Hay quien lo llama compromiso; otros lo tachan de condena o locura; nosotros preferimos denominarlo como… una gran AVENTURA! El pasado 24 de Septiembre, “dondeandanestos” comenzaron otro nuevo viaje, el del matrimonio...
Celebramos una bonita boda civil en el Palacio de Peredo, cerca de Santillana del Mar, donde acudieron familiares, amigos de toda la vida e incluso nuestros compañeros de viaje que tantas veces cruzamos caminos en diferentes países, como Alex y Jan, o Edmundo.
Para la boda también quisimos que hubiera reflejado algo del viaje; y qué mejor, que el vestido de María y mi traje, los cuales compramos en Bangkok, justo antes de volver.









Había pasado exactamente medio año desde nuestro regreso a España; medio año en el que las emociones por la vuelta han ido evolucionando en un gran deseo por seguir conociendo el Mundo algún día. Durante éste espacio, hemos tenido el tiempo para recapacitar aún más sobre lo que hemos vivido, dándonos cuenta de lo que hemos aprendido y valorando muchas cosas que antes pasaban desapercibidas.
Hemos tenido muchísima suerte de encontrar a gente tan buena en el camino, pero también muchísima suerte, de estar rodeados de personas tan entrañables que aceptaron compartir éste día con nosotros.
Para el banquete superamos con creces el presupuesto diario de 5€ por persona; hicimos lo que se suele denominar como: “un día es un día”, y nos complacimos con una comida tremendamente deliciosa en Santillana del Mar.




Seguimos con una gran fiesta en Queveda, (cerca de aquí) donde nos juntamos con aún más gente y donde llegamos los primeros, a pesar que pocos apostaron porque llegaríamos antes; pues mientras todo el mundo iba en su propio coche, María y yo salimos a la carretera para hacer lo que mejor se nos da, autostop, en el mismo día de nuestra boda. Sólo esperamos unos 30 segundos, y es que… de haberlo sabido antes, hubiéramos hecho el viaje vestidos de novios, parece ser que el resultado es muy gratificante…




Celebramos una bonita boda civil en el Palacio de Peredo, cerca de Santillana del Mar, donde acudieron familiares, amigos de toda la vida e incluso nuestros compañeros de viaje que tantas veces cruzamos caminos en diferentes países, como Alex y Jan, o Edmundo.
Para la boda también quisimos que hubiera reflejado algo del viaje; y qué mejor, que el vestido de María y mi traje, los cuales compramos en Bangkok, justo antes de volver.








Había pasado exactamente medio año desde nuestro regreso a España; medio año en el que las emociones por la vuelta han ido evolucionando en un gran deseo por seguir conociendo el Mundo algún día. Durante éste espacio, hemos tenido el tiempo para recapacitar aún más sobre lo que hemos vivido, dándonos cuenta de lo que hemos aprendido y valorando muchas cosas que antes pasaban desapercibidas.
Hemos tenido muchísima suerte de encontrar a gente tan buena en el camino, pero también muchísima suerte, de estar rodeados de personas tan entrañables que aceptaron compartir éste día con nosotros.
Para el banquete superamos con creces el presupuesto diario de 5€ por persona; hicimos lo que se suele denominar como: “un día es un día”, y nos complacimos con una comida tremendamente deliciosa en Santillana del Mar.



Seguimos con una gran fiesta en Queveda, (cerca de aquí) donde nos juntamos con aún más gente y donde llegamos los primeros, a pesar que pocos apostaron porque llegaríamos antes; pues mientras todo el mundo iba en su propio coche, María y yo salimos a la carretera para hacer lo que mejor se nos da, autostop, en el mismo día de nuestra boda. Sólo esperamos unos 30 segundos, y es que… de haberlo sabido antes, hubiéramos hecho el viaje vestidos de novios, parece ser que el resultado es muy gratificante…



