En la estación de taxis un hombre nos indicó el que va a Al-Mukalla, un 4x4, y cuesta 1.800 rial, un precio bastante bueno para 620km.
Pero el conductor empezó a discutir con el hombre aquel y dijo que no nos llevaba, a pesar de enseñarle todos nuestros permisos; después dijo que sí, pero ¡pagando el doble!
Al final nos dejaron subir, y aunque el conductor trató de seguir sacando algo más, nos fuimos por el precio que paga todo el mundo.
Realmente el conductor no iba mal encaminado diciendo que le íbamos a traer problemas, pero nosotros no lo sabíamos, ya que llevamos viajando en el país de esta forma casi un mes.
Saliendo de Aden el primer control nos retiene por 10 minutos, en los que estuvieron haciendo una serie de llamadas…pero sin problema, nos mandó continuar.
La carretera va bordeando la costa sur de la península arábiga; a nuestra izquierda tenemos las montañas que mueren en un desierto de dunas de arena y que a su vez mueren directamente en el mar Arábigo. Es un lugar espectacular, de camino nos detuvimos un momento, el cual aprovechamos a echar alguna foto, y hasta el conductor se animó a posar con nosotros. Parece que se le pasó el enfado y ahora está majo con nosotros, podría ser porque nos hemos camuflado tan bien con el pañuelo beduino en la cabeza, que hemos salvado sin parar como una veintena de controles militares.
Los controles militares aquí son otro asunto, a parte que son masivos, están armados hasta los dientes, con ametralladoras, carros de combate… se supone que da más seguridad pero a nosotros nos da la impresión contraria.
A medida que avanzamos, las dunas de arena van creciendo en tamaño, pero de repente la cosa cambia; todo se vuelve un terreno volcánico de color negro, que al mezclarse con la arena blanca a orillas del mar, forma un paisaje de lo más espectacular.
Al llegar a un cruce de caminos importante, nos pillaron, y nos tuvieron retenidos unos 15 minutos; por lo poco que pudimos entender, creemos que la policía le decía al conductor que no podía llevarnos, pero la cosa no fue a más.
Lo malo es que nos pusieron un coche escolta, cosa que no nos hizo nada de gracia; estamos seguros que la mayor seguridad en Yemen es pasar desapercibidos, y lo de convoy, o escoltas es muy “cantoso”. Al llegar a Bir Ali nos retuvieron de nuevo, para ponernos otro coche patrulla que nos escoltaría hasta el último puesto militar antes de Al-Mukalla, donde llegamos 7 horas más tarde de haber salido de Aden.
Para buscar hotel, sabemos de sobra que no debemos preguntar a nadie, pues se nos acoplan para llevarse comisión; aún así, caemos... En el primer hotel donde fuimos, el recepcionista preguntó en árabe al hombre que nos llevó, cuanto quería de comisión, y éste respondió 500 riales. Claro, nos tuvimos que ir a otro, después de echar a dicho hombre, y en el siguiente hotel ya obtuvimos un buen precio, por una buena habitación, aunque un baño bastante incomodo, el más estrecho que hemos visto, 45 cm de anchura.
La policía no hace más que ponernos más nerviosos, a las 11:30pm nos llaman a la puerta. Era un chico amigo del recepcionista, que ha venido porque habla inglés, y a quien envía la policía para comprobar que estamos en el hotel; luego empieza con preguntas de: a donde vamos?…etc, y que nos negamos a responder porque no nos fiamos de nadie con los problemas de terrorismo que hay en la zona.
Al Mukalla es una ciudad bonita, tiene un canal de agua que la atraviesa con varios puentes peatonales sobre él, y que le da un toque muy especial. Tras el paseo costero, está la ciudad vieja en un peñón que sale al mar, varios puertos con las barcas de los pescadores, viejas mezquitas, y la gente encantadora como siempre con sus puestos de frutas, verduras, qat…
El último día conocimos a Mayit, un hombre que trabajó en Barcelona durante 15 años, y quien ha montado su propio hotel en Al Mukalla llamado Barcelona. Nos invitó a tomar un zumo en otra tienda que tiene y aprovechamos a hablar castellano con él. También nos ayudó a arreglar los papeles con la policía para irnos al desierto, aunque el día anterior estuvimos en duda si ir, o no ir, porque es una zona de riesgo; pero Mayit nos dijo que estaba muy controlado todo, así que nos animamos.
Tomamos un minibús pronto por la mañana y fuimos directos al valle de Hadramawt, el valle más grande de Oriente Medio, nombrado en tres libros sagrados, el cristiano, islámico y judío. Más al norte está el gigantesco desierto que se junta con Arabia Saudí, Omán, y Emiratos Árabes Unidos; llamado “El cuadrante vacío” pues no hay NADA en miles y miles de kilómetros cuadrados.
Rodamos por dicho valle siempre pensando en pasados accidentes; en una carretera paralela a la nuestra, en otra grieta que sale del valle, ocurrió el atentado meses atrás donde murieron dos belgas. Pero nos sorprendió la poca presencia militar, y es que hay gente que asegura que es mucho más peligrosa la carretera que tomamos días pasados viniendo de Aden, pues son lugares muy solitarios, sin ningún pueblo en kilómetros y kilómetros.
Sin ningún altercado llegamos a Say’un, la capital de toda la zona del valle. Los edificios del casco viejo son todos de barro, del estilo “Yemen”; es que esto, sólo se ve en éste país. El blanco palacio del Sultán también es digno de admirar, junto al cementerio y mezquitas; estos dos últimos prohibidos para nosotros pues somos infieles, fuera del camino de la verdad…
Pero lo mejor de Hadramawt sin duda es Shibam, la “Manhattan del desierto”, los primeros “rascacielos” de la historia; un conjunto de unos 500 edificios amontonados en una reducida área, con construcciones de hasta 8 plantas; pero lo más increíble es que están, construidos exclusivamente con madera, y ladrillos de barro y paja.
Uno se puede pasar horas perdido observando cada detalle de estos edificios, pero más aún los bonitos detalles de las diferentes puertas y ventanas; a veces en una sola fachada es imposible encontrar dos ventanas iguales.
La gente de por aquí en general es muy tranquila, un hombre nos llamó para tomar té y fumar la shisha típica solamente de Shibam, fabricada con un coco en la base donde se echa el agua. Normalmente éstas invitaciones de té son gratuitas, pero bueno en este caso nos tocó pagar, pero lo peor fue más tarde cuando el hombre nos decía a ver si le dábamos 500 riales; por intentarlo…no se pierde nada. Aún así pasamos un interesante rato.
Frente a Shibam hay un pueblo donde subimos a una pequeña montaña para ver las vistas, y fue muy curioso porque en el camino de subida habían colocado carteles en inglés que ponía algo así como: “sigue el camino de Mahoma”, y más arriba encontramos un gran panel con folletos y libros gratuitos, en diferentes idiomas; libros sobre el Islam; como entenderlo, como convertirte, diferencias con el cristianismo; nos pareció interesante y cogimos unos cuantos que había en castellano.
Personalmente no simpatizo con ninguna religión pero después de leer estos libros, el Islam me convence menos todavía. Frases como: “El Islam no hace diferencia de sexos y tanto hombre como mujer es lo mismo” Sólo con ésta frase es para dejar de interesarse, porque ¡es una gran mentira!, y lo vemos cada día en la calle. Y como estas cosas, muchas más…
Desde Say’un estuvimos mirando como acercarnos a Omán, concretamente a la ciudad de Al-Ghaydah no lejos de la frontera, pero aparte que es bastante caro, no nos entendemos con el idioma, y aunque parezca muy sencillo no fuimos capaces de saber si el bus partía a las 3:00am o 3:00pm; incluso escribimos en un papel todas las horas del día, una por una, y el hombre no fue capaz de indicarlo; tuvimos que recurrir a ayuda exterior llamando a Mayit, (el hombre de Al-Mukalla) quien por cierto nos llama todos los días varias veces para ver si todo está bien; y Mayit ya nos explicó cómo funcionaba todo.
En un momento cambiamos de planes, porque nos sale más económico volver a Al-Mukalla y continuar por la costa.
De camino en nuestra búsqueda del nuevo billete, un policía que paso en coche nos dijo: ¿españoles? Resultó ser el tío de Mayit, a quien éste había avisado para que nos ayudase en lo que necesitásemos en Say’un. No sólo nos llevó a comprar los billetes, si no que una hora más tarde nos llevó a la otra ciudad que queríamos visitar de Hadramawt; Tarim.
Tarim sigue guardando el estilo de siempre; lo que destaca de aquí es la mezquita de Al-Muhdar, con su minarete cuadrado de 50 metros de altura. Pero ésta es sólo una de las muchas mezquitas que hay en Tarim; esta ciudad fue un centro de enseñanza al igual que Zabid, especialmente en Islam de la rama Suní; y de ahí que en la ciudad haya 365 mezquitas, exactamente una para cada día del año. Nosotros no las contamos pero es cierto que las veíamos en cada esquina.
Lo que diferencia a ésta ciudad de otras son la gran cantidad de palacios y mansiones, guardando ese estilo árabe autentico.
Ya la cruzamos una vez, y tuvimos que volver por la carretera “peligrosa” de regreso a Al-Mukalla. Nos encontramos con Mayit de nuevo quien nos invitó a comer y nos dio una habitación de su hotel para descansar, fue increíble cómo se portó éste hombre.
En la compañía de buses problemas de nuevo, quieren un papel de la policía, así que más vueltas, finalmente presentando todo lo que nos exigían, esa misma noche tomamos el bus para Al-Ghaydah.
La pena de viajar de noche es que uno se pierde las vistas; la parte buena es que no se paga hotel… Aún así pudimos ver con la luz de la Luna, que el paisaje costero cambia de nuevo; esta vez atravesamos una zona montañosa muy alta, grandes acantilados que mueren en el mar.
Como siempre el conductor va a toda velocidad, y a veces da pánico cuando la carretera discurre por el mismo borde de los acantilados.
Llegamos a Al-Ghaydah justo por la mañana, cuando todo empieza a abrir, así que cogimos un hotel, y nos tiramos de relax prácticamente todo el día, ya que llevábamos un par de días sin parar.
La ciudad no tiene nada de nada; lo que hicimos fue coger un taxi colectivo hasta la costa, donde hay un mercado de pescado.
Nuestra idea era alejarnos un poco del mercado para darnos un baño, ya que es todo desierto; pero se nos quitaron las ganas, ya que los pescadores tiran por la borda peces muertos o que no les valen, y la playa entera es un cementerio de peces de todos los tipos, entre ellos grandes rayas; el olor además es insoportable y el mar está muy sucio.
El ir a Omán se está complicando desde aquí, la única compañía de buses es la del Golfo, que se mueve por toda la península Arábiga, que es muy buena y cara; por otra parte comunicarse con los chofer de los minibuses es complicadísimo, pero al final creemos que va alguno de ellos por la mañana cuando se llenan, pero sólo hasta la frontera, después de ahí…a buscarse la vida.
Desde que volví en Navidades de mi vuelta al mundo os sigo para saciar mi "mono" de viaje. Lo mío a lado vuestra fue como ir a un hotel cinco estrellas!!! Lo vuestro sí que es aventura.
ResponderEliminarDa la casualidad que este finde en El País Semanal apareció un reportaje de Shibam. Os dejo el link por si os interesa.
http://www.elpais.com/articulo/portada/Manhattan/arena/elpepusoceps/20080525elpepspor_8/Tes
Seguid disfrutando
Bueno, parece que el link no se copió entero. Poner en Google "Shibam El Pais Semanal" y os aparece de primer resultado
ResponderEliminarYo tambien he reconocido el pueblo de Shibam pues justamente estuve leyendo el reportaje de El Pais Semanal.
ResponderEliminarOs sigo y me alucina lo valientes que sois, madre mia, y yo me consideraba echada pa' lante!!
Seguir bien y Suerte desde la tierruca!!