16 marzo 2008

NORTE DE ETIOPIA

Un minibús nos lleva los 150 km que distan de la frontera; la salida de Sudán fue muy rápida, pasamos unos tres controles y listo; cruzamos un puente de completa ausencia policial y pasamos a la aduana etíope; un caseto de adobe y paja, donde dimos el gran trabajo del día al hombre. Cuando vio la pila de cinco pasaportes se estresó, y nos dijo que nos sentaríamos pues llevaría su tiempo; fueron unos 40 minutos para colocar las cinco estampas. Luego “customs”, la revisión de equipajes la realizó un hombre que estaba apoyado en un árbol, en camiseta, y con cara de mascar mucho chat; pero según abrimos las mochilas nos hizo un gesto como: venga, venga, dejarlo….



Etiopia nos recibe con el cartel de “Feliz Milenio” pues acaban de entrar en el año 2000; aquí se rigen por el calendario juliano, 7 años y 8 meses por detrás del nuestro y que tiene 12 meses de 30 días y un mes extra que varía entre 5 o 6 días, dependiendo si es bisiesto o no. El amárico, su lengua, es totalmente indescifrable así que tendremos que estudiar… Para afirmar en amárico, es muy curioso, se ha de hacer una fuerte inspiración por la boca; algo así como nuestra expresión de “sorpresa”.



El cambio respecto a Sudán es abismal, en cultura, gente, precios mucho más económicos…Desde la frontera, Metema, cogimos un bus hasta la siguiente aldea para ir ganando tiempo pues las distancias en Etiopia no se miden en kilómetros, si no en días. Hasta Shehedi, (35km), fueron 2 horas de viaje en un autobús sobrecargado y con el traqueteo habitual, al cual ya nos hemos acostumbrado.
En Shehedi nos alojamos en un modesto hotel con habitaciones hechas de caña de bambú; en principio estuvo muy bien, y barato 15 birr cada uno (1€), pero por la noche no sabíamos que la afición de los monos era colgarse de los techos, de habitación en habitación.
Los niños nos acompañan desde que bajamos del bus, tratan de hacer como guías para sacarse una propina; y cuando se cansan, tenemos a otro grupo detrás.



Probamos las delicias del país en un restaurante donde sólo se servía injera con trozos de carne. La injera es un pan que se hace con harina de un cereal típico de aquí, no es que sea muy delicioso para comerlo solo.



Después de comer no puede faltar el café, una gran tradición en Etiopia; lo suelen preparar en el momento, tostándolo al fuego, moliéndolo a mano, delicioso… Suele ir acompañado de incienso y palomitas de maíz.



El aspecto que ofrece esta villa es bastante pobre, hay multitud de pequeños supermercados, donde tienen exactamente lo mismo, y la única comida son galletas; en el mercado vimos algo de fruta, pero muy escaso.



Esta misma noche al volver al hotel, una chica que había venido en el bus con nosotros, nos llamó muy misteriosamente; en la habitación encontramos a Toby, Stuart y otra gente mascando chat. El chat es una planta típica de aquí, una droga legal, el equivalente a la coca de Sudamérica; al mascarlo te produce un efecto de bienestar, pero también te quita el sueño, por eso probamos solamente un poco por esta vez.

No solamente el año es diferente aquí; oficialmente son dos horas más que en España, pero la gente usa su particular modo de medir el tiempo, el día empieza cuando amanece, así pues las 00:00 es cuando sale el sol. Esto hay que tenerlo muy en cuenta, pues el bus para Gonder sale a las 23:00, que son las 05:00 hora oficial. Una vez todo el mundo dentro del bus, se deben bajar todos los hombres para ser cacheados y subir de nuevo; una de las muchas cosas absurdas que ocurren en África…
El camino de 8 horas y media para los 200 km se hizo interminable; la parte buena es que subimos a cotas más altas (2.200 m.) y la temperatura se suaviza, dejando atrás los 40ºC de Sudán.



Gonder es un lugar muy bonito, quizá nos parezca así porque desde hacía unos 4 meses (desde Siria), no veíamos una ciudad rodeada de naturaleza y montañas.
Hemos descubierto que los hoteles económicos se encuentran alrededor de las estaciones de autobuses, por allí encontramos un zulo por 0,7€ cabeza; donde cada noche ponían en las puertas de las habitaciones un orinal y una botella de agua para el aseo personal.



Como acabamos de entrar al país quisimos comprar la tarjeta para el móvil y actualizar el blog; nos salió todo mal; el internet es tan lento y malo que no abría el blog, (luego nos enteraríamos que está censurado); y el tema de la tarjeta SIM es una cosa muy misteriosa, cuando preguntamos por ello, la gente nos miraba extrañados, nadie sabe cómo conseguirlo; y la gente que sí sabía, nos mandaban ir a un local, a una hora determinada, como si fuese algún tema para comprar droga. Lo único que pudimos sacar en claro, aunque suene extraño, es que el tema de venta de tarjetas en Etiopia se ha colapsado, solamente se pueden alquilar por un mes pagando un alto precio, además de la carga de dinero para telefonear. Descubrimos que hay posibilidad de adquirir una en el centro de telecomunicaciones por 400 birr (28 €), nuestro presupuesto total de 4 días, así que esperamos a llegar a la capital para informarnos mejor.

Hace tanto tiempo que viajamos por países islámicos, (7 meses); que al llegar a un país de mayoría cristiana, hemos notado un fuerte cambio en la gente, quizá una actitud algo más agresiva, también hay que tener en cuenta que el alcohol es legal, (en Sudán, el consumo de alcohol es castigado con 40 latigazos); ésta gente de escasos recursos al beber se les puede cruzar el cable y por la noche uno puede tener alguna mala experiencia.
De toda formas, nos han sorprendido los etíopes; veníamos preparados para avalanchas de gente pidiéndonos e incordiando, pero no ha sido así; los niños se acercan a hablar muy amistosamente y luego te piden algo, pero solo basta un, no, para que se vayan. Muchos hablan inglés, y tratamos de convencerlos que todos los extranjeros no son ricos, y hacerles cambiar la imagen que tienen del turista.

Paseamos por la ciudad, visitamos el monasterio… mientras hablamos con los habitantes, quienes nos paran continuamente a preguntarnos cosas. Y si uno se aleja de lo que puede ser el camino recorrido normalmente por el turista, metiéndose entre las humildes casas; se puede encontrar gente magnifica y muy peculiar, como ésta mujer con todo su cuello tatuado.


Hacer dedo en Etiopia lo hemos descartado, el tráfico de vehículos particulares es inexistente; pero no hay problema pues los buses son baratos, además de incómodos…
En Gonder nos despedimos nuevamente de Stuart y Toby, que marchan mas al norte, así que volvemos a viajar nosotros dos con Johann.
Desde que llegamos a Bahir Dar, tuvimos a alguien pegado a nosotros; simplemente siguiéndonos, otros que quieren hablar y otros que intentan sacar un extra.
Bahir Dar, es un lugar muy bonito y agradable para pasear, entre las palmeras y verde vegetación; está ubicado a orillas del Lago Tana, que da origen al Nilo Azul, dicho lago alberga diversas especies animales como hipopótamos o pelicanos.


Cerca de aquí están las cataratas del Nilo Azul, donde hicimos una pequeña marcha en las montañas para verlas desde lo alto.


Para regresar de las cataratas, usamos el mismo medio de transporte, uno de los destartalados autobuses locales; en esta foto hay un ejemplo de lo bien que funciona en este país el servicio público…


Fueron 4 horas para 30km, los asientos estaban desmontados, el techo era de okumen y alado del conductor había un niño taponando el depósito de combustible para que perdiese lo menos posible, por supuesto que no terminamos el trayecto con el mismo bus. El problema fue que los otros buses que pasaban estaban llenos y nadie nos quería llevar, ni siquiera arriba, así que nos subimos en uno de ellos por la fuerza, y a pesar de los gritos del conductor…no nos movimos hasta que nos llevó de vuelta a Bahir Dar.

Más de lo mismo en el horrible viaje que nos llevó hasta Lalibela, 10 horas de pistas de piedras hasta la villa de Guna, entre grandes montañas que superan los 4.000 metros de altitud. No entendimos el motivo por el que el chofer cambió la rueda durante el camino, pues tanto la que estaba colocada como la de repuesto, estaban destrozadas con todos los alambres fuera. De todas formas siempre es bonito parar en las villas remotas, donde la gente nos mira como si acabaríamos de aterrizar de otro planeta.


Al llegar a Guna, nos dijeron que igual venia un autobús para Lalibela…o… igual no venia. No tendremos más suerte en Etiopia como ese momento; un jeep de una ONG de ayuda a los niños pasó por allí y Johann lo paró, nos llevó hasta Lalibela gratis.
Venimos atravesando grandísimos valles, pero este último tramo hasta Lalibela, fue el paisaje más bonito que hemos visto en los últimos meses de sólo desierto y más desierto.

Lalibela es un lugar turístico dentro de lo que cabe, y los extranjeros tienen diferentes precios; pero nadie puede con tres viajeros “ultra-económicos”.
Lo mismo es para visitar las conocidas iglesias de Lalibela; a veces se pasan tanto con los precios que le cambia a uno la imagen del lugar; en un viaje de un mes se puede pagar, pero para nosotros un ticket de 15€ cada uno es mucho…
Enfadados, no nos quedó otra que buscar una forma más “económica” de visitarlo; pensamos en complicadas opciones de subir por la montaña…pero no hizo falta pues hay una puerta secundaria por donde entra todo el mundo de la villa, y los niños nos dijeron: por aquí, por aquí!! Así entramos sin pagar nada al recinto de todas las iglesias, pero nos quedaba lo más complicado, como verlas por dentro pues en cada puerta hay un guarda.
En la primera no tuvimos mucho éxito; entramos con un grupo de tres turistas, pero no coló…alegamos que los tickets los tenia nuestro guía; pero el tío se mosqueó y nos siguió hasta que nos alejamos del lugar.
En el grupo más importante de iglesias, nos colamos hasta dentro, yo dije que las entradas las traía mi mujer, y más tarde cuando llegó María, dijo que las tenía el guía; a los pocos minutos se escucharon gritos y un gran revuelo, teniendo que salir por patas, pero por lo menos lo vimos, aunque mucha parte de ello estaba en restauración; (15€ y en obras…)
Al escapar, lo hicimos por el otro grupo de iglesias, echándolas un vistazo rápido, pero el caminó nos llevó a una fosa sin salida donde tuvimos que esperar a que se calmase el ambiente, pues nos estaban buscando.
Las iglesias ortodoxas de Lalibela están escavadas en roca, pero lo más curioso es que el techo de ellas es el suelo donde pisamos; es decir, están excavadas hacia abajo. El lugar es muy sagrado para los etíopes, para entrar a los templos uno se ha de descalzar, y hay una zona prohibida para mujeres. El emplazamiento de todo el conjunto es todo naturaleza, muy muy bonito.


Desde aquí hasta Addis Abeba son 2 días de viaje en autobús, el primer tramo es hasta Desi, donde hacemos noche; por el camino paramos en una villa a comer injera, poco a poco nos vamos acostumbrando a la comida local; lo más sorprendente fue ver a los niños comiéndose los restos que dejamos justo al levantarnos de la mesa.
El chofer del autobús es el autentico “Fernando Alonso etíope” nos puso los pelos de punta más de una vez, conduciendo a toda velocidad por las estrechas carreteras con grandes acantilados, y adelantando en curvas sin visibilidad.


Antes de llegar a Addis Abeba, un control militar cargado de kalasnikov, nos mandó bajar del bus para registrarnos a todos, pero todo muy tranquilo y relajado, no como Sudán, que estaban siempre con el pasaporte para todos lados.

Lo primero contactamos con el miembro de HC, Habtemu; y nos llevó a la humilde casa donde vive con su abuela y prima. Viven prácticamente junto con los vecinos, con quienes comparten el baño. Con ésta familia vimos todo el proceso de preparación de la injera, que está mucho más buena que la de los bares, y en una familia etíope tampoco puede faltar la importante ceremonia del café.

Como venimos haciendo en todas las capitales, lo que menos nos gusta, visados; ésta vez visitamos la embajada de Djibouti; si hacemos aquí el visado necesitamos carta de recomendación, si lo hacemos en Dire Dawa, no hace falta, además que lo podemos hacer unos días antes de ir al país, pues es uno de nuestros últimos destinos en Etiopia.
Otra cosa absurda es el coste, son 30 US$ o 25€; pero quién va a pagar en euros… cuando 25€ = 40 US$...

Gracias a Habtemu y Michael (otro chico del club), vimos un poco la vida nocturna que se mueve en Addis Abeba, y nos dejó realmente impresionados; aquí la mujer no se corta nada, y los hombres lo tienen muy fácil; también hay mucha prostitución y muuuucho SIDA; la gente bromea con un dicho popular: “A partir de las 9:00pm no hay VIH” Solo es un dicho, pero tristemente aún queda gente que lo cree realmente…

También fue muy curioso cuando fuimos a buscar a Johann al aeropuerto, (el se quedó en Lalibela, y voló a Addis Abeba), juntos buscamos un hotel para él. La mayoría de los hoteles tenían una tarifa para pasar la noche, y un extra más, para todo el día; ya que suelen ser usados para ir con prostitutas y pasar sólo unas horas.

La capital etíope es tranquila comparada con las ultimas capitales que hemos visitado de Africa; con muchos parques, naturaleza, todo verde. Como interés turístico, solamente algunas iglesias poco impresionantes; lo más interesante es ver a la gente súper-devota, quienes se descalzan a entrar a la iglesia, las mujeres se cubren el pelo y hay zonas diferenciadas para ambos sexos; más que cristianos ortodoxos, parecen musulmanes…
Durante este tiempo están festejando la cuaresma, algo muy sagrado y estricto; la mayoría de la gente lo respeta sin comer carne ni ningún producto que derive de los animales, es decir ni siquiera leche, o huevos…


El museo etnográfico es muy bueno, y al igual que en Sudán nos sirve de estimulante para preparar el viaje hacia las tribus del sur.

Etiopia es el único país de África que jamás fue colonizado, tan sólo fue ocupado por Italia durante 6 años (1935-1941), la herencia de dicha ocupación dio nombre al corazón de la ciudad, Piazza. También el mercado abierto más grande de África, lleva nombre italiano, Merkato; un lugar que la definición enorme, se queda muy corta; y un buen lugar para carteristas, muy abundantes en la ciudad. En general Addis Abeba es seguro, pero si te pueden echar mano…la echan y lo sabemos por experiencia propia.


La estancia en Sudán nos dejó los bolsillos temblando; al no existir conexión con bancos internacionales, tuvimos que tirar de nuestros euros y dólares en metálico, igualmente en todo el norte etíope. En la capital solo se puede sacar de cajero automático en grandes hoteles como Seraton o Hilton; pero el problema está en conseguir dólares o euros, pues solo cambian si se posee un billete de avión, y hasta un tope de 150 US$; así que usamos a Johann para conseguirnos unos dólares; pero para obtener más, tendremos que buscarnos la vida preguntando a algún turista por el sur u otras opciones no legales.

1 comentario:

  1. excelente cronica, os sigo con la frecuencia necesaria para tenerme actualizado, os deseo muchisima suerte en las proximas etapas de vuestro magnifico viaje.
    un saludo desde la tierruca...
    Sergio

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