02 mayo 2008

NAVEGANDO A YEMEN

Nos avisan que el barco está listo; en este momento ya se había hecho un grupo más numeroso de gente para viajar a Yemen (unas 40 personas).
El puerto de Djibouti es gigantesco; encontramos el barco que nos sacaría del país, uno muy antiguo y de madera, y frente a él una gran grúa que iba cargando toros de cuatro en cuatro con una cuerda atada alrededor del cuerpo, todo un sufrimiento para los animales que berraban y trataban de escapar. La moto de Steven la tuvieron que subir con la grúa también, cosa que aprovecharon para sacarse un buen cacho de dinero; le pidieron nada más que 80 US$ solo por coger la moto y ponerla en la cubierta del barco, cuando cada vaca (que pesa más que la moto) costaba 0,5US$. No le quedó otra que negociar cuanto le iban a robar.




El barco zarpó de noche y nos echamos en la cubierta con mas gente a dormir; a nuestro lado están los toros repartidos en cuatro alturas, que desprenden un fuerte olor; pero nada de esto importa, ni siquiera el cansancio acumulado, pues la experiencia de subir en este barco que nos lleva a tierras diferentes, remotas e interesantes…es inolvidable.
A la mañana siguiente seguimos navegando hasta un total de 15 horas por el estrecho que comunica el Mar Rojo con el Golfo de Adén; dirigidos por 4 marineros hindúes, 2 yemeníes y un somalí, ¡nos trataron de maravilla!, a pesar de ser un barco de carga nos prepararon té todo el tiempo, y una comida antes de llegar a puerto. El baño del barco era muy interesante, no había agua, en su lugar había un caldero con una cuerda que había que arrojar por la borda, coger agua e izarlo.



Mientras cruzábamos tan tranquilos por el estrecho, no sabíamos que multitud de barcos franceses se estaban replegando a Djibouti por la inestable situación en Somalia, a parte del secuestro del barco francés y los españoles pocos días mas tarde de cruzar nosotros.

Nuestro amigo Steven estaba sufriendo pensando en la pasta que tendría que dejar para que le bajasen la moto del barco, pero…ya hemos dejado África y volvemos a países árabes; los marineros del puerto le dijeron que pagase lo que quisiera, una propina.

Todo fueron buenas sensaciones desde que pisamos tierras yemeníes, el hombre de la aduana hizo todos los tramites sin ninguna pega, hablando con nosotros muy educado y cuando le preguntamos si teníamos un mes de visado nos miro, y cogiendo el sello de tres meses y estampándolo fuertemente en el pasaporte, nos dijo, ¡3 MESES!
Pensamos dormir en Moka, la ciudad a la que llegamos; pero no hay mucho que hacer y sólo hay un hotel muy caro. La gente que venía en el barco, la mayoría de Djibouti, iban directamente a Ta'izz, la gran ciudad mas próxima; nos dijeron de ir en taxi con ellos, pero de primeras nos sonó fatal y muy caro, hasta que nos hemos dado cuenta que la forma más económica de moverse en Yemen es en taxis colectivos que esperan a las afueras de la ciudad, y no en autobuses.
Por 500 Riales (310 Rial=1€), fuimos apretujados en un coche a toda velocidad; las carreteras son muy buenas, por una parte es bueno, por la otra… conducen como locos!!
Nos es muy sorprendente que para recorrer 100km tardemos 1 hora, y así tengamos mucho mas tiempo para hacer cosas en el día; en Etiopia nos pasábamos la vida en los autobuses, era muy cansado y muchos días no hacíamos nada.

El extremo suroeste de Yemen es un caluroso desierto, pero a unos kilómetros tierra adentro se alza una altísima cordillera paralela a toda la costa yemení.
Ta'izz nos gustó según llegamos, el cambio es tan grande respecto a los últimos meses de viaje, que nos resultó una ciudad muy bien cuidada, moderna dentro de lo que cabe; pero lo mejor sin duda es la gente; los pocos que te dicen algo lo hacen con amabilidad, dándonos la bienvenida e invitándonos a tomar té, comer con ellos, o mascar chat; que…aquí sí que tiene “tela”, en Yemen ésta planta la llaman qat, y es la fuente de vida para los yemeníes. Prácticamente todo el mundo lo consume incluso los niños, pero muy diferente a Etiopia; aquí hacen una gran bola en la boca, que muchas veces sorprende por su exagerado tamaño, (como una pelota de tenis, SIN EXAGERAR).
Están quitando plantaciones de cereales, etc…para cultivar más qat, ya que siendo el país del mundo que más produce ésta planta, no tienen suficiente y han de importarlo de Etiopia. Muchos de los hombres yemeníes gasta el 30% de su salario en qat; y dicho salario es de los más bajos del mundo; unos 65€ mensuales.


En Ta'izz no teníamos dinero ni para pagar un bus local en nuestra búsqueda de un banco o casa de cambio, y todo el mundo quería meternos a un bus en vez de indicarnos, para recorrer unos 200 metros; es algo típico de los árabes, son muy vagos para andar.
Otra gran diferencia es la suciedad, es también cierto que los árabes tienen esa mala costumbre de arrojarlo todo al suelo en la calle.

Pero los árabes son siempre serviciales, y da gusto volver a seguir a alguien que te está ayudando sin tener que preguntarle si nos está haciendo de guía y nos va a cobrar por el servicio; así un hombre nos llevó a un hotel, con demasiada buena pinta para nuestra economía, pero estábamos tan, tan cansados después de 23 horas en un tren de contrabando, 24 horas sin parar en Djibouti y 15 horas en un barco lleno de toros; que aceptamos por 2000 riales (6,6 €) Eso sí, un cuarto enorme con baño privado, ducha, nevera, y un aparato que hacía mucho que no veíamos, televisión, con canal satélite.
Aquello era una locura, pero cuando salimos a la calle y vimos los puestos con muchísimas comidas diferentes…como dos niños: -¡mira chocolate!, -¡y tienen queso!, -¡y restaurantes con carne!

Salimos para comprar la tarjeta del teléfono y empezar a comunicarnos con los yemeníes; y lo primero que nos damos cuenta es que o hablas árabe o ya te puedes apañar, porque NADIE habla inglés, absolutamente nada.
Mismamente en el hotel no son capaces de leer los nombres del pasaporte, por suerte aprendí a leer y escribir árabe, (no hablar), y se los apuntamos.

Al día siguiente lo primero fuimos a registrarnos a la policía, es algo que se debe hacer una vez y ya está, es gratis no como en Sudán, aunque el policía nos pedía 1000 riales; exigimos nuestro recibo de los 1000 riales y el policía nos dijo que ya estaba, que podíamos marchar.

Ta’izz es una ciudad enorme que se extiende por todas las laderas de las montañas que la rodean, incluso hasta la cumbre de Djebel Sabir con 3.006 metro de altitud; como ya escribimos, nos encantó; hasta los bloques de edificios son bonitos con un estilo muy particular, muy árabe. Mientras paseamos por cualquier parte, da gusto parar a comentar algo con la gente, quienes nos dan la bienvenida con una alegría y sonrisa sincera, con comentarios como: Bienvenidos a vuestro segundo país. La otra parte buena para nosotros son las fotos; ya no tenemos que dudar si se puede o no, o que pensaran… Aquí directamente las piden ellos, les encanta! Solamente tenemos que tener cuidado con las mujeres, nunca se puede hacer una foto a una mujer en Yemen. Porque eso es otro tema…respecto a la mujer en el Islam, éste es el país más radical que hemos visto; absolutamente todas las mujeres van de negro por completo y solo se las puede ver los ojos, a veces ni eso. A la hora de subirse al autobús es un follón porque si sube una mujer, todos los hombres deben reorganizarse juntos para dejarla sola, nunca se puede sentar un hombre junto a una mujer. Y bueno, esto ya lleva a temas más complejos que no tocaremos aquí, como la gran discriminación del sexo femenino en Yemen.


Otra cosa que nos sorprende es la multitud de tiendas de todo tipo de cosas usadas, por ejemplo en la calle de nuestro hotel; está el hombre que vende lunas de coches, todo tipo de lunas; un poco más allá el que vende focos, de todos los tamaños y colores; luego el tío que vende radiadores de coche…y así con todo tipo de piezas de recambios.
Lo que todas tienen en común son los vendedores quienes yacen en el suelo con la bola de qat, así desde mediodía hasta que cierran; los más aficionados desde que se levantan hasta que se acuestan.

Este primer día conocimos un chico en la calle, Ibrahim, hablaba inglés y quiso llevarnos a un centro donde unos americanos enseñan inglés; fue muy interesante hablar con ellos para ir recogiendo datos sobre la seguridad en el país, algo siempre nos ha preocupado; no fue muy alentador el contarnos que conocieron a las últimas dos españolas que mataron en Marib en un atentado, antes de ver su foto en el periódico.

No estábamos ya acostumbrados a que alguien quiera venir con nosotros a enseñarnos cosas sin querer nada a cambio; Ibrahim nos acompañó por la tarde para hacer una serie de cosas como sacar dinero, que no pudimos sacar más de 120€, ya que el fajo de billetes es tan grande que no cabe en la ranura del dinero del cajero, (el billete más grande en Yemen es de 3,3€), y fuimos a internet donde pudimos ver nuestro blog de nuevo. Quedamos con él más tarde, cuando apareció en coche con su cuñado para llevarnos a ver un castillo. Hacía mucho que no veíamos este tipo de cosas y quedamos alucinados, Yemen nos parecía mejor cada minuto que pasaba; al anochecer con la luna, el lugar era como un “nacimiento”, el castillo, las casas de piedra y barro en la montaña…


Este país es como trasportarse en el tiempo, los hombres van vestidos muy tradicional; llevan una falda o a veces túnica blanca, pero lo que no falta en la mayoría es la yambia, una daga que llevan en un cinturón en la parte delantera; símbolo de hombría y virilidad.


Ibrahim nos presentó a su primo Waleed, quien al poco de conocernos nos dijo que nos marchásemos del hotel y que iríamos a su casa, este día ya lo teníamos pagado pero al día siguiente sí que aceptamos su oferta.

Fuimos juntos de compras, nos compramos unos pañuelos para cubrirnos el pelo, María porque es mujer y si no lo lleva es un foco de atención, y yo un pañuelo beduino para intentar camuflarme. También nos llevaron a comer pescado donde compras el pez por un lado y luego vas a otro local donde te lo cocinan.

Para terminar el intenso día éstos llamaron a los amigos y nos subieron en coche prácticamente hasta la cumbre de la montaña más alta de 3.006 metros, y desde donde las vistas de la ciudad cortan la respiración.

Waleed nos llevó a su casa, sus padres trabajan en Arabia Saudí, y el está sólo; si ellos se llegan a enterar que una mujer a dormido en su casa…lo desheredan… La casa es muy sencilla y ordenada, el salón de hombres nos recuerda a Siria con colchones en el suelo todo alrededor de la habitación; en cambio el salón de mujeres es lo más normal para nosotros con sofás altos.
Para acceder a la casa, que como todas está por la ladera, hay que escalar entre los edificios por un laberinto de caminos hasta encontrar la puerta prácticamente pegada en la roca de la montaña.

Waleed es como un niño grande, está contentísimo de tenernos en casa y dice que nos quedemos una semana con él; quería llevarnos al zoo, (el único de Yemen) y aunque no es nuestra pasión por supuesto que fuimos; el zoo lo tienen muy bien cuidado, no hay mucha variedad de animales, tienen 36 leones; pero lo más curioso es una vaca, cuando la vimos no entendíamos porqué estaba ahí, hasta que nos dijeron que había nacido con una mancha de color blanco en la piel donde pone Alá en árabe اللة

Estos primeros días también estamos probando las delicias gastronómicas de Yemen: Salta, una mezcla de verduras con salsa de tomate y carne picada; Helba, una salsa densa que se añade también al Salta; Kebab o Kofta, carne picada; Ades, lentejas estofadas con pimiento verde picante; Ful, que nos lleva siguiendo desde Siria, son alubias; y muchas cosas más…


Salimos en dirección Ibb en un autobús, primera y última vez; muy cómodo, tranquilo pero nos cobraron más que el otro día por la mitad de kilómetros.
Fuimos en busca de hoteles económicos, pero ya hemos visto que tienen precios de turista, (aunque no hay) y lo más que pudimos bajar fue hasta 1.500 riales (5 €) con las mismas comodidades que el de Ta’izz.
La ciudad vieja de Ibb es alucinante, un traspaso en el tiempo, edificios de barro y piedra que aún se mantienen, antiquísimas mezquitas, y como siempre rodeado de la cálida bienvenida de los habitantes. Este día salimos “disfrazados” y está claro que saben que somos extranjeros por la cámara y mochilas, pero piensan que somos musulmanes; cuando decimos que somos de España, dan por hecho que lo somos y que hablamos árabe; es curioso, la mayoría de los árabes sabe de la larga ocupación de su pueblo en la Península Ibérica, pero creen que aún hablamos árabe como segunda lengua y que predomina el Islam.


Los niños nos siguen por el pueblo pidiéndonos fotos, nos gritan “sora!,sora!” que significa foto en árabe


Tuvimos una extraña experiencia aquí, una chica de 17 años, completamente cubierta de negro se acercó muy exaltada para hablar en inglés con nosotros e invitarnos a su casa; aceptamos por supuesto. Ella vive en Estados Unidos, y dice que no la va el tener que ir vestida así pero aquí no tiene elección. Según entramos en el salón de casa lo que primero nos llamó la atención fueron dos poster de Saddam Hussein, uno de ellos con kalasnikov en mano. (Luego ya nos acostumbraríamos a verlo por todas partes, en Yemen es un héroe)
La chica se quitó el velo dejando la cara al descubierto, por María no importa, pero yo me quedé de piedra; aunque esto duró poco, en cuanto una puerta de la casa se abrió, se lo bajó rápidamente. La chica estaba muy emocionada de tener extranjeros en casa y poder practicar inglés, pero se estaba metiendo en un lio muy grave; aquí la mujer no tiene los mismos derechos y ella misma nos dijo que de camino la gente la preguntaba qué hacía con nosotros; ella queriendo romper las reglas, no hizo caso, pero a los cinco minutos había un coche de la policía frente a la casa. Tuve que salir para decir que no pasaba nada, que éramos amigos de la chica; todo tan absurdo y extraño…
La cosa no terminó ahí, seguimos hablando con ella, pero por la casa iban y venían unas chicas a hablar con ella porque algo pasaba; finalmente y educadamente nos tuvo que “echar” de la casa. Parece mentira que algo tan normal, sea aquí tan grave como para meterse en un lio.

Nosotros seguimos nuestro paseo por la bonita ciudad subiendo a una colina y disfrutar del maravilloso paisaje montañoso yemení; pero al regresar al hotel más cosas extrañas.


Un niño un tanto pesado nos seguía, y cuando me di la vuelta a decirle algo, un hombre tras de él se anticipó preguntando si estábamos buscando el hotel Hadramawt, ¡¡el nuestro!! Aquel hombre que no conocíamos de nada, sabía dónde nos alojábamos, pero lo peor es que después de eso nos iba siguiendo, teníamos un mosqueo tremendo, sabemos que no es habitual pero en éste país hay cuatro extremistas que pueden liar alguna; y aquel hombre con la palestina al cuello y la bola de qat en la boca no parecía de muchos amigos.
Conseguimos darle esquinazo, porque no queríamos que nos viese entrar en el hotel, pero al rato cuando volvimos, nos lo encontramos en recepción sentado. Era un policía secreta; debido a que nadie habla inglés no sabemos el motivo de porque nos seguía, pero creemos que fue a raíz de la invitación de la chica.
Días más tarde lo entendimos mejor, Yemen es famoso por los secuestros de extranjeros para oprimir al gobierno y conseguir un hospital, escuelas…pero últimamente eso está cambiando, los secuestros no son tan light y ahora te pingan directamente.
Esto hace mucho daño al negocio del turismo, (en 6 días que llevamos, hemos visto 2 turistas) y se han propuesto proteger al extranjero por todo lo alto.

2 comentarios:

  1. como pueden pensar que después de tantos años hablamos árabe...es alucinante pero escalofriante ¡sólo habeis visto 2 turistas!que miedo con el policia que os seguia y lo de la niña bua ¡que país!

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  2. Hola, intento enviaros un mail, pero me lo devuelve... Aun existe esta direccion? Gracias
    Eva

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