Aprovechamos nuestros últimos momentos en la capital para ver el gigantesco mercado de Omdurman, y pasear por el centro de Jartum.
Queremos visitar las montañas de Nuba, donde se encuentran 99 tribus diferentes, pero no es fácil para unos viajeros como nosotros; se precisa de una serie de permisos especiales, y es muy caro; así que no nos queda otra que arriesgarnos…
Primero debemos tomar un bus para salir de Jartum, pues esto ya no es como Europa que se puede salir de la ciudad para hacer dedo; y así entramos en la provincia de Kordofan, siendo nuestra primera parada Kosti.
La estación de autobuses estaba realmente bien, tanto, que tuvimos que pagar un pound solo por entrar; después quisieron sacar más de nosotros por meter la mochilas debajo del bus, pero ya no cuela… Unos kilómetros antes de llegar al pueblo se estropeó el motor, tuvimos que esperar unas 2 horas hasta que lo arreglaron; para las chicas vendedoras fue una gran suerte, para aprovechar y sacarse algo…
Y seguido comenzaron los problemas con la corrupta policía de este país. Nuestro visado sudanés tiene escrita la duración de validez para poder usar dicho visado, algo que ya no es necesario pues estamos dentro del país; la policía como no tiene ni idea, creen que nuestro visado ya esta caducado y no hacen más que ponernos pegas a todo; antes de llegar a Kosti tuvimos un segundo control, y más de lo mismo.
Volvemos a la vida del desierto, con calles de tierra, polvo por todas partes en unas calles desoladoras llenas de basura y donde la gente observa todos nuestros movimientos; por aquí no pasan muchos forasteros…
El hotel es del estilo de siempre, pero con cuatro paredes; lo cual incluye una variada fauna como grillos, saltamontes, hormigas, arañas…; las cucarachas no son muy grandes, pero las del baño alcanzan tamaños extraordinarios. Eso, por no hablar del vertedero que tenemos en la puerta del hotel…
Tenemos un bonito mercado de frutas muy cerca, y la gente como siempre es muy simpática, les encanta que les hagan fotos, y lo piden continuamente; aunque siempre hay dos amargados, como unos hombres que no nos dejaron hacer una foto de los saltamontes fritos.
A pesar de las vueltas que nos hizo dar la policía; la mañana siguiente de llegar tuvimos que registrarnos de nuevo; el teatro fue tal que no podíamos creerlo, pero en estos casos lo mejor es meterse de lleno en el papel. Nos exigían no se qué documento, y le dimos el permiso que teníamos de fotografía, claro nos pedían los otros dos documentos de María y Johann, en ese momento se me ocurrió decir que el papel mío tenía tres estampas que representaba a cada uno de nosotros; lo mejor, o más triste es que con eso afirmaron con un largo: ahhhhhh, ok, ok. Realmente no tienen ni idea de nada! y se les puede engañar con una facilidad tremenda.
En el centro de la ciudad nos dijeron en dos ocasiones que si éramos espías, están obsesionados con eso; tomamos una foto donde había un vertedero de basura en la calle y un hombre vino gritando; creen que después vamos a ir enseñando las fotos, publicándolas en alguna revista, y hablando mal del país.
Volviendo al hotel, es curioso como se ha esparcido en la calle quiénes somos y de dónde venimos, llamándonos la gente a gritos por nuestros nombres.
Buscamos la carretera principal, y mantuvimos nuestra idea de hacer autostop los tres; y funcionó rápido! El coche era un jeep enorme de lunas tintadas, pero antes de aceptar llevarnos, tuvimos que enseñarle el pasaporte y nuestro documento, que ya se ha convertido en “comodín” para sacarnos de complicadas situaciones.
No anduvimos ni 200 metros y tuvimos que regresar al pueblo por la gran holgura que tenía la dirección; ya empezaba mal la cosa…pues esa reparación extra la utilizaron al llegar a El Obeid como excusa para pedirnos un montón de dinero. No querían darnos las mochilas, pero tres personas gritando y negándose a pagar…hacen mucha fuerza. Aún así tuvimos que ir a la policía a declarar lo ocurrido: hicimos autostop y cuando se hace dedo siempre es gratuito. No hubo más vuelta de hoja, el jefe nos dio la razón.
De todas formas pasamos unas 2 horas más en la policía en un teatro aún mayor que en Kosti. El documento comodín no fue muy valido a pesar de explicarle un montón de sartenadas que se nos iban ocurriendo sobre la marcha; el policía nos empezó a interrogar por separado, haciéndonos enseñarle TODAS las fotos de la cámara.
Todo esto nos dejó desconcertados, si para esta zona no se precisa permiso…¿cómo será en las montañas?, que es obligatorio…
Visto lo fácil que es engañarles, nos pusimos manos a la obra a falsificar los documentos de permiso de entrada, y a hacer copias de ellos con nuestro pasaporte y visado; y sin pensarlo más cogimos el bus hasta Dilling; y de aquí otro más hasta Kadugli, siendo éste trayecto el más duro e infernal de nuestros 11 meses de viaje.
La altura de la carga del bus era tal, que en muchas ocasiones parecía que volcaba; dentro fue muy duro por los baches, pero la gente que llevábamos en el techo, tenían que tener las manos de agarrarse…
Fueron unas 4 horas para los 130km hasta Kadugli, donde ya de noche lo único que queríamos era descansar, pero el único hotel de la ciudad nos exigía la carta de la oficina de seguridad para poder alojarnos, y encima, como tiene el monopolio, es más caro de lo normal.
Kadugli es la base de multitud de ONG, y nos enteramos de la existencia de guest house de UN, o UNICEF…, pero resultó ser solo para el personal, nosotros debemos pagar 25$; de locos…
Unos chicos nos ayudaron llevándonos en coche para hacer el papeleo, donde llegaba nuestro momento decisivo: Arrestados, de vuelta a Jartum, o libres en Nuba.
Cuando el policía vio todas las fotocopias aquellas, se quedó impresionado; de tanto que había no sabía que mas exigirnos; todo estaba bien, y se vino al hotel con nosotros a decirle al dueño que podíamos dormir allí. El riesgo, mereció la pena…
Lo primero en Kadugli visitamos la iglesia católica, enviados por un obispo italiano que conocimos en El Obeid, y que trabaja allí hace mas de 50 años; localizamos al pastor y nos dio consejos de donde ir para ver la autentica vida de las tribus de las montañas de Nuba. Pero tenemos otro problema, el área de las montañas no está administrado por el gobierno sudanés, si no por otro “gobierno”, creado oficialmente tras la dura guerra civil que sufrió este lugar durante 21 años, el SPLM, (Sudan People Liberation Movement); debemos acudir a su oficina para pedirles otro permiso y poder entrar en las montañas. Es de locos, del tiempo que estamos en Sudán, la mitad nos la pasamos en oficinas de policía, o buscando donde están dichas oficinas…
Nos presentamos en el lugar, y de entrada fueron muy bruscos: ¿Cuál es vuestra misión en las montañas Nuba? O una frase que les encanta: ¿Quién es el líder de los tres? Pero tras eso fueron muy simpáticos, hablamos con el alto cargo, un hombre original de una de las tribus Nuba, dándonos todas las facilidades para ir, y haciéndonos todo el papeleo en el momento.
La puerta de entrada a las montañas es a través de Kurchi, una aldea a tres horas en “bus-camión”; durante todo el camino las aldeas y la gente iban cambiando, llegando a lugares tan remotos que la gente nos mira absortos por no estar acostumbrados a ver extranjeros; lo bueno es que son gente amistosa que no te molesta ni te pide nada, tan solo quieren observar y punto, y les encanta que les hagan fotos!
Saliendo de Kadugli, se terminó la electricidad y cualquier comodidad; la primera noche en Kurchi la pasamos en la “oficina de policía” del SPLM, unas casas hechas con paja, y camas de madera y cuerdas; por la noche venían las vacas a comerse la paja de las cabañas, dejándonos sin paredes! El cuarto de baño es un gran círculo con un agujero central, que cuando se va, hay que emitir algún ruido, pues no hay puerta ni nada.
Hemos llegado a Kurchi en el día indicado, cada viernes es el gran acontecimiento de la villa; un humilde pero bonito mercado donde viene gente de todas las aldeas a vender sus productos. Casi todos tienen lo mismo pero es un día especial que les saca de su dura rutina; son muy bonitos los “restaurantes” donde se sirve ful, o ades. Por otro lado las carnicerías, no tienen un mejor nombre…son autenticas carnicerías; los animales son sacrificados en el lugar y colgados en los árboles.
Tomamos como destino un poblado llamado Lumon, donde no pudimos llegar por la dificultad que implica; hay que atravesar montañas donde no hay caminos señalizados; y en muchas de ellas aún quedan minas anti-persona de cuando la guerra. Las organizaciones de ayuda han enseñado a la gente para evitar graves accidentes con estas peligrosas armas, señalizando los lugares de riesgo, y colocando carteles como éste por las aldeas.
Así que pasamos los días en la tribu de los Moros; es curioso cuando preguntas hasta donde llega la tribu, y te dicen: tres horas hacia allá, una hacia acá, y cuatro para el otro lado… En éstos días nos han vuelto a la memoria recuerdos de pasados viajes como el de Papúa Nueva Guinea; solamente el caminar entre las villas no tiene precio, la gente nos para, nos da la mano, y tratan de intercambiar unas palabras; nunca podremos olvidar sus miradas y sonrisas al vernos…
Nuestro intento de encontrar el camino a Lumon lo dimos por fallido en la villa de Abu Lelah, al intentar subir la montaña con 40ºC sobre nuestras cabezas y después de haber andado tres horas hasta aquí. Dimos la vuelta y nos quedamos en la fuente de vida de las Montañas Nuba, una de las bombas de drenaje del agua subterráneo que se encuentran repartidas en todo el territorio; desgraciadamente es tan importante, que actualmente hay enfrentamientos entre tribus por ello.
Al descansar allí, la multitud comenzó a llegar, sobre todo niños; las familias tienen hasta 18 hijos, así que niños por todas partes! Algunos vienen con sus juguetes, lo que nos hace ver una vez más esa gran diferencia con los niños de hoy día en Europa.
Conocimos de casualidad a Tucay, Esie y Lydiah, un chico y dos chicas de Kenia que trabajan aquí de profesores, y que gracias a ellos nos introdujimos más en la vida de aquí. De entrada pensamos dormir en la calle, pero nos advirtieron de los peligros que conlleva por los animales (serpientes, hienas…), y ellos mismos nos invitaron a dormir en el humilde campamento de profesores en la villa. Entre ellos y otros 4 profesores locales enseñan a 700 niños de éste área, muchos de ellos deben caminar 7km ida y otros 7km de vuelta para venir a la escuela.
Durante la noche en una de las cabañas del campamento, alguien entró diciendo que algo extraño había dentro del recinto porque los animales estaban muy nerviosos; a la mañana siguiente Johann fue el afortunado de encontrar una gran serpiente a tan solo 3 metros de nuestras camas…
Es sorprendente que tras la pasada guerra, la gente quiere aprender, y no solo niños van a estudiar, adultos también, quieren aprender inglés o cultura básica. Tuvimos la fortuna de pasar un día de clase junto a ellos, fuimos de clase en clase para hablar a los chicos sobre nosotros, dibujándoles mapas de Europa para enseñarles; y nos hacían preguntas para practicar inglés…Muchas de esas preguntas eran: como ellos algún día podrían salir de aquí y visitar nuestros países…
Este lugar es para quedarse durante mucho tiempo, pero nuestro visado de Sudán tiene fecha de caducidad; regresamos a Kurchi con los policías quienes bromeaban diciendo que ellos son policías y que nos conseguían un visado para estar más tiempo con ellos.
Tuvimos que volver a Kadugli en camión; si el viaje del que hablamos unos párrafos más atrás fue duro…, este otro viaje entra en la calificación de inhumano. Realmente fue muy desagradable, ver como este camionero se aprovecha de la necesidad de la gente para desplazarse y sacar dinero de ellos metiéndonos prácticamente unos sobre otros, en un viaje interminable donde debíamos esquivar las ramas de los arboles, escuchar los gritos y llantos de los niños y ver a la gente prácticamente vomitándose unos sobre otros; algo horrible, que no puede explicarse con palabras.
Hemos vuelto prácticamente donde empezó todo, retrocediendo camino hasta El Obeid, en otro polvoriento viaje, como siempre, en las carreteras de Sudán.