29 octubre 2010

AUSTRALIA, THE TOP END

El aeropuerto de Dili tiene un par de mostradores móviles con dos ordenadores portátiles para así no perder los datos cuando se cae la electricidad; como ya contábamos en la entrada anterior, Dili sólo tiene vuelos a tres ciudades, y una de ellas es Darwin en el extremo norte de Australia, donde llegamos en tan sólo una hora de vuelo.
El cambio que está a punto de producirse es quizá el más radical de todo el viaje; saltamos al continente de Oceanía, dejando detrás Asia, donde hemos pasado tanto tiempo que al volver a una cultura occidental es un choque tremendo.

La inmigración tuvo lo suyo; los policías al ver que sólo nos quedaba una hoja libre de nuestro segundo pasaporte del viaje, nos llevaron a parte y comenzaron a mirar todas las visas y a hacernos preguntas de cómo financiábamos nuestro viaje, de cuánto dinero disponíamos… Como es común entre viajeros pasar por Australia a trabajar, nos insistieron mucho en el tema del trabajo, que NO podemos trabajar en Australia bajo ningún concepto. Después llegó la parte del chequeo; en Australia no se puede introducir nada de comida o semillas…nada que sea orgánico, es realmente estricto, si no declaras te pueden multar. Así que por si acaso declaramos unos paquetes de noodle instantáneos que nos habían sobrado de Timor Leste, y más vueltas que nos hicieron dar.

Para mí es la tercera vez que piso Australia y la segunda aquí en Darwin y el Territorio Norte; para María es la segunda vez en el país y su primera vez en el norte.
Los primeros días en Darwin estuvimos en estado de “shock” y readaptándonos a un mundo organizado, limpio, silencioso, y lo peor de todo, caro, muy caro.

Al salir del aeropuerto de Darwin celebramos con alegría la llegada a Australia pues es la meta y objetivo del viaje que comenzó hace más de tres años y medio en Cantabria; pero llegar a Australia no era el fin esencial del viaje, por eso, aquí no termina nuestro periplo, aún nos queda conocer un poco de este enorme país, de unas dimensiones como 15 “Españas”, sólo que la población total es de 22 millones de personas.


Son muchas las sensaciones al dar los primeros pasos en Darwin, lo que más nos llama la atención es el silencio a pesar de haber coches circulando, coches que circulan ordenadamente y sin hacer sonar el claxon para nada. Para la gente que nos cruzamos en la calle somos “unos más” y nadie nos llama, ni nos saluda, ni nos vende algo… También una gran sorpresa en el supermercado; como siempre tratando de buscar lo más barato para comer, nos damos cuenta que de nuevo, cosas como queso, jamón york, o un salchichón (no como los de España) son asequibles para nuestro bolsillo en comparación con la vida en Australia, así que los primeros días estamos encantados dándonos grandes festines de queso, jamón york, mortadela...
Por supuesto los precios de los dormitorios u hoteles no son aptos para nuestros bolsillos, el precio por cama en Australia esta por los 20 AU$, o 25AU$, (entre 15 y 18€), así que de nuevo tratamos de buscar anfitriones en Couchsurfing o buscarnos la vida como sea.
Contactamos primero con Amanda, quien vive con su madre de origen italiano y sus hermanas; su casa nos parecía de lujo porque hacía mucho tiempo que no veíamos cosas del hogar tan modernas, cosas cotidianas que tiene cualquiera en Europa, pero que ahora prestamos más atención a ellas. Amanda nos presentó a su mascota, una serpiente de unos 80cm; y nos invitó a una barbacoa de pollo. Sólo pasamos una noche en su casa y al día siguiente nos movimos de casa con Tina, otra Couchsurfer con quien estuvimos cuatro noches.



Viniendo de donde venimos, el precio del bus urbano en Darwin nos resulta un tanto caro pues vale 2AU$ por 3 horas de autobús en la ciudad. El segundo día tuvimos una buena experiencia de esas que se quedan grabadas; esperando al bus nos damos cuenta que sólo tenemos billetes de 50 dólares, entonces cuando se acercó un australiano a la parada de bus le preguntamos si sabía dónde podíamos cambiar el billete; como íbamos al mismo destino éste nos dio 4AU$ y nos dijo que luego se lo devolveríamos al llegar. Justo lo llamó un amigo que venía a recogerlo y aunque ya no iba en el bus, éste nos dijo que nos quedásemos con los 4 dólares. Quizá para él no era mucho dinero pero para nosotros es la mitad de dinero con el que hemos vivido cada uno durante los últimos años…
Recordábamos a los australianos como gente muy simpática, y realmente es así; cuando se va a comprar algo siempre tratan de entablar conversación, incluso las cajeras de los grandes supermercados te hacen comentarios de lo que estas comprando, y te preguntan cómo ha ido el día… es curioso y muy agradable a la vez.
Australia está dividido en ocho estados; nosotros comenzamos recorriendo el estado de Northern Territory (Territorio Norte) que abarca parte del norte y centro del país; con una dimensión de casi tres veces España, la población del Territorio Norte escasamente supera los 200.000. El Territorio Norte se divide a su vez en el “Top End”, es decir la parte más al norte y con un clima tropical, y el “Red Centre” (Centro Rojo), más seco y desértico.
Justo cuando hemos llegado a Darwin comienza la época húmeda en el Top End, que generalmente está muy bien definida, lo que significa que si comienza la época húmeda, llueve de verdad y casi cada día; lo cual se transforma en calurosísimos días; muy muy húmedos, y con unos mosquitos de dimensiones antinaturales y agresivos como jamás hemos visto.

Inevitablemente una de las primeras cosas que nos llama la atención en Darwin son los Aborígenes, y el estado en el que se encuentran. Los Aborígenes han poblado éstas tierras durante miles de años y en tan sólo 200 años han tenido que adaptarse a vivir en un mundo moderno, dejando atrás la prehistoria. Actualmente muchos de los Aborígenes que se ven en Darwin y en otras ciudades del Territorio Norte, están borrachos o drogados por la calle. Es desconcertante y muy triste ver en una sociedad avanzada toda ésta gente gritándose por la calle, tirados por el suelo, dando tumbos y en ocasiones pegándose puñetazos y montando escenas en las que tiene que intervenir la policía.
Los Aborígenes reciben un salario sin necesidad de trabajar y tienen una serie de ayudas del gobierno que otros australianos no tienen. Pero el por qué de todo esto es algo que nadie nos sabe contestar. Cuando intentamos tratar sobre el tema Aborigen con alguien, la primera respuesta es: “es muy complicado…”
En mi otro viaje recuerdo ver a los aborígenes en los parques bebiendo alcohol, pero ahora se han impuesto leyes muy estrictas, está prohibido beber alcohol en los parques y en la mayoría de sitios públicos; y aunque en Darwin es menos estricto, en el Territorio Norte hay restricciones para el alcohol y cuando se compra éste, meten tus datos en un ordenador central para tener controlado a todo el mundo; sin duda todas estas restricciones se han hecho por los Aborígenes.

Tina, la chica que nos aloja, vive en el barrio de Nightcliff donde hay una bonita línea costera, con playas solitarias entre cada tramo rocoso. Las playas están solitarias debido al peligro de la “avispa de mar”, la más letal de todas las medusas, la cual suele ocasionar la muerte cuando los tentáculos tocan el cuerpo humano. Hay unos pocos meses en los que el riesgo de que haya medusas es menor, pero aún así ni locales se atreven a bañarse.



En el centro de Darwin esta el “Waterfront” un área muy bonito con un entrante de mar, el cual han rodeado y asegurado para que no haya medusas y así poder bañarse la gente.



En el museo del Territorio Norte hay una interesante sala donde se relatan los hechos del Ciclón Tracy; un ciclón que destruyó el 70% de los edificios de Darwin en la Nochebuena de 1.974; las ráfagas de viento alcanzaron los 265km/h. Por aquel entonces las casas de Darwin estaban construidas sobre pilares, teniendo así un buen sistema de ventilación, pero fue precisamente eso lo que hizo volar a todas las casas; ahora todas se construyen de una planta y sin pilares.

Nuestros días en Darwin fueron más que nada para pensar qué vamos a ver en Australia y cómo hacerlo. Las distancias son enormes en éste país y siempre se tiende a subestimar porque hay muy pocas poblaciones en tan grande tierra, solamente desde Darwin a Alice Springs en el centro del país son más de 1.600km con dos poblaciones entre medio que apenas superan los 3.000 habitantes. Hay varias compañías de relocalización de coches en las que puede salir muy barato viajar si encuentras una oferta a tu gusto, pero eso no siempre ocurre, estuvimos mirando todos los días en internet pero nunca salió una oferta para viajar al sur. Para ir a internet vamos a la biblioteca, el único sitio gratuito de Darwin, encontrar una línea de wifi abierta es imposible, el internet es tan caro que todo el mundo tiene con código.

Tras cinco días en Darwin tomamos la decisión de intentar viajar a dedo como siempre hicimos, pues cualquier otra opción es demasiado cara, pero ésta vez tuvimos que llevarnos un montón de agua y comida pues no sabemos dónde podemos terminar y hay muchas áreas despobladas en Australia.
Antes de irnos disfrutamos de una magnifica puesta de sol en la playa de Mindil…


Nos pusimos como objetivo, tratar de llegar al Parque de Litchfield en autostop, así pues fuimos a las afueras de Darwin, en el comienzo de la Stuart Highway que atraviesa el país de norte a sur, y a los 20 minutos paró una señora de 75 años que nos llevó unos 60km. Como a veces suele pasar la mujer nos dejó en un sitio muy malo y tuvimos que hablar con un chico en una gasolinera que nos llevó de nuevo a la Stuart Highway; otro chico nos llevó al último pueblo antes de Litchfield, Batchelor; y aquí ocurrió el encuentro que cambiaría 180 grados nuestro viaje en Australia.


Con un calor tremendo seguimos haciendo dedo en la carretera y a los 5 minutos paró a recogernos una pareja de viajeros de Taiwán que también iban a visitar Litchfield por unos días. Rápido conectamos con los chicos, Howard y Joyce, ellos llevan casi un año en Australia viajando y trabajando, una gran idea pues simplemente recogiendo fruta se sacan un sueldo de entre 18 y 20 dólares por hora, y es muy fácil encontrar trabajo con el “working holiday visa” (visa de turismo-trabajo)
Fue una suerte tremenda conocer a estos chicos, primero porque como ellos van también de visita fueron parando en lugares interesantes del parque como los grandes termiteros, construidos por las termitas así para que puedan resistir durante la época de lluvias cuando todo se inunda.


Dentro del parque hay varias zonas de acampada y estos se pagan mediante la llamada “caja de honestidad”, donde hay unos sobres y se introduce la cantidad de dólares que indica.


Acampamos cerca de las cascadas de Florence, una laguna con dos cascadas que caen de las rocas. El acceso está muy bien preparado, hay paneles informativos que explican todo, diferentes caminatas señalizadas, e incluso marcadores de temperatura y humedad para recordarte que debes tomar agua continuamente; la temperatura era de 38ºC y un 82% de humedad.



A medida que pasó el día hicimos amistad con Howard y Joyce, y como ellos van después hasta Katherine les propusimos compartir los gastos del combustible con ellos, a lo que aceptaron.
Pasamos el día siguiente por el parque visitando lugares como las cascadas de Tolmer donde el desgaste de la piedra ha formado un puente natural de piedra.


Luego pasamos el día en las paradisiacas cascadas de Wangi, del estilo a las Florence pero mucho más grandes e impresionantes.
Algo bueno de Australia es que se ve mucha vida animal en los parques; por la mañana al levantarnos, los wallaby (especie de canguro más pequeño) siempre rondan por el camping, se ven muchos pájaros tropicales y grandes murciélagos conocidos como “zorro volador”



Respecto a otros animales, están los cocodrilos de agua dulce (relativamente inofensivos) y los cocodrilos de estuario, (realmente peligrosos); aunque éstas áreas donde nos movemos están protegidas, a veces se filtra algún cocodrilo y tienen que cerrar las lagunas para que no se bañe la gente.


Katherine es el primer pueblo desde Darwin en dirección sur, a 300km de éste; Los chicos de Taiwán vienen aquí para vender su coche a una persona, pero ésta persona no se presentó, entonces comenzamos a pensar que viajando en autostop sería muy difícil alcanzar muchos de los lugares interesantes que hay en Australia y tomamos la decisión de comprarles el coche nosotros por varios motivos; dos de ellos son que Howard y Joyce son gente muy honesta que nos dijeron todo lo que el coche tenía o no tenía, además es diferente cuando compras un coche a un desconocido que a alguien que digamos, es tu amigo… segundo, el precio era muy bueno, 1.600 AU$ (1.150€) por un Ford Falcon del 95, que el mecánico nos aseguró que tenía aún muy buen motor.
Es un cambio drástico en nuestro viaje, con esta compra ya no es posible viajar con nuestro presupuesto de 6€ al día; pero sin duda es la mejor y más económica manera de viajar en Australia.

Pasamos cuatro días en un camping en Katherine para hacer todo el papeleo, la verdad que muy sencillo, sólo hay que enviar unos papeles por correo y el coche en nuestro. Es curioso que en Australia se ha de pagar algo así como la “ITV” en España, llamada aquí REGO, pero ésta tasa incluye un seguro del gobierno para cualquier daño a terceras personas (sólo personas). A parte, el seguro de terceros que en España es obligatorio, aquí es opcional, de todas formas compramos uno por si acaso…
Katherine fue una lugar ideal en parte para comprar el coche porque es tan pequeño que no hay que dar muchas vueltas, por otro lado, necesitábamos internet y esto es un gran problema en el Territorio Norte; si se quiere internet se tiene pagando por supuesto pero es muy muy caro; suerte que en Katherine hay un McDonald’s con wifi donde podíamos ir aunque no consumiéramos…
Durante estos días, consolidamos la amistad con Howard y Joyce y cada noche preparábamos cenas en el camping e intercambiábamos historias de nuestro país y el suyo, Taiwán.


Cuesta adaptarse un poco al conducir por la izquierda, con el volante en la derecha y además un coche automático (en Australia es muy típico). Pero lo mejor de todo es que el primer día que cogimos el coche y decidimos a dónde queríamos ir, fue una sensación curiosa, en la que valoramos realmente el valor que tiene un vehículo que te lleva donde quieras. Durante los últimos casi cuatro años hemos estado pendientes de autobuses, trenes, esperas en la carretera para hacer autostop, largas caminatas… y aunque viajar así es lo mejor y nos ha encantado, sin duda el coche marca una nueva etapa.

19 octubre 2010

TIMOR-LESTE

Para entender un poco sobre Timor-Leste, lo primero hay que contar un poco de su historia.
Los portugueses fueron los primeros en llegar a la isla de Timor en 1.512, durante la era de los descubrimientos; años más tarde Timor pasó a ser parte de la corona española durante el reinado de Felipe II, y así siguió durante 60 años cuando de nuevo pasó a ser portugués.
Durante la expansión holandesa en Indonesia, Portugal perdió el oeste de la isla (perteneciente ahora a Indonesia) y Timor Oriental pasó a ser una de las últimas colonias que mantuvo Portugal.
En 1.975 llegó la independencia de Timor-Leste, pero a la semana de dicha proclamación fueron invadidos por el gobierno indonesio, que a su vez era apoyado por el gobierno de Estados Unidos, quien les vendía armas. Indonesia proclamó por la fuerza Timor Leste como su 27ª provincia.
Las guerrillas resistieron durante años hasta que por fin en 1.999 se realizaron votaciones supervisadas por diferentes organizaciones que resultaron en la independencia definitiva en el año 2002.
Entre 1.975 y 1.999 se cometió en Timor-Leste el mayor genocidio de la historia proporcional a la población de un país; de una población de 650.000 personas, fueron asesinadas 220.000.

Desde la independencia, las Naciones Unidas han intervenido para calmar la situación, y éstas aún siguen en el país.
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Tras la visita a la familia de la monja Natalia, seguimos con otros dos bemos hasta la frontera Indonesia-Timor Leste, la cual se haya en un lugar privilegiado en la playa.



Hay dos maneras de obtener la visa de Timor-Leste; la más fácil es llegando al aeropuerto donde se paga, se sella y listo; pero para obtenerla en la frontera terrestre se ha de solicitar previamente una autorización para obtener la visa, como ya contamos cuando estuvimos en Jakarta; al final la autorización nos llegó a los 20 días de solicitarta, y con ella podemos obtener la visa en frontera.
Tras pasar la playa encontramos un hombre sentado en una silla y con una mesa en mitad de la nada que nos registró los pasaportes; luego un chico que trabaja en la frontera nos acercó en coche hasta el puesto de inmigración, el cual es uno de los conteiner de las Naciones Unidas; allí pagamos los 30US$ de visa y pasamos un ligero control de las mochilas con unos policías muy simpáticos que nos hablaban en portugués, la lengua oficial del país, aunque la lengua original es el tetum.

Casualmente tuvimos la fortuna de encontrar un autobús local allí mismo con destino a la capital, Dili. Entre la frontera y Dili hay pequeños pueblos pero el país se ve tan pobre que no son más que unas pocas casas sueltas.
El precio del bus es de 4 US$, y el chico nos cobraba 5, pero de una manera muy inocente que no colaba con nosotros; después él mismo se señalaba y nos decía “no bueno, no bueno”, era muy gracioso.
Una vez en Dili, el autobús hace como una especie de servicio de taxi y lleva a cada uno hasta enfrente de su casa, y lo mismo hizo con nosotros dejándonos frente a la única guesthouse de Dili, la más barata de la ciudad.
Debido a la presencia de las Naciones Unidas, y sobre todo de la cantidad de australianos que viven aquí con dicha organización, los precios de todo están muy muy inflados; así pues dicha guesthouse tiene un precio de 12 US$ por persona en un dormitorio, es lo más caro que hemos pagado en el viaje por dormir, pero aquí no tenemos otra opción.
De todas formas el sitio es tranquilo, bonito, tenemos aire acondicionado y agua caliente en las duchas (la primera ducha de agua caliente en los últimos dos meses y medio), y hay una cocina comunitaria; a excepción de los desgastados colchones todo es perfecto.
Por otra parte Dili no es un lugar turístico para nada, está aún muy lejos de ser un destino para turistas, de ahí que la gente de la guesthouse fuese realmente interesante.
Primero conocimos a Alicia, la novia de Andrew, el polaco de Kupang, quienes están esperando el barco a Darwin. Luego una gran sorpresa, encontramos allí a la pareja ítalo-española, con quienes vimos la final del Mundial de futbol en Kuching; Massimo y Blanca; ellos también se habían apuntado para ir en barco, al igual que una estadounidense que viaja en bici, y un francés que lleva de viaje como nosotros. Además conocimos a Thierry, un francés del que nos habían hablado Jan y Alex, que habían conocido en Nepal, y que está haciendo un interesante viaje en su 4x4 ya por varios años, y con planes de terminar en el año 2023. Ahora viaja con su hija quien recientemente dio a luz en una villa de Indonesia en casa de una humilde familia.
Antonio es otra de las personas que conocimos, un chico español que vive en Marruecos y lleva viajando desde el 2008 de una forma muy autentica.
La verdad que fue una parte muy interesante de Dili escuchar todas éstas historias; desafortunadamente para la gente del barco no hubo tanta suerte y una semana más tarde tan sólo pudieron partir 3 personas del grupo inicial de 8, ya que el dueño no lo permitió; con lo cual ir en barco de Timor-Leste a Darwin sigue siendo algo realmente difícil, pero nunca imposible.

No hay mucho que hacer en Dili; aunque según leemos, la situación está mejorando mucho, la ciudad aún se ve un tanto desdejada, pero lo más importante es que los timorenses son muy majos. Fuimos a un mercado local a comprar cosas para cocinar y era muy gracioso porque para preguntar el precio y con los números en español, nos podíamos entender perfectamente con ellos, quienes hablan al menos un portugués básico. La moneda oficial del país es el Dólar Estadounidense, pero para las fracciones de dólar, tienen los centavos de Timor-Leste.



Aunque casi toda la ciudad quedó destruida durante la ocupación indonesia, aún quedan restos, o iglesias reconstruidas de la época portuguesa.


Un importante lugar de Dili, es el cementerio de Santa Cruz, donde una cruz de hierro sirve de homenaje a los más de 100 civiles muertos durante una manifestación pacífica en contra de la ocupación indonesia en 1.991; este hecho fue un punto clave para encaminar la independencia del país; el hecho tuvo mayor impacto mediático debido a la muerte de dos neo zelandeses de 20 años que se hallaban en el grupo.
La gente ha colocado tantas velas desde entonces a los pies de la cruz, que las altas temperaturas de Dili mantienen la cera derretida haciendo del lugar una increíble masa de cera en la que uno se queda pegado al caminar.


Uno de los símbolos de Dili es el Cristo Rey, una estatua de un gran Cristo de 27 metros ubicada a las afueras de Dili frente a unas bonitas playas. Una lástima que el mal tiempo no nos dejó disfrutar de las bonitas vistas.



Sin haberlo hecho queriendo ha pasado exactamente un año desde que entramos en Vietnam, pasando un año en total en el Sudeste Asiático, habiendo recorrido más de 130.000km desde que salimos de España hace 3 años y casi 7 meses.
En Europa, parte de Oriente Medio y África nos mantuvimos con una media de gastos de 4€ por persona y día; más tarde en la segunda parte de Oriente Medio, el Subcontinente Indio y China ascendió la media de gastos total a los 5€ por día y por persona; por último debido a la fuerte caída del Euro desde comienzos de año, nuestra media total de gastos global al terminar el Sudeste Asiático, es de 6€ por persona y día, habiendo gastado en los 43 meses de viaje un total de 15.500 euros por los dos incluyendo TODO.

Ahora comienza una nueva etapa del viaje; desde hace tiempo descartamos la posibilidad de cruzar en barco a Australia, debido a la dificultad del asunto, y en Dili vimos que realmente es complicado, aunque nunca imposible… Por eso hace meses que compramos un vuelo con Air North, una de las tres compañías que operan en Timor-Leste; el país sólo tiene conexión aérea con Singapur, Bali y Darwin.
El gran reto que se nos plantea es cómo viajar y ver algo en Australia con las bastas distancias del país y la cantidad de lugares completamente vacios en cientos y cientos de kilómetros; y algo muy importante, cómo hacerlo lo más económico posible… ya se verá…


15 octubre 2010

TIMOR

En Denpasar tomamos el décimo vuelo del viaje, de los cuales ocho vuelos han sido tan sólo en los últimos siete meses; con la compañía indonesia Merpati volamos desde Denpasar por 40€ hasta la isla de Timor, en el extremo oeste de Nusa Tenggara.

Timor está dividido en dos partes, la parte oeste (donde nos dirigimos), y que pertenece a Indonesia; y por otra parte la mitad este de la isla que es un país independiente, Timor-Leste; la capital del Timor de Indonesia es Kupang donde pasamos los primeros dos días.

Llegar aquí es como ir a un nuevo país; la actitud de la gente cambia totalmente, sobre todo respecto a nosotros, su interés no va más allá de echarnos una sonrisa y decirnos: “Hello Mister!”. Somos muy pocos extranjeros, básicamente divididos en tres grupos: los que llevan mucho tiempo viajando y van de camino a Australia o vienen de allí; unos pocos surferos, ya que la cercana isla de Rote es uno de los paraísos mundiales para hacer surf; y la gente que va a renovar su visa indonesia a Timor-Leste o trabajadores de las Naciones Unidas de este mismo país.

Tuvimos muchos problemas para encontrar donde dormir, ya que nos coincidió el primer día de clases en los colegios; con la noche encima recorrimos todos los hoteles baratos y medianamente baratos pero todo estaba lleno. En Kupang hay un hotel económico donde van los mochileros, “Lavalon Guesthouse”, y aunque fue el primero que nos dijo que estaba lleno, volvimos a pedir consejo de qué hacer. El dueño fue muy majo y éste nos dejó dormir en el comedor con unos colchones en el suelo por la primera noche.

Una parte que nos gusta de éstos lugares es encontrarnos con gente muy parecida a nosotros y con quienes podemos intercambiar historias y coger consejos de aquí y allá; así conocimos a Huge, un chico de Australia, y a Andrew un polaco con quien descubrimos muchas coincidencias. Andrew y su novia llevan un año y medio de viaje desde Polonia hasta aquí exclusivamente por tierra y mar, sin volar, lo que les está haciendo esperar mucho tiempo en Timor (2 meses), buscando un barco que los lleve a Darwin (Australia). Esta pareja conoce a unos chicos polacos que encontramos en India, Tomas y Emilia; conocieron a Erkan, la persona que nos ayudó en Diyarbakir (Turquía) durante el mal percance que tuvimos allí, y sabían nuestra historia; estuvieron en remotos lugares en el Karakorum y conocieron a varias personas que nosotros también encontramos allí…

Pasamos prácticamente los dos días hablando con Huge y Andrew, y yendo a cenar al mercado nocturno, con mucha vidilla y gente local muy simpática.



Frente al Lavalon, está el Lavalon Café, del que es dueño Edwin, un tío muy majo que tiene información de todo lo que se quiera en Timor y además tiene wifi gratuito para todo el que vaya por allí.



Lo único que hicimos en Kupang fue ir unos kilómetros al oeste, al puerto de Bolok; cerca de allí hay un lugar llamado “Air Kristal”; un sitio curioso y muy bonito. Se trata de una pequeña cueva y en el fondo (donde aún llega la claridad de la calle) hay un pequeño lago. El nombre de “cristal” viene dado porque el lago está tan limpio y el agua tan quieta que parece un cristal; desde lejos, entrando en la cueva, se puede ver absolutamente todo el fondo del lago (unos 10 metros de profundidad).



Para salir de Kupang utilizamos uno de los multitudinarios “bemos tuneados” que nos llevan con la música a tope hasta la estación de bus donde encontramos el que va a Soe, también con el alivio por fin de no tener que pelear por ser estafados; el conductor era un hombre muy majo que nos dijo el precio correcto igual que el resto de locales.

Soe es un pueblo en el centro de Timor Oeste, con un interesante mercado permanente. Aquí ya no hay extranjeros, fuimos los únicos en los siguientes días; debido a ello todo el mundo nos observa y muchos quedan atónitos con nuestra presencia.
La gente local es muy diferente, tienen la piel mucho más oscura (alguno bastante negro), el pelo rizado como en África y la nariz grande y achatada, una raza que se acerca más a los papúas que a los malayos.



En los días que estuvimos en Soe pasamos varias veces por el mercado donde muchos ya nos reconocían; la mitad de lo que venden es “tabaco” local, al que son realmente adictos, es una especie de fruta seca que mezclan con el polvo blanco hecho con conchas de mar pulverizadas, algo así como en otras partes de Asia, (mayormente en Burma y ciertas partes de India); esto les deja los dientes negros y se los destruye completamente.


Nadie habla inglés, aunque sea un poco más complicado, no importa porque el lugar es único; la gente nos llama por la calle continuamente, “Hello Mister, hello Mister!”

A pocos kilómetros de Soe hay una villa llamada Niki Niki; fuimos a ella con curiosidad de ver la casa o el palacio del Rajá. Resulta que varias villas y áreas de aquí tienen un Rajá, que su función actualmente es mera representación; al no tener ningún poder, éstos se ganan la vida como cualquier otro habitante, trabajando.

Al llegar a la casa nos recibió una mujer mayor que por supuesto no hablaba una sola palabra de inglés pero con gestos entendimos que nos invitaba a pasar dentro. Casualidad que al tiempo apareció Daniel, un amigo de la familia (suponemos) y él nos hizo de interprete con su escaso inglés. Primero nos invitaron a tomar un café y luego nos llevaron a la parte trasera para enseñarnos el cementerio familiar donde están las tumbas de todos los Rajá Amanuban. Fue muy complicado entenderse pero al final deducimos que la mujer de la foto nos mostraba las tumbas de sus antepasados pues ella era descendiente directa de los Rajá, y su hijo (a quien conocimos más tarde en una destartalada moto) es el actual Rajá de Niki Niki.



Daniel iba de camino a Kupang y se ofreció a llevarnos de vuelta a Soe; fue una gran suerte pues cuando vamos en el bemo con todo el mundo apretujados, casi no vemos lo que hay en el camino, y al ir en coche con Daniel, vimos los “Lopo”, las casas tradicionales. Son una especie de chozas de paja con una pequeña puerta y suele haber una humera saliendo entre hierba seca que conforma el “lopo”.
Leímos que el gobierno quitó los lopos de la gente para construirles casas modernas, pero éstos seguían construyendo su lopo detrás de la nueva casa, alegando que las nuevas viviendas eran insalubres porque pasaban frio, en cambio en el lopo hacen fuego y siempre está caliente. Y así es como vimos los lopos, todos detrás de cada casa “moderna”.



Sin duda lo más autentico e impactante de Soe y de Timor, fue el mercado semanal de la villa de Oinlasi a 50km de Soe, en un alto y con acceso a lo largo de una carretera malísima.

Si en Soe nos miraban, aquí fue demasiado, la gente de otras villas remotas viene a vender sus cosas, gente con ropa tradicional; los hombres llevan una falda colorida hecha a mano, y las mujeres se colocan trapos en la cabeza mientras agachadas venden unas pocas de zanahorias, ajos y sobre todo el tabaco local del que ya hablábamos.



La gente aquí es espectacularmente simpática, lo pasamos muy bien; no les importa ser fotografiados y como siempre hacemos, les mostramos la foto en la cámara; alguno al verla se emocionaba y los gestos demostraban que no ven algo así muy habitualmente.



Desde Soe viajamos hasta Kefamenanu, un pueblo más de camino sin mucho encanto, tan sólo pasamos la noche y al día siguiente seguimos rumbo hacia Timor-Leste. En el bemo conocimos una monja, de origen indonesio pero vive en Italia, como no hablaba inglés tuvimos que apañarnos con nuestras cuatro palabras en italiano. Era muy simpática, nos contaba que iba a ver a su familia a Atambua, y hacía ocho años que no venía a verlos. Nos invitó a su casa, y aunque íbamos con el tiempo un poco justo porque era nuestro último día de visado y debíamos abandonar el país, aceptamos su oferta y paramos en una pequeña villa a las afueras de Atambua. Aunque pasamos sólo un rato fueron muy majos, nos sacaron rápido galletas, fruta, agua… un bonito recuerdo y buen sabor de boca para dejar el país.