Antes de ir a la Republica Checa, aprovechamos la proximidad de la capital eslovaca, y pasamos unos dias aqui, en Bratislava.

A pesar de que dista tan solo 60km de Viena, notamos grandes cambios, se ve que a este pais aun le quedan unos anios para llegar al nivel de los paises de la zona euro. Aunque tan solo en anio y medio impondran aqui tambien, la nueva moneda.
Bratislava, ciudad hecha capital hace muy pocos anios, cuenta con un centro historico pequenio y atractivo, e inundado de tranvias al igual que todos los paises centroeuropeos.
Entre su multitud de iglesias, encontramos la iglesia azul, que parece sacada de un cuento.

Los edificios coloridos del centro, contrastan continuamente con viejas construcciones medio derruidas y en muy mal estado; y en lo alto de una colina cercana se haya un castillo, centro de reuniones del presidente.


Al otro lado del Danubio esta la parte nueva de la ciudad, a la cual se accede por el moderno Puente Nuevo.

Respecto a la gente, el poco contacto que hemos tenido a sido muy bueno, desde el dia que llegamos nos ayudaron mucho, y Tomas, quien nos aloja, es una grandisima persona; esas cervezas frente al Danubio en la noche....no se olvidan.

Aprovechamos un dia, para ir al Castillo de Devin, en un pequenio pueblo cerca de la ciudad, en la confluecia del Danubio con el Morava, y en la misma frontera con Austria.
El castillo ha sobrevivido desde la Nueva edad de piedra, hasta el siglo XIX, pasando por numerosas manos, incluso cayo en manos de las tropas de Napoleon.


Para rematar, en esta ciudad que nos ha gustado tanto, Tomas nos invito a una magnifica cena de comida autentica eslovaca.