Antes de tomar el barco fuimos haciendo un pequeño grupo de viajeros; un japonés se unió a Johan y nosotros, y en la estación de tren encontramos a otro japonés, un polaco, un inglés y un escocés. El papeleo fue rápido, embarcamos a las 10:00am, y el barco partió 10 horas más tarde, en un viaje hasta Sudán que nos llevó 17 horas. La gente yacía en la cubierta y por todas partes haciéndose su hueco para dormir.
Se nos juntaron también dos peruanos, (los primeros peruanos en Wadi Halfa, aseguró el policía de la aduana…), y habría otros diez turistas más que viajaban en cabinas de primera clase; teniendo en cuenta que el barco es semanal, uno se puede hacer a la idea del turismo que hay en Sudán.
El papeleo de entrada, completó las 30 horas que tardamos de Egipto a Sudán, y por fin pisamos tierra sudanesa, donde nadie nos dijo nada de: taxi! taxi!, fuimos totalmente libres caminando por la pista de arena que nos lleva a la primera villa, Wadi Halfa.
La primera sorpresa nos la llevamos con los precios, aunque parezca mentira, Sudán es caro, y el regateo no se usa tanto como en Egipto; la comida o el agua, se paga más caro que en España, pero claro, hay que tener en cuenta que estamos en mitad de la nada.
Lo más barato que conseguimos fue una habitación sin una pared, donde entraba todo el mundo a mirarnos, y que nos salió por 5 pound, (1€=3pound sudaneses), las camas eran de cuerdas, el suelo de arena y teníamos un nido con dos pájaros incluido, además de grandes saltamontes, conocidos como, langostas.
Wadi Halfa, es sólo ciudad de paso, que nos supone un montón de dinero, pues en Sudán no solo te exigen el caro visado de 100$; a la llegada al país debes registrarte en seguridad pagando 45$ más, en un complicado proceso que detallamos a continuación: Paso nº1; estampa en una hoja que hemos rellenado con nuestros datos. Paso nº2; el alto oficial nos pone una firma en el papel, y nos exige cosas como un teléfono del hotel en el que vamos a estar en Jartum. Paso nº3; “el gran robo”, 50 pound de registro, 16 de tasas, y hasta los 86 totales, es por las carpetas y folios que nos van dando durante todo el proceso, (10$ en folios y carpetas, está muy caro el material de oficina aquí…) Paso nº4; estampa de media página en el pasaporte, y carpeta nueva con todos nuestros archivos. Paso nº5; la firma del oficial importante en dicha estampa; con lo que finalizamos tras 2 horas dando vueltas, y sin saber aún, si con eso ya hemos terminado de hacer papeles en el país.
Nos habíamos apuntado para ir en bus a Abri, pero un camionero nos ofreció ir por 5 pound, y no lo pensamos; así hicimos el pequeño grupo inicial de 2 japoneses; un escocés, (Stuart); un inglés, (Toby), Johan y nosotros.
Los sudaneses son gente muuuuy tranquila, y el tiempo no existe, no sirve para nada quedar a una hora; luego, puede significar mañana, pero debemos acostumbrarnos, esto es África.
El camión partió 4 horas más tarde, 1 hora dando vueltas por las casas buscando clientes; fuimos sobre sacos de cemento en el remolque, al aire libre, y con una carga un tanto insólita; una mesita con ruedas, un cubo de una fregona, una antena parabólica, etc, etc…
El desierto negro que vimos en Egipto, ha quedado muy atrás, esto es un autentico desierto, solitario y polvoriento; la carretera es de arena y tierra, si es que se puede llamar carretera; y grandes nubes de polvo y tierra nos rodean sin opción a poder cubrirnos.
Vamos haciendo varias paradas en insólitos puestos que aparecen en mitad del desierto, así hasta cubrir los 200km en 7 duras horas de viaje; la mitad de ellas de noche; por eso al llegar a Abri, pasamos de coger un hotel y nos escaqueamos en la oscuridad hasta llegar al Nilo; Johan encontró una construcción de barro aparentemente abandonada, abrimos una ventana y nos colamos; aunque encontramos pruebas de ser algún tipo de oficina en uso, nos quedamos a dormir.
A la mañana siguiente despertamos con golpes en una de las puertas, a pesar de salir corriendo por la ventana aquel hombre nos encontró; pero aquí la gente es tan buena que el hombre nos pedía perdón porque no podíamos dormir ahí, ya que era un edificio del gobierno…
Abri no tiene mucho que ver, solamente la vida de sus habitantes, el movimiento y ver cómo funciona todo, en un lugar tan remoto. Por eso decidimos marchar éste mismo día, aunque no sabíamos lo que nos esperaba… Todo es tan caro que estuvimos la mañana entera buscando la manera más económica de salir de la villa, pero sin saber que hasta dentro de dos días no hay transporte, ni público ni privado. Un hombre nos dijo que estaba viniendo un camión de Wadi Halfa, pero podría ser que estaba viniendo dentro de varios días, quien sabe…Aquí la gente es una pasada!, por la calle no nos dicen nada, solo saludan, y si entablas conversación con alguien, nos invitan a tomar té.
Otra cosa que nos ha sorprendido es que la gente vive bien, y no podemos comprender como pueden pagar tan altos precios por la comida; y el agua embotellada es imposible de lo caro que es; debemos tomar agua marrón del Nilo purificada con pastillas.
Atrapados en Abri, hablamos con un barquero para cruzar al otro lado del río; nos llevó a ver cocodrilos y desembarcó en la orilla oeste, donde se extiende el gigantesco desierto; lo único que hay aquí son piedras, huesos y cientos de kilómetros de arena, un lugar imposible para la vida.
Cuando ya habíamos aceptado que debíamos esperar los dos días completos hasta el siguiente bus, apareció un tío que marchaba para Kerma, aceptamos el caro precio de 20 pound, pero no sabemos cómo, se fue regateando él sólo hasta el precio de 12,5.
Las pistas son aún peores que el primer tramo, la mayor parte son de arena con grandes desniveles, el resto piedras; parecía que el pick up se iba a desmontar; pero es más bonita esta parte, donde vamos muy cerca del Nilo, viendo siempre las palmeras, plantaciones y las casas de la gente; tan solo unos 100 metros a cada lado del río; el resto está totalmente muerto.
De nuevo llegamos de noche tras 6 horas de viaje, y unos 150 km; cogimos un hotel compartido con gente local, y cenamos una de las pocas cosas que hay, ful, que son alubias negras; este plato es algo típico en los países árabes, y lo llevamos comiendo desde Siria.
En Kerma, hay restos arqueológicos del nuevo imperio egipcio, pero se pasan mucho cobrando entradas; nada más que 10$ por ver cosas que ya tenemos muy vistas. Como no quisimos entrar, al final nos rebajaron el precio, y finalmente nos dijeron que gratis, pero no se ponían de acuerdo entre ellos, así que mejor lo dejamos.
Aquí nos separamos; a uno de los japoneses lo perdimos en Abri, y ahora Stuart, Toby y Yuya, se quedan en Kerma; Johann se viene con nosotros hasta Dongola, donde encontramos la mitad del camino con asfalto, y tras cruzar el Nilo en un transbordador, vemos un pueblo diferente, más vida, tiendas, dos pares de calzadas con asfalto, y hasta internet!
Para poder coger un hotel, nos exigen un absurdo papel de la oficina de seguridad, tuvimos que andar unos 2km, para decir a un policía, “estamos aquí”, que nos diese un papel, y poder quedarnos en la ciudad.
En Dongola no hay mucho más que en las otras villas, pero al salir un poco fuera del pueblo, hay una vida muy humilde y diferente, los niños nos miran con recelo, y sacar la cámara de fotos es como sacar una pistola, ¡todos echan a correr!, hasta que van cogiendo confianza…sale la madre…son una gente encantadora… En Dongola en dos ocasiones nos han parado por la calle para llevarnos a tomar té, a comer y lo que haga falta.
Cuando cruzamos el Nilo de nuevo para seguir ruta, nos dicen que el bus de Karima son 20 pound; no podemos seguir este ritmo de buses, se nos dispara el presupuesto; los tres estuvimos de acuerdo en hacer autostop y salimos a la carretera.
Al principio no fue muy alentador, solo pasaba algún camello o burro de vez en cuando, pero…alguien tenía que ir a Karima, y así fue, un hombre nos llevó medio camino, dejándonos en mitad del desierto, pero no hubo problema el siguiente coche nos llevó hasta Karima, donde tuvimos que hacer el mismo proceso de registro en la policía, para quedarnos en un hotel del estilo de Wadi Halfa, sin una pared, pero un poco más barato, sólo 4 pound.
De nuevo se pasan un montón con los precios para visitar cosas, encima que no hay turistas, y quieren sablear a los pocos que vienen con otros 10$ que no pagamos. Pero al día siguiente hicimos otra intentona; la de la mañana fue fallida por una tormenta de arena que nos dejó completamente marrones, y masticando arena, por suerte siempre hay un alma caritativa en este país, que nos metió rápido en su humilde casa a tomar un té.
El intento de por la tarde tuvo más éxito, a pesar que dimos un enorme rodeo, accedimos a las curiosas pirámides por otro lado, sin pagar nada; y de aquí ya nos movimos libremente subiendo a la montaña Jebel Barkal. Desde arriba se diferencia perfectamente la vegetación del Nilo, la pequeña villa y el inmenso desierto ocupando el resto del panorama.
Con lo que nos quedamos hasta ahora de Sudán es con su gente, caminar por las villas, intentar comunicarnos con ellos, observar cómo viven; ver lo felices que son compartiendo un momento con nosotros, estas son unas pocas de esas personas:
Debido al gran éxito del autostop los pasados días, pensamos viajar igualmente hasta Atbara; al principio todo muy bien, algún pick up, un coche, camiones…
Pero debemos aceptarlo…estamos en pleno desierto y el trafico es mínimo, en algún momento nos teníamos quedar colgados, y fue en el cruce que nos llevaba directos a Atbara. No nos quedó otra que cambiar planes e irnos directamente a Jartum, pero ni autostop ni buses; finalmente tuvimos que pagar un poco por llegar hasta un cruce, donde está la carretera del desierto directa hasta la capital. Como los autobuses van casi llenos, tuvimos un margen muy amplio para regatear, sacando las plazas de bus a menos de la mitad de precio que los sudaneses!
Llegar a una gran ciudad de noche es complicado; pero mucho más, si hace un mes que no vemos una gran urbe, y encima esa urbe es JARTUM.
En la capital sudanesa se unen tres ciudades separadas por la confluencia del Nilo Azul y el Nilo Blanco; la más grande de ellas es donde llegamos con el bus, Ondurman, y de aquí nos movimos al edificio de Naciones Unidas de Jartum donde nos espera Ismini de CS, que trabaja en dicho lugar.
Nuestro primer objetivo en la ciudad es conseguir la visa de Etiopia, el primer intento siempre es fallido, y como fue un jueves, debemos esperar hasta el domingo, (primer día laborable)
Jartum es diferente, esperábamos una ciudad pobre, destruida y caótica; no es que sea todo lo contrario, pero en general la ciudad es “moderna” , con nuevos edificios y un relativo buen sistema de “buses”
El problema de aquí es que, el turismo es tan escaso que somos gente sospechosa para la policía, suena a “película”, pero para ellos podemos ser espías; hemos tenido que hacer un permiso (gratuito), para tomar fotos, porque en teoría no está permitido hacer fotos, mismamente en cualquier lugar en la calle. Casualmente aparecimos en la oficina de registro, para pedir información, y la corrupta policía nos dijo que debíamos registrarnos de nuevo, pagando una pequeña tasa y llevando a un ciudadano sudanés que se haga responsable de nosotros, por supuesto que no pagamos un dólar más.
Encontramos el interesante museo etnográfico, con objetos de las diferentes tribus del país; valiosas reliquias como estos tótem de madera.
Hemos tenido la fortuna de pasar aquí el día santo en el islam, (viernes), nos acercamos a la ciudad del otro lado del Nilo, Omdurman; donde cada viernes hay un espectáculo de derviches, en un cementerio. Un religioso ritual dedicado a Hamad al-Nil, que se prolongó durante horas, con bailes, cantos, música…y al final con la puesta de sol, los rezos correspondientes.
mira que hace años que no nos vemos, y mira donde nos tenemos que encontrar... oye suerte kon todo.... besos
ResponderEliminarufffffffffffffffffffffffffff que emoción
ResponderEliminarsobre elprecio del agua embotellada, es así por toda áfrica (buebno, no más cara que aquí, pero casi, porque ellos no la beben). en algunos sitios quizá encontréis que beben bolsitas de agua. es agua depurada que les facilitan (siempre que sean bolsitas cerradas)(lo mismo encontráis donde la "venden")
seguimos leyendo.
el Sr. kemen