29 octubre 2011

PLASENCIA, LA VERA Y MONFRAGÜE

Habían pasado siete meses del regreso a España, y ansiosos por viajar, utilizamos con gran gusto la excusa del “Viaje de recién casados” para marcharnos de nuevo.
Esta vez no fue lejos, ni mucho tiempo; sin llegar a traspasar las fronteras nacionales; excepto en una ocasión, (Gibraltar); pasamos un mes viajando por territorio nacional.

Mientras viajábamos por el mundo, mucha gente nos aseguraba que nuestro país era muy bonito e interesante: castillos, montañas, parques naturales… bares abiertos hasta tarde, mucha fiesta, alegría, tapas, etc… Con cierto reparo, nosotros afirmábamos con un: “Ah, sí???”
Obviamente conocíamos España, y no tan poco como parece, la verdad; pero si es cierto que nuestras botas y mochilas apenas habían sobrepasado la latitud de Madrid en dirección sur.
Mientras mucha gente trata de salir del país, y a ser posible lo más lejos en su Luna de Miel; nosotros nos fuimos a conocer España, y concretamente el sur, que es lo más lejos que nos queda de Cantabria.
También es cierto, que este viaje no sería de la misma manera que el anterior, aunque sí había mochila y botas, esta aventura sería con coche y con un presupuesto bastante superior al de los 5€ al día, pero al fin y al cabo, una Luna de Miel es para darse caprichos y comodidades. Después de viajar baratísimo al límite, tampoco es que quisiéramos ahora batir el record de “viajar lo más caro posible” pero sí un poco más confortable.

El recorrido aproximado que hicimos fue el siguiente, y a lo largo de las próximas semanas iré actualizando las diferentes partes que visitamos.


Habían pasado 3 horas conduciendo, y Valladolid quedaba atrás; con tan poco tiempo en carretera no hizo falta preguntarnos entre nosotros si teníamos la misma sensación… efectivamente ambos lo percibimos; tras 7 meses en Cantabria, al salir de nuevo de viaje, parecía que nuestro gran periplo de cuatro años continuaba sin parar; sensación que se acentuó con el paso de los días y que duró hasta que regresamos a Cantabria.
Con la ilusión que siempre se tiene al inicio del viaje, continuamos en dirección sur para pasar Salamanca y llegar a una de las comunidades que queríamos explorar, Extremadura.

Este primer día llegamos a la ciudad amurallada de Plasencia en el norte de Extremadura, provincia de Cáceres; y ésta vez no fue buscar donde dormir en la calle, o hacer “Couchsurfing”; fue bastante más fácil pues un primo de María vive allí; y él, Javi, nos alojó con mucho gusto.

Javi y su novia Rocío, nos enseñaron rápidamente Plasencia antes de que cayera la noche, y nos contaron a grandes rasgos un poco la vida de Plasencia, una ciudad con mucha vida debido a las universidades.
Paseamos por las estrechas calles empedradas del casco viejo, mientras Javi y Rocío nos mostraban los lugares más emblemáticos de Plasencia como el Parador Nacional, que a pesar de ser hotel pudimos visitar por dentro; la Catedral Nueva, la Plaza Mayor…



Alfonso VIII de Castilla denominó la ciudad como “ciudad del deleite o del placer”, (de ahí Plasencia), cuando la tomó de los árabes durante la Reconquista; y así mismo nos lo tomamos nosotros, disfrutando de Plasencia y su ambiente universitario, al máximo.
Para empezar, descubrimos uno de esos grandes tesoros que guarda el sur de la Península Ibérica: “Las Tapas”

En algunos puntos de España las tapas son como pequeñas raciones que se han de abonar; pero en otras muchas partes y especialmente en el sur, “La Tapa” es una porción de comida gratuita que se otorga junto a la consumición pedida. Para nosotros es de gran sorpresa pues la tapa de Cantabria no pasa de un pequeño trozo de pan con una loncha de chorizo, si es que tienes suerte de que te caiga una tapa… Así pues estuvimos un rato conmocionados: Caña de cerveza entre 1€ y 1,2€ incluyendo una tapa a elegir entre 20 diferentes y entre las cuales podías encontrar “huevo de codorniz con chorizo y pimientos”, además de otras tapas de gran consistencia. El dicho que tantas veces habíamos escuchado: “entre caña y caña, con las tapas, ¡ya vas comido!”; se hacía completamente realidad.


Con la fecha de “Halloween” a la vuelta de la esquina, me vino a la mente el recuerdo de niño, cuando la fiesta de Halloween era algo que sólo ocurría en Estados Unidos; noches de zombis, “truco o trato”… curiosamente años más tarde España fue adoptando la fiesta, y como país afamado por sus fiestas, la acogió muy bien. Pero la sorpresa me llegó hace un par de meses cuando los estantes de los supermercados se llenaban de artilugios y disfraces especiales para Halloween, y la pregunta que me surge una y otra vez tras los cuatro años viajando volvía a mi cabeza; ¿pero de verdad es necesario tanto consumo?

A pesar de ser aún 27 de Octubre, Plasencia como buena ciudad de universidades se prepara para la fiesta de Halloween cinco días antes; y junto a Javi y Rocío nos fuimos de fiesta a la “La facultad”, un popular pub de Plasencia.

Plasencia se asienta en el Valle de Jerte y prácticamente paralelos están al norte, el Valle de Ambroz, y al sur, el Valle de La Vera, lindando éste al sur con el Rio Tiétar.
Nos decantamos por La Vera, en busca de pueblos pequeños y solitarios que se asientan en un terreno fértil y montañoso; y digo esto porque aún me pregunto por qué pensábamos que Extremadura o Andalucía era plano y seco; por fortuna nos iríamos dando cuenta de lo equivocados que estábamos, de todas formas no éramos los únicos en el Norte que pensábamos así.
Entre los pueblos que visitamos están Pasarón de la Vera, Garganta la Olla, o Cuacos de Yuste situados en las estribaciones de la Sierra de Gredos.



En Cuacos de Yuste se haya el Monasterio de Yuste de gran importancia para la historia del país, por ser el lugar de retiro del Rey Carlos I de España en 1.557.
En sus últimos años de vida, Carlos I ordenó la construcción de éste monasterio, momento en el que el rey abdicó dejando el imperio a su hermano Fernando y su hijo Felipe II.
Carlos tampoco perdió el tiempo, llevándose consigo a su maestro cervecero, quien recuperó la forma tradicional de hacer cerveza, llegando incluso hasta nuestros días con el nombre de la conocida “Legado de Yuste”



Pasamos la noche en un camping que encontramos en Jarandilla de la Vera; salimos de Cantabria bastante motivados con la tienda de campaña, pero sin tener en cuenta que se aproximaba nuestro primer invierno en cuatro años, y en estas fechas en La Vera la temperatura de noche caía a unos 4 o 5 grados centígrados. Con el frio que pasamos nos replanteamos un poco el tipo de alojamientos que iríamos cogiendo a lo largo del viaje…

Cerca de Plasencia y de La Vera, está el interesante Parque Nacional de Monfragüe, además del bonito enclave en la confluencia del Río Tajo y el Tiétar, es un paraíso para observar curiosas aves protegidas. La más importante de ellas es el Buitre Negro; aquí, en Monfragüe se halla la concentración más grande de Europa de éste ave rapaz. A parte de los Buitres Negros, también están los Buitres Leonados, los Cuervos Negros o los Águilas Imperiales Españoles.


Accedimos al parque desde la entrada este, pasando junto a plantaciones de tabaco; y el primer punto que paramos fue el Collado las Cansinas desde donde avistamos las buitreras en las rocas, al otro lado del Tiétar. Más adelante una impresionante vista de un meandro del mismo río.



Pasando el Salto de Torrejón (presa del Tiétar) avistamos más buitreras y ciervos junto al río, pero lo más alucinante era ver los buitres sobrevolando por encima nuestro con la tremenda envergadura que tienen.



Uno de los lugares que mas impresionan en el Parque, es “El Salto del Gitano”, un mirador sobre el Tajo con la Peña Falcon delante y más buitreras en ella.

La leyenda cuenta que un gitano muy bravo habitaba estas tierras, quien se dedicaba a asaltar a los transeúntes que pasaban por la zona, por entonces una vía de comunicación muy importante entre Plasencia y Trujillo. Durante uno de sus asaltos, aparecieron dos guardias civiles de la época, con el tricornio; el gitano se dio a la fuga y al terminar la sierra y llegar al Tajo éste dio un salto imposible hasta el otro lado, concretamente hasta la cumbre de la Peña Falcon.
Una roca con forma de cara con un tricornio, observa la Peña desde el otro lado, simulando al guardia civil asombrado ante el “Salto del Gitano”




Donde se supone que el gitano se dio a la fuga, ahora hay un castillo en ruinas de la época árabe, del siglo IX, al que accedimos caminando. Desde la parte de arriba las vistas de Monfragüe son alucinantes divisando los diferentes afluentes y meandros del Tajo, el cual se pierde en el horizonte en su camino al Océano Atlántico.
Junto al castillo ahora se halla una ermita con la imagen de una virgen que se dice fue traída de Palestina durante Las Cruzadas.

2 comentarios:

  1. http://cosasdelautocaravanismo.blogspot.com/6 de diciembre de 2011, 0:03:00 CET

    Qué bueno muchachos otra vez en la ruta, nos alegra volveros a leer, pero sobre todo saber que salís del corto letargo y aunque sea en viaje de bodas otra vez os lanzáis por ahí a la aventura.

    Ya veo que por lo que contáis, que a vosotros lo que os hace falta, aparte de otras cosas, es una buena autocaravana para darle marcha por ahí ja,ja,ja,ja.

    Bueno....desde Canarias tambien practicando las botas y la mochila os enviamos un saludo.

    http://cosasdelautocaravanismo.blogspot.com/

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  2. Hola David y María:
    En estas entrañables fechas queremos desearos que paséis una FELIZ NAVIDAD en compañía de vuestros seres queridos y aunque con retraso, enhorabuena por vuestro enlace.
    Este año ha estado marcado por la crisis y dificultades económicas, esperamos que el próximo año 2012 se superen y venga cargado de bonanzas.
    Os invito a leer este peculiar Cuento de Navidad para la crisis.
    Un abrazo.

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