La ausencia de horarios de autobuses, y la necesidad de regateo, nos obligaron a darnos un buen madrugón para marchar de Sapa y llegar a tiempo a Lao Cai para tomar el tren de mañana a la capital vietnamita, Hanoi.
Es un largo trayecto de 11 horas en las que viajamos de día para disfrutar del bello paisaje y también para hacerlo económico, pues un asiento duro hasta Hanoi son 88.000 Dong, poco mas de 3 Euros; de todas formas no pudimos disfrutar mucho de las vistas por el mal tiempo que no nos quitamos de encima.
Los trenes vietnamitas cambian mucho de nuevo respecto al país vecino, ahora los asientos duros son de madera, soportables, pero tantas horas es bastante incomodo; pero lo bonito es volver a ver vida en el tren, por donde pasan vendedores de comida, de té, café… y una nueva profesión para la lista: un hombre que lleva una gran pipa de bambú (típica vietnamita) y tabaco, y éste va ofreciendo fumar a la gente del tren, cada calada cuesta 2.000 Dong (0,07€). Una gran sorpresa fue cuando la simpática chica de enfrente nos compró un par de panojas cocidas; hacía mucho que no tenían esos gestos de hospitalidad con nosotros, sin duda el pueblo vietnamita nos está sorprendiendo…
Llegamos a Hanoi de noche, pero no importa, a partir de ahora ciudades como ésta de 3,5 millones de habitantes son como una “villa” (eso dicen los chinos de ciudades tan “pequeñas”) así que tranquilamente caminamos en busca de un hostal barato donde alojarnos.
Hanoi nos causa una buenísima impresión por el gran ambiente que tiene; el barrio viejo (en el centro de Hanoi) está completamente lleno de restaurantes económicos y de “garitos” improvisados en las aceras, esquinas, por todas partes, y con precios baratísimos. La comida más típica de Hanoi son los noodles de arroz, los cuales te sirven secos y pegajosos, y tú has de ir añadiéndolos a un cuenco con una sopa para ablandarlos y comerlos con verduras, esto puede costar entre 0,18 y 0,36 Euros. Por otros 0,18€ puedes comer un rollito vietnamita que están deliciosos.
A esto se le puede añadir la “Bia Hoi” de la cual ya hablamos en Sapa, sólo que aquí realmente hemos encontrado la cerveza más barata del mundo: 9 céntimos de Euro la caña… Y así es todo el barrio viejo de Hanoi, lleno de gente sentada en las pequeñas mesas y diminutas sillas de plástico; hablando, bebiendo y disfrutando.
La calle donde nos alojamos es una de las más animadas; es muy estrecha y en la mañana se llena de vendedores de verduras, carne, frutas, pescado…y cosas tan insólitas como gusanos de seda para comer, los cuales son “desencapullados” minuciosamente por las chicas. Y a parte, la incesable circulación de bicis y motos.
El barrio viejo es un movimiento incesante, dominado por los gorros cónicos vietnamitas que llevan generalmente las mujeres, quienes van y vienen cargadas con la caña de bambú y dos cestos en cada extremo para equilibrar el peso; muchas incluso llevan así su tienda entera de ropa, o su restaurante de noodle y rollitos, pudiéndolo cambiar durante el día dependiendo de dónde puedan conseguir más clientes.
Otras chicas, han inventado un nuevo sistema de beneficios; aguardan a la espera de un extranjero, y a éste, sin haber tenido tiempo de reacción, le colocan la vara de bambú con los cestos para que se haga una foto; esto es gratis como dicen ellas, pero la propina que sigue a la foto es gratamente bienvenida.
En el mismo centro está el lago Hoan Kiem, donde la leyenda dice que habita una tortuga dorada gigante. Esta tortuga devolvió a las divinidades una espada que el Emperador Ly Thai recibió del Cielo en el siglo XV, para expulsar a los chinos de Vietnam. En el lago hay un monumento dicha tortuga y un templo.
El templo de la Literatura es el más conocido en Hanoi, un templo dedicado a Confucio, que posteriormente fue una Universidad de mandarín, exactamente igual que el templo Confuciano visitado en Beijing. Este también tiene las escrituras en piedras sostenidas por grandes tortugas de piedra.
Aunque abunde la religión budista, taoísta y un mixto entre estas dos y el confucionismo, llamado Tam Giao; Vietnam es el segundo país del Sudeste Asiático con mayor número de cristianos (el primero Filipinas); y se hace notar con multitud de iglesias construidas en la época de la colonia francesa, o la Catedral de San Joseph.
El santuario sagrado para los vietnamitas es el mausoleo de Ho Chi Minh, ubicado en el gran complejo de su mismo nombre junto al museo, la pagoda de un pilar y una de sus antiguas residencias. En el mausoleo se halla el cuerpo del líder momificado, contrariamente a sus deseos de haber sido incinerado. Ho Chi Minh fue uno de los hombres que formó el partido comunista y que unificó definitivamente Vietnam en 1.975 tras muchos años de guerras; su imagen se encuentra en muchos lugares, incluso en los billetes de Dong Vietnamitas.
Lo que domina el trafico de Hanoi son los vehículos de dos ruedas, todo está lleno de motocicletas y bicis; de nuevo comenzamos a ver locuras como 4 o 5 personas en una moto, 3 en una bici, gente cargada de cajas delante y detrás de la moto donde el conductor no se puede ni mover; incluso hemos llegado a ver una moto con 5 grandes puercos muertos; lástima que la cámara no estaba a mano… El tema del cableado eléctrico también debe mencionarse pues llega a límites tan caóticos como en la misma India, o más.
Pero no todo es movimiento en Hanoi; nunca lo habíamos contado, pero al igual que en muchos países asiáticos, en Vietnam la gente se lo toma todo con mucha tranquilidad, y si hay ganas de dormir esté donde se esté, se duerme…
28 octubre 2009
22 octubre 2009
SAPA
Hay un primer cambio en Vietnam, el cual se agradece enormemente después de más de tres meses en China, y es la COMUNICACIÓN.
Desde la inmigración china pasamos caminando el puente que cruza el río que hace frontera entre los dos países, y todo fue muy rápido, en cinco minutos ya estábamos dando nuestros primeros pasos en Lao Cai, la primera ciudad vietnamita; esquivamos los “xe om” (moto-taxis) y tras otro puente nos comienzan a abordar los minibuses que quieren llevarnos a Sapa, precisamente donde nos dirigimos.
Vietnam es el país que hemos estado donde hay mayor numero de dígitos en su moneda; así pues, 1€ equivale a 26.700 Dong; sacando del cajero 120€ obtuvimos más de 3 millones de Dong, con billetes de medio millón cada uno; con estas cifras en nuestro bolsillo podemos decir que somos millonarios…
Estas grandes cifras son aprovechadas por los conductores de los minibuses, quienes nos ofrecen ir a Sapa por “25”, y efectivamente el precio real son 25.000 Dong; pero su precio de 25 no son Dong precisamente, ellos te lo dicen en Dólares, por lo que te subes y luego en Sapa te llevas un buen susto.
Nosotros buscamos alguien que nos diría el precio con todos sus ceros y una vez encontrado nos fuimos con ellos; el problema es que aquí es todo más desentendido que en China y los chicos del minibús se fueron por Lao Cai ha hacer compras en varios almacenes de hierros durante una hora.
Desde Lao Cai es una gran ascensión hasta los 1.650 metros de Sapa, el paisaje nos recuerda ligeramente a Sri Lanka, muy verde, selvático y montañoso sin grandes picos.
Durante la colonización francesa, éstos construyeron en Sapa su estación de montaña donde el clima es mucho mejor que en las llanuras; los franceses eligieron bien pues Sapa y alrededores es un lugar increíblemente bonito para pasarse mucho tiempo.
A parte de esto, hay más cambios respecto a China; todo es muchísimo más económico; para empezar el hotel que encontramos, habitación doble, con baño, agua caliente, televisión e internet por 4 US$; (aquí los precios los dicen siempre en dólares), que son unos 3€.
La comida base de la que nos alimentamos es ligeramente más barata que en China, aunque sigue siendo arroz frito, noodles y noodles de arroz.
Con la aventura de “el autobús chino y el gran robo” no pudimos hacer mucho en el día que llegamos, tan sólo descansar y probar la cerveza local, “Bia Hoi”, la cual se vende en puestos callejeros donde uno se sienta en unas pequeñas banquetas de plástico; la caña de cerveza cuesta 3.000 Dong, que son al cambio unos 11 céntimos de Euro.
No solo son las bellas vistas de Sapa y el valle lo que nos atrae aquí a nosotros y a cientos de turistas (hacía mucho que no veíamos tantos); Sapa es conocido por las tribus de las montañas. Hay multitud de grupos étnicos repartidos por estas tierras, pero dos de los mayores y que estos días conoceremos son los H’mong, y los Dzao; ambas, sociedades matrilineales en las que la mujer hace los negocios, habla inglés, y es la cabeza de la familia; en cambio, según ellas el hombre es demasiado torpe como para aprender inglés, y ellos pasan el día en casa haciendo cestos de mimbre, cuidando los animales y cultivando.
Sapa está lleno de mujeres de la etnia H’mong que entablan conversación con los extranjeros para ver si pueden hacer alguna venta de telas, joyas, instrumentos de música… pueden llegar a resultar cansinas cuando te han dicho muchas de ellas que las compres algo, bla bla, bla… pero en general, son muy agradables, no te presionan ni te gritan como en China; y lo más importante, si no compras da igual, siempre están dispuestas a charlar, aprendiendo así muchas cosas sobre su vida cotidiana.
Ellas siguen vistiendo sus ropas tradicionales y grandes pendientes que deforman sus orejas, y siguen con su vida en las villas; pero eso no quita que las comodidades del mundo exterior hayan llegado a sus manos. Hace tres años que disponen de electricidad, por lo que ahora, según ellas, pueden disfrutar viendo películas y así mejorar su inglés u otras lenguas. Muchas o todas disponen de teléfonos móviles, y las más jóvenes nos dan sus direcciones de correo electrónico o Facebook.
Todo esto no quiere decir que sea un montaje o falso, como dije, ellas siguen viviendo en las casas de madera o de mimbre trenzado, lo único, es que los tiempos cambian para todos.
La etnia Dzao, abunda menos en Sapa pero igualmente hablan inglés y venden sus productos; éstas chicas son más llamativas pues algunas de ellas llevan como un “cojín”
rojo en la cabeza, y tienen afeitada la frente y parte del cabello.
Ambas etnias no son fáciles de fotografiar, normalmente no quieren y si aceptan es cambio de dinero; claro que siempre hay excepciones, pero la mayoría de las fotos son “robadas” y por lo general de bastante mala calidad…
En el mercado de Sapa es un buen lugar para ver gente, especialmente los sábados cuando las mujeres de todas las villas vienen a vender sus productos artesanales, frutas, verduras… La carnicería es de lo más interesante donde se ven grandes patas de búfalo deshuesadas por completo, los pollos con las patas estiradas, e incluso perros enteros o troceados separados en piezas como las patas, cabezas, órganos, etc…
En Sapa hay multitud de lugares donde ir, para empezar fuimos a la cercana villa de Cat Cat, pero… ¡sorpresa!, aquí también hay ticket como en China, la única diferencia es que aquí no llega a un euro. De todas formas, cansados de estas cosas buscamos nuestra particular forma de entrar; no fue fácil y tuvimos que dar un pequeño rodeo, mancharnos de barro, esquivar arañas gigantes, hasta terminar en una pequeña plantación de té, por la que pudimos acceder más allá de donde se encuentra la taquilla.
La villa de Cat Cat en sí no es lo más bonito, pues sólo son tiendas de souvenir para turistas, encima tuvimos que pasar por los arrozales para esquivar un segundo control de tickets. Lo único que mereció la pena en la villa fue una pequeña cascada al final y ver los rudimentarios moledores de trigo y arroz para hacer harina; éstos consisten en un tronco de madera vaciado en forma de “cuchara”; sobre él, un chorro de agua cae llenándolo y haciéndolo caer por el peso, tirando así todo el agua, al volver a su estado original lo hace con fuerza, y con una madera afilada que tiene en la parte trasera golpea el grano que se encuentra en un recipiente enterrado.
Otra cosa económica es alquilar motocicletas; por 3€ se renta una Honda de 125c.c. en la que podemos ir los dos, que sumándole 1,5€ más, se llena el depósito para todo el día. El carnet de conducir es lo menos que le puede preocupar a un extranjero a la hora de conducir en Vietnam.
Primero nos fuimos hacia el oeste de Sapa, al norte de la montaña Fasipan (3.143 metros), la más alta de Vietnam, aunque debido al húmedo clima de Sapa permaneció cubierta de nubes. Llegamos hasta el Paso de Tram Ton, el paso de montaña más alto de Vietnam (1.900 metros), donde ocurre un fenómeno curioso; el clima cambia radicalmente. Mientras, como dije, Sapa se encuentra siempre entre tinieblas, hace frio, es húmedo… el paso de Tram Ton no solo marca la línea fronteriza de provincias si no una frontera climatológica donde al otro lado se disfruta de un tiempo soleado, claro y caluroso.
La verdad es que es una gran pena que el clima no nos deje disfrutar de las vistas del impresionante valle de Sapa junto al que rodamos por el resto del día; sin duda lo más bonito y llamativo son las terrazas de arroz las cuales están construidas por todas las laderas de las montañas y en cada hueco disponible.
Abajo del valle discurre el gran río Rojo, con montones de casas salteadas; la primera villa a la que nos acercamos fue la de Ta Van de la etnia Dzao.
Más tarde descendimos varios cientos de metros hasta la villa de Giang Ta Chai, de la etnia H’mong, con casas muy bonitas de mimbre trenzado, paja y todo vallado con cañas de bambú.
Nuestra última visita la hicimos a pie, en una bonita marcha de 14km desde Sapa, pasando por la villa H’mong de Ma Cha, donde los habitantes son encantadores, los niños dejan fotografiarse y les encanta.
Tras un tiempo caminando entre las terrazas de arroz llegamos a Lu Khau, donde tuvimos más de lo mismo. Vi a un niño que traía un pájaro muerto en las manos, lo fotografié y el chico estaba tan contento, y él me vio a mi tan emocionado con las fotos, que se sacó del bolsillo una rata muerta para que hiciera más fotos…
Poco más adelante llegamos a Ta Phin desde donde regresamos caminando a Sapa de nuevo.
Desde la inmigración china pasamos caminando el puente que cruza el río que hace frontera entre los dos países, y todo fue muy rápido, en cinco minutos ya estábamos dando nuestros primeros pasos en Lao Cai, la primera ciudad vietnamita; esquivamos los “xe om” (moto-taxis) y tras otro puente nos comienzan a abordar los minibuses que quieren llevarnos a Sapa, precisamente donde nos dirigimos.
Vietnam es el país que hemos estado donde hay mayor numero de dígitos en su moneda; así pues, 1€ equivale a 26.700 Dong; sacando del cajero 120€ obtuvimos más de 3 millones de Dong, con billetes de medio millón cada uno; con estas cifras en nuestro bolsillo podemos decir que somos millonarios…
Estas grandes cifras son aprovechadas por los conductores de los minibuses, quienes nos ofrecen ir a Sapa por “25”, y efectivamente el precio real son 25.000 Dong; pero su precio de 25 no son Dong precisamente, ellos te lo dicen en Dólares, por lo que te subes y luego en Sapa te llevas un buen susto.
Nosotros buscamos alguien que nos diría el precio con todos sus ceros y una vez encontrado nos fuimos con ellos; el problema es que aquí es todo más desentendido que en China y los chicos del minibús se fueron por Lao Cai ha hacer compras en varios almacenes de hierros durante una hora.
Desde Lao Cai es una gran ascensión hasta los 1.650 metros de Sapa, el paisaje nos recuerda ligeramente a Sri Lanka, muy verde, selvático y montañoso sin grandes picos.
Durante la colonización francesa, éstos construyeron en Sapa su estación de montaña donde el clima es mucho mejor que en las llanuras; los franceses eligieron bien pues Sapa y alrededores es un lugar increíblemente bonito para pasarse mucho tiempo.
A parte de esto, hay más cambios respecto a China; todo es muchísimo más económico; para empezar el hotel que encontramos, habitación doble, con baño, agua caliente, televisión e internet por 4 US$; (aquí los precios los dicen siempre en dólares), que son unos 3€.
La comida base de la que nos alimentamos es ligeramente más barata que en China, aunque sigue siendo arroz frito, noodles y noodles de arroz.
Con la aventura de “el autobús chino y el gran robo” no pudimos hacer mucho en el día que llegamos, tan sólo descansar y probar la cerveza local, “Bia Hoi”, la cual se vende en puestos callejeros donde uno se sienta en unas pequeñas banquetas de plástico; la caña de cerveza cuesta 3.000 Dong, que son al cambio unos 11 céntimos de Euro.
No solo son las bellas vistas de Sapa y el valle lo que nos atrae aquí a nosotros y a cientos de turistas (hacía mucho que no veíamos tantos); Sapa es conocido por las tribus de las montañas. Hay multitud de grupos étnicos repartidos por estas tierras, pero dos de los mayores y que estos días conoceremos son los H’mong, y los Dzao; ambas, sociedades matrilineales en las que la mujer hace los negocios, habla inglés, y es la cabeza de la familia; en cambio, según ellas el hombre es demasiado torpe como para aprender inglés, y ellos pasan el día en casa haciendo cestos de mimbre, cuidando los animales y cultivando.
Sapa está lleno de mujeres de la etnia H’mong que entablan conversación con los extranjeros para ver si pueden hacer alguna venta de telas, joyas, instrumentos de música… pueden llegar a resultar cansinas cuando te han dicho muchas de ellas que las compres algo, bla bla, bla… pero en general, son muy agradables, no te presionan ni te gritan como en China; y lo más importante, si no compras da igual, siempre están dispuestas a charlar, aprendiendo así muchas cosas sobre su vida cotidiana.
Ellas siguen vistiendo sus ropas tradicionales y grandes pendientes que deforman sus orejas, y siguen con su vida en las villas; pero eso no quita que las comodidades del mundo exterior hayan llegado a sus manos. Hace tres años que disponen de electricidad, por lo que ahora, según ellas, pueden disfrutar viendo películas y así mejorar su inglés u otras lenguas. Muchas o todas disponen de teléfonos móviles, y las más jóvenes nos dan sus direcciones de correo electrónico o Facebook.
Todo esto no quiere decir que sea un montaje o falso, como dije, ellas siguen viviendo en las casas de madera o de mimbre trenzado, lo único, es que los tiempos cambian para todos.
La etnia Dzao, abunda menos en Sapa pero igualmente hablan inglés y venden sus productos; éstas chicas son más llamativas pues algunas de ellas llevan como un “cojín”
rojo en la cabeza, y tienen afeitada la frente y parte del cabello.
Ambas etnias no son fáciles de fotografiar, normalmente no quieren y si aceptan es cambio de dinero; claro que siempre hay excepciones, pero la mayoría de las fotos son “robadas” y por lo general de bastante mala calidad…
En el mercado de Sapa es un buen lugar para ver gente, especialmente los sábados cuando las mujeres de todas las villas vienen a vender sus productos artesanales, frutas, verduras… La carnicería es de lo más interesante donde se ven grandes patas de búfalo deshuesadas por completo, los pollos con las patas estiradas, e incluso perros enteros o troceados separados en piezas como las patas, cabezas, órganos, etc…
En Sapa hay multitud de lugares donde ir, para empezar fuimos a la cercana villa de Cat Cat, pero… ¡sorpresa!, aquí también hay ticket como en China, la única diferencia es que aquí no llega a un euro. De todas formas, cansados de estas cosas buscamos nuestra particular forma de entrar; no fue fácil y tuvimos que dar un pequeño rodeo, mancharnos de barro, esquivar arañas gigantes, hasta terminar en una pequeña plantación de té, por la que pudimos acceder más allá de donde se encuentra la taquilla.
La villa de Cat Cat en sí no es lo más bonito, pues sólo son tiendas de souvenir para turistas, encima tuvimos que pasar por los arrozales para esquivar un segundo control de tickets. Lo único que mereció la pena en la villa fue una pequeña cascada al final y ver los rudimentarios moledores de trigo y arroz para hacer harina; éstos consisten en un tronco de madera vaciado en forma de “cuchara”; sobre él, un chorro de agua cae llenándolo y haciéndolo caer por el peso, tirando así todo el agua, al volver a su estado original lo hace con fuerza, y con una madera afilada que tiene en la parte trasera golpea el grano que se encuentra en un recipiente enterrado.
Otra cosa económica es alquilar motocicletas; por 3€ se renta una Honda de 125c.c. en la que podemos ir los dos, que sumándole 1,5€ más, se llena el depósito para todo el día. El carnet de conducir es lo menos que le puede preocupar a un extranjero a la hora de conducir en Vietnam.
Primero nos fuimos hacia el oeste de Sapa, al norte de la montaña Fasipan (3.143 metros), la más alta de Vietnam, aunque debido al húmedo clima de Sapa permaneció cubierta de nubes. Llegamos hasta el Paso de Tram Ton, el paso de montaña más alto de Vietnam (1.900 metros), donde ocurre un fenómeno curioso; el clima cambia radicalmente. Mientras, como dije, Sapa se encuentra siempre entre tinieblas, hace frio, es húmedo… el paso de Tram Ton no solo marca la línea fronteriza de provincias si no una frontera climatológica donde al otro lado se disfruta de un tiempo soleado, claro y caluroso.
La verdad es que es una gran pena que el clima no nos deje disfrutar de las vistas del impresionante valle de Sapa junto al que rodamos por el resto del día; sin duda lo más bonito y llamativo son las terrazas de arroz las cuales están construidas por todas las laderas de las montañas y en cada hueco disponible.
Abajo del valle discurre el gran río Rojo, con montones de casas salteadas; la primera villa a la que nos acercamos fue la de Ta Van de la etnia Dzao.
Más tarde descendimos varios cientos de metros hasta la villa de Giang Ta Chai, de la etnia H’mong, con casas muy bonitas de mimbre trenzado, paja y todo vallado con cañas de bambú.
Nuestra última visita la hicimos a pie, en una bonita marcha de 14km desde Sapa, pasando por la villa H’mong de Ma Cha, donde los habitantes son encantadores, los niños dejan fotografiarse y les encanta.
Tras un tiempo caminando entre las terrazas de arroz llegamos a Lu Khau, donde tuvimos más de lo mismo. Vi a un niño que traía un pájaro muerto en las manos, lo fotografié y el chico estaba tan contento, y él me vio a mi tan emocionado con las fotos, que se sacó del bolsillo una rata muerta para que hiciera más fotos…
Poco más adelante llegamos a Ta Phin desde donde regresamos caminando a Sapa de nuevo.