12 diciembre 2009

PHNOM PENH

Nuestro regreso a Phnom Penh está cargado con otro tipo de energía muy diferente a la que teníamos la primera vez que llegamos; aunque aún sentimos inseguridad en ciertos lugares o por la noche.
Nos alojamos en la misma animada calle del lago de la otra vez y lo primero solicitamos la visa de Laos la cual no se puede obtener en la frontera con Camboya.

Hospitales a parte, esta vez nos dedicamos de lleno a conocer la capital khmer; nos dimos una vuelta por el caótico mercado central donde alrededor se agrupan camionetas que se dirigen a diferentes destinos, las cuales cargan hasta los topes incluso con motocicletas sobresaliendo por detrás enganchadas con cuerdas.



El tráfico de motos en Phnom Penh no en tan intenso como en Saigón, lo único que aquí es más común ver cuatro en moto, bastante habitual ver cinco, y hemos llegado a ver seis. Entre este tráfico fuimos a ver un lugar emblemático para la ciudad, el Templo de Penh; dedicado a una mujer llamada Penh que encontró cuatro estatuas de Buda en el Mekong y las trajo hasta aquí; el templo se sitúa en la única colina de la ciudad, de 27 metros de altura. “Phnom” significa “colina”; así pues el nombre de la capital khmer se traduciría como “La Colina de Penh”.
Frente al templo había mujeres con jaulas que ofrecían liberar pájaros que tenían enjaulados, a cambio de dinero; un extraño trabajo, teniendo en cuenta que cuantos más pájaros se liberen, más se volverán a enjaular.



Con la caída del Imperio de Angkor, la capital khmer se trasladó; estuvo en un par de sitios hasta que por fin se asentó en éste lugar, principalmente por el punto estratégico en el que se encuentra; en la unión de los ríos Tonlé Sap y el poderoso Mekong. Caminando por el paseo del primero de ellos llegamos a su unión, en la cual el Mekong, parece un mar de la gran anchura que toma.
Por aquí parejas, familias…pasan la tarde de relax y comiendo sus cosas típicas como una especia de almejas pequeñas que dejan secando al sol; o huevos con el embrión del pollo dentro, como estaba deleitando la familia de la foto con su niño pequeño.



Justo enfrente visitamos el Templo de Ounalom; un templo sencillo pero de gran importancia pues se dice que en una de las stupas tras él, se halla un pelo de la ceja del mismísimo Buda.



A lo que dedicamos más tiempo en Phnom Penh, fue a descubrir más sobre lo que ocurrió en Camboya entre los años 1.975 y 1.979. En abril del primer año, la guerrilla de los “Khmer Rojos” tomó la capital iniciando uno de los episodios más sangrientos de la historia; con Pol Pot en cabeza, los Khmer Rojos cometieron lo que sería el genocidio de Camboya.
Los Khmer Rojos con su política ultra maoísta, decidieron sacar la población de todas las urbes a trabajar en los campos cultivando arroz entre 12 y 15 horas diarias. Entre tanto se comenzó a hacer una purga entre la población y los dirigentes del partido; interrogando, torturando y asesinando sistemáticamente a toda persona NO VALIDA, llevándose por delante millones de vidas; alrededor de un tercio de la población del país fue asesinada.
Pol Pot declaró que comenzaba el “Año Cero”, abolió la moneda y Camboya quedó aislado del resto del mundo.

Como prueba de todo, en Phnom Penh esta el museo de Tuol Sleng; un antiguo instituto de secundaria que Pol Pot convirtió en la Prisión S-21. El lugar es estremecedor, cuenta con cuatro bloques divididos para diferentes fines; uno de ellos estaba destinado a torturar a los presos para que hablasen o confesasen algo que ellos mismos ni siquiera sabían, un medico se encargaba de mantener a los presos vivos para poder ser torturados más tiempo; las salas son grandes y frías, con una cama, unos grilletes y alguna foto que pone la “piel de gallina”.



Otro de los bloques muestra una exposición de fotos de los presos; éstos eran fotografiados antes, y a veces después de ser torturados o incluso muertos. Alrededor de 20.000 personas pasaron por aquí; y tan sólo siete personas fueron encontradas con vida cuando los vietnamitas invadieron Camboya a finales de 1.978 con el fin de terminar con las barbaries que los Khmer Rojos cometían en sus propias tierras, y con el fin de liberar Camboya del absurdo y salvaje régimen.



En otro de los bloques se puede ver un ejemplo (autentico) de cómo eran las celdas construidas en las mismas aulas del colegio; una de las plantas eran celdas de ladrillo de unas dimensiones inhumanas, y otra de las plantas eran de madera; todo el exterior del edificio estaba cerrado con alambre de espino para evitar suicidios, algo que a muchos presos se les pasaría por la cabeza, antes de tener que sufrir los horrores que le estaban esperando en la S-21.



En el último de los bloques hay una exposición de relatos con fotos de historias personales, tanto de víctimas del régimen, como personas que se unieron a los Khmer Rojos con el fin de sobrevivir.
Otra de las salas muestra pinturas representando diferentes torturas, y cosas tan horribles que hacían como una especie de “tiro al plato” con bebes; y otros dibujos asesinando a estos mismos a golpes.

Este lugar es realmente estremecedor; para seguir con la visita, alquilamos un tuk-tuk que nos llevó a 10km de la ciudad hasta los Campos de Exterminio de Choeung Ek; lugar donde eran llevados todos los presos de la S-21.
Actualmente este campo de horrores que fue en el pasado, es un tranquilo campo donde se pueden ver las marcas de las fosas excavadas, de donde exhumaron casi 9.000 personas en 1.980. En el centro hay una stupa con 8.000 cráneos humanos tras una cristalera en su interior, clasificados por sexo y edad.
Generalmente se asesinaba a las personas a palos con el fin de ahorrar munición; si alguno no moría en el día, al día siguiente lo golpeaban de nuevo hasta fallecer. Existe un árbol que muestra el lugar donde los bebes eran golpeados hasta morir, y otro árbol, (llamado Árbol Mágico) que tenía el fin de sostener altavoces donde ponían música alta para que otras personas no escuchasen los gritos de las víctimas.
Todo suena tan cruel y salvaje que parece sacado de una película, lo más triste es que ocurrió realmente, y hace tan solo 31 años atrás en el tiempo.



Dejando de lado atrocidades, pasamos a una gran alegría; hace 8 meses cuando nos encontrábamos en Nepal, conocimos a una simpática pareja, Edmundo y Marzia; ellos, que casi acaban de comenzar su periplo por el Sudeste Asiático se encontraban por Phnom Penh, así que nos reencontramos con ellos el par de días que coincidimos allí, recordando pasadas historias, disfrutando de nuevas anécdotas de viaje, y de buenos momentos…

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