13 abril 2009

LANGTANG

Con todo listo para el trekking del Langtang, fuimos a casa de Jay Ram, pero éste nos recibió con muy malas noticias; le habían comunicado que su padre no estaba bien de salud y debía tomar una elección, ir a verlo o venir al trekking con nosotros; nosotros le aclaramos que debía ver a su padre cuanto antes, por lo que nos explicó sobre un mapa donde y como ir en el trekking, y nos marchamos a tomar el autobús de 9 horas por una carretera terrorífica de curvas y piedras.
El comienzo de todo fue bastante amargo, desde el primer momento tuvimos problemas con un chico sentado tras María en el autobús, quien la empujaba el asiento de continuo debido a lo poco confortable que son estos autobuses; tras un buen rato, María se volvió contra él gritándolo y éste sacó una navaja (que no llegó a abrir), para defenderse; al ver la navaja yo también me volví contra él y tuvimos una fuerte discusión que terminó pronto, pero más tarde este personaje nos amenazaba de continuo con perseguirnos hasta el final… Debido a sus amenazas, etc… no quisimos bajarnos donde teníamos previsto en Dhunche, quisimos seguir donde van la mayoría de extranjeros, Shyaphru Besi (1.460 m.) y así estar más en compañía pues temíamos por este personaje; por suerte se bajó a mitad de camino entre estos dos lugares y no lo volvimos a encontrar.
La parte positiva de esto, es que el problema nos hizo unirnos a una majísima pareja durante todo el trekking; Edmundo (España) y Marzia (Italia); así que con ellos buscamos un lugar para dormir en Shyaphru Besi; por 150 Rupias (1,4€) nos alojamos los cuatro en una minúscula habitación; pero ahí no es dónde sacan negocio los locales, lo que es caro aquí es la comida, y a medida que se asciende va aumentando de precio.
La primera noche estuvo lloviendo muchísimo y con tormenta, creímos que el trekking se nos iba a pasar por agua; pero no, hemos sido muy afortunados pues cada día amaneció soleado permaneciendo así hasta el atardecer cuando se nublaba o llovía.

Así pues comenzamos la caminata los cuatro juntos con idea de llegar al Lama Hotel, pero sin saber realmente el esfuerzo que necesitábamos; toda la marcha sigue el valle por donde discurre el río Langtang y al fondo divisamos las cumbres nevadas de las montañas.


En el camino son frecuentes los establecimientos para dormir o comer, y la gente siempre nos tienta para tomarnos algo, pero debemos elegir bien pues aquí los precios son bastante altos. Tras el Bamboo Hotel comenzamos un fuerte ascenso agotador y en un total de siete horas desde que salimos de Shyaphru Besi alcanzamos el recinto Lama Hotel quedándonos a dormir en el primer lugar que vimos, cinco minutos más tarde comenzó la lluvia.

Por primera vez negociamos con el dueño la posibilidad de dormir gratis con la condición de cenar y desayunar en su hotel; no hubo problema pues es algo normal aquí; además, con los precios de la comida ya se paga el alojamiento prácticamente; las habitaciones son bonitas de madera pero muy básicas, ni siquiera disponemos de electricidad, en la noche debemos hacer uso de las velas, pero nada muy diferente de Katmandú.

El hotel dispone de un salón comedor muy acogedor con un fuego central que se agradece mucho pues la ascensión de hoy ha sido de unos 1.000 metros de altitud, y se nota una fuerte bajada de la temperatura; el Lama Hotel se sitúa a 2.470 metros.

Nuestra comida base es el Dal-Bhat, arroz con dal (lentejas y alubias a veces) y patatas con alguna verdura; aunque acaba cansando es lo mejor para retomar fuerzas pues se puede repetir hasta quedar satisfecho.

Por la dificultad del primer día decidimos partir el resto del trekking en tres días más y hacerlo más tranquilos, poniéndonos como meta en la segunda jornada, Ghodatabela.
La ascensiones es muy fuerte nuevamente pero vamos haciendo alguna parada en las que nos liamos a charlar con Edmundo y Marzia; en la última parada estuvimos tanto rato que al llegar a Ghodatabela estábamos tan frescos que no podíamos detenernos ahí, así que nos pusimos otro lugar como meta; lo que ocurrió fue que en dicho lugar no encontramos alojamiento, así que sin querer nos plantamos casi en Langtang, tan sólo a 15 minutos del pueblo; pero es mucho mejor quedarse en lugares pequeños, nos tratan mejor y no nos presionan tanto para que consumamos; en este caso fue una familia tibetana, que nos preparó un excelente Dal-Bhat y nos hirvieron agua caliente para la ducha desde donde podíamos observar las montañas nevadas frente a nosotros.

La ascensión del segundo día ha sido considerable de nuevo, hemos vuelto a subir otros 1.000 metros de desnivel situándonos en los 3.430 metros.


Durante la ruta también hemos ido encontrando más gente maja como una chica brasileña y un chico israelí; o tres chicas que se hospedaron en el mismo hotel que nosotros, Susana e Ivonne (Alemania) y Claudia (Suiza).

Desde el punto donde nos encontramos las vistas del valle son magnificas, se aprecia perfectamente el hueco abierto entre las montañas.


Antes de partir en la tercera jornada, visitamos un viejo monasterio budista cerca del hospedaje; es interesante, pero para ellos, más que un monasterio es una forma de sacar algo de dinero pues tienen montado un tenderete dentro con cosas para vender a los extranjeros.


Langtang es un pequeño pueblo tibetano, es el más grande por aquí y es el que da nombre al parque nacional y a la ruta que estamos realizando; el pueblo es realmente bonito con casas de piedra y madera, situado en el valle rodeado de montañas nevadas donde pastan los yak. Los yak son unos grandes animales similares a las vacas pero muy fuertes y llenos de pelo, soportan temperaturas muy extremas de montaña y viven por encima de los 3.000 metros de altitud.


Dejando atrás Langtang, nos encaminamos a alcanzar el Gompa Kyanjin; desde que partimos el aire que se respira ya es muy diferente y cada paso se nota más pesado y dificultoso por la altitud. Casi llegando, el viento se hace más fuerte y helado pues la altitud del gompa es de 3.870 metros. En este punto han construido bastantes casas destinadas al turismo, pero aún se respira paz pues no es la temporada alta; de todas formas al llegar allí rápidamente una mujer se acercó para que iríamos a su hotel, pero preferimos estar en una guest house junto al monasterio, que se la habían recomendado a Edmundo y Marzia. Fue todo un acierto, pues era un lugar tranquilo con el típico salón de fuego central, y la señora de la casa muy simpática.


Entre Langtang y el Gompa Kyanjin, pasamos junto a multitud de muros centrales paralelos al camino; muros de motivos religiosos con inscripciones en tibetano. Las montañas en este lugar se vuelven más impresionantes, a nuestros lados tenemos moles que superan los 6.000 metros de altitud.


Tras un merecido descanso en la guest house, al día siguiente en la mañana ascendimos la montaña que se alza sobre nosotros, el Kyanjin Ri (4.773 metros)
La subida es muy escarpada y el viento es helado cuando sopla; a unos 4.400 metros llegamos un pico lleno de banderas con rezos, y pañuelos atados en unos mástiles de madera en señal de ofrendas.


Desde aquí la vista de la montaña más alta es perfecta, el Langtang Lirung (7.227 metros) Desde su falda sale un gran glaciar prácticamente extinguido, después de su comienzo en lo alto, sólo se puede divisar el hueco que ha dejado después de miles de años.


María, Marzia y Edmundo quedaron en esta cima, yo continué para llegar hasta la cima del Kyanjin Ri, un ascenso no de mucho tiempo pero con algunos trozos complicados cubiertos de nieve. Desde los 4.773 metros las vistas cortan la respiración, el Langtang, el gran glaciar que baja del Yubra Himal; frente a mi casi puedo tocar el Tíbet que se encuentra a tan sólo 4km; y el gran valle que hemos seguido todo el camino y que continua entre blancas montañas de entre 5.000 y 6.000 metros.


Otra jornada la dedicamos a seguir el valle hasta casi el final; la noche anterior estuvo nevando, fuimos afortunados pues la marcha que hicimos ayer, no habría sido posible con la montaña helada. A pesar de la nieve caída el cielo es azul, y el color de las montañas perfecto; en la siguiente foto se observa a la perfección el Langtang Lirung, la montaña más alta de la región.


Pasamos por villas abandonadas en un camino sencillo que sube progresivamente hasta los 4.080 metros. Desde el Langshisa Kharka observamos la cumbre Langshisa Ri (6.560 metros) y el comienzo del rio Langtang que nace en el glaciar del mismo nombre, justo donde termina el valle y se alzan otras grandes cadenas montañosas que hacen frontera con Tíbet.


Con todo esto ya estamos más que satisfechos para emprender marcha abajo de nuevo; debemos volver por la misma ruta pues no hay otra opción; dividimos la marcha en tres etapas parando en lugares diferentes a los de la subida; más abajo cerca de Shyaphru Besi, los senderos se dividen en otras rutas más largas, algunas incluso llegan hasta Katmandú.
En Shyaphru Besi disfrutamos de una buena ducha de agua caliente y nos relajamos entre un ambiente de alegría por el trekking realizado y tristeza porque echaremos de menos las largas conversaciones con Edmundo y Marzia durante las noches… Y también muchísima pereza de tener que tomar el autobús al día siguiente de vuelta a Katmandú.

29 marzo 2009

KATMANDU

En Darjeeling aún estuvimos un par de días mas de descanso; comiendo las salchichas de cerdo cada día y también conociendo más gente maja como Arturo y Patricia, una pareja asturiana.

Nos marchamos de India con ganas de visitar Nepal, pero con intriga de cómo nos irían las cosas pues toda la gente nos ha pintado Nepal bastante mal en plan de robos; y debido a las continuas huelgas, hay turistas que espera durante días en carretera parados sin hacer nada.

Desde Darjeeling tomamos un jeep hasta Siliguri y otro más hasta la frontera india, donde un hombre nos recibe con un: “¡La frontera está cerrada!”; no era cierto pero en algo tenía razón el hombre…
Pasamos la inmigración india y cruzamos el puente sobre el río que marca la frontera entre ambos países; en la inmigración nepalí solicitamos nuestro visado para un mes; recientemente se ha cambiado y lo que antes era 30US$ por 2 meses ahora es 40US$ por 1 sólo mes; además el policía nos pidió 100 rupias extra por el papeleo, a lo que respondimos, que ese dinero no nos sonaba para nada; después de un intento más para sacarse una propina extra aquel policía corrupto; nos dijo: ¡Ah! Si ya habéis estado en Nepal anteriormente, no hace falta…

Indagando sobre la posibilidad de tomar un autobús nocturno directo a Katmandú, el policía nos dice que hay huelga y la carretera está cortada, pero en la noche se despejará. La realidad era mucho más cruda; cuando fuimos a comprar el billete, nos dicen que hay diferentes huelgas y que sólo hay dos posibilidades: 1ª Tomar un autobús de 1.500 Rupias nepalíes (14€) vía India entrando a Nepal por el sur en una frontera no oficial; un trayecto de 36 horas estando ilegales en India con la probabilidad de que ocurra algo y se nos caiga el pelo… 2ª Esperar 2 o 3 días (o más) en Kakarbhitta, la ciudad fronteriza sin ningún tipo de encanto, hasta que las huelgas se disipen.
Ninguna nos gustaba lo más mínimo, así que recurrimos a un puesto de oficina turística en el que decidimos que lo mejor sería ir viajando a trozos e ir pasando las huelgas, un viaje bastante aventurado.

En la frontera conocimos a Nina una chica austriaca que se unió a nuestra idea, y mientras planeábamos vimos a dos extranjeros, a los que me acerque corriendo preguntándoles si iban a Katmandú. La frontera está llena de gente pesada ofreciéndote viajes para sacarse comisiones, y al preguntar a los extranjeros si iban a Katmandú, estos se pensaron que era un tío local más y me ignoraron; tuve que volver rápido diciéndoles: ¡soy español, soy español! quedando totalmente desconcertados.
Eran dos franceses Ben y François, que también se unieron a nosotros.

El primer paso era viajar en bici-rickshaw unos 12km hasta el pueblo de Charali donde se encuentra la primera huelga cortando la carretera; cuando encontramos varios que nos llevaban, se arrepintieron al rato alegando que se había levantado mucha violencia incluso con disparos, matando a dos estudiantes. El motivo de la huelga es estudiantil, pero en general, Nepal sufre de este problema continuamente y otros muchos problemas debido a la transición de gobierno; prácticamente acaban de pasar de ser un reinado a una república al mando de los maoístas.
Tras escuchar esto dudamos si sería seguro para nosotros continuar, pero fuimos; preguntamos a otros rickshaw y aunque negociando un buen rato, conseguimos un buen precio hasta Charali.
En el camino era muy extraño no ver vehículos motorizados, todo está bloqueado para este tipo de transporte.


Una vez en Charali nos encontramos que no hay huelga alguna; y nos quedamos desconcertados, además una gente nos daba información falsa para que nos quedásemos en Charali en sus hoteles. Pasado un rato a alguien le llegó algún tipo de iluminación, pues dijo: ¡la huelga ha terminado! (no era cierto)
Así que decidimos esperar los cinco en la carretera a ver si comenzaban a pasar autobuses por si acaso era cierto; pero aún así seguimos preguntando a gente, fuimos también a la policía quienes nos ignoraron por completo.
El momento clave fue cuando pasó un coche militar, los paré para preguntar y el jefe me dijo que las huelgas continúan y no es seguro andar por ahí, además quizá den “toque de queda”; en ese momento pasó por allí una furgoneta de la prensa, de la BBC News; y me acerque para preguntarles a ellos la manera de llegar a Katmandú con la intención de “darles un poco de pena” y a ver si se ofrecían a ayudarnos. Y funcionó, a pesar que la furgoneta iba llena de gente y cosas, nos metimos los cinco dentro para dirigirnos a Bitramod a tan sólo 6km y donde podríamos hacer noche. Pero una vez dentro ellos nos comentaron que se dirigían a Biratnagar, ofreciéndonos ir con ellos; aceptamos por supuesto; llegando a Biratnagar pasaríamos todas las huelgas y nos acercaríamos más a Katmandú.

Pronto comenzamos a ver disturbios en la carretera, jóvenes que al detenerse la furgoneta, la comenzaban a golpear con patadas, otros se acercaban con palos y otro chico fue donde el conductor amenazándolo con el puño cerrado para golpearlo.
La huelga ha terminado y pudimos pasar, pero los chicos aún quieren armar follón; más adelante vimos barricadas ya retiradas de la carretera, vehículos apedreados y otros incendiados.

El peor momento llegó en la localidad de Damak, donde la carretera estaba completamente bloqueada por gente que escuchaba el mitin de un personaje subido en un pedestal.
Los de la prensa tienen preferencia y nos dejaron pasar sin ningún tipo de violencia.

Toda la franja sur de Nepal es llamada el Terai, una zona completamente plana que precede a las grandes montañas del Himalaya; por el Terai oriental fuimos rodando durante varias horas, mientras se levantaba fuerte tormenta.

En Biratnagar los de la BBC nos llevaron a su hotel, pero se nos pasaba con creces el presupuesto; los cinco estuvimos de acuerdo y caminamos hasta cerca de la estación de autobuses completamente a oscuras debido a los problemas eléctricos que tiene Nepal, y allí encontramos un hotel (sin electricidad) en el que pasar la noche por menos de un euro cada uno; seguido fuimos a cenar y todos confirmamos en que debemos estar bien al loro con los nepalís pues nos intentan estafar con todo lo que compramos, incluso con la comida en un cutre restaurante local.

La mañana siguiente tomamos un autobús directo a Katmandú a las cuatro de la madrugada, por supuesto nos estafaron con el precio. Fueron 14 horas de trayecto, varias de esas horas agonizantes por la gran velocidad e imprudencia del conductor; el paisaje es variado y muy extraño en la zona del Terai llegando a ver una especie de desierto de arena blanca con pequeñas dunas. Más tarde vamos llegando a zonas montañosas, pasando por desfiladeros y llegando a la carretera que transitamos siete años atrás y que conecta Katmandú y Pokara; claro que aquella carretera de barro y tierra ahora se ha convertido en una buena calzada de asfalto.

En Katmandú nos aguardaba un esperado reencuentro con alguien que pasó a formar parte de la familia hace años; Jay Ram Tamang, un chico sherpa que conocieron mis padres en otro viaje.

Hace 12 años mis padres conocieron a éste chico que les hizo de guía en un marcha en las montañas; tras varios intentos legales para llevarlo a España a vivir y trabajar, fue totalmente imposible y el siguiente encuentro se produjo en 2002 cuando mis padres y nosotros vinimos aquí de viaje; en ésta época Jay Ram ya se había casado con Kanchi.
Unos meses más tardes en la Navidad de ese mismo año, el sueño se hizo posible y Jay Ram viajó a España por un periodo de tres meses en los que tanto él como nosotros aprendimos muchas nuevas cosas y valores.
Estando en España nació su primera hija a la cual llamó María (6 años); y tan sólo unos meses atrás nació su primer hijo al cual llamó David (8 meses); entre ellos hay una chica más, muy simpática y con una energía imparable, Ashmita (3 años)

Así pues Jay Ram se presentó en la parada de autobuses a recibirnos junto a María y Ashmita, y nos colocaron un pañuelo amarillo en el cuello como símbolo de bienvenida y buen karma. Para nosotros es realmente como encontrar a un miembro más de la familia por tantos buenos momentos vividos en España.

Jay Ram nos llevó directamente a un hotel que había mirado para nosotros, un hotel económico cerca de su casa; él nos acogería encantado en su casa, pero 12 metros cuadrados de casa son ya insuficientes para una familia de cinco miembros.

Esa misma noche nos llevó a su casa a cenar donde nos reencontramos con Kanchi y conocimos al pequeño David. Jay Ram nos cocinó pollo, arroz y dhal riquísimo, además de guía de montaña es un gran cocinero.


En la mañana siguiente tuvimos otra gran sorpresa al levantarnos; Jan y Alex vienen de Goa a Nepal para dejar aquí su caravana un tiempo e irse con la mochila por el Sudeste Asiático; y allí estaban en el hotel para reencontrarnos de nuevo y ponernos al día con nuestras últimas andanzas. La última vez que nos despedimos, todos creímos que no nos volveríamos a ver hasta el regreso de nuestros viajes, ahora ya con seguridad no nos volveremos a despedir; nuestros viajes se cruzaron por primera vez en direcciones totalmente opuestas, (ellos venían de Sudán y nosotros íbamos) y en el último año nos hemos encontrado en cinco países diferentes…y la historia no terminará así…

Los primeros días en Katmandú fueron de un desconcierto total; nuestro objetivo aquí era de descansar, escribir, leer, ver alguna película… con una serie de comodidades, siempre respetando nuestro ajustado presupuesto; en general queríamos descansar la mente y asimilar lo hecho en los últimos dos años.
Lo primero que nos rompió los esquemas para esto, fue uno de los multitudinarios problemas que sufre Nepal en estos tiempos: los cortes de electricidad. En Nepal hay entre16 y 20 horas diarias de cortes de electricidad, con lo cual, prácticamente no podemos hacer uso de aparatos eléctricos; y es que aunque haya 8 horas de luz, 4 de ellas siempre son en horas absurdas, durante la noche cuando todo el mundo duerme.
Este problema es debido a la escasez de agua, (no llueve en 6 meses), y a las malas relaciones de Nepal con India quienes les han cortado el suministro; de todas maneras la vida continúa y en el hotel por ejemplo tienen un horario de luz semanal, donde se puede chequear cuando viene y cuando se va la luz para así organizarse.

Pasamos parte del tiempo con Jay Ram en su casa con la familia, un día cocinando él, otro día nosotros; Jan y Alex también vinieron algún día. A pesar de los escasos recursos económicos de Jay Ram, él siempre quiere tenernos como a reyes y darnos todo lo que pueda y más; a veces trae cervezas, o incluso una botella de whisky; hasta que por fin le hemos dicho que no hace falta todo eso, lo importante es estar juntos.
Un gran día para no olvidar, es la fiesta que hicimos todos juntos para celebrar nuestro segundo aniversario de viaje, culminada con una bonita tarta que quedará para el recuerdo; Jay Ram nos colocó de nuevo los pañuelos amarillos para el buen karma.


Mientras tanto estos días los pasamos también con Jan y Alex, charlando, comiendo, de compras, o “robando” internet con el portátil de un hotel de lujo.
A los seis días de haber llegado por fin nos decidimos a ver algo de Katmandú; antes de ir, Jan y Alex nos advierten de los altos precios que cobran por ir a cualquier lugar de interés turístico, incluso dentro de la misma ciudad como es el caso de la Plaza Durbar. Fuimos hasta allí con Jan que ya tenía experiencia de cómo colarse en estos lugares, y elegimos la calle donde no había taquilla; visitamos la antigua ciudad de reyes, donde eran coronados y desde donde se hacían todas las leyes; ahora ha quedado un recinto muy bonito repleto de templos hindúes del siglo XVII y XVIII, de una arquitectura muy diferente a los anteriores vistos en India a modo de torres escalonadas y varios tejadillos de madera superpuestos. Cada templo está dedicado a una deidad como de costumbre; la plaza principal está repleta de vacas alimentadas por los fieles que las consideran sagradas.
Aquí también se halla la famosa casa de Kumari donde habita una niña considerada diosa viviente; esta niña es elegida con una serie de estrictos requisitos y “reina” como diosa hasta el día en el que por algún motivo pierde gran cantidad de sangre; es decir, como mucho ostenta dicho poder hasta su primera menstruación, cuando será reemplazada por la siguiente niña.


Katmandú es un buen lugar para hacerse de visas pues la ciudad no es excesivamente grande; así pues visitamos los consulados de Pakistán y China para ir preparando nuestros siguientes meses de viaje. Debido a la ausencia de embajada española somos afortunados de que no nos exigen carta de recomendación alguna; la visa pakistaní fue facilísima de conseguir en un par de días por dos meses de duración y 30 US$ cada uno.

El día que recogimos la visa pakistaní, fuimos con Jay Ram a la gran stupa de Bodhnath; Jay Ram nos mostró una calle secundaria para volver a evitar los ticket de entrada, y allí encontramos de frente éste maravilloso y espiritual lugar que recordábamos ambos a la perfección. Comenzamos a girar alrededor por la base donde se encuentran los rodillos de rezar, y más tarde alrededor del segundo nivel, más cerca de la stupa; al mismo tiempo se escuchaba la pacifica música de las tiendas que repite una y otra vez el clásico mantra, OM-MA-NI-PAD-ME-HUM……


Las clases han terminado para María y Ashmita, ahora disfrutarán de un mes de vacaciones antes de comenzar el nuevo curso; para celebrarlo fuimos con ellas y Jay Ram a un parque de atracciones; por supuesto muy diferente al que podéis imaginar; de todas formas los niños disfrutan a lo grande con los atracciones, muchas de ellas movidas manualmente por los trabajadores.


Dejaremos Katmandú unos cuantos días para hacer una marcha por el Langtang, la cordillera que se extiende justo al norte de la ciudad, cerca de tierras tibetanas. Pero antes de irnos de la ciudad visitamos otro lugar muy especial que nos marcó mucho hace siete años y que lo recordábamos a la perfección, el templo budista de Swayambhunath, conocido localmente como “el templo de los monos” por la abundancia de este travieso animal.
El templo está ubicado en lo alto de una colina al oeste de Katmandú; caminamos por la parte trasera del mismo para poder colarnos disimuladamente entre la gente local; tras pasar el Buda sobre el agua donde la gente lanza monedas, accedimos al reciento de la stupa.