08 septiembre 2010

JAVA

Siguiendo un rápido ritmo para aprovechar los dos meses de visa, decidimos dar un buen salto y salir volando de Sumatra para seguir viaje en la isla de Java.

Desde Bukittinggi fuimos en un bus a toda velocidad esquivando vehículos que venían de frente y echando a las motos y peatones fuera de la carretera; así hasta el aeropuerto de Padang donde volamos con Lion Air por 28€ hasta la capital de Indonesia, Jakarta.

La isla de Java es el centro económico del país, aquí se concentran las ciudades más grandes y las industrias; el 60% de la población indonesia (124 millones de habitantes) se aglomeran en esta isla del tamaño de una cuarta parte de España; haciendo de ella la isla más poblada del mundo dentro del país que ostenta el puesto cuarto en el ranking de países más poblados de la Tierra.

Jakarta no deja de ser una de esas grandes ciudades superpobladas también, alrededor de 12 millones de almas se agrupan en un caos y polución constante; desde el aeropuerto nos las arreglamos como siempre para llegar en bus y caminando hasta el área de pensiones baratas. Al ser la capital del país esperábamos encontrar una zona con muchas guesthouse donde elegir, con competencia entre ellas y buenos precios, pero fue una gran sorpresa cuando encontramos tan sólo 3 guesthouse, que eran las más baratas, (entre 6 y 7€), y las tres eran terribles, auténticos zulos demasiado caros para lo que eran. Elegimos en el que pudimos regatear más y decidimos pasar en Jakarta el mínimo tiempo posible.

Al día siguiente de llegar nos pusimos a hacer todo lo que teníamos pendiente y conocer un poco la ciudad.
Entre ello, era el tema de solicitar una autorización para cruzar a Timor Leste por tierra, nueva ley impuesta en abril de este año y que de no habernos enterado hubiese sido una gran sorpresa… Pero la embajada de Timor Leste en Jakarta aparte de no estar capacitada para aplicar visas, ni siquiera puede conceder este tipo de cartas para que nos den la visa en frontera. Para conseguirla, debemos solicitarla por internet y hacer una serie de envíos de papeles para supuestamente recibir la carta; ya veremos que ocurre…

Al ser una ciudad tan grande Jakarta, da mucha pereza tener que ir a comprar un ticket de autobús a una de las estaciones que están a 10km o más del centro, por eso preguntamos en una agencia en la calle turística por el precio de un autobús a Wonosobo en Java Central; éstos nos pusieron la excusa del Ramadán para inflarnos el precio hasta las 300.000 Rupiah. Como en Sumatra habíamos dicho una vez y no más a intermediarios; nos fuimos a la estación de autobús donde el mismo autobús, a la misma hora y todo igual, cuesta 65.000 Rupiah.

El lugar más emblemático en Jakarta es el Lapang Merdeka (Plaza de la Libertad), donde en el centro hay un monumento de 132 metros de altura y todo alrededor jardines muy bien cuidados.



Mientras se acerca la hora de fin del ayuno musulmán en estas fechas de Ramadán, el caos en las calles se multiplica y multiplica haciéndose insoportable, ruidoso… las motos comienzan a rodar por las aceras para avanzar más y nosotros como peatones debemos esquivarlas.


Algo bueno de Jakarta es la compañía de bus llamada “Transjakarta”, son una serie de líneas de autobús que trabajan a modo de línea de metro con rutas y paradas fijas. Así nos fuimos el último día al área de Kota, el lugar “más turístico” de Jakarta; aquí definitivamente nos dimos cuenta del poco encanto que tiene esta ciudad; en el barrio de Kota aún se pueden ver viejas casas coloniales de los holandeses, pero aparte de eso, todo el camino hasta el puerto es junto a un canal corrompido de un fuerte olor, casas medio derruidas y otras que están siendo desmanteladas o con gente viviendo en condiciones ínfimas. Nunca logramos ver el puerto, tan sólo un sucio área de aguas negras; la verdad es que tampoco nos dimos más tiempo para ver si había algo que realmente mereciese la pena en Jakarta; ese mismo día abandonamos la ciudad en un bus nocturno con destino a Wonosobo.



Tuvimos que esperar varias horas en la estación y dentro del bus antes de partir a Wonosobo; durante este tiempo, posiblemente más de 50 vendedores subieron al autobús y la mayoría nos preguntaban nuestra nacionalidad, respondiendo cada uno con el nombre de algún jugador de futbol de la Selección.
Tardamos más de dos horas solamente para salir de Jakarta; durante ese tiempo terminó el ayuno del día y pusieron un video en el autobús para hacérselo saber a la gente, momento en el que todo el mundo empezó a tomar agua y comer sin parar.

Java se divide en tres partes, Java occidental, Central y Oriental; Wonosobo está en Java Central, y es la “puerta de entrada” para subir al Altiplano de Dieng, donde se erigieron los primeros lugares de culto hindú de la isla alrededor del siglo VIII.
Como llegamos aún de noche a Wonosobo, tomamos un té en un puesto local y esperamos el primer bus que sube a Dieng; mientras ascendíamos con dicho bus comenzaba el cielo a clarear y un nuevo día amanecía espectacularmente con las vistas del Volcán Sundoro (3.136 metros) frente a nosotros; suerte también que esa misma mañana habían terminado de arreglar un puente sobre un acantilado, siendo de los primeros en pasar por él, afortunadamente resistió.

La pequeña villa de Dieng está a 2.093 metros de altitud, completamente llena de “Homestay” para los poquísimos extranjeros que rondamos por allí. El lugar es muy bonito, la gente es muy simpática; y a la altitud que nos encontramos, la temperatura, más que buena, es un poco fría para nosotros que ya nos estamos acostumbrando a vivir con temperaturas tropicales.

El Altiplano de Dieng está asentado en una caldera volcánica formada tras la explosión de un antiguo volcán; tras dicha explosión se formó un lago (al igual que Toba en Sumatra) y luego éste se secó. El subsuelo de Dieng sigue siendo muy activo, con varios volcanes, y multitud de de cráteres de los que emanan fumarolas sulfúricas y otros gases venenosos.

En la guesthouse que nos alojamos nos dieron información muy buena y nos hicieron un croquis del área; siguiendo sus consejos visitamos el pueblo de Batur donde coincidía el mercado rotatorio del Altiplano y nos encantó el lugar; se ve que no muchos extranjeros pasan por aquí y la gente se sorprendía al vernos, nos llamaban y nos observaban, pero lo mejor es que fueron muy simpáticos, muchos aceptando fotos sin problemas, aunque las mujeres (como país islámico) es más complicado.



Pasamos el día en los alrededores de Batur; yendo de camino al Cráter Candradimuka a varios kilómetros, pasamos por algunas villas donde la mayoría de la gente salía a saludarnos, y nosotros encantados haciéndonos fotos con ellos.



El lugar es muy bonito, todas las montañas están “talladas” formando terrazas donde cultivan repollos y sobre todo patatas, desgraciadamente el clima es bastante inestable y no ayudó mucho.

El cráter Cadradimuka consiste en varios focos de agua y barro hirviendo junto a otras fisuras de las que salen gases sulfurosos; cuando el humo nos rodea el olor es insoportable.


Cerca del cráter pasamos por el Lago Dringo, donde pescadores y niños intentaban hacerse con alguna minúscula presa.



Lo mejor en éste primer día sin duda es la gente que nos hemos encontrado en el camino, no nos sentíamos así desde Birmania.



Otro de los días fuimos a los lagos Warna y Pangilon; Warna tiene unos colores muy especiales dependiendo del ángulo por donde se mire. Este día nos hizo tan bueno que decidimos improvisar y nos empezamos a colar entre las terrazas, subir, bajar…mientras los aldeanos no salían de su asombro al ver dos extranjeros por allí perdidos; la verdad es que fue un acierto, logramos ver más o menos bien la cumbre del volcán Sundoro y un espectacular paisaje de terrazas en las montañas.



Aunque Dieng también es famoso por sus ruinas de templos hindús, no nos centramos mucho en ellas, ya que eran bastante “ruinas” en comparación con otras que hemos visto, y otras que veremos; tan sólo pasamos por el reconstruido Templo de Bima.


Otro de los lugares espectaculares del Altiplano es el Cráter de Sikidang, situado en un terreno seco, de curiosas formaciones y colores, con el barro en ebullición y molestas fumarolas sulfurosas. Cada agujero que encontramos emite sonidos burbujeantes y altas temperaturas.



Antes de irnos de Dieng, preguntamos todos los precios al chico de la guesthouse de los autobuses públicos que tenemos que tomar hasta nuestro siguiente destino, ya que Indonesia es uno de los países donde más tenemos que pelear por pagar lo mismo que la gente local, prácticamente siempre nos quieren timar.
Para llegar a Borobodur desde Dieng se tarda 2 horas y media en bus turístico; nosotros tuvimos que tomar hasta 4 autobuses y tardamos más de 5 horas.

Borobodur es sin duda uno de los destinos más turísticos de Indonesia, al día siguiente de llegar nos daríamos cuenta que con mucha razón lo es.
Al llegar nos pusimos a buscar donde dormir y no vimos más que cuartos cochambrosos y caros para lo que ofrecen; decidimos ir hasta uno que nos habían recomendado a un kilometro y justo cuando llegábamos casi nos entró la risa ya que tenía el aspecto de un resort, con el restaurante montado y todo perfecto. Ya que estábamos preguntamos y resulta que tenían dormitorio por 23.000 cada uno (2€); nos mostraron el dormitorio que resultó ser de dos camas, es decir, una habitación doble; tuvimos que volver a recepción para preguntar el precio porque creíamos que se había confundido el hombre, pero no… creo que encontramos el cuarto más barato del pueblo y además en un hotel ¡de lujo!


Borobodur es una de esas antiguas ruinas muy especiales en las que aún se palpa la actividad del pasado; fue construido entre el 750 y el 850, pero se desconoce mucho de los motivos. El templo es budista, y en sus relieves se narran las historias del príncipe Siddhartha, antes y después de convertirse en Buda.
El templo fue abandonado muy pronto y debido a una explosión del cercano volcán Merapi, éste quedó enterrado largos años bajo sus cenizas; así hasta que fue descubierto por los colonos europeos que lo desenterraron y reconstruyeron.

El ticket de entrada es un poco caro, 15US$, pero gracias a nuestras tarjetas de estudiante internacional, pagamos tan sólo 8US$.
Aunque esta muy reconstruido, Borobodur es muy especial, su base es un cuadrado de 118 metros de lado y tiene cuatro cuadrados concéntricos más, llenos de murales y Budas en diferentes posiciones.



Más arriba hay otras tres alturas, esta vez circulares y en todas ellas hay stupas de piedra muy diferentes a cualquiera que hayamos visto, pues éstas tienen agujeros en forma de rombos, y dentro de cada una de ellas hay un Buda de piedra. El monumento esta culminado por una gran stupa central de piedra.



Mucha gente local se acerca para hacerse fotos con nosotros, sobre todo chicas que están estudiando inglés y quieren también practicar el idioma. Incluso nos pidió fotos una familia de Papúa, la parte más orientan de Indonesia.



Borobodur está muy cerca del corazón de Java, la ciudad más cosmopolita, con muchísima vida en la calle, y con mayor encanto que Jakarta, Yogyakarta.
Aquí nos alojamos en el área de Sosrowijayan, un laberinto de estrechas callejuelas llenas de guesthouse donde estuvimos varios días con una familia.
Nos hemos dado cuenta que en ciudades grandes la gente respeta menos el ayuno del Ramadán, pero especialmente aquí en Yogyakarta vimos muchas personas comiendo en la calle por el día, incluso mujeres musulmanas con el pelo cubierto; no es tan estricto como otros lugares que vimos en Sumatra, por ejemplo en Bukittinggi, donde era casi imposible encontrar comida durante el día.

Yogyakarta fue uno de los pocos lugares que nunca fueron conquistados por los holandeses; actualmente es una administración especial, un Sultanato con líderes que han ido pasando de generación en generación. El “kraton”, (Palacio del Sultán) es uno de los lugares que se pueden visitar en Yogyakarta, aunque al no poder ver la mayor parte de él, no tiene mucho de especial.



Otros lugares de Yogyakarta, como el palacio del agua fueron destruidos por el terremoto del 26 de Mayo de 2006 de 6,2 grados que los habitantes de Yogyakarta nunca olvidarán; un total de 6.000 muertos, 3.000 de ellos en la ciudad, y 200.000 personas sin hogar fueron las cifras devastadoras de aquel día.
Una semana antes de llegar nosotros un terremoto de 5 grados sacudió la ciudad creando el pánico en los habitantes que recordaban aquel fatídico día pero afortunadamente nada ocurrió.

En vista que no iremos a la isla de Komodo (entre Sumbawa y Flores) para ver los famosos Dragones, debido a su excesivo precio; nos fuimos un día al Zoo de Yogyakarta.
A parte de ver orangutanes, elefantes, cocodrilos y otros animales, disfrutamos viendo a los lagartos más grandes del mundo, el Dragón de Komodo, con la apariencia de un pequeño dinosaurio.



Otra de las grandes obras arquitectónicas del pasado es Prambanan, un conjunto de templos hindús, donde en el grupo principal destaca el templo de Siva con el templo de su vehículo (Nandi) enfrente, y lo mismo con el templo de Brahma y de Visnu.
Aunque el lugar es bonito, no nos impresionó tanto como Borobodur, ya que hemos visto lugares similares pero más impresionantes como el caso de Angkor Wat en Camboya.
También es una gran pena que todos los templos fueron muy dañados por el terremoto de 2006, y aún todavía se están restaurando, no pudiendo acceder a parte de ellos.



Una de las cosas tradicionales de Yogyakarta son las marionetas javanesas; dentro del arte de las marionetas, se cree que Java pueda ser uno de los orígenes históricos de estos muñecos. En la parte occidental de Java, las marionetas son de madera y se las maneja introduciendo la mano por dentro del muñeco y moviendo sus articulados brazos con dos varillas pegadas a las manos. Pero las de Yogyakarta son especiales, se las llama marionetas de sombra, están fabricadas con la piel de búfalo, son planas y con tan solo un brazo o los dos articulados e igualmente manejados por varillas. Los personajes de las marionetas suelen ser de la mitología hindú, representando a Krisna, Rama, Sitta, Ganesh, Hanuman… los cuales son labrados a todo detalle y pintados con llamativos colores.
Igualmente en los espectáculos de marionetas, las historias relatadas son hindúes; en nuestro último día en Yogyakarta fuimos a ver una actuación observando tanto a los músicos como al artista manejar las marionetas y el autentico espectáculo que es observarlo tras un telón donde se ve moverse a las sombras de dichas marionetas.



En los últimos días nos han hecho un par de entrevistas para dos web, aquí ponemos los enlaces:

Entrevista "101 viajes"

Entrevista "por viajeros"

2 comentarios:

  1. Con razón decís que viajar es la mejor universidad del mundo, lo de las marionetas lo estudié yo en literatura infantil Java es uno de los más antiguos pero el más antiguo es el viduchaka un muñeco indio.

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  2. La del comentario del viduchaka soy yo jeje

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