29 marzo 2009

KATMANDU

En Darjeeling aún estuvimos un par de días mas de descanso; comiendo las salchichas de cerdo cada día y también conociendo más gente maja como Arturo y Patricia, una pareja asturiana.

Nos marchamos de India con ganas de visitar Nepal, pero con intriga de cómo nos irían las cosas pues toda la gente nos ha pintado Nepal bastante mal en plan de robos; y debido a las continuas huelgas, hay turistas que espera durante días en carretera parados sin hacer nada.

Desde Darjeeling tomamos un jeep hasta Siliguri y otro más hasta la frontera india, donde un hombre nos recibe con un: “¡La frontera está cerrada!”; no era cierto pero en algo tenía razón el hombre…
Pasamos la inmigración india y cruzamos el puente sobre el río que marca la frontera entre ambos países; en la inmigración nepalí solicitamos nuestro visado para un mes; recientemente se ha cambiado y lo que antes era 30US$ por 2 meses ahora es 40US$ por 1 sólo mes; además el policía nos pidió 100 rupias extra por el papeleo, a lo que respondimos, que ese dinero no nos sonaba para nada; después de un intento más para sacarse una propina extra aquel policía corrupto; nos dijo: ¡Ah! Si ya habéis estado en Nepal anteriormente, no hace falta…

Indagando sobre la posibilidad de tomar un autobús nocturno directo a Katmandú, el policía nos dice que hay huelga y la carretera está cortada, pero en la noche se despejará. La realidad era mucho más cruda; cuando fuimos a comprar el billete, nos dicen que hay diferentes huelgas y que sólo hay dos posibilidades: 1ª Tomar un autobús de 1.500 Rupias nepalíes (14€) vía India entrando a Nepal por el sur en una frontera no oficial; un trayecto de 36 horas estando ilegales en India con la probabilidad de que ocurra algo y se nos caiga el pelo… 2ª Esperar 2 o 3 días (o más) en Kakarbhitta, la ciudad fronteriza sin ningún tipo de encanto, hasta que las huelgas se disipen.
Ninguna nos gustaba lo más mínimo, así que recurrimos a un puesto de oficina turística en el que decidimos que lo mejor sería ir viajando a trozos e ir pasando las huelgas, un viaje bastante aventurado.

En la frontera conocimos a Nina una chica austriaca que se unió a nuestra idea, y mientras planeábamos vimos a dos extranjeros, a los que me acerque corriendo preguntándoles si iban a Katmandú. La frontera está llena de gente pesada ofreciéndote viajes para sacarse comisiones, y al preguntar a los extranjeros si iban a Katmandú, estos se pensaron que era un tío local más y me ignoraron; tuve que volver rápido diciéndoles: ¡soy español, soy español! quedando totalmente desconcertados.
Eran dos franceses Ben y François, que también se unieron a nosotros.

El primer paso era viajar en bici-rickshaw unos 12km hasta el pueblo de Charali donde se encuentra la primera huelga cortando la carretera; cuando encontramos varios que nos llevaban, se arrepintieron al rato alegando que se había levantado mucha violencia incluso con disparos, matando a dos estudiantes. El motivo de la huelga es estudiantil, pero en general, Nepal sufre de este problema continuamente y otros muchos problemas debido a la transición de gobierno; prácticamente acaban de pasar de ser un reinado a una república al mando de los maoístas.
Tras escuchar esto dudamos si sería seguro para nosotros continuar, pero fuimos; preguntamos a otros rickshaw y aunque negociando un buen rato, conseguimos un buen precio hasta Charali.
En el camino era muy extraño no ver vehículos motorizados, todo está bloqueado para este tipo de transporte.


Una vez en Charali nos encontramos que no hay huelga alguna; y nos quedamos desconcertados, además una gente nos daba información falsa para que nos quedásemos en Charali en sus hoteles. Pasado un rato a alguien le llegó algún tipo de iluminación, pues dijo: ¡la huelga ha terminado! (no era cierto)
Así que decidimos esperar los cinco en la carretera a ver si comenzaban a pasar autobuses por si acaso era cierto; pero aún así seguimos preguntando a gente, fuimos también a la policía quienes nos ignoraron por completo.
El momento clave fue cuando pasó un coche militar, los paré para preguntar y el jefe me dijo que las huelgas continúan y no es seguro andar por ahí, además quizá den “toque de queda”; en ese momento pasó por allí una furgoneta de la prensa, de la BBC News; y me acerque para preguntarles a ellos la manera de llegar a Katmandú con la intención de “darles un poco de pena” y a ver si se ofrecían a ayudarnos. Y funcionó, a pesar que la furgoneta iba llena de gente y cosas, nos metimos los cinco dentro para dirigirnos a Bitramod a tan sólo 6km y donde podríamos hacer noche. Pero una vez dentro ellos nos comentaron que se dirigían a Biratnagar, ofreciéndonos ir con ellos; aceptamos por supuesto; llegando a Biratnagar pasaríamos todas las huelgas y nos acercaríamos más a Katmandú.

Pronto comenzamos a ver disturbios en la carretera, jóvenes que al detenerse la furgoneta, la comenzaban a golpear con patadas, otros se acercaban con palos y otro chico fue donde el conductor amenazándolo con el puño cerrado para golpearlo.
La huelga ha terminado y pudimos pasar, pero los chicos aún quieren armar follón; más adelante vimos barricadas ya retiradas de la carretera, vehículos apedreados y otros incendiados.

El peor momento llegó en la localidad de Damak, donde la carretera estaba completamente bloqueada por gente que escuchaba el mitin de un personaje subido en un pedestal.
Los de la prensa tienen preferencia y nos dejaron pasar sin ningún tipo de violencia.

Toda la franja sur de Nepal es llamada el Terai, una zona completamente plana que precede a las grandes montañas del Himalaya; por el Terai oriental fuimos rodando durante varias horas, mientras se levantaba fuerte tormenta.

En Biratnagar los de la BBC nos llevaron a su hotel, pero se nos pasaba con creces el presupuesto; los cinco estuvimos de acuerdo y caminamos hasta cerca de la estación de autobuses completamente a oscuras debido a los problemas eléctricos que tiene Nepal, y allí encontramos un hotel (sin electricidad) en el que pasar la noche por menos de un euro cada uno; seguido fuimos a cenar y todos confirmamos en que debemos estar bien al loro con los nepalís pues nos intentan estafar con todo lo que compramos, incluso con la comida en un cutre restaurante local.

La mañana siguiente tomamos un autobús directo a Katmandú a las cuatro de la madrugada, por supuesto nos estafaron con el precio. Fueron 14 horas de trayecto, varias de esas horas agonizantes por la gran velocidad e imprudencia del conductor; el paisaje es variado y muy extraño en la zona del Terai llegando a ver una especie de desierto de arena blanca con pequeñas dunas. Más tarde vamos llegando a zonas montañosas, pasando por desfiladeros y llegando a la carretera que transitamos siete años atrás y que conecta Katmandú y Pokara; claro que aquella carretera de barro y tierra ahora se ha convertido en una buena calzada de asfalto.

En Katmandú nos aguardaba un esperado reencuentro con alguien que pasó a formar parte de la familia hace años; Jay Ram Tamang, un chico sherpa que conocieron mis padres en otro viaje.

Hace 12 años mis padres conocieron a éste chico que les hizo de guía en un marcha en las montañas; tras varios intentos legales para llevarlo a España a vivir y trabajar, fue totalmente imposible y el siguiente encuentro se produjo en 2002 cuando mis padres y nosotros vinimos aquí de viaje; en ésta época Jay Ram ya se había casado con Kanchi.
Unos meses más tardes en la Navidad de ese mismo año, el sueño se hizo posible y Jay Ram viajó a España por un periodo de tres meses en los que tanto él como nosotros aprendimos muchas nuevas cosas y valores.
Estando en España nació su primera hija a la cual llamó María (6 años); y tan sólo unos meses atrás nació su primer hijo al cual llamó David (8 meses); entre ellos hay una chica más, muy simpática y con una energía imparable, Ashmita (3 años)

Así pues Jay Ram se presentó en la parada de autobuses a recibirnos junto a María y Ashmita, y nos colocaron un pañuelo amarillo en el cuello como símbolo de bienvenida y buen karma. Para nosotros es realmente como encontrar a un miembro más de la familia por tantos buenos momentos vividos en España.

Jay Ram nos llevó directamente a un hotel que había mirado para nosotros, un hotel económico cerca de su casa; él nos acogería encantado en su casa, pero 12 metros cuadrados de casa son ya insuficientes para una familia de cinco miembros.

Esa misma noche nos llevó a su casa a cenar donde nos reencontramos con Kanchi y conocimos al pequeño David. Jay Ram nos cocinó pollo, arroz y dhal riquísimo, además de guía de montaña es un gran cocinero.


En la mañana siguiente tuvimos otra gran sorpresa al levantarnos; Jan y Alex vienen de Goa a Nepal para dejar aquí su caravana un tiempo e irse con la mochila por el Sudeste Asiático; y allí estaban en el hotel para reencontrarnos de nuevo y ponernos al día con nuestras últimas andanzas. La última vez que nos despedimos, todos creímos que no nos volveríamos a ver hasta el regreso de nuestros viajes, ahora ya con seguridad no nos volveremos a despedir; nuestros viajes se cruzaron por primera vez en direcciones totalmente opuestas, (ellos venían de Sudán y nosotros íbamos) y en el último año nos hemos encontrado en cinco países diferentes…y la historia no terminará así…

Los primeros días en Katmandú fueron de un desconcierto total; nuestro objetivo aquí era de descansar, escribir, leer, ver alguna película… con una serie de comodidades, siempre respetando nuestro ajustado presupuesto; en general queríamos descansar la mente y asimilar lo hecho en los últimos dos años.
Lo primero que nos rompió los esquemas para esto, fue uno de los multitudinarios problemas que sufre Nepal en estos tiempos: los cortes de electricidad. En Nepal hay entre16 y 20 horas diarias de cortes de electricidad, con lo cual, prácticamente no podemos hacer uso de aparatos eléctricos; y es que aunque haya 8 horas de luz, 4 de ellas siempre son en horas absurdas, durante la noche cuando todo el mundo duerme.
Este problema es debido a la escasez de agua, (no llueve en 6 meses), y a las malas relaciones de Nepal con India quienes les han cortado el suministro; de todas maneras la vida continúa y en el hotel por ejemplo tienen un horario de luz semanal, donde se puede chequear cuando viene y cuando se va la luz para así organizarse.

Pasamos parte del tiempo con Jay Ram en su casa con la familia, un día cocinando él, otro día nosotros; Jan y Alex también vinieron algún día. A pesar de los escasos recursos económicos de Jay Ram, él siempre quiere tenernos como a reyes y darnos todo lo que pueda y más; a veces trae cervezas, o incluso una botella de whisky; hasta que por fin le hemos dicho que no hace falta todo eso, lo importante es estar juntos.
Un gran día para no olvidar, es la fiesta que hicimos todos juntos para celebrar nuestro segundo aniversario de viaje, culminada con una bonita tarta que quedará para el recuerdo; Jay Ram nos colocó de nuevo los pañuelos amarillos para el buen karma.


Mientras tanto estos días los pasamos también con Jan y Alex, charlando, comiendo, de compras, o “robando” internet con el portátil de un hotel de lujo.
A los seis días de haber llegado por fin nos decidimos a ver algo de Katmandú; antes de ir, Jan y Alex nos advierten de los altos precios que cobran por ir a cualquier lugar de interés turístico, incluso dentro de la misma ciudad como es el caso de la Plaza Durbar. Fuimos hasta allí con Jan que ya tenía experiencia de cómo colarse en estos lugares, y elegimos la calle donde no había taquilla; visitamos la antigua ciudad de reyes, donde eran coronados y desde donde se hacían todas las leyes; ahora ha quedado un recinto muy bonito repleto de templos hindúes del siglo XVII y XVIII, de una arquitectura muy diferente a los anteriores vistos en India a modo de torres escalonadas y varios tejadillos de madera superpuestos. Cada templo está dedicado a una deidad como de costumbre; la plaza principal está repleta de vacas alimentadas por los fieles que las consideran sagradas.
Aquí también se halla la famosa casa de Kumari donde habita una niña considerada diosa viviente; esta niña es elegida con una serie de estrictos requisitos y “reina” como diosa hasta el día en el que por algún motivo pierde gran cantidad de sangre; es decir, como mucho ostenta dicho poder hasta su primera menstruación, cuando será reemplazada por la siguiente niña.


Katmandú es un buen lugar para hacerse de visas pues la ciudad no es excesivamente grande; así pues visitamos los consulados de Pakistán y China para ir preparando nuestros siguientes meses de viaje. Debido a la ausencia de embajada española somos afortunados de que no nos exigen carta de recomendación alguna; la visa pakistaní fue facilísima de conseguir en un par de días por dos meses de duración y 30 US$ cada uno.

El día que recogimos la visa pakistaní, fuimos con Jay Ram a la gran stupa de Bodhnath; Jay Ram nos mostró una calle secundaria para volver a evitar los ticket de entrada, y allí encontramos de frente éste maravilloso y espiritual lugar que recordábamos ambos a la perfección. Comenzamos a girar alrededor por la base donde se encuentran los rodillos de rezar, y más tarde alrededor del segundo nivel, más cerca de la stupa; al mismo tiempo se escuchaba la pacifica música de las tiendas que repite una y otra vez el clásico mantra, OM-MA-NI-PAD-ME-HUM……


Las clases han terminado para María y Ashmita, ahora disfrutarán de un mes de vacaciones antes de comenzar el nuevo curso; para celebrarlo fuimos con ellas y Jay Ram a un parque de atracciones; por supuesto muy diferente al que podéis imaginar; de todas formas los niños disfrutan a lo grande con los atracciones, muchas de ellas movidas manualmente por los trabajadores.


Dejaremos Katmandú unos cuantos días para hacer una marcha por el Langtang, la cordillera que se extiende justo al norte de la ciudad, cerca de tierras tibetanas. Pero antes de irnos de la ciudad visitamos otro lugar muy especial que nos marcó mucho hace siete años y que lo recordábamos a la perfección, el templo budista de Swayambhunath, conocido localmente como “el templo de los monos” por la abundancia de este travieso animal.
El templo está ubicado en lo alto de una colina al oeste de Katmandú; caminamos por la parte trasera del mismo para poder colarnos disimuladamente entre la gente local; tras pasar el Buda sobre el agua donde la gente lanza monedas, accedimos al reciento de la stupa.

18 marzo 2009

SIKKIM

Entrar a Sikkim es casi como entrar a un nuevo país, de hecho, Sikkim fue un país independiente hasta 1.975, cuando por decisión popular fue incluido en India; actualmente es el estado menos poblado del país y el segundo más pequeño.
La situación de Sikkim es privilegiada, se halla inmerso en la cordillera del Himalaya, con Nepal al oeste, Tíbet al norte y Bután al este.

Desde Kalimpong viajamos en jeep compartido hasta la capital de Sikkim, Gangtok, haciendo una parada en la frontera donde solicitamos el permiso de entrada al nuevo estado, y donde nos colocaron dos estampas en el pasaporte.

Se perciben muchos cambios desde que se entra en Sikkim; los primeros pueden ser los rasgos de la gente; la multitud de tiendas de alcohol, y los graciosos e incontables mensajes en la carretera como: “no corras que tu familia te espera”; “alcohol y conducir no son amigos”; “naturaleza es dios, respétala”, etc, etc…

Gangtok está a unos 1.600 metros de altitud y nos la encontramos rodeada de una espesa niebla. La niebla es algo que nos viene acompañando desde los últimos lugares montañosos y que nos acompañará durante todo Sikkim y más tarde; según hemos leído no es cosa de mala época, ya que marzo es buen mes; debido a una escasez de lluvias de los últimos 5 meses en el noreste indio, se ha creado esta espesa bruma que nos impedirá disfrutar de los mayores encantos de Sikkim, las montañas del Himalaya.

Si Shillong nos sorprendió en modernidad, Gangtok es mucho más, para empezar aquí todo es más caro que el resto de India, las calles están mucho más cuidadas y existen avenidas peatonales donde no hay que esquivar vehículos; los establecimientos tienen mucha más clase, con carteles innovadores y llamativos para el consumo.


En la calle Tíbet se hallan los alojamientos económicos, donde encontramos uno bueno y barato pero tan húmedo que todo estaba mojado y nos quedábamos helados dentro de la habitación. La ciudad es de montaña y al igual que Kalimpong todo son calles superpuestas con empinadas escaleras que enlazan una con otra; el primer día que llegamos no pudimos hacer nada más que caminar un poco pues a las 3:00 de la tarde se queda todo oscuro y gris por la niebla…

El monasterio de Enchey de 200 años de antigüedad se haya casi en lo más alto de Gangtok, en una escarpada ascensión; desde él divisamos el enorme y profundo valle con las pendientes escalonadas en terrazas para facilitar el cultivo; y más allá, si la niebla nos dejase tendríamos impresionantes vistas del Tíbet, el cual se halla a unos 40km de aquí.


También paseamos por uno de los multitudinarios jardines muy bien cuidados, donde está el monasterio de Do-Drul, con su stupa rodeada de ruedecillas de oración.


La principal idea en Sikkim es hacernos una marcha por las montañas del oeste con la intención de visitar algunos monasterios, montañas y gente autentica en las villas; para esto necesitamos dejar pate de nuestro equipaje en Gangtok, y como ya no nos fiamos de los hoteles después de lo de Bangladesh, contactamos con Rimp, un chico de Couchsurfing. Este último día en Gangtok, tan solo estuvimos con Rimp un par de horas, lo suficiente para darse cuenta que aquí la gente es muy diferente a India, por no decir totalmente contraria. Para empezar son budistas, no tienen sistema de castas, no existe la dote (cuantiosa cantidad de dinero que el padre paga al novio en la boda); comen carne, tienen un sentido del humor parecido al nuestro… Después de solucionar lo de nuestro equipaje, Rimp nos llevó a un pub muy chulo a tomar unas cervezas; nos habló sobre el budismo, y al igual que en Sri Lanka apareció la palabra Filosofía, y no religión. El budismo no conoce guerras santas, ni violencia ni conversiones forzadas a esta “filosofía”; los budistas son libres de acudir a un templo, de creer o no creer…la principal idea del budismo es “no hacer daño”
Fueron un par de intensas horas con Rimp en las que nos quedamos con ganas de escuchar más y más.

Pronto en la mañana tomamos un jeep compartido en dirección al oeste de Sikkim, no lejos de la frontera nepalí, al pequeño pueblo de Pelling situado a 2.100 metros de altitud; por supuesto todo el camino y Pelling están sumidos bajo la continua bruma.
Viajamos en el jeep con dos belgas, Siril y Mariana, y una pareja francesa con quienes caminaremos juntos por Sikkim; Alex y July.

Aunque ahora mismo está vacío, Pelling es un pueblo dedicado al turismo, (mas bien turismo local y de Bután) debido a sus impresionantes vistas de los Himalayas; encontramos un hotelillo por poco mas de 2 euros impecablemente limpio y con todas las “No vistas” frente a nosotros. Desde el primer momento fuimos cambiando todos los planes que teníamos, por otros que resultaron muy gratificantes; un pequeño viaje en el que socializamos con gente peculiar, simpática, interesante, viajera…

Alrededor de Pelling se hayan dos de los monasterios mas antiguos del estado; el Sanga-Choling en lo alto de una colina, es del año 1.697 y como de costumbre es estos lugares está rodeado de altas banderas con las plegarias que ondean al viento, el cual esparce los rezos por todas partes; también hay recintos con varias stupas en honor a los monjes que un día alcanzaron el nirvana.


El Monasterio de Pemayangtse es de gran importancia; fue establecido como de alta clase, alojando sólo a monjes puros; dentro se encuentran las diferentes deidades y multitud de pinturas, algunas de ellas ocultas bajo sabanas en las que aparece Buda en posiciones eróticas con mujeres desnudas.
En el monasterio nos encontramos con Alex y July con quienes visitamos las ruinas de lo que fue la segunda capital de Sikkim en la antigüedad; con ellos maduramos la idea de la marcha y decidimos viajar juntos los próximos días.


Desde Kalimpong ya nos viene acompañando una dieta muy diferente a la comida india; aquí prevalece la comida tibetana y aunque al final resultó un poco cansina, nos ha gustado mucho; en general es muy suave, lejos de la especiosa comida india. Los Momos, una especie de empanadillas cocidas rellenas de repollo, cebolla y zanahoria, (en ocasiones de carne también); la Thukpa es una sopa de espagueti con diferentes verduras que tomada bien caliente en la noche o la mañana cuando hace frio se agradece un montón; y por último el Chowmein, pasta cocida, posteriormente frita con verduras o carne.


La mañana que dejamos Pelling ¡tuvimos un atisbo de las montañas!, tan sólo se dejaron ver por una hora las cumbres nevadas de las grandes montañas, no lo bastante, pero suficiente para hacernos una idea de las grandes moles que tenemos delante.

Junto a Alex y July tomamos una empinada bajada entre el bosque; mientras descendíamos, los niños subían aquella escarpada subida para ir a la escuela, pero sonrientes nos saludan con un ¡Namaste! al tiempo que colocan las palmas de las manos juntas bajo la barbilla.


Encontramos casas esparcidas con habitantes muy simpáticos, que viven humildemente cuidando sus pocos animales, trabajan en la tierra y llevan pesadas cargas en la espalda.


Una vez abajo en el río subimos a la carretera y comenzamos el ascenso hasta el Lago Khecheopalri; un lugar sagrado para hinduistas y budistas; el lago está rodeado de árboles, pero ni una hoja cae sobre él, de ser así un barquero iría a recogerla; es un lugar puro y mágico; para acceder a él hay un pasillo de rodillos de oración por el que pasan los devotos, entre ellos muchos butaneses, quienes consideran Sikkim como el Shangli-La (el cielo en la tierra)


Estuvimos alojados cerca del lago en una casa; ya que nos dijeron que el otro alojamiento de arriba de la montaña estaba lleno, de todas formas subimos hasta arriba y descubrimos un pequeño “Shangri-La”. Entre la villa de unas pocas casas, los habitantes tienen habitaciones para alojar a viajeros; un lugar tranquilo, pacifico, en el que uno se siente un habitante más entre esta magnífica gente local.

Los extranjeros que hay no son los típicos turistas; la mayoría son gente que viaja, por muchos meses, tres años, o incluso alguno que ya con sus 52 años lleva de viaje desde los 30. Unos simplemente están de paso, otros están una temporada, unos buscan un acercamiento al budismo gracias a Pala, un lama propietario de una de las casas de alquiler, y otros simplemente buscan paz y drogas en un lugar donde la marihuana está al alcance de la mano.

Debido al idioma congeniamos más con un valenciano llamado Carlos que dejó España hace tres años, y con Felipe un viajero colombiano; fuimos allí por un día en nuestro corta estancia en Sikkim, pero no pudimos resistirnos a quedarnos una noche más, en las que nos sentamos todos alrededor del fuego contando historias de viajes, gentes y experiencias, acompañados de una bebida alcohólica casera llamada Thongba. La Thongba es un recipiente de caña en el que se vierte mijo fermentado; para tomarlo se echa agua caliente y tras unos minutos se toma con una pajita gorda también de caña, (algo así como el mate argentino); la bebida se la llama, “la más larga”, pues cada vez que se termina se vierte agua y así durante toda la noche…


El segundo día que pasamos allí, Pala, el lama, hizo una “puja” (celebración budista) por la luna llena. En ésta puja oró por nosotros, fuimos todos a un pequeño templo con las velas y estuvo recitando oraciones acompañado de música con la campana y un tambor.
Fue algo muy espiritual, pero muy extraordinario por otra parte, que en un momento dado lanzó una petaca de whisky a uno de nosotros y la tuvimos que rular entre todos hasta terminarla, y lo mismo con una segunda petaca.

Nos dio mucha pena dejar el lago, pero queríamos ver el festival de Bumchu en Tashiding, nos habían dicho que era el día 11 de marzo y esa mañana emprendimos camino hacia Yuksom a pie. De nuevo una escarpada bajada hasta un rio, con paisajes, pueblos y gente maravillosa. La subida fue durilla hasta Yuksom, pero recompensada al llegar a la bonita villa que posee los picos Kabur Norte ( 7.338 m.) y Kabur Sur (7.317 m.) como telón de fondo.


Debido al festival, no nos estuvimos mucho y nos marchamos en un jeep hasta Tashiding a pocos kilómetros de Yuksom, pero al llegar vaya sorpresa…el Bumchu era el día 11, pero a las 00:00 horas, es decir el 10 por la noche. Cuando llegamos todo ya había terminado aunque rápido nos subimos hasta el monasterio donde aún se podía percibir todo el ambientillo de la noche anterior.


Cambiando planes de nuevo, y con el clima que poco a poco fue mejorando durante estos días, decidimos darle una nueva oportunidad a Pelling para ver las vistas de la cordillera; marchamos para allá con Alex y July y fuimos afortunados, al llegar a Pelling, el cielo estaba un poco despejado; cogimos el hotel del primer día y nos quedamos observando las enormes montañas durante horas entre las que destaca la tercera montaña más alta del planeta, el Kanchendzonga (8.598 metros) Aunque todo ello visible, la fina bruma impide tomar buenas fotografías, así que en la siguiente no se aprecia bien del todo.


El día en Pelling transcurrió tranquilo y con gente como estos últimos días, aparte de Alex y July, estuvimos con otra pareja francesa que conocimos en el Lago Khecheopalri, Ana y Rafael.

Desde aquí nos habría gustado no tener que ir a Gangtok, pero teníamos allí todo el equipaje; y de todas formas nos reencontramos con Rimp pasando muy buena noche; nos llevó al restaurante de un amigo a comer pizza buenísima, (la mejor desde Italia), y a tomar unas cervezas.

Durante los días por las montañas intentamos comer algún día pollo o huevos y nos fue imposible, no sabíamos por qué no había…De regreso a Gangtok, queríamos comer pollo, y de nuevo nadie tenía, así hasta que nos enteramos de lo ocurrido, y es que en la zona donde estuvimos habían muerto 30 pollos por gripe aviar y habían dado la alerta matando miles de pollos y estrictamente prohibido venderlo; la plaga esta por la zona de todo Bengala y extendiéndose a Nepal.

Tras Gangtok, en jeep nos movemos hasta Darjeeling, de nuevo en Bengala Occidental; y cuando estábamos buscando hotel nos encontramos con Siril (el belga de Pelling) quien nos recomendó su hotel que aunque se pasa un poco de nuestro presupuesto (5€), es alucinante; cristalera con vistas, cama buena, y baño enorme con agua caliente 24 horas…

Darjeeling no es una ciudad muy fotogénica, pero tiene mucho encanto con multitud de edificios de la época colonial, aunque mal conservados; el toque mas chulo de la ciudad es su situación a 2.200 metros de altitud, con vistas del Himalaya, (si el clima lo permite)
El centro, Chowrasta, es un lugar muy tranquilo para caminar, con multitud de tiendas de comida, y donde tuvimos montón de reencuentros; prácticamente día a día fuimos encontrando a todos los del Lago Khecheopalri, y otra gente nueva, como dos asturianos, o Guzmán un valenciano muy majo; pero el mejor reencuentro fue sin duda con Carlos y Felipe, muy buena gente, con la que nos reímos un montón.


Rimp nos había recomendado un lugar para comer y fue un acierto enorme; una comida que creíamos no existía en India; platos surtidos de salchichas de cerdo, beicon frito, huevos fritos y salami, todo ello por menos de 2,00€



En compañeros de viaje seguiremos colocando fotos de India.