Justo frente a la casa de Hugo nos pusimos a hacer dedo y rápido nos recogió un chico local que fue muy amable llevándonos hasta el peaje de la autopista; aquí continuamos como siempre pero un policía nos llamó para que esperásemos junto a la caseta del peaje, funcionó bien porque éste preguntaba a los coches para que nos llevase alguien; y así un hombre mayor (un tanto comprometido por el policía) nos llevó hasta la frontera con Malasia; el hombre iba a Miri como nosotros pero no le hacía mucha gracia cruzar la frontera con nosotros. No importó porque así fuimos caminando hasta Malasia, nos sellaron el pasaporte y seguido sin esperar mucho otro coche nos llevó hasta Miri.
Miri es la zona petrolífera de Malasia, una ciudad de tamaño medio bastante próspera. Para nosotros Miri supone una parada de un ritmo de viaje bastante ajetreado que llevamos desde las últimas semanas; quizá no fuese el mejor lugar para ello, pues el alojamiento es caro, 50 Ringgit la doble (12€) pero también era lo que buscábamos, una guesthouse con buen ambiente, una cocina para hacerte el desayuno que va incluido en el precio, internet para actualizarnos de todo… un buen lugar donde pararse a pensar unos días…
Además Miri no es precisamente un lugar donde haya muchas cosas que ver o hacer; tan sólo dimos una vuelta por el templo chino y el mercado de pescado y verduras.
En la colina de Canada está el Museo del Petróleo que lo dejamos para el ultimo día, y justo ese día estaba cerrado… De todas formas desde la colina había buenas vistas de la ciudad a un lado y de las plantaciones de palma de aceite (en lugar de jungla) al otro.
Y frente al edificio del museo esta “The Grand Old Lady”, el primer pozo petrolífero de Malasia, que comenzó a extraer oro negro en 1.910, agotándose el mismo en 1.972.
En Borneo hay muchísimas cosas que hacer, multitud de actividades en la jungla como marchas, cruceros por el río, ver vida animal, cuevas… lo malo es que todas ellas son bastante caras para nuestro tipo de viaje; Borneo en general es caro para nosotros; por eso la decisión que tomamos de dejar de ver algunas cosas para por ejemplo centrarnos en un importante lugar que teníamos ganas de visitar, el Parque Nacional de Gunung Mulu.
Este parque se sitúa en la frontera con Brunei, al sur de éste país; el acceso vía terrestre es inexistente; se puede llegar en barcas por el rio, lo cual lleva mínimo dos días y puede que mas dependiendo del nivel del agua, además es un viaje muy caro. Sin duda la mejor, más rápida y económica forma de ir, es volando; con tan solo diez días de antelación conseguimos unos billetes de ida y vuelta por 35€.
Es el vuelo más corto que jamás hemos realizado, 30 minutos desde Miri hasta Mulu, en un pequeño avión de hélices que nos recordaba a aquellos de Papúa Nueva Guinea, (los de Papúa bastante peores)
Una vez en Mulu caminamos bajo la lluvia desde el aeropuerto hasta la entrada del Parque Nacional; dentro de éste hay alojamientos muy caros, pero fuera hay unas casas de huéspedes con familias en las que pagamos 15 Ringgit por persona; son lugares muy básicos, además sólo hay electricidad dos horas y media al día, pero es bonito estar con la gente local. Aquí nos encontramos con Jaume y Eva, la pareja catalana que conocimos en Kota Kinabalu.
En Mulu llueve 285 días al año, de hecho nos llovió todas las tardes que estuvimos allí; al ser todo jungla, y llover tanto, la humedad de Mulu es algo fuera de lo común, los cuatro días que pasamos allí estuvimos mojados constantemente, el sudor no seca en todo el día, las mochilas quedan mojadas de continuo y para colmo al no haber electricidad no podemos dormir siquiera con un ventilador, ¡todo una gran experiencia!
Como hacemos siempre vamos aponer los precios de todo, y los trucos, por si alguien pasa por aquí…
Para empezar, la entrada al parque es de 10 Ringgit, pero si se tiene la tarjeta de estudiante, se paga la mitad; la visita de casi todas las cuevas debe ser guiada y cada una tiene su precio, cuando se visita una cueva se debe pagar la entrada al parque, pero algo importante es que si sólo se quiere pasear por el mismo, uno se puede escabullir fácilmente de pagar esta entrada.
En Gunung Mulu se puede caminar por unos paseos de madera para disfrutar de la vida en la jungla, es un poco “artificial” pero la verdad es que no se podría visitar de otra forma, a no ser que se vaya con botas altas de goma, ropa especial y un machete para abrirse paso entre la espesa vegetación… Ver animales es bastante complicado porque es un lugar ya demasiado trotado, lo que más vimos fueron lagartos e insectos como grandes mariposas de colores, libélulas, grandes ciempiés, y otras extrañas criaturas de la naturaleza.
También se ven muchos insectos palo de grandes dimensiones, (hasta 30cm), pero éstos insectos son muy difíciles de ver, a ver si lo encontráis en la próxima fotografía.
Las cuevas sin duda son lo mejor de Mulu, y a eso habíamos venido; las primeras que fuimos a ver son la “Wind Cave” y la “Clearwater Cave” para llegar a ellas no hay posibilidad de caminar porque están reparando el camino, el cual pasa por otra cueva, la Moonmilk que se desplomó parte de su interior recientemente. Por ello estamos obligados a tomar un bote por 30 Ringgit cada uno, más 10 Ringgit que cuestan ambas cuevas.
El paseo en bote es muy bonito; primero nos llevaron a un mercado típico para los turistas, que en parte estuvo bien para ver a las mujeres Penan quienes se colocan unos pendientes tan pesados que las alarga las orejas un montón; también había un ejemplo de “Longhouse” (casa larga), que es el estilo de viviendas de los indígenas en Sarawak.
La Wind Cave (cueva del viento), se halla en la pared del acantilado; su nombre viene por el estrecho acceso a la cámara principal, ya que al haber un agujero en lo alto de la cueva, el aire caliente que entra presiona al frio y se siente una suave brisa cuando se cruza el pasadizo en el interior de la cueva.
La visita es guiada y el tiempo para tomar fotos es muy limitado, de todas formas dentro de una cueva es bastante complicado. Lo más bonito de esta cueva es la gran cámara, un amplio espacio donde estalactitas y estalagmitas hacen curiosas formas, y se unen formando columnas.
Por una pasarela en el acantilado de roca, llegamos hasta la Clearwater Cave (cueva del agua claro); la Wind Cave se une a ésta, y otros muchos pasajes igualmente se conectan para formar la cueva más larga del Sudeste Asiático (109km)
El nombre viene dado por el río subterráneo que discurre por la cueva, que en ocasiones es navegable; en la entrada se puede ver una planta de una sola hoja que es endémica de esta cueva.
Junto a la Clearwater hay otra cueva llamada Lady’s cave (cueva de la señora) y su nombre viene dado por la sombra de una estalagmita que parece la silueta de una mujer.
Regresando a la central del parque reservamos el “tour” de las cuevas de por la tarde (recordamos que todo ha de ser visto así), éste cuesta otros 10 Ringgit. Pero para quien le pueda interesar, es bastante fácil colarse, nadie controla la gente que hay, sólo hay que juntarse a un grupo e ir totalmente gratis.
Fueron tres kilómetros hasta la boca de las dos siguientes cuevas; Lang’s Cave, y Deer Cave.
La primera que entramos fue la Lang’s cave (cueva de Lang) nombrada así con el nombre del descubridor, un indígena Penan; ésta fue la más pequeña que vimos, y la más bonita pues las formaciones de “cascadas”, las columnas formadas por los pasos de cientos de años, hacen de la cueva un lugar “encantado”, también se pueden ver nidos de pájaro similares a éstos que se cocinan para hacer sopa y que tienen un valor en el mercado de miles de dólares por kilo; el por qué de esta delicia de comida, dicen que se encuentra en la saliva de los pájaros con la que forman el nido.
La Deer Cave (cueva del ciervo) se llama así porque los nativos solían conducir a sus presas (ciervos) hasta aquí para luego capturarlas. Cuando entrabamos en la Deer Cave pensábamos que entrabamos en la cueva más amplia del mundo, aunque su longitud es de sólo dos kilómetros, ésta nunca tiene un ancho inferior a 90 metros y en su cámara más grande tiene un ancho de 174 metros y una altura de 122 metros; pero el guía nos comentó la aparición de una monstruosa cueva el año pasado en Vietnam, mayor incluso que ésta. Es muy difícil plasmar en una foto la grandeza de la Deer Cave y más estando tan oscuro…
Cuando se accede a la cámara principal uno se siente muy pequeño dentro; de continuo se escuchan los gritos de los murciélagos en el techo de la cueva, donde habitan unos 3 millones de ellos; y todo alrededor está lleno de guano, se cree que con el paso de los años el guano ha llegado a tener un grosor de 100 metros de altura. Parece mentira que algo tan desagradable y tan mal olor sea tan vital para la vida de millones de cucarachas y otros extraños bichos que viven literalmente de la mierda de los murciélagos.
Desde ésta cámara se observan dos entradas diferentes y en una de ellas está el famoso “perfil de Abraham Lincoln”.
En el recorrido de los dos kilómetros vimos extraños insectos como una especie de grillo gigante con grandes antenas, y un enorme ciempiés.
Al final de la cueva se divisa el “Jardín del Edén”, un frondoso bosque que se cuela por la otra salida de la cueva.
Una de las cosas más impresionantes que se pueden presenciar en Mulu es el “éxodo de murciélagos”; si la climatología no es muy mala, entre las 5:00 y 6:00 de la tarde, sobre 3 millones de murciélagos salen de la Deer Cave todos juntos en busca de alimento; en una noche son capaces de comer hasta 50 toneladas de insectos.
Nosotros tuvimos que ir dos veces para poder presenciarlo bien en el segundo día; al principio los murciélagos comienzan a dar vueltas en círculo frente a la cueva, un espectáculo único, de aquí salen varios grupos a inspeccionar la zona; si hay mucha lluvia no salen todos, pero si kilómetros más allá no está lloviendo, puede que sí salgan. Entonces vimos la primera línea de murciélagos, miles de ellos formando una gruesa línea ondulante para así protegerse de los depredadores, saliendo de la cueva en busca de alimento; pero ésta técnica de protección no los libra de los halcones que están al acecho esperando éste momento y abalanzarse contra el grupo de murciélagos para capturar su cena.
Con intervalos de unos 30 segundos, fueron saliendo grupos de murciélagos una y otra vez, un espectáculo impresionante…
Otra de las cosas que hicimos en Mulu fue el “Canopy Walk” (caminata por la copa de los árboles) éste cuesta 30 Ringgit.
Para ir hace falta reservar un día antes porque se va en pequeños grupos; éste “Canopy” dicen que es el más largo del mundo (480 metros) y se divide en 15 plataformas a una altura entre 25 y 35 metros el suelo. El sistema utilizado, por lo visto es muy sofisticado ya que está enganchado en los árboles de una forma que no influya en su crecimiento; los árboles más grandes llegan a los 60 metros de altura, pero lo que realmente impresiona son sus enormes troncos.
Caminar por las pasarelas a ésta altura es una muy bonita experiencia, si se guarda silencio y se observa, se pueden ver pájaros, ardillas y si se tiene suerte hasta una serpiente como la que encontramos en mitad del camino.
Ya os vale ¡Eh!,vosotros por ahi dando vueltas y los hijos de "Tavio y Milagrines" bailando el santo solos en Santa Juliana.
ResponderEliminarPues nada, que os lo paseis muy bien y que tengais suerte viajeros.
Pedro Ansorena.
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