31 mayo 2008

OMÁN

El tema del minibús en Al-Ghaydah nos fue bien, nos acercó hasta la solitaria frontera que cruzamos a pie, como más nos gusta; sello de salida sin problema y entrada grandiosa a Omán.
A pesar de la poca gente que cruza esta remota frontera, justo coincidimos con un pequeño bus que iba en dirección a Salalah, el cual nos pedía un altísimo precio. Dijimos que no ante la gran sorpresa de los policías aduaneros, pero ellos mismos nos ofrecieron esperar allí con ellos hasta que algún coche pasase, y así podríamos viajar gratis los 170 km que restaban hasta la primera gran ciudad de Omán.
Pasamos cerca de 4 horas en la frontera, contándoles nuestro viaje a los policías y ellos a nosotros introduciéndonos en como es Omán; lo primero que nos damos cuenta es que aquí hay algo que la gente de los últimos países no tenían, y es una cultura al menos básica. Al mostrar nuestros mapas sabían identificar los países, hablaban inglés, fueron muy correctos y educados con nosotros; tanto que nos traían té, coca-cola, y más tarde nos invitaron a comer; plantaron en la mesa un plato gigante de arroz, otro de carne con salsa, y ensalada; hasta que dijimos basta.
Lo que notamos también fue un fuerte recelo con Yemen; lo tienen como un país mísero, con gente avariciosa, peligrosa y corrupta; nosotros les contamos que no era así, pero sólo querían escuchar las versiones malas del país.

Teníamos bastante dinero yemení y nos enteramos que no hay posibilidad de cambiarlo en Omán por imposible que parezca; los policías pararon a un coche que venía de Yemen para que nos lo cambiasen; y poco más tarde nos encontraron el vehículo que nos llevaría hasta Salalah.

Desde que entramos en Omán todo ha sido una gran hospitalidad, Salim (uno de los que nos llevó) compró refrescos y chocolatinas para el camino, y nos fue explicando todo sobre los lugares que pasamos. Al llegar a Salalah incluso nos buscó un hotel “barato”, pero no podemos permitirnos hoteles baratos en Omán, así que tuvimos que dar largas en ese sentido.

Esta parte de Omán, por lo que la gente nos ha comentado es muy diferente al resto del país; (luego comprobaríamos que así es), para empezar es muy montañoso, la carretera serpentea por lugares imposibles; el clima es tropical y suave (sobre 40 grados), y esta zona es afectada por el monzón que llega en junio y no nos ha cogido por los pelos.
Omán es un gran cambio en nuestro viaje, es como regresar a la civilización después de muchos meses; todo está limpio, en su sitio; no hay coches viejos ni normales, todo son “cochazos”; no hay vagabundos ni gente que malviva, nadie nos pide dinero, nadie nos llama o grita por la calle; la criminalidad es prácticamente 0%...

La moneda es muy alta, por un euro sólo recibimos 60 céntimos de Rial; al ser tan alta hace que en vez de tener céntimos, tienen “milésimos” 1 Rial se divide en 1.000 baisas.
El cambio respecto a precios cambia considerablemente en hoteles, pero el transporte y la comida es barato, incluso más que en Yemen. Aquí la vida es muy buena, de los 60€ de mínima mensuales de Yemen, a los 500€ de Omán; y siendo la comida más barata…la gente vive muy bien aquí.

Llegamos bastante tarde a Salalah, y lo único que queríamos era buscar un lugar para pasar la noche; cruzamos la gran plantación de cocoteros y plataneras que atraviesa toda la ciudad y llegamos hasta la playa. Pero resultó que todo el mundo está en la playa a estas horas; durante el día las temperaturas son tan altas que la playa presenta este aspecto.



A pesar de la gran cantidad de gente al atardecer, nos plantamos en mitad de la playa y pasamos allí la noche, junto al protegido palacio del Sultán.

Cargar con las mochilas y estas altas temperaturas, no es algo compatible; a primera hora lo que hicimos fue comprar los ticket de autobús para ir al norte del país, pues desde Salalah hasta Nizwa, es todo desierto puro y duro y el precio es barato, 10€ por unos 900 km. Así que dejamos las mochilas en la compañía y nos marchamos a ver la ciudad.

Casualmente encontramos un parque, que sería nuestro refugio para esta noche, y más tarde nos acercamos al museo, que estaba cerrado pero encontramos a Raib, un chico muy majo que nos dio un mapa de la ciudad e información de lo que podíamos visitar.
Realmente la ciudad es muy bonita, pero no hay otra cosa que hacer que pasear por ella entre las palmeras y por la playa; en general este país es para otro tipo de turismo; un turismo de dinero para pasar unos días de relax en hoteles de lujo.
Lo mejor fue el gigantesco palacio del Sultán, rodeado de vegetación, con un césped impecable, mezquitas…


Es extraño que en la primera línea de playa estén todas las viejas construcciones, derruidas y bares así cutres; ésta playa en Europa estaría llena de chalets y restaurantes de lujo… Los mejores puestos, son los de frutas, se encuentran frente a las plantaciones y venden los cocos y plátanos recién cogidos, ¡riquísimo!


La segunda noche durmiendo en la calle pensamos que sería mejor que en la playa, un lugar recogido donde nadie nos veía…pero el problema fueron los animales, al anochecer montones de murciélagos empezaron a sobrevolarnos, defecando por todas partes; tuvimos que salir corriendo, pero en el siguiente lugar los mosquitos nos comieron vivos. Según amaneció salimos corriendo para la compañía de autobuses, para coger el nuestro a Nizwa.
Pensábamos que Omán sería menos conservador que Yemen, pero al subir al bus, el chofer me dijo que no podía ir en pantalón corto, pues en el bus viajaban familias y niños y ¡que iban a pensar!

Saliendo de Salalah, tenemos las montañas de nuevo, y de repente…desierto infinito; desierto que forma parte del cuadrante vacio que explicamos en la última entrada de Yemen.
Omán, ocupa una superficie como 2 terceras partes de España, de esta superficie un 82% es desierto, teniendo una población de 3 millones de habitantes.
Al contrario que los últimos países que hemos visitado, donde sus habitantes emigran en busca de mejor vida; aquí es al contrario, hay multitud de inmigrantes.
En general el trabajo en Omán se divide de la siguiente manera:
Los omaníes no trabajan, son empresarios, gente del gobierno, y tienen mucho dinero; los hindúes son una gran multitud en el país y tienen buenos trabajos, como ingenieros, profesores… Y los que se matan trabajando son los pakistaníes. A parte de estos hay pequeños grupos de Bangladesh, Afganistán…

Fueron 10 horas sin ver nada alrededor más que arena y alguna compañía de petróleo (abundante en el país); de camino paramos en un restaurante encontrándonos con más extrañas costumbres; en los bares hay dos apartados completamente separados, uno de ellos se llama “cuarto de familia” y es para la gente que va con mujeres; nosotros según entramos nos metieron allí en un cuarto privado.


En Nizwa nos esperaban Natasha (Rusia), y Kirez (EEUU); él está trabajando aquí por 9 meses de profesor de inglés; y según llegamos nos anunció que esta noche había una fiesta “post-boda”, en la universidad donde trabaja.
La boda era una pareja de India, con lo que todo fue muy diferente; después de varios días viviendo en la calle, llegar a la fiesta, recién duchados, y una excelente comida hindú, fue…sin palabras.


En Nizwa decidimos echarnos a la carretera y comenzar a hacer dedo que es como más nos gusta viajar. Fue buenísimo, Omán es de los mejores países para esta práctica. En un minuto un chico paro y nos acercó hasta el centro de Nizwa, donde se encuentra un gran fuerte, y la antigua ciudad. La ciudad vieja es del estilo de Yemen con la diferencia de que aquí no cuidan tanto los edificios antiguos, y si los arreglan lo hacen con cemento, por otra parte todas estas viejas casas están deshabitadas, al contrario que en Yemen.


Este día lo dedicamos a movernos por diferentes pueblos, y fue fenomenal viajar a dedo; en la siguiente tirada, fue uno de los actos más increíbles que nos ha pasado en mucho tiempo. Un hombre paró y nos dijo que justo venía de Bahla (el pueblo a 40km donde íbamos) Se ofreció a acercarnos un poco hasta el siguiente cruce, pero el hombre condujo, condujo, y se presentó en Bahla sólo para llevarnos a nosotros y tener que regresar a Nizwa seguido. Michael, (así se llama), es egipcio y trabaja aquí hace años en una empresa de nutrición; nos regalo unos cuantos sobres nutritivos.


Michael nos dejó en la misma puerta del castillo de Bahla, pero sólo pudimos caminar alrededor porque está cerrado por renovación; así que hicimos dedo de nuevo hasta el pequeño pueblo de Jabrin, y donde los chicos que nos llevaron se desviaron 5km de su camino para acercarnos.
El castillo de Jabrin fue el más bonito de todos, además en Omán lo tienen todo muy bien cuidado, y al detalle. El fuerte tiene cámaras subterráneas donde habitan murciélagos, y multitud de salas para perderse, con pinturas y tallas en los techos.


Otra vez volvemos a estar como locos de contentos con el tema de autostop, sin duda es la mejor forma para viajar; el regreso a casa no presentó ningún tipo de problema, desde el mismo castillo un hombre nos llevó hasta Bahla pero antes paro en casa para darnos unos zumos.

El último día en Nizwa, Natasha y Kirez nos llevaron en coche hasta la montaña más alta de Omán, Jebel Shams (3.079 m.) Pero la montaña no es lo más impresionante si no el valle que hay bajo ella. Con fotos es imposible mostrar la profundidad del cual; es llamado el “Gran Cañón” de Oriente Medio, y con razón.


Hasta Ibri llegamos de tres tiradas, y dos de los coches que nos llevaron, ni siquiera nos dieron tiempo a hacer dedo, pararon ellos mismos para ayudar. El último era un hombre de Texas, (EEUU), y fue curioso porque en Ibri nos estaba esperando Antonio de CS, quien es de Texas también; sólo que ha este hombre casi no le entendimos nada de su inglés por tener un fuertísimo acento.

Antonio es un tío genial, en principio él se iba a marchar por el fin de semana, y nos dejaría solos en su casa, pero finalmente se quedó con nosotros y juntos fuimos a ver cosas por ahí. Antonio trabaja aquí de profesor de inglés y se dedica a viajar por el mundo y asentarse un año en cada lugar trabajando; en Ibri no está demasiado contento porque es muy pequeño, normalmente viaja a Dubai (2 horas en coche) o Mascat la capital; pero esta vez aprovechó nuestra visita para quedarse y explorar los alrededores.

Cerca de su casa hay un lugar arqueológico de 5.000 años, pero claro, es tan antiguo que prácticamente no queda nada; se llaman las tumbas de Bat, pero no se sabe si fueron tumbas o casas exactamente.


A Sohar pensábamos ir al dejar el país, pero todo está muy cerca, y como Antonio tenía que hacer cosas allí, nos marchamos juntos hasta esta moderna ciudad costera. Paseamos un rato por la playa pero el calor es insoportable, y se nos recalienta la cabeza…


Esa noche hicimos algo que echábamos de menos, y es disfrutar de la comida; desde hace meses, el comer se ha vuelto una necesidad, algo automático, y no un placer; pero esta noche Antonio nos preparó en casa una deliciosa comida con especias, regado con un vino tinto chileno; que disfrutamos a lo grande.


El último día fuimos a ver la cueva de Hoota, muy cerca de la montaña Jebel Shams; era un poco carillo, pero todo como siempre impecable en éste país; aunque no funcionaba en éste momento, había un tren que iba desde el centro de visitantes hasta dentro de la cueva.
La cueva es enorme, tiene estalactitas y estalagmitas como otras muchas, pero lo más peculiar es un lago subterráneo de 800 metros, donde habitan una especie de peces única, son de unos 5cm, transparentes y ciegos.



Ahora por fin nos hemos puesto al día, exactamente ahora mismo estamos en Muscat, la capital omaní, hasta aquí hemos llegado en autostop, desde Ibri (275km) y ha sido muy bueno, el último chico llamó a Susan de CS y nos llevó hasta la misma puerta, esta gente no deja de sorprendernos. Fue algo increible que uno de los trayectos nos lo hizo una chica sóla, es algo muy extraño aquí.

Ahora las actualizaciones llegaran más tarde como al principio.

25 mayo 2008

HADRAMAWT

En la carretera hacia Hadramawt comienzan los problemas serios con la policía.
En la estación de taxis un hombre nos indicó el que va a Al-Mukalla, un 4x4, y cuesta 1.800 rial, un precio bastante bueno para 620km.
Pero el conductor empezó a discutir con el hombre aquel y dijo que no nos llevaba, a pesar de enseñarle todos nuestros permisos; después dijo que sí, pero ¡pagando el doble!
Al final nos dejaron subir, y aunque el conductor trató de seguir sacando algo más, nos fuimos por el precio que paga todo el mundo.
Realmente el conductor no iba mal encaminado diciendo que le íbamos a traer problemas, pero nosotros no lo sabíamos, ya que llevamos viajando en el país de esta forma casi un mes.
Saliendo de Aden el primer control nos retiene por 10 minutos, en los que estuvieron haciendo una serie de llamadas…pero sin problema, nos mandó continuar.
La carretera va bordeando la costa sur de la península arábiga; a nuestra izquierda tenemos las montañas que mueren en un desierto de dunas de arena y que a su vez mueren directamente en el mar Arábigo. Es un lugar espectacular, de camino nos detuvimos un momento, el cual aprovechamos a echar alguna foto, y hasta el conductor se animó a posar con nosotros. Parece que se le pasó el enfado y ahora está majo con nosotros, podría ser porque nos hemos camuflado tan bien con el pañuelo beduino en la cabeza, que hemos salvado sin parar como una veintena de controles militares.



Los controles militares aquí son otro asunto, a parte que son masivos, están armados hasta los dientes, con ametralladoras, carros de combate… se supone que da más seguridad pero a nosotros nos da la impresión contraria.
A medida que avanzamos, las dunas de arena van creciendo en tamaño, pero de repente la cosa cambia; todo se vuelve un terreno volcánico de color negro, que al mezclarse con la arena blanca a orillas del mar, forma un paisaje de lo más espectacular.



Al llegar a un cruce de caminos importante, nos pillaron, y nos tuvieron retenidos unos 15 minutos; por lo poco que pudimos entender, creemos que la policía le decía al conductor que no podía llevarnos, pero la cosa no fue a más.
Lo malo es que nos pusieron un coche escolta, cosa que no nos hizo nada de gracia; estamos seguros que la mayor seguridad en Yemen es pasar desapercibidos, y lo de convoy, o escoltas es muy “cantoso”. Al llegar a Bir Ali nos retuvieron de nuevo, para ponernos otro coche patrulla que nos escoltaría hasta el último puesto militar antes de Al-Mukalla, donde llegamos 7 horas más tarde de haber salido de Aden.
Para buscar hotel, sabemos de sobra que no debemos preguntar a nadie, pues se nos acoplan para llevarse comisión; aún así, caemos... En el primer hotel donde fuimos, el recepcionista preguntó en árabe al hombre que nos llevó, cuanto quería de comisión, y éste respondió 500 riales. Claro, nos tuvimos que ir a otro, después de echar a dicho hombre, y en el siguiente hotel ya obtuvimos un buen precio, por una buena habitación, aunque un baño bastante incomodo, el más estrecho que hemos visto, 45 cm de anchura.


La policía no hace más que ponernos más nerviosos, a las 11:30pm nos llaman a la puerta. Era un chico amigo del recepcionista, que ha venido porque habla inglés, y a quien envía la policía para comprobar que estamos en el hotel; luego empieza con preguntas de: a donde vamos?…etc, y que nos negamos a responder porque no nos fiamos de nadie con los problemas de terrorismo que hay en la zona.
Al Mukalla es una ciudad bonita, tiene un canal de agua que la atraviesa con varios puentes peatonales sobre él, y que le da un toque muy especial. Tras el paseo costero, está la ciudad vieja en un peñón que sale al mar, varios puertos con las barcas de los pescadores, viejas mezquitas, y la gente encantadora como siempre con sus puestos de frutas, verduras, qat…


El último día conocimos a Mayit, un hombre que trabajó en Barcelona durante 15 años, y quien ha montado su propio hotel en Al Mukalla llamado Barcelona. Nos invitó a tomar un zumo en otra tienda que tiene y aprovechamos a hablar castellano con él. También nos ayudó a arreglar los papeles con la policía para irnos al desierto, aunque el día anterior estuvimos en duda si ir, o no ir, porque es una zona de riesgo; pero Mayit nos dijo que estaba muy controlado todo, así que nos animamos.
Tomamos un minibús pronto por la mañana y fuimos directos al valle de Hadramawt, el valle más grande de Oriente Medio, nombrado en tres libros sagrados, el cristiano, islámico y judío. Más al norte está el gigantesco desierto que se junta con Arabia Saudí, Omán, y Emiratos Árabes Unidos; llamado “El cuadrante vacío” pues no hay NADA en miles y miles de kilómetros cuadrados.
Rodamos por dicho valle siempre pensando en pasados accidentes; en una carretera paralela a la nuestra, en otra grieta que sale del valle, ocurrió el atentado meses atrás donde murieron dos belgas. Pero nos sorprendió la poca presencia militar, y es que hay gente que asegura que es mucho más peligrosa la carretera que tomamos días pasados viniendo de Aden, pues son lugares muy solitarios, sin ningún pueblo en kilómetros y kilómetros.
Sin ningún altercado llegamos a Say’un, la capital de toda la zona del valle. Los edificios del casco viejo son todos de barro, del estilo “Yemen”; es que esto, sólo se ve en éste país. El blanco palacio del Sultán también es digno de admirar, junto al cementerio y mezquitas; estos dos últimos prohibidos para nosotros pues somos infieles, fuera del camino de la verdad…


Pero lo mejor de Hadramawt sin duda es Shibam, la “Manhattan del desierto”, los primeros “rascacielos” de la historia; un conjunto de unos 500 edificios amontonados en una reducida área, con construcciones de hasta 8 plantas; pero lo más increíble es que están, construidos exclusivamente con madera, y ladrillos de barro y paja.


Uno se puede pasar horas perdido observando cada detalle de estos edificios, pero más aún los bonitos detalles de las diferentes puertas y ventanas; a veces en una sola fachada es imposible encontrar dos ventanas iguales.



La gente de por aquí en general es muy tranquila, un hombre nos llamó para tomar té y fumar la shisha típica solamente de Shibam, fabricada con un coco en la base donde se echa el agua. Normalmente éstas invitaciones de té son gratuitas, pero bueno en este caso nos tocó pagar, pero lo peor fue más tarde cuando el hombre nos decía a ver si le dábamos 500 riales; por intentarlo…no se pierde nada. Aún así pasamos un interesante rato.



Frente a Shibam hay un pueblo donde subimos a una pequeña montaña para ver las vistas, y fue muy curioso porque en el camino de subida habían colocado carteles en inglés que ponía algo así como: “sigue el camino de Mahoma”, y más arriba encontramos un gran panel con folletos y libros gratuitos, en diferentes idiomas; libros sobre el Islam; como entenderlo, como convertirte, diferencias con el cristianismo; nos pareció interesante y cogimos unos cuantos que había en castellano.
Personalmente no simpatizo con ninguna religión pero después de leer estos libros, el Islam me convence menos todavía. Frases como: “El Islam no hace diferencia de sexos y tanto hombre como mujer es lo mismo” Sólo con ésta frase es para dejar de interesarse, porque ¡es una gran mentira!, y lo vemos cada día en la calle. Y como estas cosas, muchas más…


Desde Say’un estuvimos mirando como acercarnos a Omán, concretamente a la ciudad de Al-Ghaydah no lejos de la frontera, pero aparte que es bastante caro, no nos entendemos con el idioma, y aunque parezca muy sencillo no fuimos capaces de saber si el bus partía a las 3:00am o 3:00pm; incluso escribimos en un papel todas las horas del día, una por una, y el hombre no fue capaz de indicarlo; tuvimos que recurrir a ayuda exterior llamando a Mayit, (el hombre de Al-Mukalla) quien por cierto nos llama todos los días varias veces para ver si todo está bien; y Mayit ya nos explicó cómo funcionaba todo.
En un momento cambiamos de planes, porque nos sale más económico volver a Al-Mukalla y continuar por la costa.

De camino en nuestra búsqueda del nuevo billete, un policía que paso en coche nos dijo: ¿españoles? Resultó ser el tío de Mayit, a quien éste había avisado para que nos ayudase en lo que necesitásemos en Say’un. No sólo nos llevó a comprar los billetes, si no que una hora más tarde nos llevó a la otra ciudad que queríamos visitar de Hadramawt; Tarim.
Tarim sigue guardando el estilo de siempre; lo que destaca de aquí es la mezquita de Al-Muhdar, con su minarete cuadrado de 50 metros de altura. Pero ésta es sólo una de las muchas mezquitas que hay en Tarim; esta ciudad fue un centro de enseñanza al igual que Zabid, especialmente en Islam de la rama Suní; y de ahí que en la ciudad haya 365 mezquitas, exactamente una para cada día del año. Nosotros no las contamos pero es cierto que las veíamos en cada esquina.


Lo que diferencia a ésta ciudad de otras son la gran cantidad de palacios y mansiones, guardando ese estilo árabe autentico.


Ya la cruzamos una vez, y tuvimos que volver por la carretera “peligrosa” de regreso a Al-Mukalla. Nos encontramos con Mayit de nuevo quien nos invitó a comer y nos dio una habitación de su hotel para descansar, fue increíble cómo se portó éste hombre.
En la compañía de buses problemas de nuevo, quieren un papel de la policía, así que más vueltas, finalmente presentando todo lo que nos exigían, esa misma noche tomamos el bus para Al-Ghaydah.
La pena de viajar de noche es que uno se pierde las vistas; la parte buena es que no se paga hotel… Aún así pudimos ver con la luz de la Luna, que el paisaje costero cambia de nuevo; esta vez atravesamos una zona montañosa muy alta, grandes acantilados que mueren en el mar.
Como siempre el conductor va a toda velocidad, y a veces da pánico cuando la carretera discurre por el mismo borde de los acantilados.
Llegamos a Al-Ghaydah justo por la mañana, cuando todo empieza a abrir, así que cogimos un hotel, y nos tiramos de relax prácticamente todo el día, ya que llevábamos un par de días sin parar.
La ciudad no tiene nada de nada; lo que hicimos fue coger un taxi colectivo hasta la costa, donde hay un mercado de pescado.
Nuestra idea era alejarnos un poco del mercado para darnos un baño, ya que es todo desierto; pero se nos quitaron las ganas, ya que los pescadores tiran por la borda peces muertos o que no les valen, y la playa entera es un cementerio de peces de todos los tipos, entre ellos grandes rayas; el olor además es insoportable y el mar está muy sucio.



El ir a Omán se está complicando desde aquí, la única compañía de buses es la del Golfo, que se mueve por toda la península Arábiga, que es muy buena y cara; por otra parte comunicarse con los chofer de los minibuses es complicadísimo, pero al final creemos que va alguno de ellos por la mañana cuando se llenan, pero sólo hasta la frontera, después de ahí…a buscarse la vida.


17 mayo 2008

CALOR... CALOR......

San’a se encuentra a 2.200 metros sobre el nivel del mar; la latitud la sitúa bajo la línea del trópico, teniendo una temperatura excelente al igual que toda la zona montañosa del país; pero saliendo de ahí hacia la costa, la cosa cambia considerablemente.
Desde el taxi que nos llevaba a Al-Hudaydah comenzamos a ver dunas de arena y todo llano sin montañas; y al salir del mismo, al llegar a la ciudad, una ola de fuego cayó sobre nosotros.
Buscar un hotel donde dormir con las mochilas en la espalda fue bastante duro, y más teniendo en cuenta que me estaba recuperando de una fuerte gastroenteritis sufrida días atrás que me dejó bastante tocado.
La opción hotelera en Al-Hudaydah no es muy amplia, esto hace que los pocos hoteles que hay se suban a la parra con los precios, y no encontramos nada por menos de 2.000 rial y encima con cucarachas.
Básicamente Al-Hudaydah nos sirvió como relax y recuperación, tanto por mis problemas estomacales como por el portátil que lo tuvimos que formatear y poner a punto de nuevo.
La ciudad no tiene ningún atractivo a pesar de estar situada a orillas del mar Rojo; y con el calor que hace que supera los 40 grados, la cosa es peor; nos estamos haciendo a un horario diferente, sólo se puede salir del hotel por la mañana hasta las 11:00, y por la tarde a partir de las 4:00; el resto del tiempo es imposible caminar, los chorros de sudor impiden la visión, y no se puede parar ni para hacer una foto porque te achicharras vivo.

Siempre escuchamos sobre Yemen el gran problema que hay con las armas; las estadísticas dicen que hay 4 kaslasnikov por habitante, según ellos no es por protección ni para usarlo, es un símbolo más de “hombría”, de “poder”. En los pueblos hemos visto a gente con ellos colgados al hombro, pero ya no es habitual, el gobierno está intentando quitar ésta tradición y por ejemplo en las ciudades grandes está prohibido llevarlo, viéndose señales como ésta de advertencia.




Atravesando desierto hacia el sur nos detenemos en Zabid, una ciudad protegida por la UNESCO, lugar de los primeros centros de enseñanza, donde se enseñaba a chicos y chicas a leer y escribir a través del Corán.
Aquí de nuevo una intensa búsqueda de alojamiento bajo el fuerte calor; y el problema es que al ser turístico, existe un hotel donde nos lleva todo el mundo, que está hecho de madera y paja, sin baño y con camas de madera de un metro de altura, con un ambiente muy de la época por el módico precio de 10€. Nosotros nos fuimos fuera del centro a un hotel muy curioso como los de siempre con aire acondicionado, nevera… por la mitad de precio.
Respetando nuestro horario de “salidas”, éste primer día sólo fue de reconocimiento, con muy buenas impresiones pues la gente es de lo más agradable, se puede decir que un poco pesados pidiendo fotos, pero nos encanta que sean pesados en ese sentido. Muy sorprendente fue una chica completamente de negro que nos pidió una foto, cuando lo normal es que se exalten al ver una cámara que las apunta.


Zabid es un laberinto de callejuelas rodeado de una muralla con varias puertas, dentro se halla la Citadel, y dentro de la misma el palacio de Nasr, y la mezquita de Iskandar construida durante la primera ocupación Otomana.


Ni con mapa es posible seguir un orden en ésta ciudad, uno se pierde con seguridad cada vez que se entra; pero es trasladarse a otra época como siempre en Yemen entre los edificios de barro, pintados de blanco, los palacios que dejó la era Otomana…y siempre los puestos de comestibles o tiendas insólitas de reparación de aparatos.


Para salir anduvimos buscando un taxi para Ta’izz, pensando tomar otro en ésta ciudad para Aden, pero estamos cerca de un pueblo llamado Haiz, y la gente nos entendía que queríamos ir a Haiz, dado que al pronunciarlo nosotros no hacemos casi diferencia alguna, aunque para ellos es totalmente diferente…
Total que no fuimos ni a uno ni a otro, un coche nos acercó a un pequeño pueblo donde está como la “estación de taxis” y descubrimos que había uno directo a Aden, así que en ese nos fuimos. Esperamos alrededor de una hora hasta que se llenase; se hizo desear mucho porque cuando quedaba un hueco y lo ocupó un hombre, no le gustó el precio y se nos marchó él, y otro más; pero bueno al final se llenó de todas formas y marchamos para Aden en uno de los viejos taxis Peugeot.


Por suerte en el camino atravesamos Ta’izz, la ciudad donde tuvimos nuestras primeras sensaciones en el país, y que se encuentra a la altitud suficiente como para darnos un gran respiro con la temperatura. Aunque por poco tiempo, pues de nuevo bajamos a una llanura, dunas de arena…y calor…

Durante todo el viaje nos organizamos bastante bien en temas climáticos; en Jordania un poco de frio, en Rumanía y Sudán unos días de calor, pero ahora el verano nos está cayendo encima en el sur de la península arábiga, y nos estamos abrasando con temperaturas extremas. En una ocasión en el hotel de Aden se fue la electricidad y casi morimos al apagarse el ventilador del techo.
Por otra parte estamos sufriendo una pequeña crisis alimenticia, echando de menos multitud de productos culinarios de nuestra tierruca, ya son 14 meses fuera de casa, y un queso, una barra de chorizo o salchichón, JAMON SERRANO… o cosas tan sencillas a las que no se dan importancia como una ensaladilla, un cocido montañés, unos filetes de lomo, una paella, croquetas…ahora adquieren gran importancia… y en fin…vamos a dejarlo así que nos ponemos malos…

Aden es un lugar muy peculiar, lo que primero sorprende de esta grande y extensa ciudad es que el centro más importante llamado Crater, está construido en el cráter de un extinto volcán. Todo alrededor del centro se alzan montañas de lava ya petrificada haciendo extrañas formas en la roca, y así en toda la larga península donde se asienta la ciudad.


Aden es la capital administrativa del país, el puerto marino más importante, y el más importante del mar Arábigo antes de la creación del puerto de Djibouti. Tiene también muchas construcciones colonialistas inglesas, ya que ocuparon éste puerto durante algunos años.
Aden se encontraba en plena guerra civil hace tan sólo 14 años, cuando el gobierno yemení impuso sus leyes definitivamente; así prohibiendo el alcohol y haciendo la diferencia de sexos que existe actualmente. Antes de eso Aden era una ciudad más liberal, y ahora aún se puede palpar un poco esa “libertad” en mujeres que llevan la cara descubierta, (sólo la cara, no el pelo), que se dirigen a hablarnos; y encontramos también personas que hablan inglés, algo realmente difícil en Yemen.
La ciudad es más cara de normal y el hotel más barato que encontramos fue por 2.000 rial; existen grandes superficies comerciales, la policía es más estricta, por ejemplo cuando llegamos en el taxi el chofer se puso corriendo el cinturón al ver un policía, cosa que no ocurría ni en la capital; en general se nota que hay mas clase.
No ocurre lo mismo con internet que aprovechamos a ponernos bien al día, porque el precio de la hora es baratísimo, 16 céntimos de euro por hora.

Subimos a unas de las montañas de la sólida lava, llamada la Torre del Silencio, desde donde vemos claramente el asentamiento de la ciudad en el cráter, así como el mar y la isla de Sira con el fuerte turco en la cumbre. Bajo nosotros están los tanques de Aden que vimos antes de subir; unas enormes cisternas de agua excavadas en la roca entre las montañas, ubicadas en unos bonitos jardines poco propios de un país como Yemen.


La ciudad es tan antigua que surgen leyendas como la de que Noé construyó aquí su arca, haciendo de Aden el primer puerto marítimo del mundo; o que las tumbas de Abel y Caín se encuentran entre las rocas de Ma’alla, (un barrio de la ciudad).

En At-Tawahi, el extremo occidental de la península, aproveché a darme un baño en aguas yemeníes, digo aproveché porque lógicamente una mujer está muy mal visto que se bañe, a no ser que sea vestida completamente, así que María se quedó con las ganas.

El día que dejamos la ciudad, vimos que se estaba preparando una boda en la calle de nuestro hotel, un evento que siempre es interesante ver. Los días anteriores a la boda es habitual poner un megáfono en la ventana de la casa de la novia con la música a tope para avisar a todo el mundo de la próxima celebración.