Regresamos a la isla de Mactan para tomar el sexto vuelo de todo el viaje; dejamos las Filipinas para ir a la tercera isla más grande del mundo, Borneo.
Hace meses que compramos los vuelos con Cebu Pacific consiguiendo un buen precio de 60€ cada uno por dos vuelos; primero Cebu–Manila durante una hora y cuarto y el segundo vuelo Manila–Kota Kinabalu de dos horas. Si alguien vuela en Filipinas que no se olvide de guardar unos cuantos Pesos para las tasas de terminal, 200 Pesos vuelos domésticos y 750 Pesos (15€) para vuelos internacionales.
Este último vuelo fue el más terrorífico que jamás hemos vivido, siempre en un vuelo hay turbulencias, pero ésta vez fueron muy diferentes, mientras estábamos en vuelo atravesamos una tormenta y el avión comenzó a sacudirse poniendo a la gente nerviosa, seguido el avión cayó en seco durante unos 5 segundos en los que los pasajeros gritaban de pánico. Sólo fueron 5 segundos, pero fueron terroríficos; tras el susto, la mayoría de los pasajeros, que eran filipinos, no paraban de rezar, hubo mucha gente intranquila hasta que por fin aterrizamos.
La isla de Borneo se encuentra al suroeste de Filipinas, entre el Mar del Sur de China y el Mar de Célebes; hay tres países que la componen, la mayor parte de la isla, el centro y sur (casi tres cuartas partes), es llamado Kalimantan y pertenece a Indonesia, todo el norte pertenece a Malasia, a excepción de un pequeño territorio que es un país independiente en sí, llamado Brunei Darussalam.
Borneo posee una de las junglas más espesas del planeta, también es uno de los centros más importantes de biodiversidad del mundo.
La parte mala es la deforestación; en los años ochenta, se exportaba más madera de Borneo que de Sudamérica y África juntas, dejando la isla “pelada”; la deforestación continua de manera incontrolada principalmente para el cultivo de la Palma de aceite; la palma tiene unas semillas oleosas que son las mas productivas y rentables del mundo, de cada hectárea se recoge entre 5 y 6 toneladas de aceite; en ocasiones se le hace referencia como “El Aceite Asesino”; hemos visto camiones de ello circulando continuamente por toda Sabah. Se calcula que para el 2.022, el 98% de la selva de Kalimantan habrá desaparecido, prácticamente el total; sin duda nos estamos cargando el mundo.
Nuestro vuelo llega a Kota Kinabalu, la capital del estado malayo de Sabah en el extremo norte de Borneo. Aquí habíamos contactado con un miembro de Hospitality Club, Ming Chan. Como él volaba el mismo día que nosotros al aeropuerto de Kota Kinabalu nos encontramos allí y fuimos juntos a su casa en las afueras de la ciudad.
En Kota Kinabalu no hay mucho que hacer, lo más interesante serían las islas que hay enfrente de la ciudad pero después de haber estado en las maravillosas islas de Filipinas no quisimos ir, además los precios son un tanto abusivos.
Pasamos el tiempo por alrededor del mercado central, comiendo el desayuno típico malayo, Nasi Lamak; vimos el mercado de frutas y carne, y a pesar del fuerte calor fuimos caminando hasta la mezquita estatal.
En la tarde Ming Chan nos recogió en la ciudad y fuimos con su mujer Tam y su pequeña hija de dos años Han Han, a Tun Fuad Park Hill desde donde vimos toda la ciudad, también había un bonito lago donde las tortugas y monitores de agua nadan a sus anchas.
Sin duda la parte más fotogénica de Kota Kinabalu fue la puesta de sol, Ming Chan nos llevó a un lugar perfecto para verla y fue impresionante ver el sol escondiéndose en el horizonte del Mar del Sur de China; las nubes se tornaron de unos colores espectaculares.
No muchos kilómetros al este de Kota Kinabalu se encuentra la montaña más alta de todo Borneo, el Monte Kinabalu (4.095 metros), éste se alza en pocos kilómetros de distancia por lo que lo hace bastante impresionante, lo malo que la humedad típica de un lugar tropical como Borneo sólo deja al descubierto la montaña pronto por la mañana y a veces a última hora de la tarde.
El pueblo más grande a los pies del Monte Kinabalu es Ranau, donde habíamos contactado con un miembro de CS, Carl, quien se ofreció a llevarnos por los alrededores en coche en su día libre, más suerte imposible; Carl nos condujo a lugares muy bonitos en todo alrededor de la montaña, aunque… estuvo nublada durante todo el tiempo. Algo que disfrutamos un montón fue el clima; estuvimos entre los 1.400 y 1.800 metros de altitud y por fin tenemos un poco de fresco para aliviar las altísimas temperaturas y humedad típica del Sudeste Asiático.
El parque del Monte Kinabalu alberga también una gran diversidad animal y vegetal; en los alrededores crece la Rafflesia, la flor más grande del mundo, que curiosamente es una planta-parasito que carece de tronco, raíces y hojas. Por desgracia no es la época de florecimiento de ésta y no pudimos verla, tan sólo una imitación en el museo del Parque.
Es curioso, cómo en todo el mundo siempre se busca la manera de tener algo que sea “lo más del mundo o lo más de…”; en el caso del Monte Kinabalu, según el museo (cierto es), es la montaña más alta entre el Himalaya y la isla de Papúa.
Gracias a Carl tuvimos la suerte de asistir a un evento importante, una boda musulmana en Borneo. La boda se realiza en la casa de la novia y comienza en la mañana hasta por la noche; nos invitaron a cenar con todos los invitados en una especie de self-service. Los novios permanecen en un trono ya que son el rey y reina de la noche; asistimos al corte de la tarta y luego la pareja paseó por las mesas para saludar a todos los invitados al igual que se hace en nuestra cultura. Pero la diferencia es que en general en las bodas de aquí, los novios no disfrutan tanto como en una boda en España por ejemplo; aquí deben estar todo el tiempo guardando la compostura y posando…
La velada es amenizada por un karaoke, así que a veces se escucha buena música, y otras veces unas voces terribles…
El segundo día que pasamos con Carl, éste nos invitó a una cena de comida china en un resort junto a su novia Betty y una amiga, Felisita. Terminamos la noche en un pub tomando unas cervezas y probando por primera vez algo que es típico en TODA Asia, el karaoke. En Asia no existe vergüenza a cantar como podría ocurrir en Europa, como antes dije, hay gente que canta bien, pero a veces canta alguno terriblemente mal sin ningún pudor y nadie dice nada. Así que nos animamos, o más bien Carl nos animó, y cantamos varios temas.
El día que vinimos a Ranau utilizamos transporte público para llegar a tiempo porque habíamos quedado con Carl, pero el autobús o jeep compartido en Sabah no es nada barato; así que a partir de ahora haríamos autostop siempre que pudiéramos.
En Ranau caminamos a las afueras y esperamos unos 20 minutos, como aquí no es común hacer autostop y la gente no lo entiende, hicimos un cartel con el nombre de una ciudad intermedia a nuestro destino, Telupid; nos recogió un hombre que trabaja llevando marisco desde Beluran a Kota Kinabalu; fuimos con él hasta el cruce de Beluran a 60km de Sandakan. Aquí colocamos de nuevo un cartel y paró un chico etnia china que ha viajado mucho y conocía el medio de transporte de “hacer autostop”. El chico fue muy simpático, nos iba explicando todo por el camino y nos dejó en el lugar exacto donde habíamos quedado con el siguiente miembro de HC.
Nuestro siguiente anfitrión es Nazz, mestizo de padre Tamil y madre Indonesia; es el primer musulmán que nos aloja en Malasia y realmente fue muy interesante pues nos explicó muchísimas cosas sobre el Islam que complementó nuestros conocimientos adquiridos en Oriente Medio. Nazz como buen musulmán nos dio una gran hospitalidad sintiéndonos como en casa, cocinando para nosotros (y también nosotros alguna comida española) y llevándonos donde fuese siempre que su trabajo lo permitía; Nazz trabaja de controlador aéreo en el aeropuerto de Sandakan y nos contó muchas cosas interesantes. Nazz vive con su compañero de trabajo, Joe, un chico muy majo también, de etnia china con sangre del grupo indígena más grande de Sabah, los Dusun.
Nazz nos acercó al lugar por el que todo extranjero viene a Sandakan, el Centro de rehabilitación de orangutanes de Sepilok.
El orangután es la especie de simio más grande que se encuentra fuera de África; su nombre “Orang Utan” proviene del malayo significando “Hombre de la selva” el orangután y el ser humano comparten un 97% del ADN.
La comunidad de orangutanes se ha reducido enormemente en los últimos años debido a la caza o al problema más grande de Borneo que hablábamos antes, la deforestación del hábitat natural del simio. Hace años se decía que el orangután podía cruzar todo Borneo de árbol en árbol sin tocar el suelo, pero esto ya es imposible.
Para la entrada al centro sufrimos la discriminación habitual de pagar 30 Ringgit (7,5€) en lugar de 5 Ringgit que pagan los locales; el precio es bastante elevado teniendo en cuenta lo que se ve; según dicen es cuestión de suerte, y ésta no estuvo de nuestro lado… Hay dos horas específicas al día en las que los cuidadores sacan comida para atraer a los orangutanes en libertad y así ser vistos por los visitantes; pero en la hora de la mañana sólo vimos dos orangutanes por un periodo de cinco minutos y a una distancia no muy buena para hacer fotografías. El “chasco” de por la mañana quedó en parte compensado por unas bonitas marchas que hay entre la jungla en el mismo parque; la verdad es que los árboles son muy impresionantes, son enormes, es una gran pena la deforestación de estos grandes seres.
Si uno está atento se pueden encontrar aves tropicales y tuvimos mucha suerte de divisar un “hornbill”, la traducción al español sería Cálao, es un pájaro de un gran pico y sobre éste posee un gran cuerno. Así como el símbolo de Sabah es el orangután, el símbolo de Sarawak (la otra provincia malaya de Borneo) es el cálao.
Con el mismo ticket de la mañana esperamos a la hora de la “alimentación” de la tarde; ésta fue más interesante, tan sólo vimos dos (posiblemente los mismos) pero esta vez uno bajó de la plataforma donde ponen la comida y se salió del recinto caminando entre la gente y paseándose con toda la tranquilidad, yo no quise perder la oportunidad y le seguí para tratar de fotografiarlo bien, pero no pudo ser; me sorprendió enormemente la inteligencia del animal cuando llegó a una puerta cerrada con un gran cerrojo, el orangután se acercó, abrió y cerró la puerta como algo tan natural.
Orangutanes vimos solo dos, pero todo está lleno de macacos que son los “malos de la película”, estos roban toda la comida de los orangutanes, casi que se lo quitan de las manos.
Para volver a Sandakan hicimos autostop y nos recogió una chica con toda la familia de la etnia Kadazan, el otro grupo étnico mayoritario de Sabah junto a los Dusun.
No hicimos mucho más en Sandakan, la ciudad no tiene nada, y todo lo que hay que ver en los alrededores se debe hacer con tour organizados muy caros para nuestro viaje; hicimos algún intento de llegar en autostop y funciona muy bien hasta que se llega a remotas carreteras donde sólo pasan los buses de turistas que por supuesto no nos recogen.
Desde Sandakan deshicimos todo el camino de vuelta a Kota Kinabalu, un gran reto en autostop, 350km. Comenzamos con el cartel de Telupid y esperamos durante 20 minutos bajo el calor infernal; entonces paró un coche de policía y éstos nos dijeron que iban directos a Kota Kinabalu, fue una suerte tremenda, no nos lo creíamos.
Realmente no eran policías si no que trabajaban conjuntamente con el ejercito, y su trabajo es básicamente el de combatir a los piratas y secuestradores que actúan en el Mar de Sulu. El archipiélago de Sulu se encuentra entre Filipinas y Borneo, en el extremo suroeste de Mindanao, un punto muy caliente considerado muy peligroso para los extranjeros; concretamente las islas de Tawi-Tawi.
Los policías eran muy simpáticos, el conductor de etnia china y el jefe de etnia india; éste iba hablando por la radio de las misiones diciendo: Aquí BRAVO, llamando a DELTA…, era muy gracioso.
El jefe fue extremadamente amable; le agradecíamos que nos ayudase, y éste decía que no, que él nos daba las gracias por darle la oportunidad de servirnos.
Aunque no querían hablar mucho del tema, una vez más nos comentaron los problemas de racismo existentes en Malasia; desde Vern en Kuala Lumpur, tanto indios como chinos que hemos ido conociendo en autostop nos han hablado de las diferencias sociales y de la mayor facilidad para todo si se es musulmán, según muchos de ellos el gobierno trata de “islamizar” el país dando residencia a todos los inmigrantes ilegales que llegan de Indonesia o Mindanao (ambos musulmanes), creando de esta forma barriadas inhumanas en palafitos junto al mar, que hemos visto en Sandakan y Kota Kinabalu.
Durante el camino paramos en la tienda de un amigo del jefe, un javanés (indonesio) de 86 años, que según nos contaba el indio, era muy peligroso, pues controlaba tan bien la “magia negra” que es capaz de hacer lo que quiera a sus enemigos o a los enemigos de sus amigos si se lo pidiesen…
En Ranau paramos a comer y cuando fui a pagar, una vez más el jefe me echó y dijo que ni si me ocurriera, pues éramos sus huéspedes y estábamos invitados.
Tras siete horas de viaje, éstos nos dejaron en el centro de Kota Kinabalu donde nos reencontramos con Ming Chan, que casualmente estaba alojando a dos catalanes, Eva y Jaume; ellos han llegado no hace mucho de un viaje de cinco meses por la India, así que tuvimos un montón de cosas de las que hablar. Por la noche Eva y Jaume prepararon gazpacho, la verdad es que yo nunca lo había tomado, así que fue mi primer gazpacho, ¡y en Borneo! Los pobres estaban preocupados porque les salió el gazpacho verde, (cuando debe ser rojo); una prueba más de lo difícil que es cocinar cosas del propio país, en otros países por la falta de productos, los tomates aquí no son muy rojos por dentro.
Ming Chan pareció pasarlo muy bien con todos nosotros, decía todo el rato “today spanish night!” (¡hoy noche española!), le hacía mucha gracia que tanto Jaume como yo tuviésemos el pelo largo, creía que podría ser algo común en España…
Una web llamada “Anotaciones Viajeras” han publicado un reportaje sobre nuestro, viaje por si queréis echar un vistazo pinchar aquí.
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