10 mayo 2010

FILIPINAS, "LA CORDILLERA"

Un vuelo de 4 horas sobre el Mar del Sur de la China, nos lleva a otro país más del Sudeste Asiático, pero a un mundo completamente diferente de Malasia u otro país de ésta región en la parte continental; las islas Filipinas.

Las Filipinas son el segundo país formado por islas más grande del mundo (Indonesia el primero), el archipiélago se compone de 7.107 islas, y nosotros comenzamos las andaduras en una de las más grandes, que ocupa el norte y parte del centro del país, la isla de Luzon.

Usamos de nuevo Air Asia para salir de Kuala Lumpur hasta el aeropuerto de Clark (60€), a unos 100km al norte de Manila. Clark es una zona especial de Filipinas, fue la última base estadounidense que quedó tras la colonización de éste país, posterior a su vez de la colonización española.

La terminal de Clark, actualmente es un edificio en obras del que sólo se ve el esqueleto, dando un aspecto poco serio; aquí mismo tomamos un bus que nos llevó a la ciudad de Angeles para irnos después directos a la provincia de La Cordillera, llamada así tal cual en español, La Cordillera. Esto no es un hecho aislado, la influencia española se ve en Filipinas en todas partes, empezando por los nombres; mientras viajamos en autobús atravesamos pueblos llamados Gerona, Rosales, Santa María del Norte… y en estos pueblos se ven restaurantes llamados Gómez, Fernandez, López… y todo tipo de nombres y apellidos hispanos.
Así mismo los números, aunque en el idioma filipino, el tagalo, tienen sus propios números, en muchas ocasiones usan los números en español indistintamente, los días de la semana son también en castellano así como los utensilios de comida, o las diferentes partes de una vivienda, (puerta, ventana…) Si al comprar algo se dan cuenta que somos españoles, nos dicen el precio en español, o alguna frase en nuestro idioma; también muchas veces se escucha en las estaciones de autobús decir el horario: -“a las dos, a las cinco…”. Aunque por supuesto no es un país hispano hablante, a nosotros nos sorprende mucho éste hecho debido a que no escuchamos a la gente en la calle pronunciar palabras en castellano desde hace más de tres años. Otras cosas curiosas son cuando vamos en el autobús y todos gritan, “¡PARA, PARA!”, o “¡SIGUE, SIGUE!”

Este bus de cinco horas nos lleva montaña arriba hasta el centro administrativo de La Cordillera, la ciudad de Baguio; el tiempo aquí es excelente al igual que fue en las Montañas Cameron. A Baguio llegamos casi de noche y muy cansados pues nos tuvimos que levantar a las tres de la mañana para tomar el vuelo de Kuala Lumpur.

El bus que habíamos tomado había sido relativamente caro (6€), pero el gran sopetón fue cuando buscamos alojamiento en Baguio, y nos damos cuenta que lo más, más barato es un asqueroso hotel minúsculo lleno de cucarachas por 10€ la noche. La última vez que pagamos tal cantidad o más por dormir fue en Francia hace ya más de tres años.
En Filipinas todo es más caro, pero además la continua devaluación del Euro nos sigue afectando; cuando hace 3 meses 1€ eran 68 Pesos Filipinos, ahora son 1€=55 Pesos Filipinos. Estando aún viajando en Filipinas, sabemos que será el país más caro que nos va a salir hasta el momento de todo el viaje, principalmente debido al transporte (no funciona el autostop), y al alojamiento.

Caminando por la noche en la ciudad vimos alguna cara que nos observaba con no buenas intenciones, nuestro sexto sentido nos advirtió cuando vimos un hombre sospechoso seguirnos y efectivamente fue confirmado cuando atravesábamos un mercado y una tendera me dijo con expresión muy seria: -¡qué haces llevando la cámara así colgada!, ¡Aquí hay muchos ladrones!

Baguio no nos dejó buena impresión, de todas formas al día siguiente nos marchamos porque lo que nos interesa se encuentra a más horas de camino, al norte. Cruzando las Provincias de Nueva Ecija y Nueva Vizcaya, llegamos a Ifugao, lugar de las famosas terrazas de arroz; fueron 9 horas hasta el pueblo de Banaue donde por fin encontramos nuestro sitio fuera de las grandes ciudades como Baguio.
En el minúsculo pueblo había un puñado de guesthouse, en una de ellas estaban todos los extranjeros (unos pocos y los primeros que vemos); en la guesthouse de enfrente una mujer muy simpática nos hizo muy buen precio por un cuarto (6€) y además el último día nos quitó más dinero de la cuenta final para que hablásemos bien de su guesthouse, el “Wonder Lodge”



Banaue es un pueblo muy tranquilo, lo único que irrumpe la paz son los vehículos que pasan continuamente con los altavoces anunciando su partido político favorito, ya que iban a ser la elecciones en unos pocos días.


Alrededor del pueblo se puede ver, mire donde se mire, las terrazas de arroz de Ifugao; a pesar de haber visto ya muchas, estas son las más impresionantes, pero lo son más por la historia que tienen pues están construidas hace unos 2.000 años, y con sistemas de irrigación construidos con cañas de bambú muy sofisticados para la época.
Las de alrededor de Banaue están separadas una altura de otra con paredes de barro muy compactas, para verlo caminamos unos 5km carretera arriba para tener una buena vista de pájaro.



Ya habíamos escuchado sobre la lluvia en Filipinas y en estos primeros días nos lo demostró bien porque cada tarde cae un tremendo chaparrón, y luego se queda el día tranquilo, lo bueno es que las mañanas son cielos muy limpios y despejados.


En los alrededores de Banaue hay muchos pueblos con más terrazas, por la época que nos encontramos nos aconsejaron ir a Hapao, ya que el arroz estaba saliendo y se ve todo más bonito.
Hasta Hapao fuimos en jeepney; el jeepney es un transporte único de Filipinas, aunque ahora hay una empresa que se dedica a la fabricación de este vehículo; todo empezó cuando los americanos dejaron aquí miles de jeeps que los filipinos transformaron originalmente en una especie de jeep muy alargado, cubierto y con asientos para llevar pasajeros. Los jeepneys son muy decorados por sus dueños con dibujos y lemas religiosos en ocasiones como “En Dios confiamos”, “Dios te ama” etc…
Además de estos, un transporte típico filipino es la moto con sidecar, o una especie de sidecar cubierto en el que a veces entran hasta 8 personas, dentro, en el techo y colgados.



Las terrazas de Hapao se diferencian en que están hechas de piedra para separar una de otra, y además diría que hay más terrazas, es decir, cada montaña, cada hueco esta tallado para poder cultivar el arroz, una obra que en Ifugao definen como la “octava maravilla del mundo”. Hay un dicho regional, quizá un poco exagerado, pero no imposible del todo…se dice que si se unirían todas la terrazas de Ifugao, cada línea, una tras de otra, completarían media vuelta a nuestro planeta…
El transporte es tan infrecuente en estos pueblos que fuimos en el jeepney pero tuvimos que regresar los 17km caminando, suerte que cuando quedaban 3 km un camión de los de las elecciones paró y nos llevó de vuelta. De todas formas, todo el camino de regreso es interesante para conocer gente local y un gran espectáculo para la vista.



Dejamos Banaue en jeepney, el vehículo estaba tan lleno que me ofreció el conductor ir arriba, así que acepté sin dudar viajar en el lugar más cómodo, mejor temperatura, mejores vistas y fotos. La Cordillera es un lugar increíblemente bonito, valles, montañas, villas… también un lugar muy remoto, poco accesible, de ahí que se note menos influencia española, aparte que los habitantes de La Cordillera, llamados Igorot, siempre se opusieron a la colonización española.



Tras dos horas de jeepney llegamos a Bontoc, donde hicimos una breve parada para ver un interesante museo etnológico sobre las tribus de aquí y de la región de Kalinga, un poco más al norte.

Hasta hace pocos años este lugar estaba dominado por los llamados “cazadores de cabezas”, una gente que se dedicaba a cortar cabezas y las caras de los enemigos; aunque aún quedan indígenas, ésta práctica está obsoleta.
En el museo hay muestras de utensilios personales de las diferentes etnias, también amuletos y extraños objetos utilizados con algún fin de brujería o magia.
Pero lo más impresionante son las fotos; la mayoría de comienzos del siglo XX, donde se ven los hombres y mujeres tatuados enteros y otros con sus “presas”, bien hombres atados sin cabeza o un indígena sujetando una cara como trofeo.



También leímos sobre los métodos funerarios; no lejos de aquí hay un lugar donde practicaban la momificación de los cadáveres, estos se conservan más al sur en Kabayan. Por otra parte otro método que tenían era dejar al muerto entre 5 y 25 días atado como en un trono, secándose y ahumándolo con algo especial para conservarlo; el tiempo de secado variaba en función de la causa de muerte, edad, status social… Una vez retirado, reducían el cuerpo rompiendo algún hueso y los metían en ataúdes muy pequeños (leer luego en la parte de Sagada).

Tras el interesante museo, seguimos ruta en otro jeepney más, (viajando de nuevo en el techo) por una hora hasta la pequeña villa de Sagada.
Sagada es más pequeño aún que Banaue, más agradable y tranquilo; de nuevo elegimos opciones de alojamiento alternativas en una casa familiar, repartiendo un poco más los gastos de los turistas en el pueblo.
De todas formas, extranjeros somos cuatro contados, Filipinas nos tiene sorprendidos, es incluso menos turístico que Birmania; puede que haya grandes concentraciones de turistas en algunas playas específicas, pero fuera de esos lugares, no hay.

En Filipinas no hacemos más que ver cosas únicas y sorprendentes en el mundo, y Sagada no se queda corto. Sagada es uno de los lugares en que se pueden ver los ataúdes colgantes, se trata de los ataúdes usados en las técnicas anteriormente descritas del museo, sólo que colocaban éstos colgando de las paredes de las montañas de roca caliza que se hayan entre los frondosos bosques. Un buen lugar para ver esto, es el valle de Echo a una corta marcha desde Sagada; aquí encontramos huecos en las rocas con restos de ataúdes muy antiguos ya destruidos, y los huesos del muerto, que aún se conservan, han sido amontonados en el suelo. Vimos también otros ataúdes más recientes que han sido encajados en pequeñas cuevas.



Pero los más impresionantes son los colgantes, unos están posados sobre dos barras que han sido incrustadas en la roca, pero otros cuelgan con cuerdas o hierros de los otros ataúdes, quedando éstos en suspensión. También hay enganchadas sillas o grandes crucifijos.
Por una parte hemos escuchado que esta técnica de enterramiento no se usa, por otra hemos oído que esto aún se practica, pero es un privilegio que solo se lleva a cabo para gente muy importante y con poder adquisitivo, ya que el “enterramiento colgando” lleva consigo el sacrificio de cerdos y gran cantidad de gallinas.



Entre las rocas de Sagada también se encuentran interesantes cuevas, pero las mejores precisan de un guía, más bien por la necesidad de una buena lámpara ya que son tan profundas y grandes que con una linterna no se puede uno adentrar.
Fuimos hasta la entrada de la Cueva de Lumiang; tras la gran cavidad se accede a un “hall” lleno de ataúdes amontonados de todos los tamaños, muchos con bonitas tallas en sus tapas, otros destruidos y nuevamente con los huesos del muerto amontonados en el suelo.



La Cueva de Lumiang conecta con la de Cueva de Sumaging, al no poder atravesarla tuvimos que dar un rodeo hasta ésta otra; en vez de ataúdes aquí había unas bonitas formaciones de estalactitas.


En ésta primera semana, Filipinas nos está gustando muchísimo, es un paraíso natural en toda regla; la gente, aunque parecen más tímidos que otros países son simpáticos y siempre dispuestos a ayudar cuando se preguntan, además absolutamente todo el mundo habla inglés. Otra cosa buena es que al no ser un país excesivamente turístico, nadie nos engaña con los precios y no hay que estar pendiente de ver cuánto paga el del autobús, o el del restaurante por la comida...
Por otra parte, para el viajero independiente diría que es el país más complicado en el Sudeste Asiático; sólo por el hecho del transporte, en ocasiones escasea, es complicado hacerse con tickets o reservar y en ésta parte del país son muchas horas en carretera de un punto a otro; de todas formas, nada que sea imposible!

4 comentarios:

  1. Tres años sin cruzar palabra en español con nadie más, pues sí que os tenéis que llevar bien pareja!Desde Madrid os sigo con muchísima emoción, seguid disfrutando de vuestra aventura con ánimo y sobre todo con salud.Un cariñoso saludo.

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  2. QUE ENVIDIA ME DAIS OJALA YO PUDIERA VIAJAR LA MITAD QUE VOSOTROS ESPERO VEROSPRONTO AUNQUE TODABIA QUEDA UN POCO MUCHOS BESOS SONIA

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  3. QUE ENVIDIA ME DAIS OJALA YO PUDIERA VIAJAR LA MITAD QUE VOSOTROS ESPERO VEROSPRONTO AUNQUE TODABIA QUEDA UN POCO MUCHOS BESOS SONIA

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  4. Cómo me emociona leer vuestras historias de Filipinas!!! He descubierto este blog por casualidad y la verdad es que me alegra saber que guardáis un buen recuerdo de mi país. Un saludo desde Filipinas.

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