04 marzo 2009

EN LAS PUERTAS DE BUTAN

A una hora al norte de Sylhet esta la frontera con India, el bus en el que íbamos nos paró frente a una embarrancada calle en mitad de la nada y nos dijeron: -por ahí a India.
Frente a inmigración encontramos a un viajero neo zelandés, Reagan; con él hicimos todo los trámites de salida de Bangladesh y cruzamos a India por tercera vez en éste viaje. Inmigración de India estaba cerrado así que tuvimos que esperar una hora hasta que abrieran para hacer los papeles de entrada; Reagan y nosotros éramos los únicos extranjeros que había, el resto eran unos pocos de ambos países entre los que nos movíamos.
Tras la estampa en el pasaporte fuimos hasta Dawki, y comenzamos a ver muchas diferencias no sólo con Bangladesh, vimos una India muy diferente. Los habitantes de el estado de Meghalaya al que estamos entrando, tienen unas caras muy diferentes; al igual que en Rangamati tienen los ojos rasgados y parecen mas bien del sudeste de Asia; por otra parte nadie nos molesta para nada, son gente muy tranquila y pacífica.


Tuvimos suerte de encontrar el último autobús hacia la capital del estado, Shillong; un trayecto de 3 horas desde Dawki con un paisaje realmente bonito, alucinante. La vegetación es subtropical, exuberante, y la carretera rueda por la cresta de una montaña, dejando a ambos lados dos profundos valles.
En Shillong nos separamos de Reagan quien siguió viajando; nosotros buscamos algo para dormir en esta ciudad que desde el momento que llegamos nos encantó.
Shillong se encuentra a casi 1.500 metros de altitud, se respira un aire limpio y puro pero también al caer la tarde, por primera vez desde Jordania (hace más de un año), sentimos frio de verdad al cual ya no estábamos acostumbrados, pero que se agradece después de tanto calor que hemos pasado en otras zonas pasadas.
Shillong es una de las ciudades más agradables que hemos estado en India, si no es la que más. La gente es realmente simpática, pero en realidad lo que ocurre es que nadie nos mira, ni nos dice cosas, ni nos intenta vender algo, ni siquiera hay vagabundos… Parecen cosas normales pero para nosotros es muy extraño a estas alturas. En la zona centro abundan las mujeres con pantalones vaqueros, ropa occidental, e incluso chicos con camisetas de sus grupos favoritos y escuchando música rock en algún establecimiento.
Otra cosa muy impactante fue la comida; después de la horrible comida bengalí, pasear por Shillong con todos esos olores a comida sabrosa fue muy gratificante; esa misma noche nos dimos un merecido banquete, además aquí cocinan realmente bien y muy suave; por primera vez en mucho tiempo comimos carne de cerdo en salsa, sumamente delicioso.

A pesar de esta “modernidad” que estamos viendo, de calles limpias, y paseos peatonales…el estado de Meghalaya es bien conocido por sus grupos tribales; el pequeño estado se divide en tres territorios tribales; los Garo que habitan en el oeste, los Jaintias en el este, y la tribu predominante, los Khasis que habitan el centro de Meghalaya. Algo peculiar de estas tribus, y muy diferente respecto a toda la India machista de hombre dominante; es que su sociedad es matrilineal; es decir la cabeza importante de las familias son las mujeres, sólo el hijo/a de la mujer es puramente de la tribu a la que pertenece; y la persona heredera de todo es la hija pequeña.

Toda estas gentes se suele juntar en el ajetreado mercado de Shillong, un laberinto de estrechas callejuelas arriba y abajo donde los chicos suben y bajan con grandísimas cargas; al igual que vimos en Nepal hace años, ayudan a soportar la carga colocando una cinta en la frente.


Las mujeres son bastante reservadas para las fotos, no quieren por nada del mundo, aunque otras se ponen como locas gritando porque quieren que las fotografiemos…
En este mercado, generalmente las mujeres son las encargadas de vender el “tabaco” que tanto usan por esta zona y Bangladesh. Es una especie de fruta seca que cortan en trozos pequeños y colocan sobre una hoja que previamente han untado con pasta de piedra caliza. La mayoría de las mujeres lo mascan y muchos hombres también; todos los que lo hacen tienen los dientes podridos de masticarlo, además suelen tener los labios y dientes rojos dando un aspecto aun más desagradable.


La parte de la carnicería está a cargo de los hombres y es sorprendente lo limpio que lo tienen, lo bien que huele y lo fresca que es la carne. Esta carne es traída en los maleteros de los coches y la gente se coloca grandes piezas sobre la espalda para subirlo al mercado; lo que más abunda es cerdo y ternera. El estado de Meghalaya es de mayoría cristiana, así que no hay restricciones religiosas hindúes para la ternera, ni musulmanas para el consumo de cerdo.


Debido a la gran belleza del lugar y a la imposibilidad de visitarlo por nuestra cuenta, decidimos tomar un pequeño tour que organiza la oficina de turismo de Meghalaya; los turistas son todos locales, somos los únicos extranjeros en el minibús; por menos de 4 euros pasamos el día por los alrededores, visitando la interesante villa de Cherrapunjee, un lugar que ostenta el título de pueblo más húmedo de la tierra, el lugar donde más precipitaciones hay del mundo.
Cherrapunjee tiene diferentes títulos como por ejemplo, el record de toda la historia de mayor cantidad de agua caída en un año; fue en 1.974 cuando cayeron 24.555mm. Además se enorgullecen de otros títulos como mayor pluviosidad en un mes, o el record de lluvia en 24 horas en 1.876 cuando cayeron 1.040mm.
Lógicamente a pesar que Shillong amaneció un día despejado y bonito, Cherrapunjee estaba nublado y cayendo alguna gota a pesar de ser la época seca.
Lo que primero vimos fueron unas grandes vistas del valle que divisamos el día anterior viniendo de la frontera, el valle de Mawkdok.


En Cherrapunjee pueblo, lo mejor fue acercarse donde los habitantes khasi; una gente muy simpática, y niños encantados y agradecidos de recibir fotografías.


Lo más impresionante del lugar son las cataratas; primero vimos las de Nohkalikai, por aquí dicen que son las cuartas del mundo en altura, con 300 metros; no sé si las cuartas pero son bastante impresionantes…


Luego fuimos visitando otras de menor tamaño, pero el problema es que al ser la época seca muchas no tienen agua, y aunque los valles son impresionantes esta todo el ambiente muy cargado de neblina.


En otro lugar donde había unas grandes vistas nubladas de las planicies de Bangladesh nos acercamos a una pequeña casa tradicional, donde una señora khasi servía té con leche muy rico.


Al final del viaje visitamos las cuevas de Mawsmai, conocidas por las estalactitas y estalagmitas que ya no existen pues los indios se las han ido llevando de recuerdo, ahora ya nadie puede disfrutar de ello, más que ellos en sus casas.


Fue también muy sorprendente la efectividad de la agencia, normalmente estas cosas en India son un caos y nada sale como te lo han planteado; en este caso compramos los ticket un día antes dándonos una plaza fija, y un programa con tiempos exactos, el cual respetaron a la perfección. Nuevamente decimos que no es la mejor forma, y no somos amigos de estos tour, pero aquí no hay otro camino si se quiere visitar los alrededores, así que por menos de 4 euros fue una buena elección y lo pasamos muy bien.

Volviendo a Shillong seguimos paseando por sus agradables calles entrando a algún comercio con interesantes lemas escritos en las paredes. Ya hemos contado creo la afición de los indios por orinar y defecar en cualquier lugar, pero lo de escupir es todo un arte, se pasan el día escupiendo por todas partes, y los lugares favoritos para ello son las esquinas de los descansillos de las escaleras. Aquí como dijimos la gente es diferente, y tenían escrito en el comercio “¿Escupes tu en tu casa? Entonces, ¿por qué lo haces aquí?

Dejamos Meghalaya y vamos dirección al estado de Assam, a su capital Guwahati a 100km de Shillong, lo que supone 3 horas y media en autobús. En Guwahati nos encontramos con Supratim, un chico de CS; un joven estudiante que vive con su familia en una bonita casa en el centro. La experiencia con Supratim fue muy diferente a lo habitual que habíamos tenido con otros miembros del club en India; quizá al ser de esta zona y por su juventud, se muestra una persona más abierta, y muy preocupada por nosotros, para que nos sintamos cómodos; sus padres son simpáticos también con sus tradiciones puramente hindús. Nos mostraron fotos de la boda de la hija y María hizo una pregunta de lo más normal; preguntó si era matrimonio de amor y la madre orgullosa aclaró que no por supuesto, ellos eligieron el marido…

En Guwahati hay interesantes templos que visitar; el primero de todos, el templo de Kamakhya, un centro de poder espiritual femenino dedicado a Sati, la primera mujer de Shiva. Cuando éstos eran pareja, Sati invitó a su padre a una celebración y este no se presentó; Sati indignada se suicidó en casa del padre y una vez muerta Krisna la cortó en 101 pedazos que saltaron salpicados por toda India y donde se erigieron templos en su honor; el trozo 101 fue concretamente la vagina, y cayó aquí en Guwahati.


Para entrar al templo antiguo se debe esperar una cola de horas, nosotros entramos al nuevo que han adosado, pero la parte más significativa del recinto esta en un siniestro lugar donde sacrifican animales para sus dioses.
Más bien parece un matadero por la cantidad de sangre y olor a carne; en este lugar llegan continuamente gente con su ofrenda, generalmente cabras o palomas, y mientras un sacerdote bendice a los portadores del animal, un hombre agarra el animal por las patas delanteras y traseras mientras el verdugo coloca la cabeza en un hierro en forma de V por el que pasa otro hierro para sujetar la cabeza; en menos de dos segundos el verdugo decapita al animal con un machete. Mientras la cabeza del animal permanece aún en movimiento en el hierro, el cuerpo sin cabeza se tambalea y retuerce por todas partes al menos durante un par de minutos; mientras, el resto de trabajadores van recogiendo la sangre con un cepillo para que no se acumule y meten restos del animal en bolsas para que se lo lleven los dueños ya bendecidos.


Los sadus siempre están haciendo presencia, normalmente medio desnudos y con el pelo larguísimo en rastas enormes, alguno incluso sosteniendo el tridente de Shiva.


Visitamos otros templos en la ciudad a orillas del Brahmaputra, un río de gran importancia para el hinduismo; el templo de Umananda dedicado a Shiva, está construido en una isla en mitad del Brahmaputra; cruzamos hasta él en una barca motor.


Gracias al amigo de la familia de Supratim, el supervisor de los billetes de tren en la estación, conseguimos dos ticket con asiento a nuestro gusto, hasta la ciudad de Alipurduar, desde donde tomamos otro transporte hasta Jaigaon, la ciudad fronteriza más importante con Bután.
El motivo de venir aquí es para visitar la ciudad de Phuentsholing, la primera ciudad butanesa que está unida a Jaigaon, y a la cual leímos que se puede entrar sin necesidad de un visado, siempre y cuando entres y salgas en el día. Por otro lado sabíamos que podría ser cierto, o quizá nos quedásemos en la puerta de Bután con las ganas…

Bután, es un pequeño reinado formado entero por montañas del Himalaya, en la lengua local se llama Druk Yul, que significa “la tierra del dragón de truenos”
Visitar Bután no es complicado del todo, pero sí es muy caro; el país entero está muy protegido y ningún extranjero puede entrar y viajar por libre, todo ha de pasar a través de una agencia autorizada que te obliga a gastar un presupuesto de 200 US$ al día por persona.
Con estos datos queda fuera totalmente de nuestra ruta, pero quisimos intentar al menos pisar por un día la tierra del dragón de truenos.

Jaigaon al igual que cualquier pueblo indio está sucio, polvoriento, y la mitad de las viviendas son chabolas; la misma tarde que llegamos después de encontrar un hotel, no pudimos resistir la tentación de ir a la frontera e intentar pasar. En la frontera se alza la gran puerta de Bután muy colorida con pinturas de dragones; tanto indios como butaneses cruzan a sus anchas frente a los policías aduaneros que ni siquiera los paran. Nos pusimos a la cola y cruzamos a derecho con todos pero… una voz que dijo: -Madam! nos retuvo en el control. María no puede pasar por un local y nos pillaron; los policías fueron muy simpáticos y amables; nosotros les explicamos que sabemos de gente que ha cruzado y que tenemos mucha ilusión por visitar Bután. El policía nos explica que la ley para extranjeros ha cambiado hace años y ya no podemos cruzar, a pesar de nuestra insistencia tuvimos que volver por donde vinimos.
Con lo sucedido, nos dimos cuenta que por mi condición física similar a la india, podría tener suerte y pasar; a la mañana siguiente lo intenté sólo, y me retuvieron. El policía de nuevo fue de lo más majo, hasta me pidió el correo electrónico para estar en contacto; me confesó que creyó que yo era indio, pero no le sonaba mi cara (conocen a la mayoría de la gente de ambos pueblos) y además llevaba una mochila haciéndome más sospechoso. Debido a mi insistencia habló dos veces con el jefe contándole mi ilusión por visitar Bután, pero al final tuvo que venir él mismo para decirme claramente que NO.


Con esto, no nos quedó otra que caminar por Jaigaon que también tuvo su encanto; primero subimos a una colina desde donde vimos claramente las montañas de Bután; se ve la planicie india y justo donde arrancan los montes es el otro país.


Caminamos por una calle muy interesante, en la que teníamos las chabolas de india a la izquierda y un muro a la derecha (la frontera); pero junto al muro, en Bután hay bloques de pisos (mucho mas nuevos y bonitos que en India) y lo más curioso es que para acceder a los pisos, la frontera tiene puertas por las que los butaneses entran y salen de India. En la foto se muestra un ejemplo de la frontera y en la segunda la diferencia de las casa de ambos países.


Los butaneses parecen una gente encantadora, sus rasgos son puramente como los tibetanos; la mayoría de los hombres llevan el traje típico llamado ghos, una túnica recogida a la altura de las rodillas y combinada con unos zapatos y calcetines largos estirados hasta las rodillas.


Por la cercanía de este país budista, en Jaigaon se encuentran templos muy bonitos dedicados a éste culto, como este gompa (monasterio tibetano budista)


La equivalencia de la moneda butanesa, el Ngultrum, es de uno a uno con la rupia india y en Jaigaon se usan ambas monedas indistintamente, por lo menos nos pudimos llevar un recuerdo de Bután…

En un minibús junto a un grupo de butaneses fuimos en dirección oeste, hacia las estribaciones de la cordillera del Himalaya, a la ciudad de Kalimpong situada a 1.250 metros de altitud.
Al igual que nos pasó en Shillong, volvemos a notar ese ambientillo tranquilo de montaña, sólo que aquí es mucho mas rural. Sus habitantes siguen siendo gente muy agradable y con rasgos más cercanos a los tibetanos.
A veces buscamos siempre lo más cutre pensando que es lo más barato, pero en estos lugares al ser temporada baja, se encuentran autenticas gangas; habitaciones amplias con baño e impecablemente limpias por el mismo precio que las cutres.

En lugares como Kalimpong da gusto dejar la mochila y ponerse a caminar a cualquier parte, observando la vida de los habitantes, las increíbles vistas (un poco nubladas estos días), y encontrar maravillosos gompas como el de Tharpa Choling, donde habitan 32 monjes en un lugar de paz y serenidad. Un monje nos abrió el gompa para ver al Buda y toda la parafernalia típica de los monasterios budistas.


En el Gompa Thongsa se encuentran multitud de ruedecillas de oración alrededor de él, donde la gente gira siempre en el sentido de las agujas del reloj y los va moviendo a su paso.


Pero el Gompa más bonito se encuentra a una hora caminando del centro, en lo alto de una montaña con increíbles vistas (si el tiempo lo permite); el Gompa Durpin está consagrado por el mismo Dalai Lama, y tiene una estructura, pinturas y colorido excepcional.


En el camino del gompa visitamos una fábrica de papel muy interesante donde vimos el proceso de fabricación, desde la elección de las mejores fibras de la madera del Daphne Cannabina; pasando por la fabricación de una masa que luego es vertida en un liquido, de donde un hombre extraía planchas de papel que iba amontonando una sobre otra sin pegarse a pesar de estar todo ello empapado; tras el prensado y secado obtenían las finas hojas de papel que posteriormente recortan dependiendo del uso que se le vaya a dar.


Tuvimos mucha suerte también de coincidir con el mercado de los miércoles, cuando la gente de los pueblos más pequeños se acerca a vender sus productos.

3 comentarios:

  1. Hola,

    una de las entradas mas interesantes del blog, quizás por lo desconocido de esta parte de India-Bangladesh-Butan.

    La verdad es que estoy buscando destinos para este año y me parece que este puede ser uno muy interesante.

    Seguid asi!

    Rodrigo

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  2. Hola María y David:
    Quedamos siempre maravillados con los relatos de vuestro viaje, pero aún mas admirados por vuestras fotos, en especial las que hacéis a la gente, es una asignatura pendiente para mi, me da un corte grandísimo pedírselo a unos desconocidos.
    Hace tiempo que os enlazamos a nuestro blog: " La Vuelta al Mundo de Asun y Ricardo" en Gente Viajera ,por méritos propios.
    Un abrazo y feliz viaje.

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  3. Vaya, me he quedado con las ganas de leer algo de Bhutan. De todas formas, vuestro blog es genial...es como viajar con vosotros

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