05 mayo 2010

MALASIA

Da gusto cuando se cruza una frontera sin necesidad de visado y una chica simpatiquísima te estampa el pasaporte con un sello válido para permanecer tres meses en el país, así es Malasia…
Por otra parte es estremecedor leer en el papel de inmigración que el tráfico de cualquier tipo de droga esta penado con la muerte, y cuando avisan es por algo; de nuevo entramos en un país musulmán donde las leyes no se deben de tomar a la ligera, cosas como ésta te pueden llevar a la horca.

Las carreteras en Malasia son igual o aún mejores que en Tailandia; se ve que es un país que está viviendo un desarrollo rapidísimo. En un momento llegamos desde la frontera a una de las ciudades más grandes del norte de Malasia, Georgetown, que se encuentra en la isla de Penang en la costa oeste del país.

Malasia fue colonia británica y Georgetown fue el primer enclave de los ingleses que llegaron con intención de arrebatar el importante puerto de Melaka a los holandeses; ésta ciudad tiene una increíble mezcla malaya, china e india, tanto en la gente como en la arquitectura, comida, cultura, etc…



Encontramos todo más caro que Tailandia, lo más económico para dormir fue un lugar “ilegal”, en realidad era un bar de Reggae, y el dueño alquilaba unos cuartos dentro de su casa; era muy casero porque en nuestra habitación había una televisión y dos reproductores de DVD, además de una caja llena de películas y música. El cuarto nos salió por 20 Ringgit, (4,7€)
Todo también nos parece más caro porque recientemente el Euro ha caído mucho, hace pocos meses el cambio era de 1€=5 Ringgit; pero ahora ha caído a los 1€=4,2 Ringgit; una gran diferencia.

Lo que más destaca en la ciudad son las casas chinas con sus adornadas puertas, las flores, y los templos chinos con intrincadas tallas de tigres y dragones en las columnas de piedra o murales.



Al cambiar de barrio las diferencias son abismales; según se pisa “Little India” (la pequeña India), casi todas las personas son descendientes indios, comienzan los restaurantes de thalis, tandoori, las tiendas con la música hindi muy alta y los carteles de los actores y actrices de Bollywood; puestos de samusa, pakora etc… Muy India, con la diferencia que todo está mucho más limpio y organizado.



Los lugares más económicos para comer son una especie de mercados con muchos puestos de diferentes comidas y un área comunal con mesas y sillas. Aquí encontramos ricas comidas locales como el Nasi Lemak, un arroz con pescado seco, picante y huevo, todo ello envuelto en una hoja de platanera.



Como ya dije, Malasia es un país musulmán, pero aunque se vean muchas chicas con el pelo cubierto, el resto de la vestimenta en general no difiere mucho al de una chica occidental, lo único que sí cubren piernas y brazos. El Islam de Malasia es mucho más relajado que en Oriente Medio eso está claro; nos hizo ilusión recordar aquellos tiempos mientras escuchamos cada día la oración del moacin por los altavoces de los minaretes de las mezquitas.


El calor que hace en Georgetown es exagerado, vamos llegando a Mayo y esto se pone insoportable; para nuestro siguiente destino nos fuimos en autobús, al ser una gran ciudad y con estas temperaturas tan altas nos dio pereza estar en la carretera haciendo dedo.
Lo bueno es que donde nos dirigimos, las Montañas Cameron, hay un excepcional clima que varía entre los 16 y 21 grados centígrados durante todo el año, una temperatura perfecta, sin tanta humedad, que nuestros cuerpos agradecieron enormemente. Encontramos un buen alojamiento (25 Ringgit) en el pueblo de Tanah Rata (1.524 metros de altitud), donde pasamos cinco días tranquilos sin los sofocos ni sudores provocados por las temperaturas al nivel del mar.
Tanah Rata fue una antigua estación de veraneo de los ingleses, que al igual que en India construían precisamente para escapar de los calores.


En las Montañas Cameron hay diferentes caminatas para hacer en el día, así que cada mañana salimos a andar por los bosques, plantaciones de té, etc; y para regresar, en autostop que funciona fenomenal, además aquí todo el mundo habla inglés y les encanta charlar durante el trayecto que nos llevan.

La caminata desde Tanah Rata a Brinchang atraviesa un viejo y húmedo bosque de troncos retorcidos y huecos. También encontramos extraños insectos a nuestro paso, ardillas y otros animales.



Una vez en Brinchang visitamos una granja de fresas, las cuales son muy típicas aquí; también venden plantas carnívoras que desprenden un olor irresistible para los insectos, para que éstos caigan en sus fauces.



Hacia el sur caminamos otro día hasta la plantación de té de Bharat, un té cuya cepa viene de Sri Lanka. Las plantaciones aquí están tan perfectamente cuidadas, y verdes debido a la abundante lluvia, que parece que todas las colinas están “enmoquetadas” o con una alfombra.



Este día nos dimos una buena marcha de 10km hasta el bonito lago del Sultán Abu Bakar.



En el último día un camión nos llevó hasta Brinchang donde comenzamos la marcha para coronar el punto más alto de las Cameron, el Gunung Brinchang (2.031 metros)
De nuevo atravesamos un espeso bosque, con tramos complicados trepando por las raíces de los árboles que hacen de camino.



En un lugar como éste siempre suele haber nubes, y las vistas no fueron tan espectaculares, pero bueno, allí tuvimos la suerte de conocer a Richard y sus amigos, quienes nos llevaron en coche de vuelta a Brinchang pasando antes por una granja de fresas donde nos regalaron una caja de ellas, seguido nos pararon un rato en las plantaciones de té de Boh, para hacer unas fotografías.



De las Cameron nos marchamos en autostop con un día buenísimo; íbamos muy confiados pensando que con el cartel iría todo rapidísimo, pero lo cierto es que no fue así. En Tanah Rata tuvimos que esperar mas de una hora hasta que una camioneta de electricistas parara a recogernos; entre los rollos de cable de la caja llegamos hasta Ringlet a sólo 13km, y desde aquí otra vez a la carretera hasta llegar a Tapah, justo por donde pasa la autopista. Una vez aquí fue muy fácil, a los cinco minutos paró una pareja mayor muy simpática a los que les encantaba charlar y el hombre no paró de contarnos cosas y preguntarnos durante todo el camino. Así llegamos hasta Kuala Lumpur la mega-ciudad, capital de Malasia.


En Kuala Lumpur nos alojamos en casa de Vern un chico malayo de origen chino que vive con una malaya de origen indio y con una escocesa.
Vern nos puso rápido al día sobre la situación del país; aparentemente desde fuera parece que todo está en armonía, y aunque en realidad no hay problema entre malayos, chinos e indios, el gobierno es quien hace las diferencias.
Al igual que ocurre en todo país musulmán, todo tiende a radicalizarse más, leyes más estrictas para la población malaya (los musulmanes); pero también se les da a éstos más oportunidades como por ejemplo a la hora de la universidad, los malayos tienen más plazas que el resto y en general debido al deterioro del sistema educativo por las normas islámicas cada vez más estrictas, los chinos e indios emigran a otros países como Australia para recibir su educación.
Según Vern la situación ha ido empeorando durante los últimos años y él cree que puede llegar un momento en el que todo “explote” de alguna manera.

Si hay un símbolo en Kuala Lumpur, éste son las Torres Petronas; una enorme obra de ingeniería terminada en 1.998, año en el que fueron los edificios más altos del mundo hasta el 2003. Ahora son el quinto edificio más alto, pero si se riza el rizo, se puede decir que son las Torres Gemelas más altas del mundo actualmente.
Tienen una altura de 452 metros y 88 pisos en cada torre; fueron construidas para albergar la central de la compañía de gas y petróleo de Malasia (Petronas), pero lo que hace de las Petronas algo especial, es el puente que las une en la planta 41, a 170 metros de altura; a parte de un toque distintivo el puente sirve de vía de escape en caso de emergencia en una de las torres.
Además del centro comercial de alta clase de la planta baja, también se puede visitar el nombrado puente, pero para ello se dan tickets (gratuitos) limitados cada día, al comprarlo se elije la hora que quede disponible entre las 1.200 plazas que se reparten al día, nosotros a las 9:00am, conseguimos ticket para las 4:00pm. Lástima que el cielo no estaba muy despejado, pero es que desde que hemos llegado a Kuala Lumpur, como país tropical, la lluvia nos ha acompañado a diario, aunque sólo durante un par de horas o tres cada tarde.



En Kuala Lumpur hay dos importantes barrios como ocurre en casi toda gran ciudad de la península malaya;”Little India” y “Chinatown”, los dos grandes grupos migratorios que llegaron aquí hace unas dos o tres generaciones. Los indios llegaron en parte como esclavos, forzados por los ingleses que dominaban India; en cambio los chinos fueron un poco engañados, también por los ingleses quienes les prometieron riquezas aquí.
Otro lugar bonito de la ciudad es la Plaza Merkada, donde se halla la bandera más grande del país y se tiene una bonita vista de los edificios del gobierno, (inspirados arquitectónicamente en Oriente Medio), junto a los otros más modernos, incluso con las Petronas al fondo y la altísima torre de telecomunicaciones.



La cueva de Batu, es el gran santuario hindú en Malasia; una gran cueva entre rocas calizas en las afueras de Kuala Lumpur. La cueva no es larga pero tiene una bóveda que alcanza los100 metros de altura, hasta ella se accede a través de una escalinata de más de 200 escalones (muy hindú).



En el camino hay muchísimos monos que pasan el rato tomando los posos de las latas de coca-cola, o lanzando botellas a los turistas.



Como coincidió el fin de semana, pasamos mucho tiempo con Vern; nos llevó a ver el museo de historia y el museo islámico, éste último fue muy interesante, tenía muchas maquetas de importantes mezquitas del mundo islámico, la mayoría de ellas las habíamos visitado durante el viaje.

Vern nos llevó a comer a diferentes lugares, comida malaya, india, china y María preparó comida española también; según él, (como buenos orígenes chinos que tiene), en Kuala Lumpur lo mejor que se puede hacer es, comer.
Pero no sólo comimos, también nos invitó a alguna botella de buen vino mientras hablamos mucho en español, ya que Vern esta aprendiendo a hablarlo.



Por último no podíamos irnos de Kuala Lumpur sin ver las Torres Petronas en la noche, completamente iluminadas impresionan aún más que de día.


1 comentario:

  1. que wen viaje aqui me tope hace algun tiempo con su blog y nunca habia comentado que bueno q haya blogs asi para los q apenas empezamos nuestros planes d viaje y d vida
    saludos

    animo

    IN LAK'ECH

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