
Sus templos suelen ser maravillosos, llenos de columnas talladas todas diferentes, y figuras de los dioses esculpidas en toda la parte exterior.
La siguiente foto es del último templo que visitamos, también jainí, de la orden digambara, quienes no aceptan el uso de ropa, saliendo fotos de los gurús desnudos dentro del templo, (tapando disimuladamente los genitales). La otra orden son los svetembara, quienes usan finas túnicas blancas.
Tras el templo está la torre Kirti (torre de la fama); del mismo credo.


Los templos más prevalecientes lógicamente son los hindús, están por todas partes del fuerte; cada uno dedicado a una deidad, siguen siempre un mismo patrón arquitectónico, y en general bastante similares a los jainíes; en ésta ocasión pudimos ver la figura de los dioses al estar las puertas abiertas.
Algo que tampoco falta y que suele acompañar a los templos son multitud de monos; en ésta ocasión una raza diferente con una cola larguísima.


Lo que sin duda nos dejó con la boca abierta fue la torre de Jaya (torre de la Victoria); 37 metros de altura y 9 plantas. Por supuesto esculpido en todo su exterior y por dentro; lo increíble era el sistema para ir subiendo las escaleras; a modo de laberinto los peldaños cambiaban de lugar en cada planta, subíamos por un lateral como de repente entrabamos en una pequeña sala central de donde salían nuevas escaleras… Una obra de arte que no hay palabras para describirla.


Una vez más repetimos autobús, pero no fue tan placentera como la primera vez… como comentábamos, las estaciones están organizadas, pero la carretera de éste día nos avivó recuerdos de las carreteras etíopes; fueron 6,5 horas para 160km, en un camino lleno de agujeros, barro, tierra, agua…
Lo que más nos llamó la atención fueron unas mujeres de alguna tribu que no sabemos identificar; venían varias en el autobús, y a medida que bus se alejaba de ciudades importantes, se las veía en el campo cultivando o cuidando los animales. Estas llevan unas ropas muy decoradas, grandes pendientes y aros en los pies; pero lo más peculiar son unos brazaletes blancos que llevan repartidos por todo el brazo. Los hombres visten una túnica blanca fina y un protuberante turbante negro. Desafortunadamente hay gente que no le gustan las fotos y no tenemos ninguna muestra visual de estas personas.

Una vez en Kota nos buscamos otro hotel mugriento para usar la ciudad como base para visitar Bundi; aunque el día que llegamos investigamos un poco en la ciudad y descubrimos un bonito parque lleno de cenotafios, (monumentos dedicados a muertos enterrados en otro lugar)
Los jardines están muy mal cuidados llenos de maleza, lo que le da un toque aún más solitario y tenebroso; cada santuario tiene dos elefantes al empiece de la escalinata. Lo triste de todo es que los vagabundos utilizan las tumbas como residencia y están cubiertas con plásticos donde construyen sus casas.


Bundi, a 38km de Kota, es la ciudad de los baoris, estos son profundos y grandes pozos para acumular agua; el primero que vimos es uno de los más grandes de India con 46 metros de profundidad, en la foto no se aprecia pues no teníamos acceso, no sólo era un simple pozo, todo su largo estaba tallado y con columnas.
El otro baori no era tan detallado pero no dejaba de impresionar su grandeza.


Los habitantes de Bundi son los más amables y majos que hemos encontrado hasta ahora en India; aquí no aparecen muchos turistas y esta todo un poco más virgen; atravesando el mercado de las verduras no nos dejaban avanzar pidiéndonos fotos y haciéndonos preguntas; de todas formas sorprendentemente aquí o en Kota el inglés no es una lengua que se hable.


Al otro lado de la ciudad, en la montaña esta el palacio del maharajá junto a un fuerte en lo alto. María entro al palacio el cual estaba bastante deteriorado aunque con alguna pintura interesante; yo me quedé fuera ante la sorpresa de los cuidadores del lugar, no podían entender porqué yo no entraba; les expliqué que nosotros no podemos pagar todas las entradas en India porque es muy caro, además del plus por la cámara. Los ticket para ver monumentos son más caros que comer o que una noche de hotel; de todas formas, no creo que el hombre lo llegaría a entender, para ellos todos los extranjeros somos millonarios porque viajamos; tampoco tuvo el detalle de dejarme pasar como habría ocurrido en un país como Irán.


Un poco más arriba esta Chitrasala; unas estancias y jardines muy bonitos con antiguas pinturas.



Y siguiendo el camino hasta la cumbre de la montaña llegamos al fuerte de Taragarh, donde habitan decenas y decenas de monos; aunque fue bastante dura la ascensión con el calor de la tarde, mereció la pena disfrutar de unas grandes vistas de la ciudad, el palacio y el lago.