02 septiembre 2009

SHANGHAI

Shanghai, que significa “junto al mar”, es una enorme metrópoli de 15 millones de habitantes, una de las mayores de China y del mundo entero. Es una de esas ciudades que nuca muere, con multitud de comercios de 24 horas, tráfico incesable por sus arterias que cruzan la ciudad en diferentes niveles, (hemos visto hasta 5 carreteras una sobre otra); la siempre viva calle Nanjing donde se hallan muchos de los comercios de alta clase; y una infinidad de cosas que ni siquiera hemos podido palpar en los cinco días que hemos pasado aquí.

Al llegar desde Putuoshan en el barco ya se comienzan a ver construcciones extravagantes como un puente para la circulación de vehículos que conecta con una isla y se adentra unos 35km en el mar.

Nuestra primera parada en Shanghai es cerca del río que atraviesa la ciudad, el Huangpu; justo donde se está construyendo un gran complejo para la celebración de la próxima “Expo 2010”, aquí mismo en Shanghai. Por todas partes se ven carteles, anuncios, pero el autentico protagonista es Haibao, su mascota a la que veremos en cada rincón de la ciudad.


El corazón de Shanghai es la plaza de Renmin, o Plaza del Pueblo, un grandísimo parque arbolado; para llegar, es muy fácil moverse con el metro, además de curioso, porque normalmente los metros en las ciudades tienen unas simples bocacalles, pero aquí cada entrada de metro es un centro comercial subterráneo.


Desde aquí se accede muy rápido caminando hasta el lugar emblemático de Shanghai, El Bund; un lugar que deseaba observar con tranquilidad y todo entero pero que no pudo ser pues por culpa de la “Expo 2010” todo, TODO Shanghai está en obras.

El Bund es un paseo a orillas del río Huangpu, justo enfrente de Pudong en su parte saliente formada por la curva del río.
Todo su elegante paseo está formado por edificios clásicos que afortunadamente han resistido a la revolución de la reconstrucción mobiliaria que vive China en los últimos años. Desde aquí sólo podemos ver la mitad de arriba de los rascacielos de Pudong, debido a las vallas enormes de las obras, y está totalmente prohibido acercarse al río. Debido a esto usamos como excusa que debíamos ir a nuestro consulado, el cual se encuentra en uno de los edificios de El Bund, y subimos varias plantas en el viejo edificio hasta encontrar una ventana en una habitación donde nos colamos, y pudimos observar Pudong en su totalidad, así hasta que nos pillaron y nos echaron…
Otros edificios con restaurante y cafetería con vistas están en remodelación, así que no podemos hacer más que ir al extremo del paseo hasta un puente con algo de vistas del otro lado.


La zona de mayor encanto para nosotros de Shanghai es la ciudad vieja; llegamos aquí de casualidad en lo que buscábamos un templo dedicado a Confucio que nunca pudimos visitar porque estaba cerrado; la ciudad vieja es lo último que queda de la autentica urbe, un entresijo de callejuelas muy estrechas con sus habitantes descansando afuera; normalmente la gente más mayor se sienta en sillas en la calle, los hombres sin camiseta y en pantalón corto, y todos llevan abanicos de mimbre que no paran de moverse para aliviar las altísimas temperaturas de Shanghai que combinadas con la humedad, hacen a uno sudar de continuo. Curiosa la costumbre de usar todos los tendidos eléctricos como tendales para colgar la ropa.


En el mercadillo se vendían todo tipo de cosas; tortugas para cocinar, mariscos, pescado, ranas, unas serpientes pequeñas, y otras más grandes de agua.


En la entrada de la vieja ciudad, hay un complejo rehabilitado para el turismo, con edificios tradicionales reformados; es bonito pero sin el encanto del otro lugar. Aquí se tiene acceso a restaurantes, comercios, espectáculos improvisados, y por primera vez aparecen los vendedores de falsificaciones chinas; la verdad es que son un poco pesados, si te quedas quieto en la calle te avasallan para que les compres un Rolex, móviles, mp3…
Para que se vea el extremo del regateo y de la calidad que pueden tener estos productos, voy a contar un caso mío donde pregunté por curiosidad por un “pen-drive” de 64 Gigas. La chica me pidió 30€, pero como yo no estaba interesado me marchaba; ella sola fue bajando su precio hasta el límite de 5€, y porque no lo quise, si no, podría haberlo bajado más de precio; pero su bajo coste me hizo dudar mucho de su calidad y no lo cogí.


El otro lado del río de Shanghai se llama Pudong, para acceder a él, lo hicimos utilizando la línea de metro que cruza el río por debajo, hasta justo enfrente de la “Torre Perla de Oriente”, la torre de televisión.


Desde aquí caminamos al río donde ésta vez sí pudimos transitar por un paseo con vistas a El Bund, y los grandes rascacielos de Pudong detrás nuestro.


Entre gigantes bloques de cemento y hierro llegamos hasta unos de los edificios más altos de China, la Torre Jinmao de 420,5 metros de altitud, y el edificio Mundial de Finanzas de 90 pisos y 460 metros de altitud.


La Torre Jinmao se puede visitar, así que subimos hasta su último piso, el número 88, en un ascensor que tardó 34 segundos; lo hicimos justo al atardecer, todo un acierto pues vimos la ciudad de día y de noche. Shanghai es mucho más impresionante de noche con todas las luces encendidas; es una sensación increíble encontrarse a semejante altitud con una ciudad como ésta a los pies; los rascacielos se pierden en el horizonte, en algunos de los edificios de El Bund se iluminan números de teléfono en gigante, anuncios de publicidad…
Desde aquí arriba se ve muy cerca el otro edificio de 460 metros y la torre de televisión; en el centro de la Torre Jinmao, hay una cristalera desde donde se ve toda la caída vertical hasta el hall de entrada del edificio, una vista no apta para gente con vértigo.


Otro de los emblemáticos lugares de Shanghai, es la calle Nanjing; completamente iluminada en la noche por cientos de carteles escritos en chino; y como antes escribía, lugar donde encontrar comercios, restaurantes y también vicio, si uno se despista un poco ya le están ofreciendo sexo barato o drogas, tan peligrosas en China…


Y para terminar Shanghai, uno de los últimos días nos encontramos con Ben, un chico estadounidense que conocimos en Turpan, Xinjiang. Este chico es un tío muy majo, quien llegó con su novia, china, llamada Lana y que fue igualmente encantadora.
Nos contaron muchas cosas que nos hicieron entender más la cultura china, y nuevas leyes que desconocíamos; como la de poder tener dos hijos, en caso que el matrimonio sean ambos hijos únicos; de no ser así, ya es bien sabido que en China está prohibido tener más de un hijo.
Los tifones de baja fuerza azotan la ciudad de continuo, y el clima sigue siendo húmedo, caluroso y con con una neblina condensada en el ambiente; cada día llueve por la tarde y desgraciadamente mi padre, Jose, tuvo una fuerte caída rompiendose una costilla; lo cual no le ha impedido seguir camino con nosotros a donde será el último destino de mis padres antes de volver a España.

1 comentario:

  1. Espero que tu padre se encuentre bien. ya sabemos de donde sacasteis el espiritu aventurero jejeje.
    No sabes como me alegra que esteis bien los 4, se nota hasta en los comentarios del blog.
    sigo atenta la información metereologica de esa zona, por si acaso;)ojala siga esa buena racha.
    un besote enorme para los 4 y pasadlo bien!!!!

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