Una carretera perfectamente asfaltada serpentea hasta el
pequeño pueblo de Toujane. Con nuestra llegada, los niños se revuelven y alguno
intenta hacernos de guía hablándonos en francés. El resto de habitantes
continúan con su vida cotidiana y se muestran muy amables ante nuestra
presencia, nos invitan a tomar té y a ver la antigua prensa de piedra para
hacer aceite de oliva.
Paramos a comer en Ghomrassen, hemos localizado unos puestos de comida que hay por todo Túnez que lo llaman “Fast Food” (comida rápida), elijes un pan y se le hecha dentro lo que quieras de la comida de la vitrina. Esto vale 2 Dinares, (1€)
Sin duda el ksar que más nos impresionó fue el de Guermessa. A lo lejos se ve como una montaña perfectamente cónica, la cual esta excavada por completo en lo que algún día fueron casas de bereberes. Es como si la montaña habría sido tallada entera.
Después de todo un día rodando nos retiramos a Tataouine, la ciudad más grande de la zona donde encontramos un buen alojamiento por 25 Dinares con desayudo en la Residencia Hamza.
En el pueblo se están abriendo camino en el mundo del
turismo con unos humildes hostales junto a la carretera, una opción para
alojarse alternativa a Matmata y posiblemente más autentica.
La carretera sigue buena hasta Medenine y luego empiezan las
pistas de tierra y piedra que nos llevan a Beni Kheddache por paisajes áridos
cada vez más solitarios.
El área al que vamos es famoso por sus “Ksar”, antiguos enclaves
bereberes fortificados y construidos en lugares de difícil acceso. Aún quedan
bereberes en algunos de ellos, pero la mayoría están deshabitados.
En el primero que paramos es Ksar Haddada, el cual se hizo
famoso por el mismo motivo que otros lugares de la zona; varias escenas de “La
Guerra de las Galaxias” fueron grabadas aquí.
Parte de él se está cayendo, y otra parte se restauró para
la construcción de un hotel que ya no existe.
Es la primera vez que vemos las “ghorfas”, habitáculos
alargados donde se conservaban alimentos durante años. Al estar los ksar en
lugares de difícil acceso, así lo estan las ghorfas, para guardar los alimentos
protegidos de los ladrones.
Paramos a comer en Ghomrassen, hemos localizado unos puestos de comida que hay por todo Túnez que lo llaman “Fast Food” (comida rápida), elijes un pan y se le hecha dentro lo que quieras de la comida de la vitrina. Esto vale 2 Dinares, (1€)
Sin duda el ksar que más nos impresionó fue el de Guermessa. A lo lejos se ve como una montaña perfectamente cónica, la cual esta excavada por completo en lo que algún día fueron casas de bereberes. Es como si la montaña habría sido tallada entera.
El acceso se supone que es de 4x4, pero nos arriesgamos y
todo fue bien.
Ksar Guermessa con su mezquita blanca es un lugar muy bonito
y fotogénico, además, por suerte parece que esta fuera de los “tour” por el
difícil acceso, así que estábamos solos. Tan sólo había un hombre mayor que
debía estar cuidando del lugar, nos regalo unos caramelos, nosotros le dimos
otros y fue tan simpático que también se dejó fotografiar, de los pocos que
conseguí en Túnez.
Chenini fue un tanto diferente, al ser muy visitado, unos
adolescentes habían montado su propio negocio parando a los coches antes de llegar,
para avisarnos que la carretera estaba cortada y debíamos ir con ellos por otro
sitio. Casi nos convencen, pero al final arranqué el coche rápido deshaciéndome
de ellos, y efectivamente no había ninguna carretera cortada.
Antes de Chenini visitamos “los Siete Durmientes”; una
mezquita blanca con varias tumbas alrededor, siete de ellas, de cinco metros de
longitud. La leyenda cuenta que siete cristianos huían de los romanos cuando se
escondieron en unas cuevas donde durmieron durante 400 años. En este tiempo
siguieron creciendo llegando a los 4 metros de altura, pero al despertar
murieron al instante en un mundo que ya era islámico. Por lo visto se
convirtieron al Islam antes de morir para alcanzar el paraíso.
Chenini es un Ksar más, también muy bonito con su mezquita
blanca y sus calles zigzagueantes en todo el ancho de la montaña para
dificultar el acceso.
En Chenini aún habitan bereberes, aunque parece que su
dedicación ya es exclusiva para el turismo.
Después de todo un día rodando nos retiramos a Tataouine, la ciudad más grande de la zona donde encontramos un buen alojamiento por 25 Dinares con desayudo en la Residencia Hamza.
A 22km al sur de Tataouine esta la joya de toda la zona,
unos ghorfas muy bien conservados en Ksar Ouled Soltane; es un lugar cautivador
del que cuesta mucho marcharse.
Había unos chicos muy simpáticos con los que estuvimos
hablando sobre la situación política de su país y del nuestro también. Al
decirles que éramos españoles, nos miraron con cara compasiva y exclamaron con
un “uffff”. Nos contaban que veían en las noticias las huelgas, protestas, el
desempleo, etc… en España, y nos decían que lo mejor era que nos quedásemos en Túnez,
que allí había mas trabajo y aunque se vive con menos, se vive mucho mejor. Nos
dejaron helados.
Cerca de aquí, está el Ksar Ezzahra, muy parecido al
anterior, pero quizá más autentico al no estar restaurado. Aquí había un grupo
de hombres que me invitaron a tomar té con ellos. La verdad es que la forma y
el recipiente donde lo tomaban no era para nada higiénico, pero ¿cómo
resistirse a una oferta como esa?
En estos últimos Ksar conocimos un alemán que viajaba en
bicicleta, sorprendentemente de los pocos extranjeros que vimos en la zona.
Está claro que Túnez está teniendo grandes problemas con el turismo, el cual
está asustado ante la inestabilidad política del país, pero que como escribí en
otras entradas, en mi opinión Túnez es seguro y no implica problemas para el
extranjero.
Antes de marchar, como nos esperaba un largo camino
compramos algo de bebida y comida en la pequeña villa; María fue a comprar un
cortaúñas que nos hacía falta y el hombre de la tienda, al no tener alguno en
venta, nos dejaba un momento el suyo personal para que nos cortásemos las uñas
de un momento.
De camino a Tataouine, nos encontramos en un cruce de
caminos y no sabíamos para donde era. Allí mismo había una mujer bereber
sentada en una piedra, la preguntamos a ella simplemente diciendo:
-¿Tataouine?, sin decir nada cogió sus bolsas y se nos metió en el coche.
En esta zona mucha gente se mueve en autostop, pero a diferencia
de como lo conocemos nosotros, aquí esperan sentados hasta que un vehículo pasa
y se ofrece a llevar. Así que nos llevamos a la mujer bereber hasta Tataouine.
Fuimos de vuelta hasta hasta Matmata para alojarnos en el
mismo lugar que la otra vez y preparar el viaje al desierto, a Ksar Ghilane.
Hemos escuchado que la carretera hasta allí es buena o
aceptable como para ir en coche, pero la gente del hotel, nos dicen que la
carretera es de 4x4. Es obvio, ellos se dedican al negocio del turismo y les
interesa que la carretera sea mala para poder llevar ellos a los extranjeros en
sus jeep. Con lo cual siempre tuvimos la duda del estado de la carretera del
oleoducto, y ni si quiera sabíamos si podríamos llegar hasta Ksar Ghilane en
nuestro coche.
Que impresionante este viaje!, estos lugares tan distintos a mi tierra, me encantaría poder conocer...
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