26 agosto 2010

SUMATRA

Amelleia nos hizo un último gran favor acercándonos pronto por la mañana en coche al aeropuerto de Penang donde nos despedimos de Malasia después de habernos “enrollado” más de dos meses en este país.
El destino que nos espera es un nuevo gran cambio tras la tranquilidad y organización de Borneo, Singapur y la Malasia peninsular.
Indonesia es el archipiélago más grande del mundo, compuesto por 17.508 islas, de las cuales dos tercios están deshabitadas y muchas ni siquiera tienen nombre; con una población de 250 millones de personas es el país con mayor número de fieles musulmanes a pesar de la “gran” minoría cristiana.
Desgraciadamente Indonesia posee records en lo que a desastres naturales concierne; terremotos, tifones, erupciones volcánicas, y tsunamis ocurren con relativa frecuencia; no olvidar el tsunami de finales del 2004 originado por un terremoto cerca de la costa oeste de Sumatra causando la muerte a 170.000 personas.

Nuestro vuelo partió de Penang a las 10:00am y con el cambio horario (una hora menos en Indonesia) llegamos a las 9:45am al aeropuerto de Medan, la ciudad más grande del norte de la isla de Sumatra.

Sumatra es la isla más occidental de indonesia, es la sexta más grande del mundo con una extensión casi como la de España y una población similar también, 40 millones de habitantes.
Al llegar a Medan lo primero que hicimos fue irnos; al tener sólo dos meses de visa para Indonesia queremos aprovechar el tiempo al máximo, así que dejamos la ruidosa y contaminada Medan para irnos al pacifico y tranquilo Lago Toba.
Los nuevos cambios que vemos son motos, carritos y rickshaw o tuk-tuk (aquí llamados bemo) por todas partes, gente que nos llama, nos saluda, la imposibilidad de comunicarnos con algunas personas en la calle porque no se habla inglés…muchos cambios, pero uno muy importante son los precios, por fin otro país barato, pero también debemos estar con mucho cuidado porque es muy típico redondear los precios a los extranjeros, o muchas veces lo que compras ha pasado por tantos intermediarios que los precios se multiplican.
Afortunadamente estamos muy contentos con los indonesios quienes en general son muy simpáticos y dispuestos a ayudar cuando se puede y rápido se atreven a usar cuatro palabras en inglés para entablar conversación con nosotros.
Para llegar a la estación de autobús de Medan cogimos un “opelet” (furgoneta-bus) en la carretera que tenía escrito el nombre de dicha estación y unas mujeres nos ayudaron para pagar exactamente lo que era, ¡3.000 rupiah! De nuevo debemos manejar un montón de ceros pues 1€=11.400 Rupiah Indonesias.
En la estación rápido nos abordaron para ver dónde íbamos y conseguir comisiones de nosotros; logramos llegar a la taquilla donde vendían los ticket, y el hombre escribió en el nuestro 44.000 Rupiah; nosotros sabíamos que el precio del bus a Parapat no podía exceder de 30.000 por eso desconfiamos en un principio para luego callarnos la boca ya que el precio de 44.000 era por los dos… muy barato.


En el tiempo que estuvimos esperando la gente se mostró curiosa y se acercaban a mi para preguntarme cosas como: ¿es ella tu esposa?; ¿tenéis hijos?, ¿por qué no tenéis hijos?; nada que no nos sorprenda ya de un país islámico.

El viaje en autobús, para que engañarnos, fue terrible; en algún autobús filipino pasamos miedo de lo deprisa que conducen, pero desde Bangladesh no teníamos pánico a ir dentro de la “caja metálica con ruedas” que lleva un tío gritando a todo vehículo que se interpone en nuestro camino, adelantando sin mirar en curvas o adelantando aún viendo otro autobús o camión aproximarse tan cerca que por muy poco no tuvimos dos choques frontales; en esas dos ocasiones se escuchó algún que otro grito en el autobús, señal de que la gente ha tenido algún que otro accidente.

Tras las terroríficas cuatro horas llegamos vivos a Parapat, un pequeño pueblo a orillas del Lago Toba, desde donde parten botes a la “isla” de Samosir.
El Lago Toba es el lago más grande del Sudeste Asiático; y en el centro del lago esta la “isla” de Samosir que le da un toque muy especial; “isla” aparece entrecomillado porque aunque se la llama isla a Samosir, no es realmente una isla por culpa de unos pocos metros de tierra que la unen con el resto del territorio.
La isla de unos de unos 35km de largo por 15km de ancho posee una pequeña península llamada Tuk-Tuk justo frente a Parapat, y ahí es donde nos dirigimos en un pequeño bote a través del Lago Toba.


El lago está formado en el cráter de un extinto volcán que se cree tuvo una súper-explosión hace unos 70.000 años que extinguió toda vida en Sumatra y amenazó gravemente la existencia de la vida en el resto del planeta; restos de ceniza petrificada de Toba han sido encontrados en las aguas del golfo de Bengala.

Desafortunadamente para los locales de Tuk-Tuk, y afortunadamente para los viajeros que se acercan a Toba; el turismo ha decrecido increíblemente en los últimos años; ahora sólo somos unos pocos extranjeros para el alrededor de medio centenar de hospedajes que se hallan en Tuk-Tuk.
Ojeamos varias guesthouse y encontramos una que tenía pequeñas casas tradicionales como cuartos por 40.000 Rupiah. Así que por 3,5€ teníamos una “casita” en una segunda planta, muy básica pero lo suficiente, con un baño y en un entorno natural paradisiaco; además la guesthouse tiene un restaurante construido en una casa tradicional que invita a pasarse horas. Además los 900 metros de altitud de Toba hacen que tenga una temperatura EXCELENTE.


Tuk-Tuk son básicamente alojamientos, restaurantes y pequeñas tiendas; todos ellos ofrecen más o menos lo mismo y se indica claramente en los carteles como el de la foto: “MASAJES, LAVANDERÍA Y SETAS MÁGICAS”. A pesar de lo penado que esta el consumo de drogas en Indonesia, y de la pena de muerte para los narcotraficantes; todas las tiendas, hasta la más pequeña oferta en sus carteles setas alucinógenas…


Al día siguiente tuvimos la suerte de coincidir con la fiesta nacional de la Independencia; para poder ver algo caminamos 4km hasta el pueblo más cercano, Ambarita, donde había una gran fiesta en el campo de fútbol. Habían montado estantes de comida, puestos de fruta, concursos de baile y montón de actividades sobre todo para los más jóvenes.



La belleza de Toba va incluida además con una interesante cultura; los indígenas de aquí llamados los Batak; se cree que estos llegaron hace muchos años desde el norte de Tailandia y Burma y se asentaron aquí hasta nuestros días; siempre fueron animistas hasta que los misioneros europeos decidieron venir a cristianizarlos; de todas formas vemos que sus tumbas, iglesias y todos los elementos cristianos están aún fuertemente ligados a su cultura animista, haciendo una especie de mezcla entre ambas religiones, aunque claramente predominando la cristiana. También los Batak parecen sentirse orgullosos de su condición cristiana ya que es un gran núcleo viviendo entre tierras fuertemente islamizadas.
Algo que caracteriza a éste pueblo sin duda, es la arquitectura de sus casas con unos extravagantes tejados picudos muy originales.



Al ver alguna casa por dentro nos recordó muy ligeramente a aquellas de Papúa Nueva Guinea; algo que no carece de sentido pues poco a poco nos vamos acercando a ese país.

Las tumbas de los muertos son construidas en la finca familiar, es decir, cada casa tiene sus tumbas particulares; la mayoría muy originales, generalmente coronándolas una casa tradicional en miniatura y con símbolos animistas entre las cruces cristianas.


No hay manera de poder recorrer Samosir sin un vehículo motorizado, por eso un día alquilamos una moto por 70.000 Rupiah con combustible incluido; y así pasamos por la villa de Tomok donde vimos la antigua tumba del rey Sidabutar, el rey Batak que adoptó el cristianismo y que está enterrado junto al misionero que se encargo de hacer la conversión.



De camino vimos un montón de casas tradicionales Batak y gente maja como siempre; aparte de casi atropellar un perro, una cabra y varias gallinas que se cruzan continuamente en la carretera.



El lado opuesto a Tuk-Tuk es Pangururan, es el pueblo que está unido a tierra; aunque realmente debido a un canal que han abierto cortando el trozo de tierra, podríamos considerar Samosir como isla.
Siguiendo los consejos de nuestra guesthouse fuimos en busca de un lugar llamado Tele, donde se encuentran las antenas de radio, etc… Fue una gran pena que día no acompañó y las fotos no muestran la real belleza del lugar; desde Tele (unos 500 metros por encima de Toba) tuvimos una vista impresionante del cráter que quedó de aquella explosión.


Desde el Lago Toba nos dimos una buena paliza de autobús de 15 horas al sur, hasta la provincia de West Sumatra; para conseguir una plaza en el bus nocturno que viene de Medan, lo contratamos a través de la guesthouse creyendo en la imposibilidad de reservarlo por nuestra cuenta (primera y última vez); así pues pagamos 200.000 Rupiah por un bus supuestamente bueno, de aire acondicionado y con baño; realmente es el precio mínimo que se puede encontrar en Tuk-Tuk; al menos nos quedamos más aliviados cuando supimos que a la pareja holandesa que viajó en nuestro mismo autobús, les habían clavado 300.000 Rupiah.

Tuvimos que esperar unas horas en la estación de bus de Parapat donde conocimos a un gran personaje trabajando en la oficina, Nancy, que según le dijimos que éramos españoles nos empezó a cantar coplas españolas y otros “hits poperos” españoles de los ’80.
Aunque parecía enamorado de la lengua castellana, tenía su repertorio para cada país; al llegar los holandeses les cantó un tema en holandés, y cuando llegó una japonesa, lo mismo en japonés… Nancy que ya tiene sus 61 años nos contaba que hace 30 años trabajaba con turistas en Tuk-Tuk, (cantaba en un grupo de música), y según él a finales de los ’70 y durante los‘80, los barcos iban cargados de viajeros desde Parapat a Tuk-Tuk; no se explica el por qué de ésta gran caída del turismo.

El bus partió a las 6:00pm, nuestros asientos estaban a una fila del baño, lugar perfecto para buenos olores y vomitonas de la gente que se marea. Que el bus sea aire acondicionado no quiere decir que sea mejor, pues como todo el mundo va fumando, al final se crea una burbuja que sólo se respira el humo del tabaco, eso unido también al frío gélido del aire que te atraviesa la garganta…

Gracias a que Nancy habló con los dos conductores que llevamos, estos hicieron una parada rápida en Bonjol cuando ya amanecía pues éste es el lugar por donde pasa el Ecuador; por primera vez en el viaje cruzamos la línea ecuatorial y seguimos andaduras por el Hemisferio Sur.


El alojamiento en Bukittinggi no fue ninguna maravilla donde lo más barato eran 60.000 Rupiah (5,2€) por un cuarto muy cutre y sin tan siquiera un grifo, sólo un tanque con agua fría para lavarnos; agua fría que a los 930 metros de altitud de Bukittinggi no sienta nada bien.

Bukittinggi nos sorprende de nuevo por la ausencia de turistas, realmente hay muy poco extranjero. La segunda sorpresa es que ahora no estamos en tierras cristianas, si no en el más puro área islamista donde el Ramadán se respeta tanto que nos es de gran dificultad (por no decir imposible) encontrar un restaurante abierto para comer. Para más sorpresas, tenemos varias mezquitas alrededor y una de especial potencia de altavoces justo enfrente de la guesthouse; al ser Ramadán el muecín trabaja horas extra y da discursos especiales de 4:00am a 6:00am haciendo imposible concebir el sueño.

La parte bonita del Ramadán es en la noche; a las 6:30pm suena una sirena indicando que se puede empezar a comer y en ese momento se ve a la gente corriendo por la calle para reunirse en familia o comer en alguno de los puestos improvisados en la calle.

Bukittinggi tiene un mercado muy animado, y muy grande, las mujeres invaden las aceras con frutas y verduras mientras los clientes van y vienen en carruajes de caballos que usan a modo de “taxi”. Hacía tiempo que no veíamos un mercado de carne o pescado propio de estos países; tienen los pollos en jaulas y justo encima de las jaulas, van sacando éstos, matándolos y colocándolos para su venta.



En un extremo de la ciudad está el Taman Panorama un mirador sobre el Cañón Sianok, donde rondan los ladrones macacos que siempre intentan cogerte algo al descuido.
La gente sigue siendo muy simpática, unas chicas musulmanas vinieron rato con nosotros para charlar.



Atravesando en Cañón hicimos una pequeña marcha hasta la villa de Koto Gadang, interesante pueblo con muchas casas coloniales holandesas (Sumatra fue colonia holandesa) y alguna casa Minangkabau, tradicionales de esta área y que parecen sacadas de algún cuento surrealista, o cuento de hadas con los tejados picudos, las paredes principales estrechándose hacia la base y todo decorado con tallas de madera pintadas con muchos colores.



De nuevo alquilamos una moto los siguientes días para ver los alrededores de Bukittinggi, que es realmente lo bonito; rodando entre campos de arroz y otros cultivos vemos por primera vez despejado el volcán activo, Merapi, (2.890 metros) y el volcán Singgalang (2.880 metros); Bukittinggi se haya justo en medio de ambos volcanes.



Así rodamos hasta Batu Sangkar donde nos desviamos para ver varias casas tradicionales Minangkabau, como el Palacio del Rey y otras de menos importancia pero muy antiguas, curiosas y bonitas.



En nuestro camino al lago Singkarak buscamos y buscamos algo abierto para comer, pero es realmente difícil por el Ramadán, al final terminamos parando en una tienda y pidiendo a la chica si podía hacernos unos noodle de sobre…
Mala suerte también con la moto, nunca pinchamos, pero cuando nos toca siempre son varios pinchazos, ésta vez terminamos cambiando toda la cámara de la rueda…


Al día siguiente cogimos otra moto diferente para ir al Lago Maninjau, otro lago formado en el cráter de un volcán. Hay diferentes miradores de cortar la respiración con la belleza del lago azul.



Para bajar al lago yendo desde Bukittinggi, se ha de hacer un tremendo descenso de 44 curvas en U; cada una tiene su número así que no hace falta ir contándolas para ver cuánto falta.



El lago Maninjau es realmente bonito, está rodeado de pequeñas villas que dependen de las aguas de lago, muchos se dedican a la pesca y otros al cultivo, mayoritariamente de arroz; y en las mismas plantaciones de arroz los hombres se dedican a capturar unos minúsculos peces que van almacenando en unas redes para venderlos posteriormente.