El Cairo nos tiene atrapados definitivamente; la mañana de “visados” no salió como esperábamos. Primero en la embajada de Sudán nos dicen que debemos esperar una semana para obtener el visado, con lo cual ya rompió todos nuestros planes. Y en la embajada etíope nos dicen que el visado inicia cuando nos lo dan; es decir, llegaríamos a Etiopia con nuestro visado caducado…
El día mas que nos quedamos, fue algo sorprendente, un Cairo tranquilo que nunca habíamos visto, creemos que fue debido al día de la Navidad ortodoxa, que se celebra el 7 de enero; asi que nos fuimos a ver el ambiente por el barrio copto, y a seguir descubriendo nuevos lugares de la ciudad.
Continuamos decididos a hacer dedo hacia el desierto, y el primer coche que nos llevó, nos sacó de todos los esquemas que teníamos sobre el autostop en este país; lo primero aclaramos que no podíamos pagar, pero no sólo dijo que no quería dinero, sino que nos dio 20 libras! Cuando vimos la carretera que se adentraba en el desierto nos quedamos de piedra, creímos que sería imposible; pero, un camión se ofreció a llevarnos unos kilómetros más, y desde aquí, 350km de puro desierto hasta el oasis de Bahariya, a manos de un jeep.
Después de tantos kilómetros, es sorprendente llegar al oasis y ver vegetación, parece imposible; por aquí, nos buscamos algo para dormir por 1€ la noche.
El oasis de Bahariya ha cogido mucha fama después de encontrar cientos de momias doradas, muy diferentes a las que hemos visto anteriormente, pero su interior fue mal embalsamado y se ha destruido, por lo que se cree que fue el inicio del fin de ésta práctica.
Visitamos otras tumbas bajo tierra con muchas pinturas, y otras con gravados en piedra, una de ellas podría ser la prueba de que Alejandro Magno, estuvo por aquí. Por hacer fotos nos pedían más que por la entrada, asi que solo pudimos sacar un par de “estranjis”.
La gente del oasis lleva una vida un tanto dura, y muy tradicional; vendiendo sus productos en una concurrida calle llena de puestos. Prueba de ello fue el día que marchamos; nos fuimos a comprar pan a la panadería, donde la gente espera durante horas su turno; y las mujeres más aún, pues la fila de hombres tiene una ligera preferencia.
En cuestión de minutos cambiaron todas nuestras ideas, en principio íbamos a cometer la locura de hacer dedo hasta el siguiente oasis, luego lo pensamos bien y decidimos tomar un bus; pero en ese momento un hombre que venía de hacer un safari por el desierto, nos dijo que él regresaba al Oasis de Farafra, y que nos hacia un precio especial. La primera vez que escuchamos sobre un safari al desierto blanco, la cifra ascendía a 600 libras; este hombre nos dijo 100 cada uno, y ni nos lo pensamos. El comienzo no fue muy alentador, mientras hizo diferentes revisiones para poner a punto el vehículo, el jeep nos dejo tirados en medio de la ciudad; lo solucionó sin problema y marchamos…
Rumbo al sur, hacemos la primera parada en el Desierto Negro, su nombre, proviene porque todo alrededor está salpicado de piedras volcánicas, con lo que adquiere ese color negro, pero lo más llamativo son todas las pequeñas montañas cónicas que se alzan sobre la llanura desértica.
Otro lugar fué, la montaña de cristal, una de las cosas que ponen como interesantes para el negocio de los safaris; pues lo realmente bonito de aquí es el Desierto Blanco. Rocas blancas como la nieve, desgastadas durante los años por el viento y el agua, formando figuras surrealistas, las más curiosas son el campo de setas, esparcido por kilómetros en la arena del desierto.
Los chicos que nos llevan son beduinos, quienes conservan sus tradiciones muy arraigadas, amenizándonos el camino con sus cánticos de toda la vida. Hamdy, como buen beduino nos invitó a su casa para tomar té, aunque antes tuvimos que luchar con él por un precio razonable de aquella habitación, o, criadero de mosquitos mejor dicho.
Farafra es el más pequeño y tranquilo de los oasis; sus habitantes son beduinos en su mayoría, quienes llevan una vida bastante dura. El turismo es escaso, porque se suele pasar de largo; esto hace que la gente no tenga tanta picardía, y no nos piden nada en las calles.
Antes de llegar al oasis, un control de la policía hace responsable a Hamdy de nosotros pidiéndole sus datos; él nos comenta que es normal aquí, y que muchas veces lo llaman por teléfono a cualquier hora para ver de dónde vienen y a donde van sus clientes. Nosotros mismos lo comprobamos estos días, cuando tuvimos un policía continuamente en el hotel preguntándonos. Pero lo peor fue el día que dejamos Farafra, nos dimos cuenta que la policía no solo son pesados, sino que también quieren sacar cacho del turista, engañándonos con los precios del bus. Nos mosquemos con él y salimos por la carretera principal andando; nos mandaba parar, pero como no le hacíamos caso nos siguió a nuestro rabo todo el rato; cuando nos deshicimos de él, hablamos con el chofer del bus y nos dijo el precio autentico.
La opción del autostop ya la hemos descartado por completo, simplemente porque no hay vehículos, solo buses o jeep de turistas. Hay un bus al día que comunica Farafra con el Oasis de Dakhla, pero es tan tarde e inexacto que probamos con los minibuses, que parten cuando se llenan de gente. Nos dijeron que en 20 “minutos egipcios” salía, es decir 2 horas de tiempo real. Los egipcios en general tienen problemas con las medidas de tiempo y distancia…
Las vistas del desierto van cambiando a grandes dunas de arena, y el intenso sol produce grandes espejismos de “lagos”.
El Oasis de Dakhla es el más bonito que hemos visto, compuesto por numerosas villas; aquí las dunas se mezclan con las palmeras y la sorprendente verde vegetación. Sus habitantes, también en su mayoría beduinos, son gente muy tranquila y peculiar con sus sombreros de paja. Descubrimos parte del oasis a golpe de pedal con unas viejas bicicletas que alquilamos.
En el centro de Mut, la villa principal del oasis, se encuentra la ciudad antigua donde entre las derruidas casas de barro, vive aún gente muy humildemente.
Muy similar, pero mejor conservada es la antigua villa islámica de Al-Qasr, con su mezquita de adobe y antiguos instrumentos de madera. Hasta aquí nos vinimos con el trasporte público, una camioneta “pick up”, con bancos, que como en todos los oasis, parte cuando está llena de gente. En la nuestra llegamos a ir 22 personas contando los que iban colgados por fuera.
El último oasis fue el de Kharga; sólo estuvimos unas horas, hasta coger el bus de El Cairo, pero no faltó una visita a la Necrópolis; antiguos mausoleos de barro y adobe de entre los siglos IV y VII, donde nos encontramos algunos cuerpos aún medio momificados.
La policía nos sigue a todas partes, pero esta vez como les hicimos tan poco caso, se acercó uno de ellos para que firmásemos el papel donde renunciamos a tener escolta; algo absurdo totalmente, pues hubo un policía que nos siguió durante horas sin enterarnos; nos dimos cuenta al poco de coger el bus a El Cairo, ya que, no se despegó de nosotros hasta que subimos.
En Egipto tienen la costumbre de conducir sin luces porque creen que ahorran combustible, y lo mismo pasa con la calefacción; por lo tanto el viaje hasta la capital, fueron más de 7 agonizantes horas, a unos 4 o 5 grados de temperatura dentro del bus.
Y por tercera vez volvemos a esta gran ciudad! Movidos principalmente por el visado sudanés, fue eso lo primero que hicimos, acercarnos a la embajada. Toda la mañana entera, sin haber dormido, para que nos digan que aún no lo tienen, que volvamos mañana…Menos mal que seguimos contando con la ayuda de Mostafa hasta a ver qué pasa con el dichoso visado de Sudán…
Hace tanto que vinimos a esta ciudad que ya es como volver a casa, después de unas pequeñas vacaciones por el desierto.
Anda que que movidas con lo de la embajada y todo eso, ojala os salga todo bien, un besooooo
ResponderEliminarHola es la primera vez que os leo y la verdad estoy fascinado con lo que llevais y con lo que os queda aun, desearos mucho animo y deciros que intentare desde la tierruca daros todo el animo posible
ResponderEliminarun saludo paisanos
sergio
Hola pareja. Hoy he descubierto vuestro viaje, gracias a Fran, el del “cosió” yo tambien soy de Santillana y como no, me gusta vuestro reto. Soy viajero consumado he estado en algunos lugares por los que estáis viajando, por ejemplo >port sudam< donde pasé una navidad rodeado por las moscas ¡¡si las moscas!! Estaba lleno de moscas y aun tengo el recuerdo en mi mente. Tambien he estado en Australia
ResponderEliminarMe imagino que continuareis la ruta hasta Yibuti para cruzar hasta Yemen y desde allí y por Arabia Saudi, Hasta la india ….Paquistan……Java ……Sumatra etc . Cuando estéis en Yacarta…. Si pasáis por allí….mirar con tranquilidad el volcán del Krakatoa….las cenizas de ese volcán, en suspensión, hace muchos años que tambien se vieron en Santillana del Mar.
Un saludo y buena ruta.
Estamos en contacto. Pansorena@ono.com
Pedro Ansorena.
¿Os referíes en el post a Dajla, la ciudad del Sahara Occidental ocupada ilegalmente por Marruecos?, ¿habéis estado allí?
ResponderEliminarInteresante blog.
Saludos,