06 diciembre 2008

HISTORIAS DE UNA OLA ASESINA

Dejando atrás las buenas temperaturas de Ella y las montañas, nos vamos al sur del país a la zona costera, a la pequeña villa de Tangalla donde lo primero que nos encontramos son historias espeluznantes sobre la conocida ola gigante que acabó con más de 300.000 vidas en 5 países; aquel Tsunami del 26 de diciembre de 2004.
Sri Lanka fue el segundo país peor parado tras Indonesia; más de 30.000 personas perdieron la vida en esta pequeña isla, y alrededor de 1 millón fueron desplazadas.

El ambiente aquí es caluroso pero la lluvia no nos deja en paz, esto hizo que nos refugiásemos nada más llegar en el restaurante de un hombre, Rohita, que nos invito a pasar el rato allí hasta que pasase la tormenta.
Rohita nos empezó a contar historias como la de un amigo suyo francés que perdió a su hija aquí en Tangalla por el Tsunami; desde entonces viene por aquí a menudo.
A parte de la chica francesa, otros 3 turistas más murieron por ser temporada alta; y un total de 84 personas de la pequeña villa.
Su historia personal tampoco tiene desperdicio, se le pone a uno los pelos de punta imaginando, como él nos contaba; ver a la gente corriendo lejos del mar, y de repente ver una masa de agua llegar a toda velocidad, de la que afortunadamente escapó saltando un muro, metiéndose entre varios callejones y finalmente accediendo al tejado de un alto edificio, donde pudo ser rescatado más tarde. Y esto teniendo en cuenta que se encontraba en su restaurante a unos 300 metros de la línea del mar; el cual quedó completamente inundado hasta la segunda planta.

Después de escuchar todo esto, fuimos en busca de algo para dormir en primera línea de playa…
Todo el mundo nos llamaba pues no hay turismo, entre la guerra del norte, y el miedo a un posible Tsunami, la zona se está quedando sin turismo; conseguimos una habitación muy buena, con baño enorme, a pie de playa por el precio habitual de 500 rupias (3,5€)


Desde que comenzamos a caminar por la playa vimos los efectos devastadores del Tsunami; prácticamente todo es nuevo, y los edificios que consiguieron aguantar en pie están abandonados y destrozados, o les quedan un par de paredes.
También hay pequeños cementerios conmemorativos en las orillas de las playas.


La playa es un paraíso, pero no se puede disfrutar de ella, pues el mar es muy fuerte y peligroso aquí, y el agua en ocasiones llega a la carretera, ocupando todo el espacio de arena; tampoco es muy limpia, posiblemente debido a los pescadores que arrojan todo por la borda.


A parte de playa, un paseo por el mercado siempre es algo bonito, con gente maja que nos dan a probar las frutas exóticas.


Tras Tangalla, nos movemos un poco más al oeste siguiendo la costa, hasta Weligama donde contactamos con Ekanayake de HC; y con él nuevas historia de aquel día de hace casi 4 años; él y su familia viven en una colina así que sus propiedades no sufrieron daños, lo que pudo haber sido un desastre es si hubiese retrasado su salida 15 minutos; iba conduciendo en coche con sus dos hijos por la carretera costera, y 15 minutos más tarde de desviarse hacia el interior, llegó el Tsunami.

Numerosas organizaciones de ayuda vinieron a Weligama para la reconstrucción de casas y ayudar a niños que quedaron sin padres; 400 personas fallecieron en ésta ciudad por la ola de 10 metros que llegó a 700km/h.

El día que llegamos caminamos por las villas disfrutando de un paraíso visual de continuo; playas solitarias rodeadas de palmeras y puestas de sol increíbles.
Por esta zona hay unos peculiares pescadores que se han vuelto muy populares entre los turistas; estos pescadores se colocan sobre unos delgados palos de madera en mitad del agua con la caña; pero es una pena lo que la industria turística a veces hace con ésta gente y sus tradiciones.
Encontramos dos de los susodichos palos, pero no había pescador; aunque rápido se acercó un hombre proponiéndonos subirse al palo como si estaría pescando para hacerle una foto, a cambio por supuesto de X dinero…


El pescado es muy abundante en la zona, sobre todo atún; y a buen precio, el kilo se paga por menos de 2€.


El día que nos queríamos tirar de playa, nos salió mal; toda la noche y la mañana se pasó lloviendo produciendo daños en 50.000 viviendas en otras provincias más al norte de aquí; y un total de 50 personas perdieron la vida.
Cambiamos los planes y nos fuimos a ver un viejo fuerte holandés en la ciudad de Galle.
Realmente los muros fueron construidos por los portugueses que llegaron primero, concretamente Vasco de Gama, quién llamo a Galle de esta forma porque escuchaba cantar a un gallo continuamente, (galle es gallo en portugués); es un gran saliente al mar con un tranquilo y bonito pueblo dentro, con calles estrechas que nos recuerdan a las de Goa, con varias iglesias también.


En casa de Ekanayake propusieron preparar algo de comida española, hacía mucho que no lo hacíamos porque son muy diferentes las cocinas, el estilo de cocinar, los productos y herramientas…, pero bueno, ahí le dimos, lo preparamos y fue muy curioso ver a los niños con qué asco (a lo desconocido) miraban y comían la tortilla española.


El siguiente día el tiempo nos dio la tregua suficiente como para irnos a Mirissa a disfrutar de otra paradisiaca playa; aunque el mar sigue siendo bastante bravo en esta zona.
Para ir fuimos en bus, y aunque los cingaleses se han portado de cine con nosotros, Sri Lanka es uno de esos países junto a India y otros, en los que piensan que todo extranjero es millonario y todos vamos repartiendo dólares; normalmente nos quieren cobrar de más en todo, y eso mismo pasó en el bus. La parte buena es que no son tan buenos mintiendo como los indios, y se les nota que se ponen nerviosos cuando lo hacen; y si se les dice de comprobar el precio con un policía, entonces ya nos dan el precio normal.


De vuelta en Weligama vimos un improvisado partido de cricket, tan famoso aquí como en India o Pakistán.


En Ambalangoda también contactamos con una familia de CS; ellos viajaron a Europa hace unos meses, una experiencia envidiable entre la gente local, y una vivencia única para recordar toda la vida.
Samathasiri, su esposa Naena y los tres hijos/as, fueron encantadores; nos trataron de maravilla; los chicos, de entre 9 y 15 años, hablan muy buen inglés y daba gusto hablar con ellos sobre el viaje, haciéndonos multitud de preguntas.
Esta familia perdió absolutamente todo en el Tsunami, pues la casa estaba apenas 30 metros del mar.
Samathasiri se encontraba trabajando en Colombo donde la ola sólo se noto en una subida y bajada del mar. Él trabaja en el puerto y al ver un extraño fenómeno alertó a la familia en Ambalangoda. Vio como el mar se retiraba de la tierra dejando un gran trozo sin agua; a pesar que él desconocía lo que podría ocurrir, llamó a la familia y les comunicó que saldrían de la casa corriendo a casa de sus padres 400 metros colina arriba. En su huída llegó la ola que no les alcanzó porque ya estaban subiendo a cotas más altas; Naena y los tres niños se salvaron y la casa quedó arrasada, tan sólo se tienen en pie dos trozos de pared y los cimientos.
En las cercanías todavía se encuentra un tren descarrilado que recuerda el desastre ocurrido; al llegar la ola, la gente pensó que la solución era meterse dentro del tren para salvarse, pero estaban muy equivocados, el mar se llevó el tren por completo como si fuera una pluma, muriendo todas las personas que se hallaban dentro; alrededor de 1.000 personas murieron en el distrito de Ambalangoda.
Los días siguientes fueron igualmente horribles; el hijo pequeño de Samathasiri quedó un tiempo conmocionado y con secuelas de ver todo lleno de cadáveres hinchados por el agua flotando por todas partes y un olor insoportable.

Ambalangoda es conocido por las máscaras, desde que llegamos al país hemos visto por todas partes suvenir de máscaras de diferentes caras y diablos; todo ello viene de aquí, donde se encuentra lo mejor del país.
Visitamos el museo donde relataban historias fantásticas; la gente usaba las diferentes máscaras fabricadas en madera y con colores naturales muy vivos para representaciones artísticas.
Estuvimos tentados de comprar alguna, pero supera con creces nuestro presupuesto, y tampoco podíamos saber su precio real, porque los conductores de rickshaw, cuando nos veían merodear por la zona de las tiendas, iban rápido y se colaban delante nuestro para así poder llevarse una comisión diciendo que nos habían traído ellos.


Nos perdimos un poco por la ciudad llegando al movido puerto pesquero, donde llegaban barcos de continuo con pescado, mientras otra gente aguardaba en el puerto con sacos de hielo para la conservación de la pesca, o se dedicaban a la reparación de las redes.


A 15km de Ambalangoda está probablemente la ciudad playera más turística de Sri Lanka, Hikkaduwa. Es conocida por el pequeño santuario coralino cerca de la playa, pero claro después de haber buceado en Australia, Papúa Nueva Guinea o el Mar Rojo, esto se queda bastante corto. De todas formas siempre es una pasada observar toda esa vidilla bajo el mar, multitud de peces de colores, algún calamar y una gran morena.
Para ello simplemente alquilamos unas gafas y aletas en uno de los multitudinarios puestos playeros.


Como nunca habíamos viajado en tren en Sri Lanka nos fuimos en éste medio de transporte de vuelta donde empezó todo, la capital, Colombo.
Los trenes son bastante más cutres que India y parece que se desmontan del movimiento, pero son mucho más cómodos que los autobuses que siempre van a retaque de gente.

Nuestro principal objetivo era ir a reclamar los 50 dólares de las entradas que compramos en Anuradhapura, con nuestras “tarjetas de estudiante internacional”
Encontramos la calle de la oficina, pero como muchas de las calles con importantes establecimientos del gobierno, estaba entera acordonada con militares llenos de armas y revisando todo. Para allá fuimos, mostrando los pasaportes y así logramos llegar a la oficina dónde reclamamos los 50 dólares por ser “estudiantes”; el proceso fue lento, pero al final lo conseguimos, recuperamos un dinero que nos vendría muy bien.

En la tarde encontramos a Yasendra, un chico de CS, que estaba con una amiga norteamericana, April; y nos fuimos a su casa.
En un principio fue un choque muy fuerte para nosotros, después de viajar por lugares tan rurales en Sri Lanka, llegar a la capital y a la zona donde vive Yasendra (zona de alta clase) fue como que no nos encontrábamos muy a gusto; todo muy moderno, sociedad de consumo, comodidades, lujos…
En un principio creímos que Yasendra vivía en un pequeño apartamento, pero después nos dijo que la cena estaba lista, y a través de puertas para acá y para allá, escaleras…llegamos a la cocina donde estaban los padres y parte de los sirvientes, en una gigantesca casa.

Nos comentó de salir a tomar una copa con los amigos (entre ellos el hijo del ministro de exterior); y como buenos huéspedes aceptamos; lo que no sabíamos es que la copa iba a durar hasta las 6:30 de la madrugada.
La verdad es que somos personas muy opuestas y en los lugares donde fuimos no encajábamos para nada, discotecas glamurosas donde se reúnen los peces gordos de la ciudad, dejándose fortunas en alcohol, y con un par de prostitutas a cada lado; y nosotros, yo con la camiseta de los Simpson y María con las chanclas de la playa…
En un primer pub nos invitaron a tomar una cerveza, la cual tenía un precio asequible de 1€; así que nosotros hicimos lo propio en esta otra discoteca pagando las tres cervezas más caras de nuestra vida; se nos quedó la cara a cuadros cuando el camarero nos dijo que eran 18€ por tres Heineken; el dinero que nos da para vivir dos días…Total que la alegría de haber conseguido el dinero de los ticket del Triangulo Cultural, quedó compensada con las tres birras.
Terminamos desayunando en un hotel de lujo, kiribati; una comida típica en la mañana; tacos de arroz lechoso, con carne de ternera o pollo.

El último día en Colombo no pudimos hacer mucho, estábamos reventados de dormir sólo 3 horas; de todas formas tampoco tiene mucho que ver la capital cingalesa, a parte de la zona del antiguo fuerte y la vida de sus habitantes. A última hora nos refugiamos en la paz del mar cruzando las vías del tren.


Nos ha dejado muy buen sabor de boca Sri Lanka; es un país que lo tiene todo; antiguas civilizaciones, exuberante naturaleza, montañas, playas paradisiacas…sus habitantes son amables y muy simpáticos; y a pesar de la situación de conflicto en el norte o aquella ola asesina, el país goza de gran tranquilidad y es muy seguro para viajar.


3 comentarios:

  1. Ya vemos que seguís por ahí dando vueltas, os seguimos desde casa... ya vereis cuando volvais que raro todo...

    Besos!

    Antonio y Aurora

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  2. Teneis que poner en la próxima actualización fotos de los visitantes de Navidad que habéis recibido jeje.
    ¡besos para todos!
    Vir

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  3. Hola David y Maria:

    Ya veo que todo sigue genial, quien diría que ya casi va a hacer dos años que salisteis de vuestra casa.

    Las fotos y las explicaciones que vais ofreciéndonos sobre el viaje son estupendas, es un poco como si viajáramos a través de vosotr@s.

    Espero que paséis unas felices fiestas, aunque para vosotros es como si estuvieseis de fiesta todos los días, pues cada día debe de ser toda una aventura…

    Por cierto, os quería decir que si queréis enlazamos nuestros blogs, el vuestro y el nuestro. El nuestro está dedicado a ayudar a los perrillos y gatos abandonados a encontrar un hogar. Ya me contarás…

    Aquí lo podéis visitar: http://perrillosbuscandohogar.blogspot.com/

    Un saludo desde Ceuta y que todo os vaya bien

    MIGUEL

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