Hacía meses que habíamos comprado un vuelo desde Kuching de regreso a Malasia Peninsular por tan sólo 18€ tasas incluidas; lo malo es que la compañía no nos avisó que habían cambiado la hora del vuelo y al presentarnos en el aeropuerto, ¡sorpresa! nuestro viaje ya había salido; menos mal que nos colocaron en otro vuelo más tarde sin tener que pagar nada, lo único, que tuvimos que esperar como 8 horas en el aeropuerto de Kuching.
Volamos al extremo sur de Malasia, Johor Bahru, donde no queríamos habernos quedado (12€ lo más barato para dormir); pero no tuvimos elección debido al retraso.
A la mañana siguiente fue cuando ya pudimos llegar a Singapur; en Johor Bahru hay un enorme edificio de inmigración unido a un centro comercial y una gran estación de autobús.
Como desde hace poco han prohibido cruzar andando la carretera elevada a Singapur, tuvimos que tomar un autobús; el flujo de transporte es constante en ambos sentidos, miles de personas van de un país a otro cada día; todo esta extremadamente organizado, el bus nos lleva a la inmigración de Singapur y tras el comentario del policía de “felicidades por la Copa del Mundo” tomamos otro bus hasta la primera estación de metro en Kranji donde conseguimos algo de moneda local; 1€=1,73Dolares de Singapur.
Singapur es el país más pequeño del Sudeste Asiático (700km2 y unos 5 millones de habitantes); tras la era británica, con la independencia de Malasia, Singapur formó parte del estado malayo por dos años, independizándose finalmente en 1.967.
Los británicos construyeron aquí el primer puerto, lo que resultaría ser en nuestros tiempos uno de los puertos más importantes y activos de todo el mundo. Toda mercancía que viene de Europa, Oriente Medio, India…ha de pasar a la fuerza por el estrecho de Malaca y consecuentemente por el puerto de Singapur en su camino a China, Japón… y lo mismo en sentido opuesto.
En Singapur hemos contactado con un chico de Couchsurfing, pero como sólo podía encontrarnos por la noche tuvimos que pasar el primer día con las mochilas acuestas por el centro de Singapur. Sin rumbo alguno fuimos descubriendo la ciudad poco a poco debido al peso que llevábamos en las espaldas, las altas temperaturas y el altísimo porcentaje de humedad en el ambiente.
Con el metro llegamos a Clarke Quay, una zona de bares y restaurantes en edificios muy coloridos que se extienden a ambos del río. Durante el día está completamente muerto pero en la tarde y noche se llena de vida; sobre todo los ejecutivos que salen disparados de las oficinas. Los precios son un poco más baratos que en España, muy caro para nuestro presupuesto; así que estos días tenemos que ir de supermercado en supermercado…
Singapur nos sorprendió de verdad cuando llegamos caminando hasta Marina Bay, nos encontramos de frente al otro lado de la bahía con tres pequeños rascacielos unidos en su parte más alta por una reproducción de un barco ondulado donde hay una piscina en todo lo largo del mismo.
Desde la bahía se ven los Teatros Esplanade, llamados comúnmente “los grandes Durian” debido a su similitud con dicha fruta tropical.
El símbolo de Singapur es el “Merlion”, una mezcla de pez-león. La parte del pescado proviene por el antiguo nombre de Singapur, cuando era una villa de pescadores; y el león proviene del nombre actual de Singapur, “ciudad del león”
Justo detrás está la gran “masa” de rascacielos de Raffles Place, el centro financiero de Singapur. Entramos a él pasando de nuevo por otra de las partes Clarke Quay, donde se encuentran un montón de estatuas graciosas por la calle.
Cuando nuestros cuerpos no podían más, buscamos la primera boca de metro y fuimos hasta el extremo oeste del país para encontrarnos con Whiz, el chico que nos alojó por tres noches en su enorme casa. Whiz como buen chino está muy metido en sus negocios, la primera noche tuvimos una buena conversación pero el resto de los días casi ni nos vimos. Entre otras cosas hablamos sobre la sociedad singapurense; al igual que Malasia esta principalmente repartida en chinos, malayos e indios; aunque cada vez es más amplio el grupo occidental, europeos y norteamericanos. La diferencia con Malasia es que al ser un estado laico no existen diferencias sociales dependiendo de la religión del ciudadano.
Ya descansados y sin mochilas, el día siguiente fuimos a visitar Little India; lo único que puede parecerse a este país puede ser la gente y los templos; por lo que a edificios y limpieza en las calles respecta, no hay comparación; en Singapur está penado con altísimas multas tirar basura en la calle, fumar u orinar en público…
Los templos que hay son muy coloridos y con gopuram (torres), típicos del sur de India; las mujeres visten sari o “pijamas” y los hombres atienden en los comercios de todo tipo de cosas baratas, lo único que le falta a éstos son un par de altavoces con la música hindi a todo volumen. Los restaurantes son algo bastante autentico pero en versión limpia, el olor que desprenden te transporta de forma inmediata a India.
Siguiendo la calle árabe, pasamos al barrio musulmán; ropas más conservadoras, restaurantes musulmanes con comida “halal” (comida permitida por el Islam); otros establecimientos para fumar “shisha” (pipa de agua)… y la mezquita del Sultán.
Desde aquí nos dimos una buena caminata hasta la zona más céntrica de Singapur pasando junto a altísimos y algunos extravagantes edificios; y gracias a los consejos de Whiz, entramos a el más famoso de los rascacielos de Singapur, el Raffles City, un hotel que tiene un restaurante de lujo en la planta 70. Se supone que no se puede subir a menos que consumas pero nos atrevimos a intentarlo y salió bien; según se abrió el ascensor nos dirigimos a la cristalera y nos quedamos allí un buen rato disfrutando de unas increíbles vistas de toda la ciudad.
Otro distrito interesante de Singapur es Chinatown; aquí visitamos algún templo chino como el de Thian Hock Keng.
El “tooth relic budist temple” (templo de la reliquia de diente) es un nuevo y gigantesco templo budista de 4 plantas con tecnología moderna. En una de las plantas hay un museo con antiguos budas de diferentes partes del mundo, y también hay una sala especial donde se ven diminutas reliquias de Buda que fueron donadas por el gobierno de Sri Lanka; supongo que las muestras serían simbólicas ya que en cada una estaba escrito: -trozo de carne; trozo de cerebro, parte de los ojos, etc, etc…
En la última planta es donde se supone está la reliquia del diente de Buda, el cual sí que dicen que es autentico; aunque científicos afirman que ni siquiera es humano.
Regresamos a Marina Bay en numerosas ocasiones estos días debido a su gran encanto; pero lo mejor sin duda es el atardecer, viendo los edificios iluminarse poco a poco mientras el sol va cayendo.
Otro de los días fuimos a la zona comercial de Singapur, el mundo del “shopping”, grandes centros comerciales uno tras otro…uno tras otro…
Por aquí hay una interesante calle que aún se conserva muy bien, Emerald Hill Road, donde hay bonitas casas antiguas junto a coches de lujo de los ricachones.
Para dejar Singapur con buen sabor de boca, intentamos subir de nuevo al hotel Raffles City, pero en la noche; de nuevo no hubo problema…
muy guapas las fotos chicos:)
ResponderEliminarYo también estuve en Singapur hace unos 30 años en un barco que se llamaba "Saint Marcel", la verdad es que me impresiono la ciudad y sus edificios, también me gusto mucho el "Tigris park", sobre todo su colorido y el sentido de lo surrealista de esa gente.
ResponderEliminarDesde la Fontanilla, Santillana, os deseo que lo sigáis pasando bien, ¡suerte!.
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